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sábado, 24 de septiembre de 2011

CESAR HILDEBRANDT: El Fascista Cipriani

Venga , esta semana en la cual la mafia criminal ha sufrido otra estrepitosa derrota al no poder hacerse con el control de la Universidad Católica y sus ingentes recursos económicos, a pesar de la intensa campaña mediática de la prensa basura que aun controla,encontré un articulo escrito por Cesar Hildebrandt el cual me parece interesante y que viene a pelo. Es por ello que me tome la libertad de reproducirlo - eso si, resumido y entrecomillado – por ser de interés general ¿vale? :” El Cardenal Cipriani debe odiar a la Iglesia Católica. Podría ser hasta un infiltrado en sus filas, un demonio con alas de papier mâché, un íncubo luterano decidido a desprestigiar a Roma.¿O es que es impresentable sólo porque le da la gana y sin propósitos ulteriores? Cuando los inocentes eran sospechosos y los sospechosos eran terroristas y los terroristas eran desaparecidos, Cipriani apoyó firmemente, en Ayacucho, los desmanes militares que casi nos cuestan perder la guerra con el maoismo homicida de Sendero. Jamás defendió a las víctimas del fascismo Fujimorista. Al contrario, sostuvo desvergonzadamente que la Coordinadora Nacional de derechos humanos - una entidad que exponía el pellejo en defensa de los victimas de la barbarie - “era una cojudez”.Porque Cipriani no sólo es fascista de convicción y franquista melancólico sino que también es vil sujeto de lenguaje procaz”. “Cipriani es fascista probado, ordinario como un suboficial encervezado, teatrero como cuando simuló llorar después de lo de la embajada del Japón y odioso por donde se le mire y desde donde se le oiga porque su único interés es el de contribuir al inmovilismo. Es un discurso de la Confiep con un amén al final.Es el hombre que el mártir Oscar Arnulfo Romero, obispo salvadoreño asesinado por la derecha en plena misa, no habría siquiera saludado y le habría escupido en la cara. Cipriani fue nombrado cardenal por un Papa que coordinaba con la CIA, que recibía en secreto al enviado de Reagan para ver qué se hacía en Varsovia y que combinaba sin remordimientos la misión pastoral y su labor de destruir todo lo de progresista y moderno que en la Iglesia Católica se había levantado desde el Concilio Vaticano II. Paulo VI fue el iluminado que quiso emparentar, por segunda vez, la Iglesia Católica con los intereses de los que más sufren. Porque Paulo VI entendió que el sufrimiento social es evitable y que es el orden mundial, podrido desde la raíz, el que lo convierte en endémico. Paulo VI quería regresar a los orígenes de una Iglesia que, antes de ser Roma, fue fe y pobreza, ejemplo y humildad. Estuvo a punto de lograrlo hasta que llegaron las hordas de la restauración con el Opus Dei a la cabeza y los sodálites en la infantería. Esas hordas han restablecido el orden que terminará matando a la iglesia de Roma. El orden del Sacro Imperio. El orden inamovible de los ricos que mandan y los pobres que deben esperar vivir mejor en el cielo. “Allí tomaréis sopa, hermanos míos”, decía Neruda. Y de esas hordas criminales nació la espantosa nominación del Cardenal Cipriani, siniestra expresión del Opus Dei y consejero espiritual de Fujimori”. “Como cómplice directo de una mafia asesina, es hora de decirle a Cipriani cuán inaceptable resulta como personaje espiritual. Es hora de recordarle que si la Iglesia Católica sufre de anemia sacerdotal y crisis de feligresía es por gente como él. Es hora de decirle, en suma, que la maldición de los hipócritas es que no pueden ocultar su hipocresía. Ya he dicho que me duele ser agnóstico. Pero cuando escucho a Cipriani decir cada exabrupto me reafirmo en mi catedral de dudas. Bueno, dudas relativas. No tengo la menor duda, por ejemplo, de que Cipriani no representa a Dios, como quiera que se pueda entender esta definición”. En una palabra - digo yo para finalizar la nota - Cipriani es un asco como persona. Un defensor de Genocidas y de malditos curas pederastas no merece ningún respeto y solo es digno de un profundo desprecio de parte de toda persona decente y civilizada :( Caricatura: La República
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