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miércoles, 24 de junio de 2020

DE PARIS A CONSTANTINOPLA: Un viaje por el Expreso de Oriente

Este 2020 cumple 137 años y hay que ser potentado para sacar un pasaje en el viaje entre la capital francesa y la del antiguo Imperio Bizantino que toma seis días con todo incluido: cuesta 15.000 libras por persona y ya se pueden reservar cabinas dobles para septiembre del 2021. También tiene recorridos más cortos pero igualmente lujosos. Como en la novela de Agatha Christie, The Orient Express es sinónimo y máxima expresión de la edad dorada del ferrocarril. Como no necesita presentación, ya que apareció en numerosos filmes, es oportuno repasar su leyenda y el lujo que brinda ¿vale? Para sacar un pasaje, se puede optar por los tickets para el próximo mes de septiembre, cuya cabina doble (coche cama) tiene un costo de 15.000 libras por persona para el viaje París -Constantinopla, de seis días con las comidas incluidas. Este legendario tren pertenece en la actualidad a la empresa Belmond, que es parte de la compañía LVMH que gestiona productos de lujo. Pero antes de esto, The Orient Express fue testigo de hechos históricos como la firma un armisticio previo al Tratado de Versalles en 1918 o caída desde una de sus ventanillas del presidente francés Paul Deschale en 1920. Asimismo, el rey Carol II de Rumania huyó de su país durante la sublevación de la Guardia de Hierro en 1940 en uno de estos trenes, llevándose consigo dinero, joyas, cuadros y todo cuanto pudo. Durante la II Guerra Mundial estuvo fuera de servicio, ya que a pesar de los esfuerzos de los alemanes de que continuase funcionando, era constantemente saboteado por el enemigo. Tras la contienda, diversas celebridades volvieron a cruzar el continente en la ruta original. Claro que esos vagones dejaron de prestar servicio y, aunque el que atraviesa hoy Europa mantiene el lujo de los años '30, volvió a resurgir de sus cenizas transformado en el Venice Simplon Orient Express a partir de 1982. Además del clásico recorrido París-Constantinopla, que únicamente se efectúa una vez al año en el mes de septiembre, ofrece otros, como el que transita entre Venecia y Londres en dos días y una noche (por 2.435 euros), visitando cuatro países: Italia, Austria, Suiza, Francia y Reino Unido. También cuenta con variantes que efectúan paradas en Praga y Budapest. Todo en este tren trata de mantener la idea original de su creador, Georges Nagelmackers: lujo y extravagancia. 18 vagones completamente restaurados de los años '20 y '30 componen el convoy: 12 coches cama, 3 restaurante, un vagón bar y 2 extra para almacenamiento y alojamiento del personal. Las cabinas, que constan de un gran sofá, un asiento y una pequeña mesa plegable, se transforman en cómodas habitaciones durante la noche, mientras los viajeros disfrutan de una exquisita cena en el vagón restaurante. Para mayor confort, la gran suite está equipada de una enorme cama doble, sala de estar, baño privado y ducha. Un mayordomo por coche se encarga de atender cualquier requerimiento a bordo y de servir a media tarde el té con pastelitos o el desayuno de la mañana directamente en la habitación. Entre los viajeros hay diplomáticos, banqueros, aristócratas, empresarios, artistas exitosos y algún escritor para quien quizás en este viaje prenda la inspiración. Cabe destacar que Venecia, desde donde parte el convoy, no está escogida al azar. El tren más célebre del mundo debía salir de la ciudad más romántica de Europa. En el interior se sirve champagne mientras la charla con los otros pasajeros es una constante. El tren discurre junto a los Dolomitas, la gran cordillera alpina que se extiende por el norte de Italia. La comida se sirve en dos turnos en sus tres restaurantes de lujo: Cote d’Azur, Etoile du Nord o el L’Oriental, con un menú de tres platos entre los que se incluye langosta gratinada sobre crema de caviar y puré de patatas. De postre, una selección de quesos franceses y pastelitos. La lista de vinos es amplia, pero no están incluidos en el precio del pasaje. Así se llega a Innsbruck (Austria), donde la mayoría de los pasajeros desciende para estirar las piernas y tomar una foto de su elegante casco antiguo que se visita en un alegre paseo. De nuevo en el tren, a partir de media tarde se requiere rigurosa etiqueta para celebrar la velada. Hay una cena de gala camino a Zúrich (Suiza). El piano suena en el coche bar mientras los pasajeros esperan la hora de la cena tomando un cóctel, como el Guilty 12 que12 ingredientes secretos que representan a cada uno de los asesinos de la trama de Asesinato en el Orient Express de Christie. Los viajeros al despertar deben presionan un botón de llamada para avisar al mayordomo de que les sirva el desayuno, que se toma en los compartimentos. El sol comienza a colarse por la ventana y el tren efectúa su entrada en la Gare de l’Est. Es el final de trayecto para algunos pasajeros, mientras otros continuan camino hacia Londres. Se reanuda el traqueteo de The Orient Express. Sobre las 11 de la mañana se sirve un delicioso brunch. Los camareros, vestidos de manera impecable, se contorsionan para evitar que los platos o bandejas aterricen en el suelo. El placer de comer también entra por la vista y la cubertería de plata y la vajilla inglesa juegan un papel primordial. A las 13.30 se llega a Calais (Francia), donde descienden todos los pasajeros para cruzar el canal de la Mancha en un micro de apoyo que espera en la misma estación. Tras pasar por la aduana británica, los pasajeros vuelven a subir al autobús para el trayecto final. Llegados al extremo inglés, un grupo de músicos ameniza la espera mientras aparece el British Pullman, donde se hace la parte final del viaje. Es un convoy de coches de estilo art dèco, rescatados y restaurados de la edad de oro de los ferrocarriles británicos. Son 11 coches y cada uno tiene su historia. A las 5 en punto se sirve el té acompañado de brioches de pollo, sándwiches de salmón ahumado y trufa, delicias de solomillo asado, queso y pasteles dulces, todo elaborado por Claire Clark, una de las mejores chefs pasteleras del mundo. Cuando se deja atrás la campiña británica y se ven algunos autobuses rojos de dos pisos, es la señal de que se está entrando en la emblemática Victoria Station de Londres. Fin de un viaje inolvidable :)
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