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miércoles, 19 de septiembre de 2018

UIGURISTAN: ¿Un “asunto interno” para China?

A pesar de todos sus esfuerzos por querer presentarse como un país moderno con una floreciente economía y un creciente peso en la escena política mundial - al extremo de su nada disimulado deseo de convertirse en la superpotencia del Siglo XXI - de puertas para adentro, China muestra su verdadero rostro autoritario y represivo que se vale de la coerción para combatir a quienes considera sus enemigos y lo hace sin ningún escrúpulo, donde el monopolio del poder es exclusivo del partido comunista y que no toleraría bajo ningún concepto la posibilidad de compartirlo. Este sometimiento también se extiende a sus minorías religiosas, en especial en el oeste del país, donde por ejemplo, tanto los tibetanos (budistas) como los uigures (musulmanes) viven oprimidos bajo fuertes presiones, en medio de una poderosísima ofensiva militar, económica, cultural y demográfica de la etnia mayoritaria en China, la de los Han. Ante las críticas internacionales por su proceder, sus dirigentes responden que se trata de un “asunto interno” chino rechazando cualquier tipo de mediación. En el caso de los uigures, que habitan un extenso territorio (conocido históricamente como Uiguristan) este siempre perteneció a China, pero aprovechando la prolongada guerra civil en que estaba sumido el país desde la caída del Imperio del Gran Qing, los uigures formaron en 1933 la denominada República del Turquestán Oriental, bajo tutelaje soviético, pero Mao Tse Tung logró incorporarla a su República Popular China en su fundación, en 1949, como la provincia que hoy se llama Xinjiang, procediendo a una intensa asimilación, mediante el asentamiento de los chinos de etnia Han, quienes por aquellos años apenas eran el 4% y hoy representan el 40%. Y su papel no es sólo apabullar en número, sino controlar la provincia y mantenerla “fiel” a Beijing. Los uigures o se sometían a sus caprichos o se enfrentaban a la marginación. Como respuesta a esta practica generalizada impuesta por los chinos, la oposición se ha expresado tanto de una forma pan-túrquica (sostenido por la Organización para la Liberación del Turkestán Oriental, es un nacionalismo de los pueblos turcos que hay desde Siberia hasta la actual Turquía) como en la pan-musulmana (a través del Movimiento Islámico del Turkestán Oriental, que ha adoptado tácticas de lucha armada) a los que China califica de terroristas. Las denuncias públicas sobre la dura represión que sufren por parte de las autoridades chinas han arreciado en las últimas semanas, llegando hasta el comité antidiscriminación de la ONU. Según los expertos que estudiaron el caso, hasta un millón de uigures han sido encerrados en alrededor de mil 200 campos de reeducación, donde viven en duras condiciones de hacinamiento, hambre y malos tratos, en los que muchos sufren torturas o han sido asesinados. Fuentes oficiosas en Beijing se han limitado a reconocer que “por la paz y la estabilidad en la región hay que estar dispuesto a pagar un alto precio”. Para ellos, se tratan de “centros de educación vocacional y entrenamiento a donde son enviados criminales involucrados en delitos menores para “erradicar el extremismo religioso”. No obstante, lo cierto es que la situación en Xinjiang no ha hecho más que deteriorarse desde los graves sucesos del verano del 2009, los más violentos de la historia reciente de China, con más de 150 muertos. A ello debemos agregar la violencia de grupos de militantes uigures, que en los últimos años han lanzado ataques indiscriminados con cuchillos, matando a decenas de civiles en estaciones de trenes y otros lugares de gran afluencia de público, corre al parejo de una dura y generalizada represión. Pero a raíz de que, en marzo del 2014, un ataque masivo con cuchillos dejó 31 muertos en la estación de tren de la ciudad de Kunming (según las autoridades chinas, aunque se estima que fueron muchos mas), el gobierno declaró la “guerra popular contra el terrorismo”, y  llamó a la gente a “enterrar los cadáveres de los terroristas en un gran mar de guerra popular”. Si el control de la región siempre fue una preocupación, esta creció en importancia tras el derrocamiento de la dictadura comunista y el colapso de la Unión Soviética, debido al renacimiento islámico en el Asia Central y el surgimiento de nuevas naciones musulmanas, que los uigures desean imitar. En ese marco, no tardaron en producirse movimientos independentistas utilizando la violencia para intentar conseguir sus fines. Como podéis imaginar, la respuesta de Beijing fue la represión indiscriminada, así como la masiva llegada de chinos de la etnia Han para poblar la provincia separatista de forma acelerada. Aparte de ello, se centró en “integrar” simultáneamente a Xinjiang con China en términos económicos y sacarla de su aislamiento, así como la modernización de sus vías de comunicación para “facilitar” la llegada de las fuerzas represivas y tenerla bajo su control. El desarrollo económico pasó a ser la palabra de orden y con el inicio del nuevo siglo, Jiang Zemin (1989-2002) lanzó la campaña de estímulos de la región del Oeste. Se concibió entonces como una gran base industrial y agrícola y un corredor de energía y comercio para la economía nacional, lo cual permitió el fortalecimiento de la presencia del Estado en la región ya que el logro de aquellos objetivos dependía de la capacidad de arbitrar una mayor interacción y cooperación de China con los países vecinos. Beijing comenzó a hablar entonces del “puente terrestre euroasiático continental” que serviría no solo para vincular las principales economías de Europa y Asia oriental y meridional sino que aseguraría la integración activa de China con el resto del mundo. Esta dinámica se mantuvo durante el mandato de Hu Jintao y se reforzó con el autoproclamado “emperador” Xi Jinping, formando parte indisoluble de la Ruta de la Seda, para lo cual se incremento aun mas la llegada de los Han. Esto exacerbó las tensiones y complicaron las relaciones de los uigures con el Estado. Si con una mano se promueve “el desarrollo y el bienestar” concebidos a la manera de Beijing, con la otra se multiplicaron las campañas contra aquellos que se consideraban “elementos antisociales”. El clima posterior al 11S generalizó la represión, catalogándolos como terroristas y el consiguiente aumento de las medidas punitivas. Esta posición se ha visto reforzada con la presencia en los últimos años de miles de uigures en las filas de grupos terroristas -como ISIS, Al Qaeda, Al Nusra y Cascos Blancos - financiados por Washington y que operan en Siria e Irak. La asociación con el terrorismo también se vio facilitada por el tipo de acción violenta desarrollada por los propios opositores uigures dentro del territorio, que comenzaron a ser apoyados por los EE.UU. quienes vieron en ellos a unos invaluables “aliados” en su lucha de poder con China. Como respuesta ante esta amenaza, Xi Jinping pidió construir ‘una gran muralla de acero’ para salvaguardar la estabilidad de la región, fortaleciendo y ampliando la presencia de las fuerzas de seguridad en Xinjiang, colocando como responsable al jefe local del partido Chen Quanguo, quien ha aplicado una política de línea dura, persistiendo en los arrestos y encarcelamientos para mantener a raya a la población. Ello no ha evitado que se hayan producido graves incidentes (como el ocurrido en el 2015 cuando una mina de carbón fue asaltada con el balance de 50 muertos). Se sabe de otros sangrientos enfrentamientos que han cobrado cientos de victimas desde entonces, aunque las informaciones para confirmarlas son muy limitadas, gracias a la férrea censura establecida en el país. Esta situación ha abierto una brecha cada vez mas profunda entre los uigures de un lado y los ocupantes Han y el gobierno por el otro, donde el odio y el resentimiento esta presente a cada momento. El gobierno chino se niega a reconocer que la privación de derechos y la brutal represión contra sus minorías generan más descontento, al aplicar mano dura de una forma desproporcionada. La apuesta por una represión tan acusada acabará por agravar las tensiones étnicas hasta hacerlas insostenibles. Beijing utiliza la amenaza del terrorismo para tratar de deslegitimar absolutamente toda la propuesta de la comunidad uigur y justificar el clima de terror que hoy impera en Xinjiang. La falta de un debate interno en China en torno a la idoneidad de estas políticas evitando su cuestionamiento, facilita su generalización sin matices. La aplicación de una línea dura contra los uigures (y también su posición en el conflicto sirio) han llevado a China a situarse en el punto de mira de EE.UU. y los islamistas radicales de Oriente Medio, financiados por Washington. No sorprende por ello que los uigures están cada vez más presentes en el discurso de la Casa Blanca, tal como hace con los kurdos en Siria e Irak, para luego utilizarlos en sus guerras de agresión mediante el apoyo a grupos terroristas que hacen “el trabajo sucio” para Washington, quienes tras el colapso del ilusorio “califato” de ISIS (borrado del mapa bajo toneladas de bombas de la aviación rusa) buscan facilitar el retorno a Xinjiang de aquellos uigures que combatieron en las filas terroristas, para que desaten un baño de sangre en la región, intentando así “distraer” a China de otros asuntos mas importantes como son Corea del Norte, Taiwán y el Mar Meridional, puntos de fricción con los EE.UU. Lo único que van a conseguir es el recrudecimiento de la represión por parte de Beijing, que agravaran las tensiones hasta el infinito, lo cual por cierto, favorecerá los intereses de Washington. :(

APPLE WATCH SERIES 4: Piensa en grande

Apple ha presentado sus novedades, entre ellas, la renovación de su reloj, el Apple Watch Series 4. Tal y como se había filtrado en los últimos días, vuelve a llegar en dos versiones de tamaño, pero esta vez superiores a las anteriores. Si desde el 2014 conocíamos a las variantes de 38 mm y 42 mm, ahora estas crecen ligeramente hasta los 40 mm y los 44 mm respectivamente. Además, crecen también sus pantallas, que reducen sus marcos, especialmente en el modelo de 44 mm, que ya tiene un punto diferenciado más respecto a la versión de menor tamaño. Con los nuevos tamaños y las pantallas que se estiran un poco más llega también una nueva resolución, que ya alcanza los 384 x 480 píxeles. Como curiosidad, esta resolución ya es superior a la que tenía el iPhone original en un tamaño mucho mayor. No hay ningún modelo "Edition" en oro o cerámica como en versiones anteriores, y todo queda para el aluminio y el acero ya conocidos. La esfera que corona este artículo y es la elegida para buena parte del marketing de Apple no es casual. Es nueva, y simboliza por un lado la capacidad de la nueva pantalla, de mayor tamaño y resolución, para mostrar más información simultánea. A gusto del usuario quedará personalizarla según le interese, quizás a los vecinos del norte no les resulte tan prioritario tener controlado el nivel de radiación ultravioleta. Junto a ellas llegan muchas más esferas, tanto analógicas como digitales. Por otro lado, también simboliza el nuevo impulso del Apple Watch: mantenernos informados y tener monitorizados muchos parámetros del día a día. Como en su momento, con los Series 2, se impulsó el uso del reloj para la medición de actividades deportivas. Las complicaciones, término heredado de la horología tradicional, se multiplican en esta versión. Una buena noticia es que es compatible con las correas de las tres generaciones anteriores, pese a que el tamaño ha variado. El conector es exactamente el mismo, así que no habrá problemas de incompatibilidades ni tendremos que deshacernos de las del nuestro antiguo modelo. La corona ahora también da feedback háptico, como las pantallas de los iPhone recientes. Trae el chip S4, que mejora el rendimiento, y el rediseño mejora, según Apple, la conectividad de las antenas. El acelerómetro y el giroscopio también han sido renovados, ahora son mucho más sensibles y rápidos a la hora de capturar información. La batería sigue durando "un día" según la información proporcionada por Apple. El Apple Watch Series 4 también es capaz de detectar caídas, resbalones y golpes, y además diferenciar entre estos tres tipos de pequeños accidentes.Al detectar una caída, muestra una alerta, y si no respondes en menos de un minuto, llama al contacto que tengas asignado como para llamar en caso de emergencias. En la línea de esto último y de lo visto hasta ahora con las notificaciones de pulso excesivamente alto, que podría indicar una arritmia, por ejemplo, llegan más novedades: el Apple Watch Series 4 también detecta pulsos demasiado bajos, fibrilación por ritmos irregulares, y electrocardiograma integrado como gran mejora relacionada con el corazón, aunque estará disponible más adelante y solo en los EE.UU. Como en modelos previos, habrá versiones propias de Nike y de Hermes. En cuanto a su coste y disponibilidad, llegarán el próximo 21 de septiembre, y podrán reservarse a partir del 14 de septiembre. La versión Nike+ en cambio no se venderá hasta el 5 de octubre. La edición con GPS saldrá a la venta a partir de 429 euros para la versión de 40mm y de 459 euros para la de 44mm :)

ASSASSIN´S CREED ODYSSEY: ¿La última entrega de la épica saga de Ubisoft?

El más reciente título anunciado de la saga de Ubisoft que se lanzará para PC, PS4 y Xbox One el próximo 5 de octubre, podría ser también el último. En efecto, la compañía pretende darle un respiro a la saga y esperar un tiempo indeterminado antes de volver a plantearse una nueva entrega. ‘Odyssey’ se recrea en la Grecia Antigua, más concretamente en Esparta, donde podemos encarnar a un mercenario proscrito que debe recorrer un largo camino hasta que logra proclamarse un héroe legendario. Aquí ‘Assassin's Creed’ abandona el rigor histórico de otras entregas para entremezclar historias de la mitología griega y batallas en pleno Peloponeso (entre Esparta y Atenas) y se nos presenta por primera vez en la saga a dos personajes a elegir: Alexios y Kassandra, ambos descendientes del general espartano Leónidas. Si bien no habrá diferencias entre cada uno, sí que importarán mucho nuestras elecciones en las misiones, al contar con distintos diálogos (más de 30 horas de conversaciones, ojo) que podrán variar el devenir de la historia. De hecho, Ubisoft asegura que contaremos con múltiples finales, lo cuál suena interesante. Probablemente nos encontremos ante el título más sólido de toda la saga por una simple razón: hay una exquisita mezcla de batallas navales y terrestres. Sucede que el mismo equipo que diseñó todo el aspecto marítimo de ‘Black Flag’ lo ha hecho ahora para ‘Odyssey’, y esa experiencia realmente se nota en la recreación de cada ola, escaramuza y barco, que es sencillamente maravillosa. Pero no sólo estamos ante un juego naval, ya que la terrestre también nos ofrece amplios mapas y ciudades, a los que ya estamos acostumbrados. Es como coger lo mejor de la entrega de piratas y unirlo a lo superior que nos dio ‘Origins’. Obviamente, al igual que ocurre con el equipo del propio personaje, las embarcaciones y tripulaciones se pueden ir mejorando a lo largo del juego. En cuanto al aspecto mitológico, nos enfrentaremos tras finalizar la historia con Medusa - que petrificaba con su mirada a cualquiera que se acercase a su templo - siendo el mayor desafío que debemos vencer. Como podéis imaginar, estas batallas contra seres mitológicos le aportan al juego un nuevo aire y combates con una mayor profundidad, así como diversión y entretenimiento a raudales, por supuesto. Cada uno de estos personajes y dioses cuenta con poderes únicos de los que tendremos que encontrar la forma de defendernos, así que la dinámica cambia según subimos de nivel. Puede que nos encontremos ante el último ‘Assassin's Creed’ en unos años, pero no cabe duda que ‘Odyssey’ nos va a dejar con un buen sabor de boca y con horas y horas de entretenimiento aseguradas. Crucemos los dedos para que Ubisoft incorpore a este nuevo título contenidos e historia a través de futuros DLC, lo que acorten la espera hasta la siguiente entrega :)
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