En estos días, tanto en Siria como en Irak se libra una encarnizada lucha contra el terror, que tiene como objetivo primordial liberar a ambos países de las garras de ISIS - aquella banda criminal creada y financiada tanto por los EE.UU. como por Arabia Saudita y entrenada en campos de Turquía y Jordania por agentes de la CIA y el Mossad israelí con el fin de “justificar” la injerencia estadounidense en la región - y para ello sus ejércitos con el apoyo de Rusia (en Siria) como de Irán (en Irak) combaten fieramente para expulsarlos de los territorios que controlan como son Raqqa y Falluyah, respectivamente. Precisamente en este último lugar, la toma de esa estratégica ciudad por las tropas iraquíes el pasado fin de semana (donde encontraron una fosa común con más de 400 cadáveres pertenecientes a civiles, militares y policías que fueron asesinados por los terroristas cuando capturaron Falluyah en el 2014) demuestra la brutalidad de ISIS y la imperiosa necesidad de exterminarlos sin piedad alguna, como ellos no lo tienen con sus víctimas. Situada a sólo 50 kilómetros al oeste de Bagdad, esa ciudad fue la primera que cayó en sus manos, seis meses antes de los asaltos a Mosul, aún bajo dominio islamista; y a Tikrit, ya liberada, en junio de aquel año. Asimismo, hace frente a tres ofensivas simultáneas en Siria: dos operativos en Raqqa y otro en la provincia vecina de Aleppo, en donde las fuerzas kurdas avanzan hacia la ciudad de Minbej. Estas ofensivas contra ISIS muestran la determinación de los rusos e iraníes, de concentrar sus esfuerzos en la lucha contra esa banda sionista liderada por Abu Bakr al Bagdadi - un conocido agente del Mossad - responsable de sangrientos atentados en varios lugares del mundo. Construida a orillas del río Éufrates y llamada alguna vez la ciudad de los minaretes, Falluyah se ubica en el corazón del triángulo sunníta en Irak, demarcación territorial que acoge a los seguidores de esa corriente mayoritaria del Islam, enfrentado al chiismo, la principal por número de practicantes del país y que tienen a la vecina Irán como referente. “Respeten la ética de la yihad incluso con los no musulmanes, tal y como insta Mahoma”, rogó Ali Sistani, clérigo chiíta, a las tropas de esa confesión que han ingresado tras fieros combates a Falluyah para liberarla del terror impuesto por ISIS, que nominalmente es sunnita. Un intento por atenuar el odio interreligioso en medio del conflicto abierto, y cuya “solución” definitiva ha llevado a Washington barajar la posibilidad de dividir a Irak en “tres regiones autónomas” que de ello no tienen nada. “El Gobierno central controlaría las fronteras, los asuntos exteriores y el negocio petrolero”, sugirió el Criminal de Guerra Joseph Biden en el 2006, en una entrevista a The New York Times, una burda maniobra que perseguía un objetivo claro: dividir el país y repartir a kurdos, sunnitas y chiítas en tres zonas responsables de su propia legislación, administración y seguridad interna. Erbil se convertiría en la capital kurda, Mosul en la sunníta y Bagdad en la chiíta. Nadie estuvo de acuerdo con esa disparatada idea, que en el fondo no solo pretendía hacer desaparecer a Irak, sino que los EE.UU. se queden bajo con el control de las zonas petroleras ubicadas en territorio kurdo. Anthony H. Cordesman, analista del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos, respondió entonces que Irak no posee una clara división en zonas étnicas, y que nunca se llegó a realizar un censo para mostrar qué regiones habitaban sunnitas, chiítas, kurdos y otras minorías, como la cristiana y la yazidíes. “EE.UU. busca a como de lugar una partición directa o indirecta del país. Antes del 2003 hablábamos todavía de un Irak unido, pero tras su invasión y el derrocamiento de Saddam Hussein, el país entero ha colapsado”, explicó el analista franco-sirio Barah Mikail, al frente de la consultora Stractegia. Según The New York Times, Biden sigue “trabajando” en su infame idea de querer dividir Irak, a pesar del rechazo a su propuesta hace una década. Según comentarios del personal diplomático y militar estadounidense durante su visita reciente a Bagdad, habría insistido en ellas, pero dada la actual situación, no se sabe como intentaría ponerlo en práctica. El origen de este caos que vive la región a decir de muchos historiadores. proviene del infame Tratado de Sykes Picot (1916) donde británicos y franceses se repartieron este inmenso territorio perteneciente al desfalleciente Imperio Otomano en “zonas de influencia” creando países artificiales como Irak, Siria, Líbano y Jordania a espaldas de los árabes, el cual se ha convertido desde entonces en el punto de partida de muchos de los conflictos en Oriente Medio. El arbitrario reparto territorial proyectado en Sykes-Picot se formalizó con los acuerdos de paz firmados al final de la Primera Guerra Mundial. La Sociedad de Naciones, organización antecesora de las actuales Naciones Unidas, jugó un rol clave en el nuevo trazado de fronteras: con ella nació el mandato, nombre que recibieron los territorios perdidos o desgajados de las potencias derrotadas durante el conflicto, luego gestionados por las victoriosas. En algunos casos, con la excusa de prepararlos para su futura independencia. “El establecimiento de mandatos por la Sociedad de Naciones dictó que Francia se quedase como potencia mandataria sobre Líbano y Siria, y Gran Bretaña sobre Palestina, Jordania e Irak”, una división que frustró los anhelos de los árabes, pero que sí agradó a franceses y británicos. Las nuevas fronteras garantizaron los intereses económicos de ambas potencias en la región, intereses por entonces no tan vinculados a la explotación de petróleo, sino a la extracción de minerales. El petróleo empezaba a ser utilizado y estaba sustituyendo al carbón, pero no era en ese momento lo más decisivo. Lo que importaba mucho más y está mucho más claro en las instrucciones del ministro de Asuntos Exteriores francés a Picot eran las riquezas mineras. Aunque la obtención de recursos contó con otros incentivos clave para Londres y París, hubo otros intereses estratégicos. Para Inglaterra era una región próxima al Golfo Pérsico y un paso del control de la ruta hacia la India, mientras, Francia estaba mucho más interesada en la zona Mediterránea por sus relaciones con el Líbano. Esta situación se agravó al final de la II Guerra Mundial, cuando por presiones de los EE.UU. se creó artificialmente una entidad sionista en Palestina, arrebatándoselos a sus legítimos dueños los palestinos, quienes fueron expulsados del país, dando origen desde entonces al odio irreconciliable y una violencia infinita en la región. La invasión estadounidense de Irak en marzo del 2003 para apoderarse de sus inmensas reservas de gas y petróleo, la agresión criminal propiciada por Washington en Siria ese mismo mes del 2011 y el surgimiento de ISIS, han escrito los últimos capítulos de esa violencia que azota a Oriente Medio. Es por ese motivo que en el año de su centenario, el pacto de Sykes-Picot alcanzado por Reino Unido y Francia en mayo de 1916, germen de las fronteras que dividen un territorio que alguna vez estuvo unificado, es considerado como una de las causas de los conflictos que arrasan la región. Desde que Abu Bakr al Bagdadi se autoproclamara “califa” en la mezquita de Mosul en junio del 2014, ISIS había presumido de la demolición de las fronteras de Sykes-Picot, según su revista propagandística Dabiq, en su número cuarto, de octubre del 2014. Sin embargo, su “profecía” no se dio como lo esperaba. Hoy con ISIS acorralado en sus bastiones tanto en Siria como en Irak y encontrándose a la defensiva, su ilusorio califato se ha convertido en otro espejismo mas y solo les queda escapar del castigo que merecen por sus abominables crímenes. Es por ello que en esta guerra contra la barbarie que se libra tanto en Siria como en Irak, no caben medias tintas y es preciso liquidarlos sin demora, cortándoles sus vías de escape e impidiéndoles que huyan a Turquía buscando refugio y de allí con la complicidad de Erdogan, tratar de llegar a Europa como “refugiados” para cometer atentados terroristas de gran magnitud, sobretodo ahora que se acerca el inicio de la Eurocopa en Francia, torneo que está en el punto de mira de esos asesinos, como ha sido puesto al descubierto por los servicios de seguridad. Para esas bestias sedientas de sangre no hay perdón posible y solo cabe su exterminio :)
Nikon saca músculo en este 2016 y nos sorprende ahora con la sucesora de la 300S, la increíble D500 que cuenta por cientos sus de puntos de enfoque y por muchos miles sus sensibilidades ISO y apuesta por el 4K. Como sabéis, las comparaciones no siempre son odiosas, sobretodo si tienes pensado cambiar de modelo y quieres seguir utilizando cámaras réflex de gama alta. La resolución mejora considerablemente pasando de poco más de 12 a casi 21MP con un sensor también CMOS al que han eliminado el filtro de paso de bajo. La mejora de la resolución facilita un aumento del tamaño de la imagen que ahora será de 5568 x 3712. La predecesora de la D500 se había quedado un tanto obsoleta y no era competitiva en fotografía con poca luz. Nikon estrena nuevo procesador, al que han bautizado como EXPEED 5, que mejora notablemente la sensibilidad de los casi 21 millones de píxeles y presume de tener un abanico de ISO nativo de 100 a 51.200. Uno de los puntos fuertes del nuevo modelo japonés es la incorporación del sistema de enfoque Advanced Multi-CAM 20K, que exprime los 153 puntos de enfoque al máximo ofreciendo posiblemente una de las mayores coberturas en el visor, con cientos de puntos dispersos por todo el área de visión. Además, si se dispara en el modo de recorte 1.3x, la cantidad de espacio vacío en la parte superior y la parte inferior del bastidor se reduce aún más. Pero hay más avances en cuanto a enfoque se refiere, resulta que tanto Nikon D500 como la D5 tienen una nueva función denominada "Auto AF Sintonía fina" que permite ajustar automáticamente la configuración de AF Fine Tune para el objetivo montado. El vídeo, como no podía ser de otra manera, responde a las necesidades actuales, mejorando y ampliando la salida de vídeo que pasa de ser simplemente AVI a MOV, H.264 / MPEG-4. Por supuesto grabará en 4K a 24p, 25p y 30p. En cuanto a la pantalla, aumenta pero no solo en tamaño, sino también en resolución, con 2359000 puntos. Ya disponible en tiendas a un precio de USD $1,999.95 con la configuración que incluye solo el cuerpo. Sin embargo, el bundle con lentes tiene un precio de USD $3,069.95 e incluye el cuerpo de la cámara y un AF-S DX NIKKOR 16-80mm f/3.5-5.6 G ED VR :)
Puede que nunca hayas jugado. Te sonará el nombre o quizá no sepas nada sobre esta fantasía épica pero te apetezca ver la versión cinematográfica. Hoy por hoy, es más conocido por ser uno de los MMORPG más populares de la historia de los videojuegos. Antes, había sido una serie de juegos de estrategia en PC que transcurrían en el mismo universo. La empresa creadora fue Blizzard Entertainment y estuvo a punto de ser una extensión del universo Warhammer pero al no llegar a acuerdo con Games Workshop, crearon su propia historia y se hicieron más grandes que ellos. Y es que Warcraft es algo más que un videojuego. En la última década pasó a tener más de 100 millones de jugadores en todo el mundo. Sus creadores se afanaban en explicar al mundo que el número de cuentas creadas era mayor que la población de Alemania, Biolorussia y Suecia. O el doble que Corea de Sur. Pero sus historias se expanden y se complementan a lo largo de novelas y otro material periférico. En definitiva, se ha convertido en un elemento de cultura popular más común de lo que, los que ignoramos cómo funciona su mundo, podemos llegar a creer. Por otra parte, ni ha habido nunca una buena adaptación de un videojuego ni hemos tenido un digno sucesor de las películas de El señor de los anillos, por lo que la expectación para verla en la pantalla era grande. La película se basa en Warcraft: Orcs and Humans, que ya tiene 20 años y que narra la primera guerra entre humanos y orcos. Cuenta, básicamente cómo los orcos que veis en las promos y tráilers se ven obligados a abandonar su planeta, Draenor y cruzar un portal dimensional hasta el mundo de los humanos, llamado Azeroth, por falta de recursos, intentando colonizarlo a base de hostias como panes. Las diferencias con el juego son varias. Los personajes, los hechos y detalles de todo tipo son ajustados para que tengan sentido, claro, en el espacio limitado de dos horas. Al contrario de lo que se encuentra en El señor de los anillos, aquí hay orcos buenos. De hecho, para empezar, los orcos son representados con el mismo peso que los humanos. En ambas filas hay traidores, gente muy maligna y terribles criaturas neocon con ansias de globalización sin cuartel. Hay humanos malos y orcos que deciden no seguir a los conquistadores, que se hacen llamar La Horda. Los humanos se agrupan en La Alianza. Básicamente Intenta recrear la experiencia del juego, en el que puedes ser de un bando u otro, por lo que, en teoría, no está pensada para que uno se alíe con ningún bando en concreto. Como sabéis, dentro del universo de Warcraft hay elfos, enanos, gnomos y trolls, pero mayormente salen más adelante, en el primer videojuego sólo había orcos y humanos, pero alguna otra raza sí aparece en el filme. Lo que sí hay, y mucha, es magia, magos y demás. Realizada con un elevado presupuesto de 160 millones de dólares y dirigida por Duncan Jones, las criticas iniciales han sido injustamente muy duras con la película - ya estrenada en España y que podrá ser vista a partir del 10 de junio en los EE.UU. - pero que ha recibido una gran aceptación por parte del público, quienes al fin y al cabo tienen la última palabra :)