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domingo, 14 de febrero de 2016

DIA DE SAN VALENTIN: ¿Festividad o negocio?

El origen del Día de San Valentín poco tiene que ver con lo que, a día de hoy, se celebra el 14 de febrero. Por el contrario, era una fiesta que se llevaba a cabo en la Antigua Roma en adoración al dios del amor, cuyo nombre en griego era Eros y a quien los romanos llamaban Cupido, representado por un angelito que portaba un arco y flechas. En esta celebración se pedían favores al dios y se brindaban regalos u ofrendas para conseguir así encontrar al enamorado ideal. La celebración era tan popular y profundamente arraigada que la corrupta y decadente Iglesia Católica – al igual que hizo con la Navidad, el Halloween y la Pascua – no tuvo otra opción que ‘cristianizarla’ y sustituirla por el actual día de San Valentín en el siglo V. Esta celebración incluía varios ritos para que los adolescentes se iniciaran en las relaciones sexuales. Con todo, y según explica el autor Jean-Noël Robert en su obra “Eros romano: sexo y moral en la antigua Roma”, el origen de esta celebración ya se consideraba entonces mitológico. Oficialmente, la fiesta se celebraba en la misma gruta (la Lupercal) en la que se creía que una loba había amamantado a los fundadores de Roma (Rómulo y Remo) luego de que estos hubieran sido abandonados en el río por su familia. Desde aquella gruta se iniciaban las Lupercales de manos de un sacerdote. Este era el encargado en primer lugar de sacrificar un carnero en honor a Fauno (el dios de la naturaleza). Lo hacía con el mismo cuchillo con el que, posteriormente, embadurnaba la cara de dos “lupercos” o “luperci” (jóvenes que debían pasar por aquel ritual). Una vez que habían sido ungidos por el sacerdote, estos dos jóvenes (que casi siempre iban desnudos, o ataviados únicamente con taparrabos fabricados con la piel de los animales sacrificados) salían de la gruta. El ritual no acababa en este punto, sino que iniciaban una carrera desquiciada a través de Roma por un itinerario previamente planeado. Un trayecto que llevaban a cabo mientras proferían obscenidades. Mientras corrían, los “lupercos” iban dando latigazos -con una correa fabricada también con los restos del carnero- a todo aquel que, voluntariamente, se ubicaba frente a ellos. El principal objetivo eran, no obstante, las mujeres en edad de ser madres. Las chicas, de hecho, consideraban todo un honor que los “lupercos” les diesen un correazo, ya que era una forma de que los dioses les asegurasen un retoño. Los hombres zurrados, por el contrario, entendían que aquellos golpes les purificaban y les permitían entrar “limpios” en el nuevo año (que comenzaba entonces en marzo). Es decir, que llevarse una marca a casa era símbolo de buena suerte. A pesar de todo, los autores le atribuyen varios significados a esta fiesta. Pierre Jacomet, por ejemplo, dice que la ceremonia era principalmente un rito de iniciación entre los más jóvenes. El escritor afirma en una de sus obras que aquellas eran ceremonias “destinadas a alejar el miedo a la sexualidad, el temor de ser incapaz, el terror a no poder cumplir con el ritual de la fertilidad, que es la cópula, a perder la calidad de ciudadano del mundo”. Al ser imposible erradicar dicha celebración, la Iglesia tomó cartas en el asunto allá por el siglo V y lo ‘cristianizó’ Así, la llamada fiesta de San Valentín fue instaurada en su lugar en el año 498 por el papa Gelasio I. Se eligió sustituirla por un tal Valentín, un imaginario personaje alrededor del cual se creó una leyenda acerca de que ‘desafió a Roma en el siglo III en nombre del amor’. Por entonces, el emperador romano Claudio II Gótico (214-270 d.C.) consideraba que “los soldados que estaban casados pecaban de conservadores en el campo de batalla, en unos momentos en los que las fronteras se veían acosadas por alamanes y vándalos”. Por lo que decidió que lo mejor para que sus legionarios se dejasen la vida y derrochasen valor en el frente era prohibirles contraer matrimonio. Para dedicarse de lleno a defender las fronteras. Se dice que el tal Valentín era entonces el obispo de la ciudad de Iteramna (hoy Terni, en Italia), y se avenía a celebrar en secreto las bodas de aquellos soldados “que no querían cumplir esa orden del emperador”. Como era de esperar – dice la leyenda – al ser descubierto “fue apresado y decapitado el 14 de febrero del año 269”. La veracidad sobre la biografía de este imaginario santo fue rápidamente puesto en duda ya que no existe prueba alguna de que haya existido alguna y vez y toda su historia no fue mas que una invención, que obligó a que la Iglesia Católica eliminara esta festividad del calendario en el año 1969. A pesar de que se trata de un fraude, por costumbre se sigue celebrando como una fiesta comercial hasta el día de hoy :)
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