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miércoles, 11 de octubre de 2017

KURDISTAN: Un salto al vacío

Eclipsado por el referéndum de Catalunya, otro proceso independentista avanza y gana miradas de preocupación de las potencias mundiales: es el que lleva adelante el ‘gobierno’ del Kurdistán iraquí - bajo la ‘influencia’ de los EE.UU. e Israel dentro de sus demenciales planes de balcanizar el Medio Oriente y fragmentar Irak en primer lugar - mediante la realización de una consulta popular en la que el 92% de los votantes se pronunció a favor de la separación de Bagdad. Sin embargo al no ser vinculante y que dichos resultados no hayan sido reconocidos a nivel internacional, han obligado al colaboracionista kurdo Masud Barzani a afirmar que la consulta no conducirá a una declaración de independencia inmediata como era su deseo, sino que marca el inicio de un proceso de “discusiones serias” con Bagdad, cuyo gobierno por cierto, ha rechazado cualquier negociación con los separatistas. A ello se suma que los gobiernos de Teherán y Ankara han reaccionado de forma coordinada e indignada, no sólo con declaraciones de condena y rechazo a la intentona, sino realizando maniobras militares en sus respectivas fronteras. Bagdad aboga por la integridad del país invocando la Constitución y amenaza con cerrar los aeropuertos kurdos y decretar otras medidas coercitivas. El primer ministro de Irak, Haider Abadi; el presidente de Irán, Hasán Rohaní; y el de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, formaron un poderoso tridente al que se sumó Damasco. Las tres naciones sólo reconocerán un Irak unido, rechazando de plano cualquier procedimiento que implique la desintegración territorial del país. Mucho se habla hoy de la balcanización del Medio Oriente. No obstante, no son pocos los que no saben exactamente a qué se refiere ese concepto. ¿Por qué la balcanización del Medio Oriente aparece relacionado con un proceso tan “democrático” que han celebrado los kurdos iraquíes? Empecemos señalando que balcanización es una noción que alude a los Balcanes, península europea de complicadísima historia, caracterizada por los conflictos y rivalidades entre los Estados que la han conformado desde al menos la segunda mitad del siglo XIX, y por sus frecuentes divisiones y subdivisiones. El término balcanización, sin embargo, se emplea también por la similitud de lo que expresa, para denominar el fraccionamiento que ha estado y está amenazando a Medio Oriente. Región donde la acción de los grupos terroristas (como ISIS, Al-Nusra. Al-Qaeda y muchos otros) creados, estimulados y apoyados por Estados Unidos, Israel y la complicidad de Arabia Saudita, Qatar, Turquía y Jordania así como por el resto de las corruptas y decadentes monarquías árabes y sus aliados, han sido utilizados tácticamente contra Siria, Libia e Irak, sumergiendo a sus habitantes - al igual que hace el sionismo con Palestina - en una profunda catástrofe, provocando un genocidio que ha afectado a dichos países, convirtiendo la zona en un verdadero infierno. En efecto, desde finales del siglo pasado, la balcanización del Medio Oriente ha sido un proyecto acariciado por Israel casi prácticamente desde la creación de esa entidad sionista, concretado luego en el llamado Plan Yinon de 1982, y fundamentado en 1996 en el informe comúnmente conocido como “Clean Break”, dirigido al estrenado entonces primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu. Informe que fue elaborado por un grupo de neoconservadores estadounidenses al frente del cual estuvo Richard Perle, prominente consejero de Defensa de Bush con el fin de asegurar, en las “nuevas condiciones”, al Estado sionista. Los planteamientos balcanizadores de ese informe obtienen a su vez reflejo, en el documento clave del grupo político-ideológico denominado Proyecto para un Nuevo Siglo Americano (PNAC), creado en el año 2000 con el objetivo de promocionar el liderazgo mundial de Estados Unidos conformado por connotados neoconservadores, siendo las ideas de ambos - simbiosis de los planes de balcanización norteamericanos y sionistas - decisivas en la elaboración y puesta en práctica de las geopolíticas norteamericanas basadas en la llamada concepción del Nuevo Oriente Próximo o Gran Medio Oriente - que incluye el norte de África y el Asia Central - desarrollada bajo la administración del Criminal de Guerra George W. Bush, diseñada por su ultraconservador vicepresidente Dick Cheney -, y la del Gran Oriente - el musulmán encubierto Barack Hussein Obama - que extendió su zona de intervención a toda la región Asia/Pacífico, en abierto desafío a China y Rusia. El objetivo de todo ello era dividir y desmembrar a Siria, Irak, Libia, Líbano, Egipto, Irán…. empleando para ello a los terroristas, convirtiéndolos en pequeños estados atomizados, políticamente débiles y enfrentados entre sí, estableciéndose con ello, a su vez, la posibilidad de crear entidades artificiales que, como ya hicieron con Israel, se encarguen, en función de los intereses imperialistas y del gran capital financiero, del control del petróleo, del gas y de los recursos acuíferos existentes allí. En ese demencial esquema, y congruente con esas concepciones, es donde entra la transformación también de los kurdos en un arma de Washington para la desestabilización masiva del Medio Oriente, planteándose en dichas concepciones la creación de un estado kurdo ‘independiente’ controlado por los EE.UU. e Israel, incrustado particularmente en medio de Turquía, Siria, Irak e Irán, a partir precisamente de la desintegración de esos países. Proceso del cual el referéndum celebrado constituiría sólo el primer paso. Lo anterior puede parecer extraño. Sobre todo, si se conoce que los kurdos son un pueblo indoeuropeo que, al igual que los palestinos, aspira a tener su propio estado. Dicha aspiración, no obstante, fue truncada luego de que la independencia de armenios y kurdos que fue concedida por el Tratado de Sévres, acabara a sangre y fuego a manos del genocida turco Kemal Attaturk, el mismo fuera derogado por el Tratado de Lausana en 1923, por el que se crea Turquía, quedando la población kurda viviendo dividida entre ese país, Siria, Irán e Irak. Es necesario recordar, sin embargo, que ello, entre otros aspectos, facilitó que en 1926 Francia e Inglaterra, a cargo de Siria e Irak, llegaran a un acuerdo con Attaturk para el reparto de los beneficios del petróleo kurdo, al crearse la “Irak Petroleum Company” con capital británico, norteamericano y francés, quedando a su vez establecido el futuro de dicho estado, el Kurdistán, por los intereses de las compañías petrolíferas (British Oil, Irak Petroleum, Anglo Persian) que tuvieron su expresión material en el oleoducto Alepo-Mosul-Bagdad. Entonces, la causa que motiva la creación o no de ese hipotético estado en esa zona en la actualidad, no nos engañemos, hay que buscarla hoy igual que ayer - y al igual que la que determinó la creación de ese maldito engendro sionista llamado Israel - en motivaciones geoestratégicas y económicas, y no en las demandas de satisfacer intereses religiosos o el anhelo del pueblo kurdo. Sin dar más vueltas, en el trasfondo de toda esta problemática lo que se encuentra es el potencial petrolífero de la zona, sus incalculables reservas de gas natural y su situación estratégica dentro de las rutas de oleoductos Oriente Medio-Mediterráneo. Implica todo: campos de producción, oleoductos, gaseoductos y todo el movimiento económico que depende de esas actividades, a los que se deben sumar los recursos acuíferos, tan importantes como los petroleros. Sólo para que se tenga una idea. En el territorio establecido como el Kurdistán histórico, o sea, el espacio definido por las zonas montañosas formadas especialmente por los montes Taurus (sur de Turquía), Zagros y Elburz (suroeste y noroeste de Irán) se produce actualmente el 100% del petróleo turco y sirio, el 74% iraquí y el 50% del iraní. Lo que Washington persigue en su estrategia, en consecuencia, es apoderarse de una región estratégica en recursos naturales y minerales, así como establecer el control sobre el flujo de petróleo y las fuentes de agua. Pero quizás lo más importante es que ello les permite colocar otro estado títere más en el Medio Oriente que les facilita cercar a Irán e impedir el avance de Rusia hacia el oeste, contando para su dominio no sólo con la entidad sionista sino, además, con este estado kurdo reaccionario, absolutamente ligado a los Estados Unidos y a la entidad sionista, pretendiendo convertirse en ‘gendarme’ de la región, que mantenga constantemente confrontaciones militares contra países que luchan por su soberanía, desgastándolos y distrayendo sus fuerzas. Estado artificial cuya creación, por supuesto, es apoyado incondicionalmente por Israel ya que favorece indudablemente sus intereses y al cual pretende ‘colonizar’ con 200.00 judíos, según un ‘acuerdo secreto kurdo-israelí’ dado a conocer por medios turcos. No es casual en este sentido que la creación de ese Estado kurdo por el que se votó en el referéndum, a diferencia del tan discutido Estado palestino, ha sido totalmente apoyada por el gobierno sionista de Tel Aviv. Lo que no es difícil de explicar de la existencia de ese hipotético estado kurdo le serviría de muro de contención en particular frente a Irán, constituyendo también un importante espacio para la atracción de la inmigración judía junto a la inversión de inmensos capitales. Apoyo, por cierto, que no es nada nuevo, ya que desde los años 60 y con particular fuerza luego del 2003 el factor kurdo ha desempeñado siempre un papel especial en la estrategia geopolítica de Israel, siendo antiguos y profundos sus vínculos con Masoud Barzani, actual ‘presidente’ del Kurdistán iraquí, fiel aliado de los Estados Unidos e Israel, impulsor del referéndum y principal representante de las ambiciones separatistas kurdas. Se ha hecho evidente que los esfuerzos conjuntos de Siria, Rusia, Irak e Irán han logrado aplastar a ISIS - socios de conveniencia en un primer momento de los kurdos iraquíes - cuyo ilusorio califato ha sido pulverizado por los bombardeos quirúrgicos de la aviación rusa y cuyos mercenarios están tratando de huir del justo castigo que merecen por sus abominables crímenes, intentando llegar a Occidente como ‘refugiados’. Su caída ha llevado al fracaso la concepción del Gran Oriente promovida inicialmente por los EEUU. Ello los ha obligado a pasar al plan B, intensificando las acciones dirigidas a la fragmentación de Irak para formar un Kurdistán “independiente” (que puede catalogarse también como un segundo “Israel”), y por ende, dirigidas a la creación de un estado títere kurdo bajo su manto, pretendiendo repetir dicho ‘experimento’ en los territorios kurdos de Siria y Turquía, para hacer realidad su sueño de crear un Kurdistán  que en forma de media luna se extienda desde el Golfo Pérsico hasta el Mediterráneo y que se convertiría en un enclave estadounidense-sionista en la región ¿Saldrán adelante con su infame plan? :(
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