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miércoles, 28 de octubre de 2020

EE.UU.: La locura y el éxtasis

A menos de una semana de las elecciones presidenciales en los EE.UU., la carrera entre el discapacitado físico y mental Joe Biden y el presidente Donald Trump aun no ha terminado. La razón de esto es que, si bien las encuestas nacionales muestran una cierta ventaja para el primero, la lucha por el voto del colegio electoral en los estados críticos sigue siendo cerrada - tal como sucedió en el 2016 donde Trump terminó por imponerse sobre Hillary Clinton, a quien los medios de prensa al servicio del establishment la dieron de antemano por “ganadora”, cosa que no ocurrió, quedando en el mas completo ridículo - por lo que la elección del 3 de noviembre aun no está decidida. Como sabéis, las elecciones presidenciales en los EE.UU. no se deciden por el voto popular, es más bien una contienda para ganar el colegio electoral. Es una batalla de 50 estados para llegar a los 270 votos electorales necesarios para que haya un ganador de los comicios. No cabe duda que en esta ocasión el establishment quiere evitar que se repita el mismo escenario de hace cuatro años y tal como lo alerto Trump, buscan adulterar la votación por correo para favorecer a su candidato, aquel viejo senil y abusador de mujeres que puede ser manejado a su antojo como un títere para ser ellos quienes realmente gobiernen. De allí el odio que le tienen a Trump y van a hacer todo lo posible para evitar su triunfo. Una de las razones de la extraordinaria hostilidad del establishment hacia Donald Trump es que no ha perdido el tiempo evocando nuevas misiones para justificar la existencia continua de la OTAN. En cambio, ha prometido retirar 12.000 soldados estadounidenses de Alemania y, para colmo de males, ha exigido que los estados miembros de la OTAN aumenten sus contribuciones financieras para el mantenimiento de la alianza militar que aparentemente está allí para "protegerlos" (?). Esto es un sacrilegio para los halcones que han pasado los últimos 70 años maquinando nuevas guerras para seguir manejando a su antojo a la OTAN. Según Nicholas Burns - ex embajador de EE.UU. en la OTAN y actual asesor de Joe Biden -“Trump ha acusado a sus aliados militares de la alianza de ser una carga para el Tesoro de los EE.UU., y ha criticado agresivamente a los ‘verdaderos amigos’ de Washington en Europa como el presidente francés Emmanuel Macron y la canciller alemana Angela Merkel, mientras que a su vez, trata a Vladimir Putin, Xi Jinping, Kim Jong-Un y otros líderes ‘autoritarios’ con un tacto inusual” aseveró. Fuera de sus conocidas amenazas verbales a determinados países sin pasar a la acción, Trump no solo no le ha dado una nueva misión a la OTAN, sino lo único que se le ha ocurrido - solicitar más fondos a sus estados miembros - lo cual ha sido calculado para provocar recriminaciones mutuas dentro de la alianza. El magnate republicano regularmente se jacta de haber convencido a la OTAN para que desembolse 130.000 millones de dólares adicionales al año "y serán 400.000 millones de dólares" advirtió recientemente. Pero para los ‘expertos’ de política exterior en Washington, presionar a los estados miembros de la OTAN para que aporten más dinero es un asunto peligroso. Podría tener el efecto indeseable de obligarlos a preguntarse si dedicar sus recursos escasos a la OTAN -particularmente ahora luego de la recesión económica causada por el Coronavirus - es una inversión sólida. No es ningún secreto que desde la caída de la Unión Soviética y la disolución del Pacto de Varsovia, la OTAN ha estado buscando desesperadamente una razón para ‘justificar’ su existencia. La alianza agresiva ha ampliado su membresía de 16 a 30 en 20 años, sin presentar una razón convincente, aparte de la inercia, para permanecer en el negocio. Sin duda, hubo y existen amenazas (ciberseguridad, migración masiva, tráfico de personas, narcóticos, proliferación nuclear, terrorismo internacional), pero nunca estuvo claro cómo una alianza militar estrechamente enfocada podría abordarlas unilateralmente. Por lo tanto, la OTAN se ha visto obligada a emprender un vigoroso cambio de planes. Así, durante la década de 1990, tuvimos la locura de la llamada "intervención humanitaria”. Esto llevó al bombardeo de Bosnia-Herzegovina por la OTAN en 1994 y 1995 y posteriormente, al bombardeo de Yugoslavia en 1999. Ninguna operación logró nada que no se hubiera logrado años antes, y sin el uso de la fuerza. En el 2001, la OTAN se involucró en lo que denomino “la Guerra Global contra el Terrorismo”. Luego del operativo de Bandera Falsa del 11 de septiembre, la OTAN, por primera vez en su historia, invocó el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, declarando “que el ataque terrorista (sic) a los EE.UU. fue un ataque contra todos los miembros de la OTAN”. Cuando EE.UU. tomó represalias invadiendo Afganistán en octubre del 2001, la OTAN estaba dispuesta para ‘ayudar’. En diciembre, estableció la llamada Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, cuya misión nebulosa era "fortalecer al gobierno afgano para ejercer y extender su autoridad e influencia en todo el país, allanando el camino para la reconstrucción y la gobernanza eficaz". Pero el fracaso de la intervención militar fue total y hoy Afganistán es un callejón sin salida para Washington. Luego vino Irak. A pesar de la oposición vocal de Francia y Alemania a la invasión del 2003, la OTAN, en poco tiempo se involucró en otra aventura criminal. En el 2004, se estableció la Misión de Entrenamiento de la OTAN en Irak, cuyo objetivo supuestamente era "ayudar en el desarrollo de las estructuras e instituciones de entrenamiento de las fuerzas de seguridad iraquíes para que Irak pueda construir una capacidad efectiva y sostenible que aborde las necesidades de la nación". Una de sus tareas fue capacitar a la policía iraquí. Sin embargo, como reveló la divulgación de los registros de la guerra de Irak por WikiLeaks, la policía colaboracionista iraquí finamente entrenada, llevó a cabo horribles torturas a los detenidos. Como sucedió en Afganistán, la misión de la OTAN en Irak fue un fiasco y actualmente ambos países son Estados fallidos y la ‘autoridad’ de los gobiernos títeres allí establecidos no sobrepasa más allá de sus asediadas capitales. El resto, es bastión de grupos terroristas y “señores” de la guerra. Con el regreso de los demócratas al poder en Washington en el 2009, la OTAN volvió al vil negocio de la “intervención humanitaria”. Su bombardeo de Libia en el 2011 destruyó su gobierno, la ley y el orden público, instituciones que antes de la intervención habían asegurado que el pueblo libio tuviera el más alto standard de vida del África. Así, de ser un país rico, próspero y envidiado por muchos, la "intervención humanitaria" de la OTAN la convirtió en la mas pobre y miserable del continente, despedazada por grupos armados de intereses contrapuestos que pelean ferozmente entre si. A ello debemos agregar su responsabilidad en el brutal asesinato del líder libio Muammar Gaddafi - considerado un crimen de guerra - en la que la OTAN ha estado claramente involucrada, volviendo así a la antigua misión de "contención" de la Guerra Fría. Pero aun hay más. Tras el golpe de Estado del 21 de febrero del 2014 en Ucrania - donde el Presidente constitucional Víktor Yanukóvich fue derrocado por la CIA, siendo reemplazado por el traidor colaboracionista Petró Poroshenko - y la reincorporación de Crimea a Rusia, la nueva misión de la OTAN era muy parecida a la anterior, esta vez dirigida contra Moscú. En ese sentido, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, prometió que: “Ahora tendremos más aviones en el aire, más barcos en el agua y más disponibilidad en tierra. Por ejemplo, los aviones de vigilancia aérea realizarán más incursiones sobre la región del Báltico, mientras los barcos aliados se desplegarán en el Mar Báltico, el Mediterráneo Oriental y otros lugares”. Han pasado seis años y está claro que simplemente no hay suficientes conflictos armados en el mundo para justificar su continua existencia, sin mencionar el enorme gasto que representa una organización militar tan gigantesca y anacrónica. Por lo tanto, la OTAN ha recurrido a aprovechar la actual fobia antirrusa para intentar demostrar su ‘vigencia’. Pero el hecho de que Trump no vea con buenos ojos la OTAN, combinado con su deseo de extraer más y más fondos de las 29 Estados miembros, coloca a la alianza militar en una posición muy vulnerable. Sin una nueva misión y sin amenazas obvias para Europa en el horizonte, o al menos ninguna que la OTAN parezca capaz de abordar, sus estados miembros, tarde o temprano, estarán obligados a cuestionar el valor de pertenecer a una organización, con cuotas de membresía tan altas y tan pocos beneficios. No es de extrañar por ello que los entendidos en política exterior en Washington ataquen a Trump y recen por una victoria de Biden, que significaría el retorno de las “intervenciones humanitarias”, así como atizar la vomitiva propaganda antirrusa para incrementar su presencia en Europa. Otra de las razones por la que detestan a Trump es que a diferencia de sus predecesores, no se ha molestado en intentar inventar una nueva razón para la continua existencia de la OTAN: Clinton tenía a Yugoslavia, Bush a Afganistán e Irak, Obama a Libia, pero Trump no ha proporcionado ninguna "nueva misión" para la OTAN. Quizás porque no haya uno. Esta claro que al magnate republicano no le interesan las guerras sino los negocios. De allí sus negociaciones con Corea de Norte y sus llamados a Irán para realizar “conversaciones” en la cual puede sacar algún beneficio. E incluso con China, por más que haya enviado una flota al Mar Meridional como modo de presionar a los chinos para llegar a un “acuerdo” mutuamente ventajoso, lo cual es inaceptable para el establishment. De seguro, con Biden en la Casa Blanca, no tardarían en desatar conflictos en diferentes lugares del globo que proporcionarían jugosas ganancias a los fabricantes de armas. Por ese motivo esperan con ansias su victoria. A ver si finalmente, no terminan dándose nuevamente un portazo en la cara :)

FUJIFILM X-S10: Ya nada será igual

Como siempre suceden los rumores, estos no paraban de sonar en las últimas semanas. Y finalmente se ha presentado la nueva Fuji X-S10, la primera de una nueva familia que promete alcanzar las altas cotas de calidad de sus hermanas mayores en un cuerpo notablemente más compacto. En efecto, Fujifilm acaba de mover ficha y se ha apuntado a la moda de otros fabricantes de ofrecer cuerpos mucho más compactos con las prestaciones de los equipos profesionales más grandes. De hecho, la nueva Fuji X-S10 comparte muchas características y componentes de la X-T4, el modelo de referencia ahora mismo dentro de la marca. Pero marca la diferencia con la S de su nombre. S de small (pequeña), de secure (segura). Este es el rasgo que la diferencia dentro de la firma. Se podría decir que estamos ante una cámara profesional de pequeñas dimensiones. Con similares características a más altas de gama y con el tamaño de modelos más pequeños como la Fuji X-T30. Estamos entonces ante un fusión de sus sistemas, exactamente igual que ha hecho Sony con la A7c. Tiene un sistema de estabilización que puede alcanzar hasta los seis pasos y un visor de similares prestaciones dentro de un cuerpo de aleación de magnesio que le permite ser robusto y ligero a la vez. Esta nueva cámara mide 126x85, 1x65, 4mm y pesa 465 g. Es más pesada que una X-T30 (383g) y más ligera que una X-T4 (607g). Esta es la clave de esta nueva gama, además de incluir el sistema de estabilización que solo estaba presente en otros dos modelos de la marca. El diseño del cuerpo es totalmente nuevo. Sorprende por esa generosa empuñadura que destaca totalmente. Y esta pensada para ser manejada con una sola mano. Como siempre los diestros ganan esta partida... los zurdos nos tenemos que adaptar (creo que sería incapaz de manejar una pensada para los siniestros como yo). Pero por dentro comparte muchos elementos con la Fuji X-T4. Para empezar el sensor es exactamente el mismo. La pantalla articulada LCD es igual. A la hora de meterse en los menús nos encontramos con las mismas funciones, las mismas posibilidades de configuración... En lo único que se diferencia es en el tema del vídeo. El sensor es el conocido X-Trans CMOS 4 de 26,1MP, con el procesador X-Processor 4. Así que podemos lograr los mismos resultados que todos conocemos de la hermana mayor. Al menos sobre el papel. En el vídeo se parece mucho más a un X-T3 que al modelo de referencia actualmente. Sí que permite grabar en 4K pero no llega a los 60p. Pero si queremos hacer una cámara lenta esta máquina llega a los 240p en FullHD. El 4K es de gran calidad, ya que se puede grabar en 4:2:2 de 10 bits durante aproximadamente 30 minutos según las circunstancias. El autoenfoque de esta cámara tampoco se queda detrás. Cubre el 100% del área del sensor con 2,16 Mp de detección de fase. Funciona tan rápido como estamos acostumbrados desde las últimas actualizaciones, tiene la detección de rostros y de ojos y funciona en condiciones escasas de luz (hasta -7 EV). Y recordemos que todo en un cuerpo notablemente más pequeño. El sistema de estabilización es un prodigio de la ingeniería. Es un 30% más pequeño y ligero pero, en combinación con la mayoría de los objetivos llega a los 6 pasos de estabilización. En cuanto a su coste y disponibilidad, la nueva Fuji X S-10 estará en las tiendas a mediados del mes de noviembre en diversos kits. El precio es realmente atractivo y puede ser muy interesante para los que disponen de varios objetivos de la marca. Si solo queremos comprar el cuerpo X-S10 el precio es 999€. Pero si queremos comprarla con algún objetivo los precios son los siguientes: Con XC15-45mm: 1099€; Con XF18-55mm: 1399€; Con XF16-80mm: 1499€ :)

LUCIFER: Las mil caras del Ángel del Mal

Según la tradición cristiana, Lucifer representa al ángel caído, ejemplo de belleza y sabiduría, a quien la soberbia le condujo a la oscuridad. Expulsado del Cielo, adoptó el nombre de Satanás, quien con sus huestes de demonios, comenzó a esparcir el mal en la Tierra. Precisamente en una biblioteca histórica en la ciudad de Tréveris (Trier), en Alemania, existe un manuscrito que probablemente fue hecho entre los años 800 y 825, que contiene una versión del libro bíblico del Apocalipsis completamente ilustrado. En el se observa un grabado que muestra la lucha del arcángel Miguel contra los ángeles rebeldes. En ese grabado hay dos grupos de ángeles: los que permanecieron fieles a Dios y los caídos junto a Satanás. "Lo interesante es que no hay ninguna distinción entre ambos grupos, solo la posición de cada uno en el cuadro", dice Edin Sued Abumanssur, profesor del departamento de teología y ciencias de la religión de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo. "Esa es quizás la representación más antigua de los demonios de la que se tiene noticia", señala. "El Diablo es representado como un enorme dragón, pero sus compañeros rebeldes son iguales a los ángeles que los derribaron: tienen alas, vestiduras largas, cabellos rizados, lo único que les falta es la aureola", describe la periodista y escritora italiana Paola Giovetti en su libro "L'Angelo Caduto" (El ángel caído). Según Abumanssur, a lo largo de la historia, se observa una correlación entre diversos momentos políticos y sociales y las representaciones del Maligno, como también es conocido. "En el campo de las artes pictóricas, escultóricas o literarias, el intento de trazar un desarrollo cronológico de la imagen del Diablo difícilmente rendirá buenos frutos, hay contradicciones y permanencias en diferentes formas de representarlo, que se superponen sin ningún criterio claro y aprehensible”, afirma el profesor. Hasta el siglo XI en Occidente, Lucifer casi siempre fue retratado con apariencia humana pero a partir del año 1000, comenzó a ser representado con apariencia grotesca y monstruosa, entre humano y animal. "En la Edad Media las formas de imaginarlo no eran homogéneas. Grandes poblaciones esparcidas por extensos territorios, en una época en la que las comunicaciones y los intercambios culturales eran lentos, fragmentados y de baja densidad, llevaban a que convivieran diferentes comprensiones e ideas sobre el diablo", dice el investigador. "Podemos afirmar con algún margen de seguridad que a partir del siglo XI, características no humanas de la figura del demonio empiezan a ganar cierta hegemonía, aunque todavía sobreviven de esa época representaciones de ángeles caídos que guardan proximidad con la figura del hombre", señala. El escritor y semiólogo italiano Umberto Eco señalo que "solo a partir del siglo XI, Satanás comienza a aparecer como un monstruo dotado de cola, cuernos, orejas animalescas, barba y patas de chivo, adquiriendo también alas de murciélago", escribió. Eco resalta que "parece obvio, también por motivos tradicionales, que el diablo debía ser repulsivo, con una forma terrorífica y diabólica, haciendo de esta forma su ingreso en el mundo cristiano con el Apocalipsis de San Juan Evangelista" acotó. "No es que faltaran menciones al demonio y al infierno en el Antiguo Testamento y en los otros libros del Nuevo Testamento, pero en esos textos el Diablo es nombrado sobre todo a través de las acciones que realiza y de los efectos que produce", disertó el semiólogo. "Nunca aparece con la evidencia 'somática' con que será representado en la Edad Media", afirmó. La figura más icónica del demonio, el ser rojo, con cola, cuernos y tridente, es una construcción paulatina y gradual. "Se inicia a partir del siglo XI un proceso de sistematización dogmática de la figura del Diablo que intenta reunir en una síntesis tanto la teología como las representaciones del imaginario social del período y al mismo tiempo va al socorro de las necesidades políticas en un mundo medieval que empieza a desmoronarse", señala el sociólogo Abumanssur. "La extensa iconografía del Diablo da testimonio de la lucha teológica y política, muchas veces violenta, que hace emerger poco a poco la figura de un señor terrible, que subyuga a los hombres en la maldad". "La imagen señorial y majestuosa, incluso inhumana, del Diablo, emerge lentamente en el proceso de consolidación del poder papal y de la figura del rey autocrático como torretas de fortaleza, capaces de resistir a un dios de la maldad cada vez más poderoso y antagonista de la paz y del orden", afirma el experto. Esa figura es la mezcla de la cultura erudita de los monjes y teólogos medievales con la cultura popular viciada de supersticiones y paganismo. "El hambre, las pestes y el lento desmoronamiento del sistema feudal cooperaron para que el Diablo asumiera sus características inhumanas a partir del siglo XI", dice Abumanssur. "La asimilación de la cultura griega y sus dioses por parte del cristianismo trajo contribuciones como los cuernos, las patas de chivo y la cola, características del dios Pan. La llegada del cristianismo a los países celtas, en el norte de Europa, contribuyó a reforzar esa imagen, parecida a la del dios Cernunnos". Como destaca el teólogo Volney Berkenbrock, profesor de ciencia de la religión de la Universidad Federal de Juiz de Fora, en Brasil, la versión caricaturizada del Diablo como un ser rojo y con cuernos es consecuencia de lo que el cristianismo procuraba combatir en sus comienzos: las creencias grecorromanas. "En los choques de culturas - en este caso de religiones - los símbolos de las otras religiones son considerados algo extremadamente malévolo, así que Satanás adquirió accesorios de quienes se estaba combatiendo", explica. "El cristianismo, para combatir la religión griega y romana, le agrego cuernos al Diablo por el dios griego Pan, una figura representada como medio hombre, medio cabra, que seduce a las jóvenes. Y le da un tridente para combatir a Poseidón, el dios griego de los mares -Neptuno para los romanos-" puntualiza. Las representaciones culturales de la figura de Satanás son recurrentes desde la Edad Media. En la actualidad se usa mucho en las películas y es parte de clásicas historias de horror. "En el cine por ejemplo, la película 'El Exorcista', de 1974, marcó un antes y un después", cree Abumanssur. Cabe destacar que el uso de la palabra "Satanás"(adversario) para designarlo una vez expulsado del Cielo, no aluden en sus comienzos a una figura opuesta a Dios, mucho menos a alguien que personifica el mal. "El era simplemente el acusador, lo que hoy se podría llamar un promotor de justicia", resalta el teólogo Berkenbrock. "La idea de Satanás como la personificación del mal entró al cristianismo por medio de la influencia babilónica, más específicamente de la religión de Zaratustra (el mazdeísmo), que tiene una figura opuesta a Dios". Las palabras diablo y demonio son un legado de la influencia griega sobre el cristianismo. El demonio (o daimón) significa fuerza, impulso y pasó a ser identificada como fuerza negativa. El diablo (diabolos) es el divisor, el que causa división. En su libro "El Cristo Pantocrátor", la investigadora Wilma Steagall De Tommaso resalta que el contexto en el que vivía la sociedad durante la Edad Media fue favorable a la creación de la imagen de Satanás. "La vida humana estaba siempre bajo amenaza, los fardos cotidianos eran pesados, la muerte era una guía constante y los moribundos se preguntaban si les esperaría la vida eterna después de la muerte o las torturas del infierno", afirma. "Fue así que el tema del Juicio Final se convirtió en el predilecto de los tímpanos, los arcos situados por encima de la entrada de la iglesia". Mostraban a Dios colocado de forma paralela al Diablo, cuenta Tommaso. Convertido en enemigo irreducible de la humanidad, según el libro del Apocalipsis, Satanás será vencido por Cristo y encerrado hasta que se cumplieran los mil años "para que no engañe más a las naciones" y no pueda acceder más al Cielo ni la Tierra.Cuando los mil años se cumplan, Satanás será soltado de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro extremos de la tierra, a fin de reunirlas para la batalla, pero en el momento que rodearon la ciudad amada, descendió fuego del cielo y los devoró, siendo arrojado Satanás al lago de fuego y azufre - donde también están la bestia y el falso profeta - y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos :)
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