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miércoles, 24 de marzo de 2021

EE.UU.: Ejemplo de nada

El mundo acaba de ser testigo de un patético espectáculo como lo fue el aparatoso accidente sufrido por el discapacitado físico y mental de Joe Biden - manipulado a su antojo por Deep State - tropezando tres veces al subir las escaleras del Air Force One. Si bien al final se levanto rápidamente y saludo antes de ingresar a la nave, es indudable que este decrepito anciano de 78 años ha vuelto a sembrar las dudas sobre su frágil estado de salud y da la razón a muchos analistas que ya lo habían advertido durante la campaña electoral que si saldría elegido, no terminaría su periodo presidencial. Pero allí no acaban los problemas para Biden ya que ni bien asumió el cargo, arremetió furiosamente y sin motivo alguno contra China y Rusia, dando a entender que su desequilibrio mental se esta acentuando que lo hace aun mas peligroso. En efecto, al atacar rabiosamente el carácter moral del presidente de Rusia y el historial de derechos humanos de China, Biden abrió la puerta a un examen crítico de la problemática historia de EE.UU. por lo que no puede considerarse como un ejemplo a seguir. Como recordareis, el inquilino de la Casa Blanca definió su administración con el mantra de que “EE.UU. ha vuelto”, insinuando un regreso a lo que él y sus partidarios creen que fueron “los días felices” del mandato del Criminal de Guerra y musulmán encubierto Barack Hussein Obama, quien junto con la Gran Ramera del Apocalipsis Hillary Clinton desataron una serie de agresiones en el mundo, lo cual fue cortado bruscamente por Donald Trump, motivo por el cual lo atacaron sin piedad a través de los poderosos medios de comunicación al servicio del establishment. En un esfuerzo por regresar a aquellos aciagos dias, Biden ha adoptado una agenda ambiciosa que busca agresivamente promover e instalar a EE.UU. como una nación “indispensable” del mundo, aunque ya se encuentra desde hace mucho en decadencia, siendo China y Rusia quienes están ocupando su lugar, para furia de Washington que no sabe como detenerlos y por ello recurre a las amenazas y ataques personales a sus lideres. No es de sorprender por ello, en el lapso de menos de 24 horas, Biden y su principal asesor de política exterior, el secretario de Estado Antony Blinken, lograron socavar las mismas políticas que buscaban promover a través de una combinación de posturas narcisistas y simple incompetencia diplomática. Al insultar al presidente ruso Vladimir Putin, Biden puso las relaciones entre EE.UU. y Rusia en su peor postura desde la Guerra Fría. Y Blinken, durante la reunión inicial de la administración Biden entre EE.UU. y China, logró desatar la ira y la rabia de Beijing al renunciar a cualquier pretensión de normas diplomáticas y atacarlos agresivamente sobre una serie de temas que tocaban su soberanía. El colapso de lo que pasó por una posición coordinada de confrontar diplomáticamente tanto a Rusia como a China ha dejado a EE.UU. luchando para navegar a través de los escombros de su propia política naufragada. Se suponía que un enfoque controlado para tratar con Moscú y Beijing serviría como ancla de la nueva formulación de la política de seguridad nacional de Biden. En cambio, el barco de estado estadounidense ha sido arrojado a la deriva, incapaz de gobernar mientras una tormenta diplomática de su propia creación se cierne sobre él. La Casa Blanca publicó recientemente un documento, titulado "Guía provisional de seguridad nacional", que describía sus prioridades políticas para ayudar a dar forma y dirigir el trabajo de los diversos departamentos y agencias estadounidenses encargados de implementar la seguridad nacional y la política exterior. Este documento no tiene precedentes en los 35 años de historia de implementación de la Ley Goldwater-Nichols de 1986, que ordenó que la Casa Blanca produjera un documento de “estrategia de seguridad nacional” cada cuatro años para ayudar a racionalizar el gasto de defensa de los EE.UU. Normalmente,la Estrategia de Seguridad Nacional se produce a través de un proceso interinstitucional que tarda varios meses en completarse. La administración Biden, al decidir publicar una guía provisional mientras el documento principal aún se está redactando, está marcando la importancia de separar las políticas de su administración de las de su predecesor. De esta manera, la publicación de esta guía provisional subraya el sentido de urgencia que existe dentro de la administración de Biden para volver a su política abierta de confrontación, así ello conduzca a la guerra. De esta manera, mientras promueve el mantra de que " EE.UU. ha vuelto”, la guía provisional se esfuerza por destacar el hecho de que, si bien el corazón de la política de Biden se centra en la noción de "reconstruir mejor ", la América que Biden heredó opera en un mundo que es muy diferente al que existía cuando Biden se desempeñó como vicepresidente de Obama. “No podemos pretender que el mundo puede simplemente ser restaurado a la forma en que era hace 75, 30 o incluso cuatro años", escribió Biden. “No podemos simplemente volver a como eran las cosas antes. En política exterior y seguridad nacional, al igual que en política interior, tenemos que trazar un nuevo rumbo. Este "nuevo curso", como lo describió Biden, debe "lidiar con la realidad de que la distribución del poder en todo el mundo está cambiando, creando nuevas amenazas". Para Biden, las principales amenazas que se plantean a Estados Unidos provienen de dos naciones. “China, que se ha vuelto rápidamente más asertiva. Es el único competidor potencialmente capaz de combinar su poder económico, diplomático, militar y tecnológico para montar un desafío sostenido a un sistema internacional estable y abierto”. En tanto, la identidad de la segunda amenaza no debería sorprender a nadie que haya seguido la política exterior de EE.UU. durante los últimos 20 años. "Rusia sigue determinada a mejorar su influencia global y desempeñar un papel disruptivo en el escenario mundial ", afirmó Biden. “Tanto Beijing como Moscú han invertido mucho en esfuerzos destinados a controlar las fortalezas de EE.UU. y evitar que defendamos nuestros intereses y aliados en todo el mundo " aseveró. “La guía provisional” estableció tres objetivos de política principales para la administración Biden al enfrentar tanto a Rusia como a China. La primera es que EE.UU. " defienda y nutra las fuentes subyacentes de la fuerza estadounidense, incluida nuestra gente, nuestra economía, nuestra defensa nacional y nuestra democracia en casa”. El segundo es "Promover una distribución favorable del poder para disuadir y evitar que los adversarios amenacen directamente a los EE.UU. y nuestros aliados, inhiban el acceso a los bienes comunes globales o dominen regiones clave ". Por último, pero no menos importante, EE.UU. buscará “ Liderar y mantener un sistema internacional estable y abierto, respaldado por fuertes alianzas democráticas, asociaciones, instituciones multilaterales y reglas ". Pero en el lapso de menos de 48 horas, la administración Biden logró socavar groseramente los tres objetivos. La lastimosa entrevista de Biden a George Stephanopoulos de ABC News es una cuestión de registro histórico que demuestra meridianamente su desequilibrio mental en toda su magnitud. En efecto, este despreciable criminal que tiene las manos manchadas de sangre en Siria, se atrevió a insultar al Presidente ruso Vladimir Putin al responder a una serie de preguntas, violando las normas diplomáticas que sostienen que los jefes de estado proyectan un mínimo de discreción al hablar unos de otros, aunque sólo sea por el hecho de que finalmente en algún momento ambos deberán reunirse y discutir los asuntos en persona. Como observó astutamente el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, “las declaraciones del señor Biden sobre el señor Putin no encajan con un presidente, y que este salga y use tales comentarios contra el presidente de un país como Rusia es realmente inaceptable, no algo que pueda ser pasado por alto". Como era de imaginar, ante tal afrenta expresada por Biden, a respuesta de Rusia fue inmediata y decisiva. En una medida sin precedentes, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia llamó a su embajador en EE.UU. para " consultas ", una clara señal de que Moscú estaba reconsiderando su relación, o la falta de ella, con Washington, algo que no se veía desde los tiempos de la Guerra Fría. Asimismo, el señor Putin, en una aparición en la televisión rusa, adoptó un enfoque más diplomático al responder a los insultos de Biden y señaló que le deseaba que tenga “buena salud”. Pero el presidente ruso también usó el dicho de un niño, traducido aproximadamente como “todo lo que digas sobre los demás es lo que eres tú mismo ”, para subrayar su opinión de que las declaraciones de Biden no eran más que un reflejo de los propios problemas inherentes de EE.UU. El líder ruso planteó asimismo el uso de armas nucleares por parte de EE.UU. contra Japón, así como su historia de esclavitud de negros y genocidio sufrido por los nativos americanos como ejemplos de la torturada historia de EE.UU. sobre la injusticia. Pero si Biden creía que las relaciones entre Washington y Moscú volverían al punto de partida luego del insulto contra el líder ruso, Putin rápidamente descarto esa idea. "Las autoridades estadounidenses en general buscan ciertas relaciones con nosotros, pero solo en áreas en las que EE.UU. está interesado y en sus propios términos " ,dijo Putin. “Creen que somos como ellos, pero no lo somos. Nuestros códigos genéticos, culturales y morales son diferentes. Sin embargo, sabemos cómo proteger nuestros intereses. Trabajaremos con ellos, pero solo en áreas que nos interesen y en términos que consideremos favorables. Tendrán que tenerlo en cuenta, a pesar de los intentos de frenar nuestro desarrollo, las sanciones y los insultos. Nos guiaremos por nuestros intereses nacionales a la hora de impulsar las relaciones con todos los países, incluido EE.UU.”, concluyó. Si el objetivo de Washington era minimizar la capacidad y el deseo de Moscú de ser menos disruptivo hacia los objetivos de la política estadounidense, entonces Biden consolidó su absoluto fracaso. Sobre China, la guía provisional indicó que el objetivo de EE.UU. era "prevalecer en la competencia estratégica" para permitir que superase a una China más autoritaria a largo plazo". Un elemento clave de esta estrategia dependía de que EE.UU. invirtiera “en nuestra gente, nuestra economía y nuestra democracia. Al pretender restaurar “la credibilidad” de EE.UU., la administración Biden busca asegurar de que sean ellos y no, China, "quien establezca la agenda internacional”. La disparatada idea de que la “democracia” estadounidense sirva como la base de la política de seguridad nacional y extranjera no fue solo una frase descartable, sino una parte fundamental de la guía provisional. “Construir mejor”, enfatizó el documento de orientación, “requiere que nos comprometamos a revitalizar nuestra propia democracia. Los ideales estadounidenses de democracia, igualdad y diversidad son una fuente de ventaja fundamental y duradera, pero no son un hecho. Aceptar esa ventaja significa estar a la altura de las promesas fundamentales de nuestra nación, fortalecer y renovar nuestros procesos e ideales democráticos, y demostrar con nuestras acciones que la democracia es esencial para enfrentar los desafíos de nuestro tiempo”. Pero el paso en falso de Biden ya había abierto la puerta a una refutación muy pública y creíble de la narrativa de la ridícula “democracia” estadounidense por parte del presidente ruso Putin. Al día siguiente, Anthony Blinken allanó el camino para un ataque similar esta vez contra China. Blinken adoptó una postura de confrontación durante sus comentarios de apertura en las conversaciones de alto nivel entre Washington y Beijing en Anchorage, Alaska, reprendiendo al máximo diplomático chino, Yang Jiechi, y al consejero de estado Wang Yi, por el historial de su país en materia de derechos humanos, como si EE.UU, fuera un ejemplo a seguir. Cuando llegó su turno para hablar, Yang declaró que EE.UU. dada su inocultable decadencia ya no podía "hablar con China desde una posición de fuerza", exigiendo que Washington dejara de promover su propia versión de “democracia” en un momento en que Estados Unidos estaba envuelto en medio de una serie de descontento racial y político dentro de sus fronteras. Yang continuó dando una conferencia a Blinken, señalando que “existen muchos problemas dentro de los EE.UU. con respecto a los derechos humanos, lo cual es admitido por ellos mismos. Estos problemas, dijo Yang, estaban “profundamente arraigados desde hace siglos y no solo surgieron en los últimos cuatro años, como Black Lives Matter, aquel grupo terrorista creado para atacar expresamente al gobierno de Donald Trump” Si la supuesta superioridad de la “democracia” estadounidense se consideraba como el argumento central de la nueva política preconizada por Biden, su desliz diplomático con relación a Rusia y China, ha dejado en claro su absoluta orfandad. El hecho es que si Biden quiere vendernos ese cuento, seria mejor entonces que primero ponga en orden su casa antes que criticar a otras naciones ¿no os parece?
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