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miércoles, 31 de octubre de 2018

NORUEGA: Tendencias suicidas

Situada estratégicamente en el norte de Europa, por estos días Noruega se ha convertido en un escenario que revive épocas que ya se creían superadas y que como un déjà vu se empeña en volver. En efecto, la OTAN ha desplegado en todo el territorio noruego - así como en zonas de Suecia, Finlandia, Islandia y otros países bálticos - 50.000 efectivos, 250 aviones, 65 embarcaciones y 10.000 vehículos, procedentes de 31 países miembros de la Alianza Atlántica, quienes participan en el Trident Juncture 18 , los más grandes ejercicios militares de su tipo desde la Guerra Fría. Aunque oficialmente se dice que estas maniobras que se desarrollarán hasta el próximo 7 de noviembre, son para demostrar que la OTAN “es capaz de disuadir a cualquier adversario, no a nadie en particular, ni a ningún adversario en particular”, es obvio que las crecientes tensiones entre Occidente y Rusia es la principal razón que puede justificar el gran despliegue militar de este año. Si bien a modo de excusa, en la Alianza Atlántica afirman que estas maniobras son una respuesta a las realizadas por los rusos el mes pasado - el Vostok 2018 - sucede que ellos lo hacen en la inmensidad de su país y a nadie le tienen que pedir permiso para hacerlo, mientras la OTAN me pregunto ¿qué pinta ahí? Como sabéis, en la última década, especialmente en los últimos 4 años, las relaciones entre Rusia y Occidente han empeorado cada día, un clima geopolítico actual que se hace eco en todo el camino hacia el Ártico, un importante teatro militar durante la Guerra Fría. Entonces, ¿estamos en medio de una nueva conflagración, o qué se supone que sea esta creciente militarización del Ártico? Justo en el medio entre la OTAN y Rusia, Noruega es un punto de acceso para un conflicto inminente. Como mencionamos anteriormente, el Ártico fue un área fuertemente militarizada durante la mayor parte de la Guerra Fría, pero experimentó un cambio por la cooperación internacional tras el derrocamiento de la dictadura comunista y el colapso de la Unión Soviética, tras lo cual Rusia - debilitada por los cambios políticos, así como la perdida de importantes territorios que lograron independizarse, librándose del control de Moscú - dejo de ser vista como una “amenaza”. Esto se puede ver en la formación del Consejo Ártico en 1996 y en la Región Euroártica de Barents en 1993, junto con muchas otras organizaciones similares, creadas para desmilitarizar el Ártico a través de la cooperación en temas comunes como el cambio climático, las preocupaciones ambientales, el transporte marítimo, la gestión de recursos y mucho más. Durante las últimas tres décadas, estas organizaciones han ayudado a mejorar las relaciones ruso-occidentales mediante la colaboración, algo que durante mucho tiempo había sido una prioridad absoluta de los objetivos de la política exterior de Noruega, el cual decidió unirse a la OTAN desde su fundación en 1949, no sin la obvia desaprobación de la URSS. Dada su posición geográfica, de gran importancia estratégica y a su vez muy vulnerable, Noruega decidió limitar su papel en la OTAN durante la Guerra Fría limitando su papel al de proveedor de información e inteligencia, para evitar provocar a los soviéticos, un papel que Noruega siguió desempeñando incluso luego de la caída de la Unión Soviética. Pero eso ha cambiado. Esto se vio, por ejemplo, en 1999, cuando el radar Globus II fabricado por Raytheon se trasladó subrepticiamente de California a Vardø, una pequeña ciudad noruega a solo 28 Km. de la frontera rusa. El radar está actualmente administrado por los Servicios de Inteligencia de Noruega, y aunque la OTAN afirma que el radar “se utiliza solo para la vigilancia e investigación del espacio”, su ubicación, tan cerca de la antigua ciudad militar soviética de Murmansk, indica su verdadero objetivo. Los lugareños de Vardø han expresado su preocupación con respecto a la estación Globus II, y el teniente coronel Tormod Heier, consejero de la facultad de la Escuela Universitaria de Defensa de Noruega en Oslo, dijo: “Rusia considera a Vardø como un objetivo militar de alto valor. De estallar una guerra, será uno de los primeros lugares en ser destruido”. A partir del 2017, el gobierno noruego está trabajando en una estación de radar Globus III en Vardø, supuestamente para reemplazar el antiguo radar Globus I y se espera que esté operativo dentro de los próximos 2 años. En el conflicto creciente que se da entre Rusia y los EE.UU., de enfrentarse asumiendo posiciones contrapuestas en diversos lugares del mundo, la política seguida por Noruega en el Ártico está resultando cada vez más difícil de mantener. Al utilizar el Trident Juncture 18 como una manera de acercar a Finlandia y Suecia a su círculo aliado , la OTAN está demostrando que tiene objetivos expansionistas muy específicos en la región del Ártico y el Mar Báltico, no muy diferente al que tiene en el resto del mundo, que es el de ‘rodear’ militarmente a Rusia, lo cual es muy peligroso en este caso para Noruega al asumir posiciones consideradas suicidas, ya que seria el primer blanco de Moscú. Y ellos lo saben muy bien. Desde el final de la Guerra Fría, Rusia ha sido rechazada repetidamente cada vez que ha intentado acercarse a Occidente. Cuando se negoció el acuerdo de reunificación de Alemania, se prometió a Rusia que la OTAN “no se extendería ni un centímetro hacia el este hacia las naciones ex soviéticas a cambio de que Rusia acordara reunificar Alemania del Este con el resto del país”, una promesa que obviamente nunca se cumplió, ya que fue lo primero que sucedió. En el 2001, el Presidente ruso Vladimir Putin expresó el deseo de que Rusia se uniera a la OTAN , una rama de olivo que Occidente rechazó arrogantemente también. En cambio, la OTAN continúa su expansión hacia el este, con 21 naciones de la UE que ahora también forman parte de la OTAN y rodean a Rusia en casi todos los frentes. En el 2002, EE. UU. anunció que abandonaba el Tratado de Misiles Antibalísticos (ABMT) firmado en 1972 y nuevamente en el 2018 que abandonaba el Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (Tratado INF) firmado en 1982. Ambos tratados se firmaron durante la Guerra Fría como parte de los planes de la estrategia de distensión, pero también se mantuvieron extremadamente relevantes en el mundo posterior a ella. La hipocresía que hace gala Occidente para lograr sus fines es bien conocida en el resto del mundo. En el 2014, los EE.UU. ayudaron a derrocar al Presidente constitucional de Ucrania, Viktor Yanukovich, reemplazándolo por un traidor colaboracionista como Petro Poroshenko, un conocido mafioso oligarca, quien llego al extremo de “conceder” la ciudadanía ucraniana de un día para otro a decenas de agentes de la CIA para encargarse de la administración del país, que caía así en las garras de la OTAN, la cual teóricamente se creo como una alianza militar que debería haber terminado técnicamente cuando terminó la Guerra Fría, pero en cambio siguió creciendo y se fortaleció capitalizando la extrema debilidad de la nueva Rusia tras el derrocamiento de la dictadura comunista en 1991, un país que vivía en medio de tanta confusión e incapaz de afirmarse como una potencia mundial dominante en el mundo post-soviético. La inmensa popularidad de Vladimir Putin es el resultado directo de una década de vergüenza nacional que se infligió a los rusos durante la década de 1990 de Boris Yeltsin. Con un estilo de democracia muy patriarcal, los rusos tradicionalmente buscan en su líder a alguien que pueda hacer frente a las potencias occidentales en lugar de inclinarse a su voluntad. Por lo tanto, no es una sorpresa que Putin esté preparado para enfrentarse a las amenazas de la OTAN procedentes del Ártico. En efecto, Rusia ha estado fortaleciendo de forma masiva su armada en la península de Kola, con alrededor de 50 bunkers de gran tamaño y construidos a gran profundidad tanto para misiles nucleares como misiles de crucero convencionales de alta precisión, que se encuentran ubicados en Severomorsk, a solo 100 km de la frontera con Noruega. Aparte de ello, Moscú realizo el mes pasado sus propios ejercicios militares en el Ártico - el Vostok 2018 - el más grande llevado a cabo en suelo ruso desde 1981, con 300.000 soldados, 1.000 aeronaves, 36.000 tanques y contando además con la participación de China y Mongolia, lo que causo gran alarma en Occidente. Flexionando sus músculos antes del Trident Juncture 18, Rusia ya había enviado en agosto 8 barcos para navegar en el Mar de Barents . En septiembre, mostraron su nuevo sistema de defensa costera móvil disparando misiles desde la base de Kotelny, y este octubre enviaron submarinos nucleares y bombarderos estratégicos a una misión de entrenamiento de combate en el Mar de Barents. Rusia está tratando de esta manera enviar un mensaje de advertencia en el que esta alerta mientras la OTAN opera en su puerta, un mensaje que sus enemigos ven como una oportunidad para aumentar sus planes de militarización ante lo que perciben demagógicamente como “una creciente agresión rusa” (?). Uno podría preguntarse cómo hemos llegado a este punto en la historia, en el cual parece que estamos en medio de una segunda Guerra Fría aún más grave que la anterior, según afirma Stephen Cohen , profesor emérito de Estudios y Política Rusos en la Universidad de Nueva York y Princeton. Las relaciones entre Occidente y Rusia comenzaron a deteriorarse en el clima político posterior al 11-S, perfectamente sincronizado con la llegada de Vladimir Putin al poder, quien se negó a apoyar la guerra de Irak, prefiriendo dedicar  todos sus esfuerzos logrando que Rusia vuelva a ser una gran potencia luego del desastre heredado de Yeltsin. Junto con sus opiniones divergentes sobre el conflicto en el Cáucaso, Putin mostró una disposición a enfrentarse nuevamente a la OTAN y a las potencias occidentales, algo que su antecesor no había hecho durante toda una década. Esta tendencia del renacimiento ruso continuó cuando Rusia decidió intervenir en Siria aplastando bajo toneladas de bombas el ilusorio ‘califato’ de ISIS (un grupo terrorista creado y financiado por los EE.UU.), y reunifico además a Crimea con Rusia, de la cual había formado parte desde hace siglos, hasta que el dictador comunista soviético de origen ucraniano, Nikita Jrushchov decidió ilegalmente ‘regalárselo’ a Ucrania en 1954. El golpe propiciado en Kiev en el 2014 por una camarilla fascista con apoyo de la CIA y el genocidio sufrido por la población rusoparlante, propicio la intervención de Moscú quien acudió no solo en su apoyo, sino también para recuperar lo que siempre había sido suyo, mediante un referéndum en Crimea que tuvo el apoyo unánime de quienes deseaban volver a ser parte de Rusia. Y vaya que lo consiguieron. Lo que el mundo comprendió a través de estas acciones, fue el renacimiento ruso como una gran potencia y que estaba lista para tener voz en los asuntos globales una vez más. No hace falta decir que a EE.UU. y sus ‘socios’ de la OTAN no le gusto nada aquello, porque echo por tierra sus planes de apoderarse de Siberia - con inmensas reservas de gas y petróleo bajo su suelo - utilizando a Ucrania como zona de paso para sus tropas. Y es que en su búsqueda de la hegemonía global, la OTAN no acepta ninguna forma de bipolaridad o multipolaridad. Pero con el ascenso de Rusia y China como potencias militares cada vez más fuertes y con arsenales nucleares que superan a las suyas, la OTAN siente la necesidad de demostrar que sigue siendo “el único poder global por encima de todos”, aunque para su desconsuelo, la realidad es muy distinta a lo deseado. No es de extrañar por ello de la existencia de un lobby antirruso bastante prominente en los EE.UU. que ha estado presionando fuertemente desde el final de la Guerra Fría para mantener la tensión con Rusia en un nivel alto (Tsygankov, 2009). Al hacerlo, Washington tiene un 'motivo' que puede usar para justificar la venta masiva de armas, la expansión de la OTAN y las intervenciones militares, todo en el nombre de aplazar la influencia rusa en el extranjero, tal como lo hizo durante la Guerra Fría cuando pretendía luchar contra el comunismo en todas partes de Sudamérica, Asia y Medio Oriente. Ahora, durante los últimos 2 años, todos los principales medios de comunicación en manos de poderosas corporaciones judías han estado impulsando diariamente de manera repulsiva una supuesta conspiración de Trump con Rusia - también conocida como Russiagate - con tal intensidad que ha llevado a muchos estadounidenses a creer que actualmente están “bajo una amenaza rusa”. Debido a esa vomitiva propaganda, pocos están cuestionando los efectos que las sanciones impuestas y la expansión de la UE y la OTAN han tenido en las relaciones entre Rusia y Occidente, observando en cambio las acciones del presidente ruso como “un peligro para su seguridad nacional” para explicar el empeoramiento de las relaciones. Volviendo al tema de fondo, el futuro del Ártico depende completamente de qué tipo de narrativa nosotros, en Occidente, decidimos adoptar hacia Rusia. A medida que la influencia rusa se convierte en un punto de conversación cada vez más crucial, especialmente en las próximas elecciones de mitad de período, podría tener consecuencias desastrosas si los políticos comienzan a discutir sobre quién puede ser el “más duro con Rusia” para ganar réditos políticos. La cooperación, la resistencia y la prosperidad del Ártico difícilmente pueden lograrse si una vez más dividimos nuestro planeta por la mitad debido a una lucha ficticia y arbitraria del “bien contra el mal” o “democracia occidental contra el autoritarismo ruso”. Desafortunadamente, en el envenenado clima político de hoy, quien simplemente trata de reducir la tensión a un nivel de cordura quedará inmediatamente retratado como “un títere ruso” “un agente del Kremlin” o “un apologista de Putin”. Como Stephen Cohen dijo al periodista neocon Max Boot durante un debate en CNN : “Cuando personas como usted denominan apologistas rusos a quienes no estamos de acuerdo con sus análisis, están criminalizando la diplomacia y la distensión y son la verdadera amenaza para la seguridad nacional de los EE.UU.” Actos como criminalizar la diplomacia, expulsar a los diplomáticos rusos en masa, culpar a Rusia por entrometerse en las elecciones y envenenar a ex agentes en territorio extranjero mientras no se tiene ninguna evidencia, es el tipo de comportamiento que solo empeorará las relaciones en general, mientras que lentamente transformará el Ártico volviendo a su papel anterior como teatro militar, en lugar de la región pacífica que ha sido durante casi 30 años. En medio de todo esto, Noruega solo puede prepararse para lo que está por venir. Aunque los simulacros como Trident Juncture 18 puedan asegurar a Noruega y ayudarlo a reaccionar ante cualquier “amenaza” rusa que se produzca, uno podría preguntarse por qué, en primer lugar, hemos llegado a un punto en el que se considera que tales medidas son necesarias. Si mantener las relaciones con Rusia en el lado positivo es una de las principales preocupaciones de la política exterior de Noruega, que ha tratado de lograr a través de la cooperación del Ártico, tal vez el camino más inteligente sería mantener al Ártico libre de militares como sea posible. Esto sería algo de lo que el mundo entero probablemente se beneficiaría también. Nadie tiene nada que ganar con una nueva Guerra Fría en el Ártico y Noruega en primer lugar... sería su final :(

IPAD PRO (2018): Pantalla sin bordes y Face ID

Eran unos de los grandes esperados de esta gran renovación de la oferta hardware de Apple, y la empresa no ha defraudado. En efecto, los nuevos iPad Pro llegan con grandes cambios en su diseño que nos recuerdan a esa transición que la empresa hizo entre los iPhone 8 y el iPhone X el año pasado. Estas tablets cuentan ahora con más potencia que nunca y una pantalla en la que los marcos son mucho más reducidos. Eso hace que nos despidamos de TouchID y demos la bienvenida a Face ID, pero hay muchas más novedades en un producto que da un paso más para convertirse en ese ordenador con el que podremos hacerlo (casi) todo. Los iPad Pro siguen siendo el máximo exponente de la potencia de los dispositivos móviles de Apple, y esta nueva generación no es la excepción: Están gobernados por los poderosos Apple A12X Bionic, una versión mejorada de los procesadores que integran los últimos iPhone XS, XS Max y XR. Estas CPUs hacen uso de un proceso de fabricación de 7 nm y cuentan con novedades significativas respecto a lo que ofrecían los últimos iPad Pro. Su CPU octa-core permite lograr según Apple un 35% más de rendimiento en single-core y hasta un 90% más en multi-core, un salto de rendimiento fantástico aun teniendo en cuenta que esa comparación se realiza con los A10X de los últimos iPad Pro anunciados en junio del 2017. Estos procesadores son tan potentes que según Apple los nuevos iPad Pro superan en rendimiento al 92% de todos los ordenadores portátiles, incluyendo aquellos con los últimos procesadores Intel Core i7, una afirmación que vuelve a poner de manifiesto la capacidad de cálculo de los procesadores de Apple. La nueva GPU con siete núcleos es otro de los logros técnicos de este procesador, y el salto cualitativo en potencia gráfica es asombroso: según Apple se logra 1000 veces el rendimiento de sus últimos iPad Pro, y compararon dicha potencia gráfica nada menos que con la de las consolas Xbox One S de Microsoft. La apuesta hardware se ve complementada con capacidades de almacenamiento que van desde los 64 GB hasta la versión con 1 TB de capacidad, una cifra sorprendente para estos dispositivos. A esas especificaciones se les une por supuesto la pantalla con tecnología Liquid Retina (la misma tecnología presente en el iPhone XR). Estas pantallas cuentan con la tecnología ProMotion que permite disfrutar de una frecuencia de refresco que hace que toda la experiencia sea más fluida y que según Apple destaca también por sus tiempos de respuesta y su colorido. El soporte de la tecnología True Tone - destinados a evitar cansancio en la vista - es también otro de los elementos novedosos en estos paneles. Apenas hubo mención para las cámaras: además de la tecnología Face ID que hace uso de la cámara TruDepth (fotos de 7 Mpíxeles con modo retrato), contamos con una cámara trasera de 12 Mpíxeles y apertura f/1.8 capaz además de grabar vídeo en 4K a 60 fps. Muchos usuarios echarán de menos Touch ID, pero es probable que aún más protesten por la desaparición del conector de auriculares, que primero dijo adiós en los iPhone y que ahora desaparece de estos iPad Pro. Es una decisión que parece no tener tanto sentido en estos productos en los que la ganancia de espacio no es tan evidente, y desde luego parece marcar la transición de todos los dispositivos de Apple hacia auriculares inalámbricos o que utilicen el conector USB-C mediante un adaptador. Todos los rumores que circulaban en los días previos se han confirmado y los nuevos iPad Pro contarán con un diseño renovado en el que los marcos adelgazan de forma notable. Eso sí: no hay notch en dicho diseño. Esa reducción en los marcos hace que los tamaños de los iPad Pro cambien: el modelo de 10,5 pulgadas mantiene sus dimensiones globales, pero la reducción en marcos hace que la diagonal de pantallas sea ahora mayor, y ese modelo se convierte en un iPad Pro de 11 pulgadas. En el modelo de 12,9 pulgadas se ha tomado la decisión contraria: esos marcos han permitido reducir el tamaño general, y en Apple han decidido mantener esa diagonal de pantalla de 12,9 pulgadas pero con un tamaño general más compacto. El grosor en ambos casos se reduce a los 5,9 mm, y la reducción de volumen global es de un 25% según Apple frente a los anteriores modelos. No desaparecen en la medida que lo han hecho en los iPhone X y sus sucesores de este año, pero desde luego sí cuentan con un grosor mucho más reducido que tiene una consecuencia crucial: desaparece el botón de inicio con el sensor Touch ID que nos había acompañado desde aquel iPad Air 2 que se lanzó en octubre del 2014 junto al iPad mini 3 que también estaba dotado de dicha novedad. Para compensar esa pérdida Apple da la bienvenida a Face ID en los nuevos iPad Pro. La tecnología de reconocimiento facial que ya triunfa en los iPhone X/XS/XS Max/XR desembarca en las tablets de Apple, y lo hace con una implementación que permite que nuestra cara se reconozca sin importar la orientación que estemos usando en la tablet. No solo eso: como sucede con los últimos smartphones de Apple, la llegada de Face ID y la desaparición de Touch ID cambia el modelo de uso, que ahora se basa en el uso de los gestos que ya conocemos de los iPhone X y sus sucesores. Otra de las novedades fundamentales de estos nuevos iPad Pro es la eliminación del tradicional puerto Lightning al que sustituye el puerto USB-C. Es todo un alegato a favor de este puerto de conexión que parece que podría reemplazar próximamente al Lightning incluso en los iPhone. Otro de los elementos que cambian con los nuevos iPad Pro son los Apple Pencil, que desde su lanzamiento han sido uno de los elementos clave de la experiencia creativa en estas tabletas - sobre todo tras el soporte de este accesorio en el iPad que se anunció hace unos meses -, pero que no se libraba de las críticas en ámbitos como su sistema de recarga, que obliga a tenerlo conectado de una forma extraña. El nuevo modelo llega con un cambio total en su diseño y en su forma de funcionar. Para empezar, el nuevo Apple Pencil cuenta con un sistema magnético que hace que sea fácil tenerlo "acoplado" físicamente al iPad Pro para que sea muy difícil perderlo y sea cómodo dejarlo situado en uno de los laterales de la tablea sin problemas. El sistema de emparejamiento automático hace que el Apple Pencil esté preparado para ser utilizado en cualquier momento, pero es que además el dispositivo se carga inalámbricamente, algo que supone todo un punto de inflexión para este accesorio y permite tenerlo cargando cuando no lo usamos al colocarlo en esos laterales del equipo que lo cargan. Los laterales del Apple Pencil ganan además otra característica curiosa: será posible asociar gestos táctiles realizados en este singular stylus para seleccionar por ejemplo la goma de borrar o establecer colores del Apple Pencil con los que trabajar en cada momento. El nuevo Smart Keyboard Folio se adapta a los nuevos tamaños de los iPad y mantiene por lo demás el mismo diseño de su predecesor, contando con dos posibles inclinaciones para utilizarlo y poder escribir textos con mucha mayor facilidad en estas tabletas. Eso sí: no contaremos con retroiluminación en este teclado, un hándicap que puede resultar importante para ciertos usuarios. En cuanto a su coste y disponibilidad, los nuevos iPad Pro de Apple están ya disponibles para reservar en las tiendas de Apple, y estarán en esas tiendas el próximo 7 de noviembre. Los precios parten de los 879 euros para el modelo de 11 pulgadas y parten de los 1.099 euros para el modelo de 12,9 pulgadas. La aparición de estos nuevos modelos hace que el precio del iPad Pro (2017) de 10,5 pulgadas sea ahora de 729 euros.En cuanto a sus accesorios, el Apple Pencil tiene un precio de 135 euros mientras que el teclado Smart Keyboard Folio cuesta 199 euros. Las fundas tienen un precio de partida de 89 euros :)

HALLOWEEN: El terror llama a tu puerta

Como sabéis, la palabra “Halloween” es una contracción de la expresión inglesa “All Hallow’s Eve” que literalmente, significa “Víspera de Todos los Santos”. A primera vista, esta celebración anglosajona estaría vinculada a una fiesta solemne y considerada como de estricta observancia por la corrupta y decadente Iglesia Católica, que se celebra el 1 de noviembre. Nada más falso, ya que su origen es ancestral, inclusive al propio cristianismo. En efecto, el verdadero origen de esta fiesta proviene de los antiguos celtas, que habitaban Irlanda, Gales, Escocia y norte de Francia, quienes celebraban una festividad llamada Samhain, entre finales de octubre y principios de noviembre, un rito en que se celebraba el final de la temporada de las cosechas y el comienzo del invierno. Los druidas, auténticos sacerdotes célticos, creían que en una determinada noche, la del 31 de octubre, las brujas gozaban de mayor vitalidad, a los propios druidas se les concedía el don de adivinar el futuro, los límites entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos desaparecían completamente, e incluso, que los fantasmas de los muertos venían del otro mundo a llevarse consigo a los vivos. Por eso, en la noche de Samhain los druidas preparaban enormes fogatas y hacían conjuros, intentando ahuyentar a los malos espíritus, y la gente dejaba dulces o comida a la puerta de sus casas, en la superstición de que los difuntos, a quienes las leyendas les atribuían la autoría de las más crueles atrocidades, se irían contentos y les dejarían en paz. Para ellos, cualquier hecho de la naturaleza era poco menos que profético y la noche de Samhain abría el largo y crudo invierno por el que vagaban perdidos los fantasmas de los muertos del último año en busca de cuerpos que poseer para transitar al otro mundo, hasta la llegada de la primavera cuando los días son más largos y las tinieblas menguan. Cuando el Cristianismo llegó a los pueblos célticos, la tradición del Samhain no desapareció, pese a los esfuerzos realizados por la Iglesia Católica para eliminar antiguas supersticiones para reemplazarlos por los suyos. Al fracasar sus intentos, decidió apropiarse de la celebración, ‘cristianizándola’ como hizo con la Pascua y la Navidad. Así, en el calendario gregoriano, el 1 de noviembre pasó a ser el día de Todos los Santos; el Samhain, la víspera de Todos los Santos, pasó a denominarse All-hallows Eve y, actualmente, por contracción de la expresión, Halloween; y por su parte, el Día de los Todos los Difuntos o Día de Todas las Almas pasó a ser el 2 de noviembre. Las tres celebraciones juntas, “Eve of All Saints”, “Day of All Saints”, and “Day of All Souls”, se denominan en la tradición irlandesa Hallowmas. A mediados del siglo XVIII, los emigrantes irlandeses empiezan a llegar a América. Con ellos llegan su cultura, sus tradiciones, su Halloween... En un primer momento la celebración sufre una fuerte represión por parte de las autoridades de Nueva Inglaterra, de arraigada tradición luterana. Pero a finales del siglo XIX, los EE.UU. reciben una nueva oleada de inmigrantes de origen céltico. La fiesta de Halloween, en América, se mezcla con otras creencias y en la secuela colonial, el Halloween incluye entre sus tradiciones el contar historias de fantasmas (telling of ghost stories) y la realización de travesuras (mischief-making), bromas (fortunes) o los bailes tradicionales. La gente comienza a confeccionar disfraces (disguises) o trajes para Halloween (Halloween costumes). En cuanto a la calabaza, está asociado a la fiesta de forma indisoluble. Su uso tiene origen en un tacaño y pendenciero irlandés, llamado Jack, quien tuvo la mala fortuna de encontrarse con el diablo en una taberna en la Noche de Brujas y a quien estafo una y otra vez, pero al morir el demonio lo castigo, enviando a vagar su alma por las tinieblas por toda la eternidad, lanzándole un carbón encendido directamente del infierno, para que se guiara en la oscuridad, y Jack lo puso en el interior de un nabo, para que no se apagara con el viento. Pero cuando los irlandeses llegaron a América, conocieron las calabazas y se dieron cuenta de que estas eran mucho más grandes y fáciles de ahuecar que los nabos, por lo que los reemplazaron y desde entonces, ninguna persona ha crecido sin conocer un Jack-o-lantern, el tenebroso candil de Jack. Así, Halloween evoluciono con el paso de los años y se desentendió de la ‘tradición’ cristiana, convirtiéndose en una noche con aura de misterio, brujas, fantasmas, duendes, vampiros, espíritus, pero sin que se pierda el ánimo festivo y el buen humor. Una noche de dulces, bromas, disfraces y películas de terror, perdidos ya los miedos atávicos de los viejos ancestros irlandeses. Feliz Noche de Brujas :)
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