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miércoles, 16 de marzo de 2022

EE.UU.: Ignominia y maldad

Tras el descubrimiento por parte de Rusia en Ucrania de una serie de biolaboratorios clandestinos que trabajan con patógenos altamente peligrosos, violando groseramente la prohibición de los programas de armas biológicas y que Iban a ser utilizados para una guerra bacteriológica por el régimen fascista de Kiev en complicidad con los EE.UU., salta a la luz la necesidad de acelerar la campaña militar desatada por el presidente ruso Vladimir Putin el pasado 24 de febrero para liberar al mundo de esta potencial amenaza. En efecto, toda la evidencia disponible apunta a que Kiev operaba en secreto estos biolaboratorios violando la Convención de Armas Biológicas y Toxicas. Pillados por sorpresa ante esta grave acusación, a EE.UU. no le quedo más que admitirlo, aunque claro, tratando de minimizar el hecho y tratar de ocultar su responsabilidad en ese delito. Así, cuando la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, compareció ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado el pasado 8 de marzo, se vio obligada a testificar sobre la implicación estadounidense en la fabricación de esas armas biológicas. Luego de pronunciar sus palabras de apertura, la veterana diplomática estadounidense tuvo que responder a las preguntas de los miembros del comité. “¿Ucrania tiene armas químicas o biológicas?” fue una de ellas. Nuland deliberadamente desvió la respuesta de la forma más patética posible. “Ucrania tiene instalaciones de investigación biológica que, de hecho, ahora estamos bastante ‘preocupados’ por las tropas rusas, que pueden estar tratando de controlarlos, por lo que estamos trabajando con los ucranianos sobre cómo podemos evitar que cualquiera de esos materiales de investigación caiga en las manos de las fuerzas rusas” tratando de ocultar las pruebas de la complicidad de Washington en los planes criminales de Kiev. La incomodidad de Nuland al responder esa pregunta salto rápidamente a la vista, que los senadores insistieron en ello: “¿Seguro que sabe que los medios de comunicación rusos ya están difundiendo todo tipo de información sobre cómo han destapado un complot de los ucranianos para lanzar armas biológicas contra su país en coordinación con la OTAN?” repreguntaron y Nuland tuvo que admitirlo.“Si hay un incidente con armas biológicas o químicas o un ataque dentro de Ucrania, ¿tiene alguna duda de que el 100% serían los rusos detrás de esto?” insistieron. Como era previsible, de una forma cínica y cobarde, la susodicha respondió: “No tengo ninguna duda de ello. Y, de hecho, es una técnica rusa clásica culpar al otro por lo que está planeando hacer él mismo”. Pero lo que no fijo es el grado de implicación de los EE.UU. en esas “investigaciones”. Pero, Maria Zakharova, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, anunció que “Nosotros [Rusia] confirmamos que, durante la operación militar especial en Ucrania, se descubrió que el régimen de Kiev había estado ocultando rastros de un programa biológico militar implementado con fondos del Departamento de Defensa de los Estados Unidos”. Según Zakharova, el Ministerio de Salud de Ucrania, el 24 de febrero, el primer día de la ofensiva rusa, había ordenado a todos los laboratorios biológicos ucranianos que erradicaran urgentemente las reservas almacenadas de patógenos altamente peligrosos de peste, ántrax, fiebre del conejo, cólera y otras enfermedades letales. Dijo que la documentación sobre la erradicación urgente de los patógenos fue recibida de empleados de laboratorios ucranianos, quienes por cierto no tuvieron tiempo de destruirlos y cayeron en manos de los rusos, quedando al descubierto el siniestro operativo. Si bien Zakharova señaló que el Ministerio de Defensa ruso estaba trabajando más para evaluar completamente los documentos en cuestión, agrego que Rusia pudo concluir que los componentes de las armas biológicas se estaban desarrollando en laboratorios ucranianos en las proximidades directas del territorio ruso. “Se ordenó la erradicación urgente de patógenos altamente peligrosos el mismo 24 de febrero para evitar exponer una violación del Artículo I de la Convención de Armas Biológicas y Toxínicas (BTWC) por parte de Ucrania y Estados Unidos” aseveró. Por cierto, el Artículo I de la CABT establece que “Cada Estado Parte de esta Convención se compromete a nunca, bajo ninguna circunstancia, desarrollar, producir, almacenar o adquirir o retener de otro modo: 1- agentes microbianos u otros agentes biológicos, o toxinas cualquiera que sea su origen o método de producción, de tipos y en cantidades que no tengan justificación para fines profilácticos, protectores u otros fines pacíficos; 2.- armas, equipos o medios vectores diseñados para utilizar dichos agentes o toxinas con fines hostiles o en un conflicto armado" lo cual estaba siendo violado flagrantemente por Ucrania y los EE.UU. Anteriormente, la embajada estadounidense en Kiev había publicado una información relacionada con lo que describió como un “Programa de Reducción de Amenazas Biológicas”, una colaboración entre el Departamento de Defensa de EE. UU. y el gobierno de Ucrania. Según estos datos, “El programa [de reducción de amenazas biológicas] cumple su misión de reducción de amenazas biológicas a través del desarrollo de una cultura de gestión de riesgos biológicos; asociaciones internacionales de investigación; y la capacidad de los socios para mejorar las medidas de bioseguridad, bioseguridad y biovigilancia”. Según la embajada de los EE.UU. “las prioridades del Programa de Reducción de Amenazas Biológicas en Ucrania son consolidar y proteger los patógenos y las toxinas de interés para la seguridad y continuar garantizando que Ucrania pueda detectar e informar brotes causados por patógenos peligrosos antes de que representen amenazas para la seguridad o la estabilidad”. Todo esto suena aparentemente inocuo, sin embargo, se tiene plena certeza que los programas biológicos dirigidos por la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa tienen un propósito más nefasto. La periodista de investigación búlgara, Dilyana Gaytandzhieva, ha realizado una extensa investigación sobre este tema. “El ejército de los EE. UU. produce regularmente virus, bacterias y toxinas mortales en violación directa de la Convención de la ONU sobre la prohibición de las armas biológicas. Cientos de miles de personas inconscientes están sistemáticamente expuestas a patógenos peligrosos y otras enfermedades incurables. Los científicos de la guerra biológica que utilizan la tapadera diplomática prueban los virus creados por el hombre en los laboratorios biológicos del Pentágono en 25 países de todo el mundo”, afirmó . Como podeis imaginar y al verse descubiertos, el trabajo de Gaytandzhieva ha sido desestimado por los EE.UU. como 'propaganda’. Pero el hecho ineludible es que EE. UU. no tiene antecedentes limpios en lo que respecta al cumplimiento de la CABT. Desde siempre, Washington ha utilizado la llamada "biodefensa" violando por completo, las disposiciones de la CABT en el pasado. El ejemplo más flagrante de esto fue el "Proyecto Clear Vision" dirigido por la CIA, que desde 1997 hasta el 2000 buscó realizar ingeniería inversa y posteriormente probar una "bomba" de la era soviética diseñada para dispersar agentes biológicos, incluido el ántrax. Hubo un debate dentro de la administración Clinton sobre si "Clear Vision" violaba la BTWC, lo que llevó a que el programa se detuviera ese año. Sin embargo, desesperados al verse descubiertos en su infame labor en Ucrania, trataron de minimizar su responsabilidad: “No hay necesidad de preocuparse por tal malversación en los biolaboratorios en Ucrania”, dijo recientemente a los periodistas el director del Programa Cooperativo de Reducción de Amenazas, Robert Pope. "Lo que tenemos hoy... son pequeñas cantidades de varios patógenos que, en general, son cosas que se recolectan de su entorno y que necesitan para la investigación para poder vigilar legítimamente la enfermedad y desarrollar vacunas". Según Pope, los ucranianos tenían “más patógenos en más lugares de los que recomendamos”, y agregó que su organización había estado ayudando a los investigadores ucranianos a organizar sus colecciones congeladas de patógenos con miras a preservar la información genética mediante la secuenciación antes de destruir las muestras vivas. “Todo eso, obviamente, se ha descarrilado aquí con los eventos recientes”, dijo. La mayor preocupación de Pope era que si estos biolaboratorios perdían energía eléctrica durante un tiempo prolongado, las muestras congeladas se descongelarían. “Si el sistema de ventilación está dañado, o el edificio mismo está dañado, y estos patógenos a temperatura ambiente ahora pueden escapar de la instalación, entonces pueden ser potencialmente infecciosos en la región alrededor de la instalación”, dijo. Expresó su esperanza de que las instalaciones no fueran atacadas deliberadamente. “Creo que los rusos saben lo suficiente sobre los tipos de patógenos que se almacenan en los laboratorios de investigación biológica, por lo que no creo que apunten deliberadamente a un laboratorio. Pero lo que sí me preocupa es que se descubra el papel de los EE.UU. en esta trama” indicó. Pope quiso pintar una imagen “benigna” de los tipos de patógenos almacenados en las instalaciones que supervisaba, pero dejó una pista sobre el potencial de algo mucho más preocupante. Si bien señaló que muchos de los laboratorios biológicos en Ucrania eran de nueva construcción, “otros se remontan a la era soviética y al programa de armas biológicas del país. Algunos de estos laboratorios más antiguos, dijo Pope, podrían contener cepas de patógenos que se remontan a los programas de guerra biológica soviéticos. "Los científicos son científicos, no me sorprendería si algunas de estas colecciones de cepas en algunos de estos laboratorios todavía tienen cepas de patógenos que se remontan a los orígenes de ese programa" argumentó. Si este es el caso, entonces los laboratorios ucranianos bien podrían ser el depósito de Anthrax 836 , una cepa extremadamente mortal de esa enfermedad desarrollada específicamente para ser entregada en ojivas montadas en misiles balísticos intercontinentales SS-18 que operaban desde Ucrania. Pero lo que no dijo Pope, es que todas estas armas biológicas deberían haber sido destruidas inmediatamente o entregadas a los rusos tal como ocurrió con el arsenal nuclear existente en su territorio tras la independencia del país... pero no lo hicieron y los mantuvieron ocultos con siniestros propósitos. Esto coloca a los laboratorios y a la misma Ucrania en violación directa de la Convención de Armas Biológicas, que prohíbe la adquisición o retención de patógenos “que no tengan justificación para fines profilácticos, protectores u otros fines pacíficos”. Como sabéis, el Anthrax 836 y otras armas biológicas similares de la era soviética ya no existen. Como tal, no hay necesidad de realizar investigaciones diseñadas para defenderse de cualquier posible exposición a dichos agentes. La única explicación posible para la retención de patógenos de guerra biológica de la era soviética, sería mantenerlos para algún futuro programa de guerra biológica, o como fuente para operaciones encubiertas que buscan vincular falsamente a una nación objetivo, como Rusia, con actividades ilegales y “justificar” un ataque, tal lo hicieron en Irak. Si el Congreso estadounidense hubiera estado haciendo su trabajo, en lugar de promover la demencial propaganda antirrusa, podría haber -de hecho, debería haber- presionado a Victoria Nuland con respecto a lo que realmente estaba sucediendo en los laboratorios biológicos en Ucrania y contra quienes estaba destinada. No es de extrañar que el régimen fascista de Kiev en su odio homicida a la población rusoparlante del este del país, al cual desde el 2014 ha sido víctima de asesinatos masivos, pensaba utilizar utilizarlo con ellos para exterminarlos completamente, como es su sueño desde que asaltaron el poder con apoyo de la CIA. Sin embargo, sus criminales planes han quedado completamente desbaratados. Y es que como tal ha quedado demostrado, Rusia descubrió en Ucrania lo que EE.UU. nunca pudo hallar en Irak: Armas biológicas. Por lo que, al lanzar Rusia el pasado 24 de febrero un operativo militar especial en Ucrania estaba más que justificado, ya que esa nación estaba en posesión de esa clase de sustancias prohibidas. Y por lo tanto, tenía que ser detenido de inmediato. Por cierto, hay que tener mucho cuidado con esta clase de gente que al saberse perdidos, son capaces de realizar ataques químicos y culpar de ello a Rusia. Llama la atención que esta grave denuncia ha sido silenciada por aquellos medios de desinformación que por el contrario, se dedicaron a amplificar un operativo de falsa bandera acerca de un bombardeo del hospital de Mauripol, cuando lo cierto es que este hacia mucho había sido abandonado y escondía en su interior a grupos terroristas, que fueron liquidados por los rusos. Asimismo, la “mujer embarazada” que apareció entre los escombros “bañada en sangre” fue en realidad parte de un montaje ya que la susodicha era una conocida influencer ucraniana que se prestó a ese juego, tal como lo confeso ella misma posteriormente, por lo que ha ido acusada de “traidora” por los mismos que la encumbraron antes como “victima”. Como podéis notar, la verdad siempre sale a la luz y por más campañas propagandísticas antirrusas que hagan, no podrán detener lo inevitable, que es la caída de ese régimen asesino de Kiev, que terminara bañado en su propia sangre... Larga vida a la Santa Rusia :)
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