Mientras el mundo esta pendiente de los sucesos que ocurren tanto en el Oriente Medio como en la península coreana, que pueden desencadenar un conflicto mundial, así como de los continuos atentados terroristas de ISIS en Europa, cometidos por los ‘refugiados’ que han invadido el continente, existe un país que está desarrollando en secreto su arsenal nuclear y no parece que lo haga únicamente para disuadir a sus enemigos de un ataque, sino que por el contrario, lo hace con fines agresivos. Se trata de Pakistán, aliado nominal de Occidente -único país musulmán que posee armas atómicas - el cual tiene que afrontar problemas relacionados con su seguridad interior y que amenaza la integridad de su arsenal nuclear, que podría caer en manos de grupos terroristas. Al estar rodeado de Irán, China, la India y Afganistán, tiene una vecindad complicada, donde existen varias cuestiones relativas a la seguridad y específicamente en relación con los indios, asuntos sin resolver como es la posesión de Cachemira (una estratégica región ubicada en el norte del país de mayoría musulmana que la India retiene en gran parte en su poder) que ya dio lugar a sangrientos conflictos en el pasado entre ambas naciones. Como sabéis, Pakistán ha sido una potencia nuclear durante décadas y ahora trata de construir su propia tríada haciendo que su arsenal nuclear sea resistente y capaz de efectuar golpes de respuesta demoledores contra su mortal enemigo, que no es otro que la India. El programa nuclear paquistaní se remonta a los años 50, durante el inicio de su rivalidad con Nueva Delhi. Además, cabe recordar la declaración del entonces presidente, Zulfikar Ali Bhutto, quien afirmó: "Si la India construye una bomba [nuclear], comeremos hierba u hojas y pasaremos hambre, pero obtendremos la nuestra". El programa se convirtió en una prioridad luego de que en 1971, el país fracasara en la confrontación con la India, lo cual hizo desaparecer a Pakistán Oriental, que proclamó su independencia y se convirtió en Bangladesh. Los expertos creen que la humillante pérdida del territorio, así como los informes de que Nueva Delhi estaba creando armas nucleares, aceleró el programa nuclear paquistaní. Cabe recordar que la India hizo las pruebas de su primera bomba nuclear en 1974, colocando al subcontinente en el camino hacia la nuclearización. Es por ello que para hacer frente a esta ‘amenaza’ que Pakistán lo vio como todo un desafío para su propia existencia, empezó a acumular el combustible necesario, como el uranio enriquecido y el plutonio. Su programa nuclear fue apoyado por varios países europeos y también mediante el equipamiento clandestino. La hija de Zulfikar Bhutto, Benazir Bhutto, afirmaba que su padre quería que el primer artefacto estuviera listo para 1977, mientras que un miembro de la Comisión paquistaní de Energía Atómica señaló que la construcción concluiría en 1978. Desde entonces, los expertos vienen observando con preocupación que el arsenal nuclear de Pakistán va creciendo constantemente. En 1998, los arsenales contaban entre cinco y 25 artefactos, dependiendo de la cantidad necesaria de uranio para cada bomba. Hoy en día, se estima que Pakistán posee entre 110 y 130 bombas nucleares. En el 2015, el Fondo Carnegie para la Paz Internacional y el Stimson Center especulaban con que Pakistán podría producir unos 20 artefactos anualmente, lo que significa que el país podía convertirse rápidamente en la tercera potencia nuclear del mundo. De acuerdo con otros observadores, Islamabad puede desarrollar solo entre 40 y 50 ojivas en un futuro próximo. Si bien las armas nucleares paquistaníes están bajo control del Plan Estratégico de División y se almacenan en la provincia de Punjab, vigiladas por unos 10.000 militares y personal de inteligencia, la confrontación nuclear con la India agrava la hostilidad tradicional entre los dos países. Ambos estuvieron en guerra varias veces y hubo varios acontecimientos, como el ataque terrorista del 2008 en Bombay, que fue organizado por Pakistán. A ese enfrentamiento que tienen por Cachemira, se suma la amenaza que representan los talibanes, muy activos en todo el país y que ponen en riesgo su estabilidad. Aunque las autoridades paquistaníes insistan una y otra vez que ‘no hay porque preocuparse’ por la seguridad sus arsenales nucleares, existen buenas razones para dudar sobre su capacidad para mantener a salvo sus armas nucleares de los extremistas. El 16 de diciembre del 2014, tras el ataque de los talibanes a una escuela del ejército en la ciudad paquistaní de Peshawar que costo decenas de vidas, la Comisión de Energía Atómica de Pakistán envió una carta urgente al director general de la División de Planes Estratégicos, que es responsable de asegurar los activos nucleares de Pakistán, expresando su preocupación. La Comisión de Energía Atómica pidió asimismo que los militares deben dedicar más recursos para asegurar que el personal con conocimientos del programa nuclear sean monitoreados ya que podrían estar colaborando con los terroristas. Esta carta, que se ha mantenido en secreto hasta ahora, revela cuán preocupados están algunos funcionarios paquistaníes acerca de la infiltración terrorista en el ejército. A principios del 2014, el Ministerio del Interior publicó un documento clasificado que esbozó las prioridades de seguridad del gobierno. Se advierte en ella que Pakistán es el hogar de cientos de grupos extremistas, y señala que muchos de ellos se encuentran especialmente en las zonas en Punjab cerca de algunas de las instalaciones nucleares de Pakistán. Este documento también plantea preocupaciones sobre la creciente influencia de ciertos grupos terroristas, en particular, Lashkar-e-Taiba, dentro del ejército pakistaní y las agencias de inteligencia, así como su infiltración en las familias de los militares de alto rango y de nivel medio. A pesar de todo esto, las autoridades paquistaníes siguen afirmando en público que sus arsenales nucleares ‘no corren ningún peligro’. Como un alto funcionario dijo a The Atlantic , “De todas las cosas en el mundo por los que hay que preocuparse, el menor de todos es la seguridad de nuestro programa nuclear” aseguró. Pero sus palabras no convencen a nadie. La razón de fondo es que de admitirlo, Pakistán podría correr el riesgo de perder el control de sus arsenales. Además están convencidos que los EE.UU. y Occidente quieren apoderarse de sus armas nucleares ‘para evitar que un país islámico siga teniendo acceso a dicha tecnología’ una frase muy repetida tanto en círculos conservadores como por grupos extremistas. Hablando de terroristas, a pesar de vivir bajo ese flagelo, Islamabad también tiene los suyos, para que actúen en la India, lo cual puede provocar a modo de respuesta una guerra nuclear de magnitudes catastróficas. Desde 1947 India y Pakistán han tenido cuatro guerras fronterizas, manteniendo un alto grado de tensión. Diversos analistas advierten del riesgo creciente de que el próximo choque pueda escalar rápidamente en una crisis nuclear. Otro de los escenarios más probables es que el ya citado grupo terrorista pakistaní Lashkar-e-Taiba - respaldado por Islamabad - vuelva a lanzar un ataque al interior de la India, tal como lo hizo en Bombay en el 2008. Eso llevaría a Nueva Delhi a responder en esta ocasión usando su arsenal nuclear. India consideró un ataque de este tipo luego de ese atentado que costo la vida a 174 personas. En ese entonces, el gobierno estadounidense logró convencer a India de no tomar represalias, pero Nueva Delhi advirtió que si vuelve a ocurrir un ataque semejante, respondería inmediatamente con sus armas nucleares. “Debido a las actividades subversivas de Pakistán, el sur de Asia se está convirtiendo cada vez más de un polvorín nuclear”, dijo Matthew Bunn, analista de armas nucleares de la Universidad de Harvard en declaraciones a The Washington Post. “No es difícil imaginar una escalada inadvertida que lleve a una guerra nuclear, provocado por los actos de terrorismo financiados por Islamabad” indicó. Por su parte, Scott Sagan, científico de alto nivel de la Universidad de Stanford dijo que el riesgo de un enfrentamiento nuclear entre India y Pakistán se encuentra en un nivel de amenaza mucho mayor que el actual enfrentamiento entre Estados Unidos y Corea del Norte. La presión en la región para la utilización de las armas nucleares se ha intensificado con la adopción por parte de India de su política de “arranque en frío”. Esta es una estrategia militar en la frontera que llama a la destrucción inmediata de tanques y artillería en territorio paquistaní, ante el inicio de un conflicto. Este cambio de estrategia se produjo luego de que las fuerzas indias fueron incapaces de atacar rápidamente a Pakistán luego de los ataques terroristas de Lashkar-e-Taiba cuando invadieron el Parlamento de la India a finales del 2001. Desde entonces, el ejército de la India trasladó grupos de batalla rápida a la frontera con Pakistán, donde permanecen en estado de alerta. En respuesta, Pakistán ha desplegado los misiles Nasr, que pueden transportar ojivas nucleares y alcanzar blancos a unas 35 millas de distancia. Hay informes que aseguran que Pakistán está desarrollando proyectiles de artillería nucleares y minas terrestres. Si la guerra estalla, Pakistán tendría que utilizar estas armas con rapidez, antes de que su frontera sea invadida por las tropas indias. “La combinación de las armas nucleares, la tácticas de guerra y la doctrina de arranque en frío proporciona una oportunidad para que elementos terroristas confabulen para iniciar una guerra nuclear”, sintetizó Shahzeb Ali Rathore, analista del Centro Internacional de la Violencia Política y Terrorismo de Investigación en Singapur. Convertido en un potencial peligro para la humanidad, Pakistán debe ser obligado no solo a dejar de financiar a grupos terroristas, provocando con ello a la India, sino también a permitir que su arsenal nuclear quede bajo el control de los organismos internacionales y sea trasladado por seguridad fuera del país. La comunidad internacional, en colaboración con la Agencia de Energía Atómica (IAEA por sus siglas en inglés) o el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, deben tomar medidas urgentes para evitar una catástrofe global antes de que sea demasiado tarde :(
Canon ha presentado su nueva cámara réflex EOS 77D, la cual ofrece prácticamente las mismas características que la EOS 800D, pero que permite un control más completo. Entre las características más destacables encontramos un sensor CMOS de 24,2 megapíxeles y el procesador de imagen DIGIC 7. Una cámara para usuarios avanzados que permite controlar manualmente cualquier ajuste. Canon sigue apostado por su avanzado procesador de imagen DIGIC 7 en la nueva EOS 77D. Este procesador ofrece una mayor potencia de procesamiento de imágenes y velocidades de AF muy rápidas. Además, la cámara también incluye un sistema de enfoque automático capaz de enfocar en 0,03 segundos cuando se utiliza el modo de Visión en Directo (Live View). Como resultado tenemos una cámara capaz de disparar ráfagas de hasta seis fotogramas por segundo. Por otro lado, un nivel de sensibilidad de hasta 25.600 ISO nos ayudará a captar correctamente cualquier escena con poca luz. Incluso podremos controlar el enfoque con un sistema de autoenfoque de 45 puntos AF tipo cruz. Todo ello nos permitirá captura imágenes en movimiento de forma precisa. Además, la EOS 77D cuenta con medición RGB+IR de 7.560 píxeles. Si necesitamos una cámara capaz de realizar buenas fotografías, pero que también grabe vídeo con calidad, la nueva cámara de Canon no nos defraudará. En efecto, la EOS 77D es capaz de grabar vídeo con resolución Full HD 60p y vídeo HDR. Además incluye el sistema Dual Pixel CMOS AF, que nos permitirá conseguir una imagen enfocada aunque nos estemos moviendo. También ayudará a esta labor el sistema de estabilización de imagen digital en 5 ejes. La EOS 77D está dirigida a un público algo más experimentado que la EOS 800D. Por ello, este modelo ofrece un control total mediante ruedas de control dual. Con estas ruedas podremos seleccionar ajustes como la abertura y la velocidad de obturación. La pantalla LCD incorporada de 3 pulgadas nos ayudará a comprobar cualquier ajuste que realicemos en la cámara. Como sabéis, hoy en día es difícil ver una cámara digital que no incluya conectividad inalámbrica. Lejos quedan los tiempos en los que solo podíamos pasar las fotos de una cámara quitando la tarjeta de memoria. La Canon EOS 77D incorpora conexión NFC y WiFi, permitiendo así compartir las fotos y vídeos fácilmente. Además, la conexión Buetooth con nuestro dispositivo móvil nos permitirá ver las fotografías sin necesidad de sacar la cámara de la mochila.Junto con este lanzamiento, Canon ha presentado también el objetivo EF-S 18-55 mm f/4-5,6 IS STM. Un objetivo que cuenta con estabilizador de imagen de 4 pasos, que nos permitirá capturar imágenes estables con poca luz o con la focal más larga del zoom. Por otro lado, ofrece una abertura circular de 7 palas, que logra un fondo desenfocado muy interesante en los retratos. Incluso nos ayudará a mejorar los vídeos que grabemos, gracias al AF Servo, con un motor STM muy silencioso. La Canon EOS 77D ya está disponible a un precio de 1.020 euros (cuerpo y objetivo EF-S 18-55 mm f/4-5,6 IS STM). Si preferimos adquirir solo el cuerpo de la cámara, sin objetivo, este tiene un precio de 920 euros. También tendremos la posibilidad de adquirir el cuerpo con un objetivo EF-S 18-135 f/3.5-5.6 IS USM por 1.320 euros. Elige bien, elige Canon :)
Elon Musk quiere ir a Marte. Eso ya todos lo sabemos, y llevamos tiempo siguiendo con detalle cada nuevo paso que da con SpaceX para conseguirlo. Ahora, el empresario estadounidense ha publicado un artículo en el que explica detalladamente sus planes, desde el por qué cree que la humanidad debe ir al Planeta Rojo hasta cuáles son los retos a los que nos enfrentamos para ello o cómo quiere solucionarlos. El mayor reto es el económico. Según escribe, un cálculo optimista colocaría en alrededor de 10.000 millones de dólares el llevar a una persona a Marte si se siguen los procedimientos habituales. Su objetivo es reducir esa cantidad a 200.000 dólares por persona en el futuro, de manera que ‘casi’ cualquier persona que quiera ir al planeta rojo tenga posibilidades reales de poder permitírselo. Elon Musk ve dos únicos caminos posible en el futuro de la raza humana. Por una parte está quedarnos en la tierra y enfrentarnos a una extinción que acabará llegando, y por otra convertirnos en una especie multiplanetaria y encontrar una manera sostenible de poder colonizar planetas y crear ciudades en ellos. ¿Y por qué a Marte? Porque es el único planeta del sistema solar que reúne las condiciones con las que poder mantenernos allí. Es la única opción, teniendo en cuenta que la luna es demasiado pequeña y no tiene atmósfera, con recursos suficientes para que podamos convertirnos allí en una civilización autosostenible. Incluso dice que está convencido de que si pudiéramos calentar Marte un poco más podríamos crear atmósferas y recuperar esos océanos líquidos que sabemos que un día tuvo y que aun puede encontrarse bajo su superficie. La única posibilidad de que podamos establecer una civilización autosostenible es, según Elon Musk, que la cantidad de gente que quiera ir a Marte esté lo más cerca posible de la cantidad de gente que se lo pueda permitir. Para eso, dice, sería aconsejable poder conseguir que un viaje al planeta rojo cueste unos 200.000 dólares, más o menos lo mismo que una casa en los Estados Unidos. Actualmente los costes necesarios son casi infinitos, y siendo muy optimistas calcula que con un programa tipo Apollo estos se quedarían en 10.000 millones de dólares. Una cantidad demasiado elevada para pueda ir la gente suficiente para establecerse allí de forma autosostenible. Por lo tanto, el gran reto estaría en averiguar cómo reducir el coste de los viajes a Marte en un cinco millones por ciento. Para ello considera esencial conseguir la reutilización total. Esto iría más allá de sus cohetes Falcon 9, ya que también haría falta que los sistemas orbitales y las naves espaciales pudieran reutilizarse. Para explicar el porqué de esta necesidad pone como ejemplo las bicicletas. ¿Quién las utilizaría si cada vez que quieres montar en una se la tuviera que comprar nueva? El segundo punto a conseguir sería un sistema para poder repostar en órbita el combustible de las naves espaciales sin tener que hacerlas amartizar. El no tener que lanzarlas desde la superficie del planeta cada vez que se emprende un viaje, las haría menos complejas, más pequeñas y más económicas de producir. También sería vital ser capaces de producir propelentes en Marte, las sustancias que alimentan los cohetes. "Sería bastante absurdo intentar construir una ciudad en Marte si sus naves espaciales no pueden volver a la Tierra", dice Musk, quien asegura que sería igual de importante elegir cual es el adecuado. Para eso habría que estudiar y comparar minuciosamente las posibilidades disponibles. Y por último está el tema de fabricar la infraestructura óptima para la misión, con los cohetes propulsores, tanques de combustible y nave espacial adecuados. Para que todo sea viable habría que conseguir propulsores que puedan reutilizarse 1.000 veces, taques que aguanten 100 usos y naves que por lo menos sean capaces de tener 12 usos. Estas naves también tienen que ser lo suficientemente grandes. Musk calcula que una ciudad o civilización autosostenible en Marte necesitaría de al menos un millón de personas. Si se consiguieran naves capaces de llevar a 100 personas supondrían 10.000 viajes. Esto es mucho, o sea que ve que sería necesario fabricar 1.000 de estas gigantescas naves para poder crear esta ciudad o civilización en entre 40 y 100 años. Pero para eso primero habría que crear naves capaces de llevar a todas esas personas en un sólo viaje. Ahí es donde el artículo de Tusk entra en detalles técnicos sobre cada uno de los componentes, y también donde se encuentra con algunas voces críticas que le acusan de minimizar aspectos que todavía necesitan años de desarrollo e investigación. Elon Musk calcula que deberían tener listo el primer desarrollo de nave espacial en cuatro años, un primer prototipo que empezarían a probar haciendo vuelos suborbitales. Para monetizarlo dice que espera poder llegar a algún tipo de trato de transporte ultrarrápido de mercancías, ya que podría ir de Nueva York a Tokyo en 25 minutos. Una vez tengan la nave desarrollada todo debería ir más rápido. Empezarían entonces a trabajar en los propulsores, que heredarán parte del trabajo hecho con Falcon 9, y una vez los tengan comenzarían las pruebas con todos los elementos montados para ver si funciona lo suficientemente bien como para poder emprender el ansiado viaje. En el mejor de los casos, si todo sale bien y sin problemas, Elon calcula que podríamos estar hablando de un margen de unos diez años, luego de los cuales estarían listos para la aventura. Aun así, es consciente de que cabe la posibilidad de que no lo consigan y finalmente no puedan ir a Marte, pero asegura que lo harán lo mejor posible para tener éxito. Paralelamente, mientras desarrolla su nave para viajes tripulados, SpaceX también quiere empezar a enviar otras cosas a Marte. Las elegidas serán las cápsulas Dragon, la primera en un par de años y posiblemente una segunda en 2020 según el artículo. La idea es establecer una ruta fija y estar enviando constantemente cápsulas a Marte, e intentar monetizarlo permitiendo que otras empresas u organizaciones lleven al planeta rojo sus experimentos y dispositivos con estas cápsulas. Con estas misiones Dragon la empresa de Elon Musk espera aprender qué es necesario tener en cuenta para enviar grandes cargas a Marte, identificar posibles recursos como agua, localizar zonas de aterrizaje y explorar la superficie marciana. Sólo después de efectuar varias de estas misiones es cuando empezarán a considerar enviar la gran nave tripulada al planeta. ¿Y luego de Marte qué? Esto es poner la vista muy en frente, pero Musk termina su artículo haciéndose esta pregunta. El millonario confía en que con las tecnologías desarrolladas en esta misión, los humanos ya estemos preparados para iniciar una mayor exploración espacial e ir a cualquier lugar dentro del sistema solar.En cualquier caso, también reconoce que para poder llevar a cabo todo esto harán falta grandes cantidades de dinero. Para ello, a parte de inversores privados, SpaceX espera poder obtener un importante flujo de dinero lanzando satélites y colaborando con la NASA en todo lo posible, incluido servicios como el envío de cargamentos a la estación espacial. ¿Lograra finalmente su objetivo? :)