Lejos de los reflectores, en las montañas del oeste de Myanmar (la antigua Birmania) desde hace unos años se libra una sangrienta guerra civil. Allí, desde el golpe militar de febrero del 2021, la minoría chin resiste contra la junta militar que gobierna el país. En las montañas fronterizas con India, han instalado un campo de entrenamiento para formar un Ejército de resistencia. Muchos son jóvenes que han abandonado sus trabajos y sus estudios para tomar las armas y defender su territorio, su identidad y sus ideales. La hazaña está lejos de ser fácil pero no es imposible. Y es que la junta militar que busca acabar con la resistencia y hacer valer su control sobre el territorio, sufre derrota tras derrota lo que lo ha obligado esta semana a recrudecer salvajemente sus ataques, así como ordenar el servicio militar obligatorio para ambos sexos. En el centro se encuentra una población civil que recibe los indiscriminados bombardeos aéreos del régimen golpista y muchos se han visto obligados a dejar para siempre sus hogares. En efecto, desde finales de octubre del 2023, una ofensiva coordinada de las fuerzas de resistencia en Myanmar ha planteado un duro desafío al ejército gobernante que derrocó al gobierno democráticamente elegido hace tres años. El golpe desencadenó una sangrienta guerra civil que está ganando fuerza hoy, especialmente desde el inicio en otoño de la Operación 1027 de los grupos rebeldes. Aunque sus avances no son definitivos, sí plantean dudas sobre la capacidad de permanencia de la junta militar. Gran parte de la historia de Myanmar desde que logró su independencia de Gran Bretaña en 1948 ha sido una lucha entre el ejército y la resistencia de innumerables grupos armados étnicos y partidos de oposición. El último cambio en el equilibrio de poder se produjo cuando los militares derrocaron el 1 de febrero de 2021 a la gobernante Liga Nacional para la Democracia, encabezada por Aung San Suu Kyi. El golpe, que se produjo a pocos meses de las elecciones del 2020, devastó la economía del país, aumentó su aislamiento internacional y provocó agitación, con miles de muertos y millones ya desplazados en la nación de 54 millones de habitantes. Las fuerzas de resistencia están compuestas por las Fuerzas de Defensa del Pueblo alineadas con el Gobierno de Unidad Nacional en la sombra, con el apoyo de segmentos de organizaciones armadas étnicas, como la Alianza de la Triple Hermandad, que comprende tres grupos étnicos a la vez: el Ejército Arakan (AA), el Ejército de Liberación Nacional Ta'ang (TNLA) y el Ejército de la Alianza Nacional Democrática de Myanmar (MNDAA). Desde entonces, juntos han reclamado el control de más de la mitad del territorio del país, mientras que la junta, que gobierna bajo el Consejo de Administración del Estado, se ha visto desgarrada por deserciones y divisiones internas. En las semanas posteriores al inicio de la Operación 1027, incluso los funcionarios de la junta admitieron que el país corre el riesgo de fragmentarse. El resultado de la guerra civil tiene implicaciones no sólo para el país sino también para la región. Debido a que Myanmar está ubicado estratégicamente entre China e India, y conectado con el Sudeste Asiático continental, el continuo deterioro de la situación podría dejar a un Estado fallido en una encrucijada importante. El país sufriría repercusiones económicas aún peores e inestabilidad en las exportaciones a la región, como ya estamos viendo en casos como las redes regionales de estafa en expansión. Myanmar también podría convertirse en un caldo de cultivo potencial para redes criminales internacionales, sin mencionar un campo de batalla para una competencia intensificada entre las principales potencias. La pregunta más amplia es cómo evolucionará la guerra civil de Myanmar. La mayoría de los recuentos independientes cifran las fuerzas rebeldes en menos de 100.000 combatientes, con mucho menos armamento, potencia de fuego y capacidad financiera. A pesar de esto, las fuerzas antigolpistas han ganado terreno significativo contra el ejército, que tenía una fuerza estimada antes del golpe de entre 200.000 y 350.000 soldados. Si bien las fuerzas de resistencia han demostrado capacidad para coordinarse y ganar terreno en el campo de batalla, aprovechar estos éxitos y al mismo tiempo mantener una unidad históricamente frágil entre diversos grupos no es una tarea fácil. Mientras tanto, aunque el ejército se ve acosado por desafíos, su historial de represión dura de sus enemigos desde la década de 1940 sugiere que es probable que continúe aferrándose al poder a toda costa, incluidas tácticas militares más brutales y posiblemente incluso elecciones falsas en un intento de establecer ‘legitimidad’. Además, si bien la asistencia de países como EE.UU. podría inclinar la balanza a favor de la resistencia, los intereses de otros actores afectarán la capacidad del gobernante Consejo de Administración del Estado para mantener los combates en el país y capear el aislamiento en el extranjero. China y Rusia, por ejemplo, respaldan a la junta militar. Pero los vecinos Tailandia, India y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), una alianza de 10 naciones que incluye a Myanmar, también son potencialmente influyentes. Myanmar ha sido excluido de las dos últimas cumbres anuales de la ASEAN debido al golpe, pero la asociación ha tenido dificultades para adoptar una posición común. Según Dmitri Mosyakov, director del Centro para el Estudio del Sudeste Asiático, Australia y Oceanía y miembro del Consejo Académico del Instituto de Estudios Orientales de la Academia Rusa de Ciencias, la destrucción del Ejército nacional significaría una catástrofe para la estatalidad de Myanmar. "Esto podría socavar la estabilidad y la relativa prosperidad de toda la región del sudeste asiático en general", asevero. Ante el recrudecimiento de los combates, podrían darse tres escenarios: 1- Lo más probable, no se vislumbra el final de la guerra: El escenario más probable es el de un conflicto prolongado. Las fuerzas de resistencia continuarían logrando avances esporádicos en las zonas periféricas, pero no lo suficiente, especialmente en la mayoría de las zonas urbanas, para derrotar a la junta. Mientras tanto, los militares intensificarían sus esfuerzos brutales en un intento por tomar la delantera, incluyendo violencia indiscriminada para sembrar el miedo entre los civiles y ofensivas selectivas destinadas a profundizar las divisiones entre las Fuerzas de Defensa del Pueblo y las organizaciones armadas étnicas. De esta manera, el continuo intercambio de golpes aumentaría el efecto colateral de la guerra civil de Myanmar, con más refugiados fluyendo hacia el sur y el sudeste de Asia. La batalla internacional por la legitimidad también continuaría. Algunos países apoyarían al Gobierno de Unidad Nacional, mientras que otros actores, incluida la ASEAN, adoptarían una posición más protegida. Una versión más extrema de este escenario vería a Myanmar fracturarse. Aunque el Consejo de Administración del Estado todavía afirmaría gobernar un solo Myanmar, el poder real residiría en los grupos armados locales. Entre ellas se incluyen organizaciones armadas étnicas que operan de forma independiente y se centran en el control de sus territorios; 2- Algo probable, una victoria decisiva de las fuerzas antigolpistas; Una victoria de los rebeldes y el desmoronamiento del régimen militar podría darse, porque la posibilidad ha aumentado. En este escenario, la resistencia sería capaz de lograr una serie de éxitos en múltiples teatros que resultarían en un resultado negociado a su favor o en la rendición de la junta. Las capacidades de las Fuerzas de Defensa del Pueblo han mejorado, lo que genera esperanzas de que la resistencia pueda apoderarse de áreas urbanas estratégicas seleccionadas y desmoralizar a los militares. Si la marea comienza a cambiar decisivamente, los actores externos, incluida China, podrían presionar a la junta para negociar un acuerdo con los rebeldes para proteger sus propios intereses. Sin embargo, cualquier resultado negociado será un desafío. Se desconfía profundamente del ejército luego de que incumplió un acuerdo anterior de reparto del poder con el gobierno de la Liga Nacional para la Democracia. Además, será difícil mantener unidas a las Fuerzas de Defensa del Pueblo y a las organizaciones armadas étnicas ya que vencido el enemigo común, podrían luchar entre sí para quedarse con todos los despojos; 3- Lo menos probable: una victoria de la junta golpista. Un triunfo de los militares es el escenario menos probable. Sin embargo, no se debe subestimar su capacidad de permanencia. La disminución de la unidad y la coordinación entre las fuerzas antigolpistas podría traducirse en reveses en el campo de batalla, especialmente si se combina con una falta de asistencia internacional. Esto podría influir en la capacidad del ejército para emplear un enfoque de divide y vencerás que divida la resistencia y disminuya su apoyo popular. También le daría tiempo a la junta para solucionar los desafíos que enfrenta y desgastar la resistencia utilizando tácticas para impulsar el reclutamiento y asegurar más compras de armas a sus principales patrocinadores. Teniendo en cuenta todo esto, no se puede descartar una reversión que haga prevalecer momentáneamente al ejército mediante una sangrienta represión. Como ha observado la comunidad internacional, para la junta golpista se trata de una lucha existencial. Los generales no tienen a dónde ir, ya que están acusados de genocidio en tribunales extranjeros por la matanza de la minoría rohinyá en el 2017. Si son lo suficientemente implacables, podrían perdurar algún tiempo, aunque con un gran coste para el país. Pero también el movimiento de oposición busca una victoria militar total… Y ninguna de las partes contempla una salida negociada, por lo que la guerra continuará y a menos que la comunidad internacional presione a ámbar partes para llegar a un acuerdo, tendrá un sangriento final.
Hay desarrollos que llevan mucho tiempo, cada vez más solo con ver los proyectos presentes, aunque hay algunos que se presentan de manera muy temprana y tienen un resultado muy diferente al esperado o que incluso quedan anticuados con los nuevos tiempos. En el caso de Ubisoft, la compañía presentó Beyond Good & Evil 2 en el año 2019 para que al poco tiempo diga que era pronto para hablar de esta esperada secuela, y es entonces ya llevaba dos años con un lanzamiento que se estaba retrasando: Skull and Bones. Como recordareis, Skull and Bones nació hará una década basándose en las batallas navales que ofreció Assassin's Creed IV: Black Flag, juego publicado en el año 2013. Su desarrollo corre a cargo de Ubisoft Singapore, un estudio que por fin hará su debut como principal este año, tras un intocable número de retrasos en la fecha de lanzamiento de una propuesta que por fin verá la luz. En efecto, lo nuevo de Ubisoft ha finalizado su periplo hasta encontrar una fecha de lanzamiento definitiva anunciada en The Game Awards 2023. De esta forma, el título acabará llegando a PlayStation 5, Xbox Series y PC este 16 de febrero para ofrecer una aventura de piratas totalmente independiente a lo visto a la ofrecida en Assassin's Creed, saga con la que finalmente no guarda relación. Cabe previsor que durante seis horas, hemos tenido la oportunidad de disfrutar de una beta cerrada de Skull and Bones que nos ha permitido descubrir los primeros compases de su peligroso mundo ligado a sus primeras horas de juego, que quizás no sean las que más justicia le hagan al ser demasiado introductorias. De hecho, su historia se plantea de manera bastante sencilla, el protagonista, al que podemos editar en cuanto a rostro, composición y demás, resulta ser un superviviente de una embarcación atacada, teniendo la suerte de ser rescatado por un par de piratas con los que empezará a cumplir una serie de recados entre diferentes sociedades piratas. Las secciones del juego se dividen en dos partes bien diferenciadas. En primer lugar navegando, siendo la vista en primera y tercera persona intercambiable para controlar un barco que se puede manejar con tan solo dos botones, ya que lo importante es arriar la vela para controlar la velocidad y poner rumbo a la dirección que queramos llegar. Evidentemente, en estas secciones podremos recoger objetos en el mar, así como defendernos o atacar a tiburones, por ejemplo. Los primeros mares de Skull and Bones no son extremadamente grandes, pues se dividen en diferentes secciones que hacen que el juego no sea de mundo abierto, si no de zonas amplias. Su propuesta aquí acaba resultando sencilla en poco tiempo, sabiendo cuando aprovecharnos del viento o recoger la vela para defendernos en posición fija. Poco a poco se suman situaciones como enfrentamientos contra otros barcos, donde ya es más importante el uso de cañones y otro tipo de armas que pueden sumarse a bordo. Ya en tierra nos encontramos con las sociedades piratas paseando con nuestro pirata, donde podremos ver el perfil de otros jugadores que también están disfrutando de la experiencia al mismo tiempo, cabiendo mencionar que también veremos su barco navegando. Sin embargo, en estas primeras horas todo era tan sencillo que nuestras primeras misiones eran plenamente como recaderos recogiendo objetos buscando entre los restos de barcos hundidos. Entrando en detalles técnicos, todo apunta a que el juego cumplirá notablemente, ya que en beta se pudieron apreciar escenarios de todo tipo y personajes bien logrados con un nivel marca Ubisoft. En cuanto a barcos, también se verán de todo tipo, y los jugadores podrán personalizar en todo momento su navío pudiendo cambiar indumentaria de numerosas formas. En definitiva, el aura que rodea Skull and Bones es el de un juego que debería de haber salido cuatro o cinco años antes, como se anunció en el E3 2017 con la intención de salir en el 2018, y una cosa es retrasarse un año y otra salir hasta que han pasado seis años . De esta forma, todo apunta a que será una propuesta divertida y que cumple en nueva generación de consolas y PC, aunque no consigue despegarse de la sensación de que llega algo tarde. Ya con en la versión final del juego, su promesa es ofrecer una experiencia que premia la recolección de recursos y cumplir los contratos de vendedores, facciones locales y cabecillas para dar forma a un imperio del contrabando. De lanzamiento, habrá hasta 10 barcos diferentes disponibles, cada uno con sus propias ventajas, para cumplir los cometidos. Si bien se puede disfrutar en solitario, el multijugador promete conectar con hasta dos amigos o jugadores desconocidos en una experiencia conjunta en la que se puede completar contratos y conseguir recompensas en compañía venciendo las adversidades unidos. Así mismo, este online también será competitivo, ya que invitará a aprovechar las oportunidades para conseguir grandes recompensas. Así mismo, los jugadores podrán robar el botín que no se defienda. No cabe duda que Skull and Bones apunta a ser un MMO repleto de combates navales que a priori lucen divertidos, contando con un componente multijugador aún pendiente de profundizar y dar a conocer, porque se trata de una propuesta muy profunda que apenas se está explotando de cara a que los jugadores se lancen a reservarlo. Al igual que Avatar: Frontiers of Pandora, primer título de la compañía en lanzarse por 79,99 €, el juego de piratas llega a un precio similar - disponible en PC, PlayStation 5 y Xbox Series - mientras que su edición premium de 30 euros más ofrecerá acceso anticipado al juego , con misiones adicionales y otros añadidos junto al Vale de pase de contrabandista, que incluye futuro contenidos de nuevas temporadas, ya que nos encontramos ante un nuevo juego como servicio que apostará por hacer del título una experiencia de larga renovación con novedades con el paso del tiempo.