Venga, en este país llamado Perú, existe una clase de políticos oportunistas que hacen lo indecible para llegar al Parlamento y una vez elegidos - con la mayor desvergüenza que uno se pueda imaginar - cambian de bancada como de camisa, anteponiendo sus intereses a los del país, y si de por medio hay un incentivo económico, mucho mejor. Si bien hay que reconocer que esto no es de ahora sino desde hace muchísimo tiempo atrás - incluso desde la fundación de la Republica - es durante la dictadura fujimorista con los tristemente célebres “vladivideos” en los cuales esta menuda panda de impresentables queda al desnudo, dejándonos ver toda la podredumbre en al que se desenvuelven, vendiéndose al mejor postor por un puñado de dólares. Hago este preámbulo porque esta semana, la Comisión de Constitución del Congreso está discutiendo un proyecto de ley para sancionar el cambio de partido por parte de congresistas y otros funcionarios públicos electos. Este proyecto, como todo lo relacionado con castigar al trasfuguismo, el cual tiene el apoyo unánime de la opinión pública, por el recuerdo de las grotescas imágenes de aquella sala del SIN donde Vladimiro Montesinos usó el dinero de todos los peruanos para comprar a estos miserables para apoyar al régimen criminal de Fujimori (Un ladrón y homicida condenado a 25 años de prisión por Crímenes de Lesa Humanidad) Ha de ser por ese recuerdo que la palabra “tránsfuga”, que tiene en el diccionario una significación neutral (se trata, simplemente, del que cambia de partido o ideología), tiene entre los peruanos una connotación negativa que implica una traición a los electores. No hay justificación alguna para que un congresista electo por determinada agrupación cambie de partido y se integre en otra lista por el que no fue elegido. En todo caso lo ideal seria renunciar a su cargo de congresista y dar paso al accesitario, pero es algo que jamás lo harían ya que no están dispuestos a dejar sus privilegios para poder seguir haciendo lo que les venga en gana sabiendo que nada les va a pasar por traicionar no solo al partido que lo acogió, sino a quienes lo eligieron, quienes se sienten con toda razón burlados e impotentes para castigar tamaña felonía. El tranfuguismo debe ser combatido con toda firmeza, porque esa es la forma de fortalecer a los partidos políticos que por su parte son muy débiles y no existen mas allá de Lima, dejando el campo abierto a movimientos mesiánicos y oportunistas que ofrecen el “cambio” en su campaña electoral y que al llegar al poder abjuran de todo ello.Ahí esta el caso de Fujimori, Toledo y el mismo Humala, quienes al margen de los partidos poéticos tradicionales (completamente desacreditados por su incapacidad de renovarse y mostrándonos las mismas caras viejas y desgastadas) ganaron las elecciones y no tardaron en traicionar a quienes votaron por ellos, gobernando de la mano de una derecha mil veces fracasada, que siempre se las ingenia para seguir disfrutando del Poder ya que son unos parásitos que no pueden vivir alejados de ella. Si los que gobiernan son tránsfugas ¿que se puede esperar de un Congreso cuyos integrantes solo piensan en su beneficio personal? Así por ejemplo tenemos el caso del tránsfuga Carlos Bruce, conocido propulsor del matrimonio homosexual e investigado por lavado de activos, quien habiendo sido elegido por Perú Posible, se integro a las filas de la mafia criminal aprofujimorista para torpedear desde allí al Ejecutivo. No puede haber “tránsfugas buenos” y “tránsfugas malos” como ciertos sectores de la derecha pretende diferenciarlos para justificar sus actos. Gentuza como esta no debe estar un segundo más en el Parlamento y no solo deben ser expulsados de ella, sino rendir cuentas ante la Justicia, sin ampararse en la llamada “inmunidad parlamentaria” que en realidad es impunidad para sus delitos, repudiables desde todo punto de vista. Esperemos que dicho proyecto de Ley que se debate en la Comisión de Constitución sea aprobado a la brevedad posible :(
Caricatura: La República
