En su discurso ante la conferencia de seguridad de Munich el 19 de febrero del 2022, el cómico callejero reconvertido en “presidente ucraniano” Volodymyr Zelensky planteó la cuestión del Memorando de Budapest de 1994 "Sobre garantías de seguridad en relación con la adhesión de Ucrania al Tratado sobre la no proliferación de armas nucleares". “Desde el 2014”, dijo Zelensky “Ucrania ha hecho tres intentos de convocar consultas con los estados garantes del Memorándum de Budapest. Tres intentos fallidos. Hoy Ucrania hará el cuarto intento. Y haré mi primer intento como presidente” dijo aquel que se ganaba la vida en las calles vestido de payaso por unas monedas, antes de ser inexplicablemente elegido en unos cuestionados comicios. En esta coyuntura, Zelensky indicó que estaba preparado para cambiar la naturaleza del juego. “Pero tanto Ucrania como yo estamos haciendo esto por última vez”, amenazó. “He iniciado consultas en el marco del Memorándum de Budapest. El ministro de Relaciones Exteriores recibió instrucciones de convocarlos. Si no vuelven a tener lugar o no dan como resultado decisiones concretas para garantizar la seguridad de nuestro Estado, Ucrania tendrá todo el derecho a creer que el Memorándum de Budapest no está funcionando y que todas las decisiones del paquete de 1994 han sido cuestionadas” aseveró. Cabe precisar que 'el paquete de decisiones de 1994' al que se refiere Zelensky sugiere un vínculo entre la decisión de Ucrania de unirse al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) como un estado no nuclear y las garantías de seguridad codificadas en el Memorando de Budapest de 1994 , especialmente las proporcionadas por Rusia, entre otras cosas, “ respetar la Independencia y Soberanía y las fronteras existentes de Ucrania ”. La noción de que las obligaciones de Ucrania en virtud del TNP y las obligaciones de Rusia en virtud del Acuerdo de Budapest de 1994 son una “decisión global” se contradice con la propia historia de Ucrania con respecto a las armas nucleares en el contexto postsoviético. En su Declaración de Soberanía del 16 de julio de 1990 , Ucrania se comprometió a “no aceptar, producir ni adquirir armas nucleares.” Tras el derrocamiento de la dictadura comunista y la disolución de la Unión Soviética, la Comunidad de Estados Independientes (CEI) firmó el Acuerdo de Minsk el 30 de diciembre de 1991, el cual otorgó al gobierno ruso la responsabilidad de todas las armas nucleares, con la advertencia de que mientras las armas nucleares permanecieran en el suelo de las partes no nucleares (Bielorrusia, Kazajstán y Ucrania), esos países tendrían derecho a vetar su uso. Ucrania firmó el Protocolo de Lisboa el 23 de mayo de 1992 , donde acordó devolver todas las armas nucleares en su territorio a Rusia. Sin embargo, en ese momento, la situación socioeconómica dentro de Ucrania se había deteriorado hasta el punto de que sus funcionarios electos buscaban cualquier potencial para monetizar la infraestructura de la era soviética de Ucrania. Las armas nucleares no fueron excluidas. Envalentonado por los argumentos presentados por académicos occidentales como John Mearsheimer, quien argumentó que Ucrania debería mantener su propia disuasión nuclear independiente , el parlamento ucraniano se resistió a entregar sus armas nucleares a Rusia, en la creencia de que un estatus especial para Ucrania como país temporal estado nuclear le proporcionaría una mayor influencia a la hora de ser compensado por aquello que estaba siendo llamado a entregar. El deseo ucraniano de retener las armas nucleares no tenía nada que ver con la seguridad, sino que tomó la forma de un chantaje nuclear. En resumen, fue una estafa. Y funcionó: EE.UU. proporcionó a Ucrania 175 millones de dólares para desmantelar sus armas nucleares y más de 300 millones de dólares en ayuda económica adicional vinculada al compromiso de Ucrania con el desarme nuclear. El Memorándum de Budapest de 1994 debe verse así como una extensión de esta estafa. La realidad, sin embargo, es que Ucrania estaba jugando al póquer con fichas que no poseía. Si bien Ucrania asumió el control administrativo sobre cientos de antiguos misiles balísticos con armas nucleares soviéticos, las Fuerzas Nucleares Estratégicas de Rusia retuvieron el control operativo total. Como señaló Vilen Tymoshchuk, un coronel estacionado en Ucrania con el 43º Ejército de Misiles : “Ni el presidente de Ucrania ni nadie en ese país podría haber tenido ninguna influencia en los lanzamientos de misiles [nucleares] porque los códigos de lanzamiento habrían tenido que salir únicamente del Puesto de Mando Central ubicado en Rusia.” Esta realidad escapa a aquellos en Ucrania que han abrazado la noción romántica de que su país se convierta en una potencia nuclear. Luego de que Rusia reabsorbiera a Crimea en su territorio en el 2014, los funcionarios ucranianos comenzaron a articular que Ucrania “tenía el derecho moral y legal de reanudar su estatus como estado con armas nucleares”, ignorando el hecho de que Ucrania nunca tuvo tal estatus, ni en la práctica ni en la teoría. Recientemente, el año pasado, el embajador de Ucrania en Alemania, Andriy Melnyk, vinculó la adquisición de armas nucleares por parte de Ucrania a la membresía de la OTAN. “¿De qué otra manera podemos garantizar nuestra defensa?” afirmo. Pero Zelensky, Melnyk y los demás defensores de las armas nucleares en Ucrania están empoderados por dos nociones fuera de lugar. Primero, que de alguna manera Ucrania tuvo, en algún momento, derecho a poseer armas nucleares. Este nunca fue el caso. Como señaló Leonid Kravchuk, el líder ucraniano en el momento del colapso de la Unión Soviética: “Ellos (EE.UU.) dijeron que apoyarían toda clase de sanciones así como el bloqueo de Ucrania en caso Kiev no quiera deshacerse de ese arsenal: estas fueron las palabras que usaron sin rodeos” admitió. Volodymyr Lytvyn, expresidente del parlamento ucraniano, reforzó este punto: “Si Ucrania no hubiera renunciado a sus armas nucleares, nadie la habría reconocido.” En segundo lugar, cualquier intento de Ucrania de adquirir armas nucleares requeriría que se retirara del TNP, un acto que lo convertiría en un estado paria similar a Corea del Norte. Sin embargo, a diferencia de Corea del Norte, Ucrania carece de una infraestructura nuclear capaz de producir un dispositivo nuclear o el material fisionable necesario para convertir dicho dispositivo en un arma entregable. Si Ucrania intentara adquirir tal capacidad, estaría sujeta a aislamiento político, sanciones económicas y, en última instancia, destrucción militar. Zelensky, al igual que el resto de Ucrania, lo sabe muy bien. Las amenazas de abandonar el TNP no son reales, sino más bien una extensión de la estafa nuclear original que comenzó en 1992. Esta vez, Ucrania busca usar su condición de parte agraviada para tratar de endulzar la situación. Una multitud de 'expertos' antirrusos lo alientan a hacerlo, y utilizan su acceso a los medios y políticos occidentales para imponer la noción de que Ucrania es víctima de la violación por parte de Rusia del Memorando de Budapest de 1994. “Ahora estamos lidiando con algo muy diferente ”, escribió recientemente Anne Applebaum en The Atlantic, “gente que no está interesada en tratados y documentos, gente que solo respeta el poder duro. Rusia está violando el Memorándum de Budapest, firmado en 1994, que garantiza la seguridad de Ucrania. ¿Alguna vez escuchaste a Putin hablar de eso? Obviamente que no”. “Él líder ruso ya ha violado numerosos tratados y acuerdos europeos que Moscú firmó en el pasado”, testificó recientemente el ex embajador de EE. UU. en Rusia, Michael McFaul , ante el Congreso de EE. UU. “Debemos ofrecer garantías a Ucrania. ¿Por qué alguien en Kiev, Bruselas o Washington debería creer que Putin será más sincero esta vez? ” Demás esta recordar que Applebaum y McFaul son parte de una multitud de antiguos críticos de Putin disfrazados de los llamados "expertos rusos" que buscan ofuscar la historia en nombre de promulgar una narrativa engañosa y legalmente defectuosa con respecto al Memorando de Budapest de 1994. Como cualquier argumento importante, hay dos lados de la historia. Applebaum y McFaul, simplemente quieren que uno crea que el otro lado de la historia simplemente no existe. Pero para su desilusión, si existe. Como explicó el vicecanciller ruso, Sergei Ryabkov , en diciembre del año pasado, Rusia cree que ha cumplido con sus obligaciones en virtud del Memorándum de Budapest de 1994. “El Memorándum se refiere a las garantías de seguridad para Ucrania como estado no nuclear en el sentido del TNP (Tratado de No Proliferación). Y desde este punto de vista, se han prestado y observado todas las garantías” indicó. Sin embargo, como observó el famoso locutor de radio estadounidense, Paul Harvey, estaba “el resto de la historia”. Como señaló Ryabkov, “Pero el Memorándum de Budapest no hace la más mínima mención de los golpes en Ucrania o acciones posteriores, o la posibilidad de que parte de la población, que vivía dentro de las fronteras de Ucrania en ese momento, decida si debe continuar, vivir allí o regresar a la Federación Rusa ”. Aquí vemos una interesante yuxtaposición de dos principios fundamentales del derecho internacional. Al modificar su decisión de unirse al TNP, Ucrania está obligada por el principio de pacta sunt servanda: se deben cumplir los acuerdos. Ucrania tomó la decisión de unirse al TNP antes e independientemente del Memorándum de Budapest de 1994. Nada sobre sus alegaciones de incumplimiento ruso de ese acuerdo podría legitimar una decisión de retirarse de una obligación tan fundamental del tratado, y hacerlo certificaría a Ucrania como un estado paria, independientemente de las tonterías vendidas por rusófobos como Anne Applebaum y Michael McFaul. Rusia, por otro lado, ha defendido la clausula rebus sic stantibus, la doctrina legal que permite que un contrato o tratado se vuelva inaplicable debido a un cambio fundamental de circunstancias. Desde la perspectiva de Rusia, el llamado Euromaidan de febrero del 2014 organizado por la CIA en Ucrania constituye un cambio de circunstancias tan fundamental, con el gobierno colaboracionista que surgió en ese país tras el golpe respaldado por Estados Unidos los EE.UU. que posee un carácter fundamentalmente diferente del que reemplazó para hacer cualquier acuerdo nulo y sin efecto. El argumento de Rusia se ve reforzado por el hecho de que el Memorándum de Budapest de 1994 no es un tratado, sino más bien un acuerdo, a diferencia, por ejemplo, del TNP, al que Ucrania está obligada por una obligación de tratado completamente separada estructural y legalmente del citado memorándum. Zelensky puede llorar todo lo que quiera por lo que él cree que es la perfidia de Rusia en lo que respecta a Crimea y el Memorándum de Budapest de 1994. La realidad indiscutible, sin embargo, es que el cómico “presidente” ucraniano está equivocado, tanto de hecho como de derecho, en este tema, y cualquier esfuerzo por parte de Ucrania para agravar este error de tergiversación histórica al actuar de una manera que obvió sus obligaciones del tratado en virtud del NPT equivaldría a tomar una píldora suicida (Por cierto, no es de extrañar que ante la amenaza de genocidio que pendía sobre la población rusoparlante de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, el presidente ruso Vladimir Putin accedió a sus justas exigencias y reconoció la independencia de ambas, ordenando inmediatamente a las fuerzas rusas que aseguren la paz en Donbass... A ver si los fascistas de Kiev y sus secuaces de los EE.UU. y la OTAN se atreven ahora a hacer algo. Venga ya ¿Aquellos que escaparon hace poco de Afganistán con el rabo entre las piernas creen que podran enfrentarse a los rusos? Por favor ) :)
Como recordareis, hace casi un año se anunció el nuevo modelo que por fin conocemos hoy. En efecto, la Panasonic Lumix GH6 toma el relevo de su antecesora para convertirse en el referente del mundo del vídeo sin olvidarse ni un momento de las prestaciones de fotografía. Quieren que sea la opción favorita para los creadores de contenido por sus prestaciones profesionales. Desde su diseño exterior queda claro a quién está dirigido este nuevo buque insignia de la marca. Es una cámara de vídeo profesional disfrazada de cámara fotográfica. Una máquina compacta que presenta continuos guiños al mundo del vídeo. La gran presencia del botón de grabación y sobre todo las ranuras de ventilación que encontramos en la zona de la pantalla nos cuentan todo lo que hace realmente este nuevo modelo. Sin embargo, cuando nos metemos en los menús y empezamos a leer el manual (fundamental en este tipo de cámaras) descubrimos que estamos ante una evolución que permite llegar más lejos en temas tan cuestionados por el gran público como la calidad de imagen en las situaciones de poca luz. Pero vamos a adentrarnos en el nuevo mundo de la GH6. Este nuevo modelo tiene un nuevo sensor Live MOS de 25.2 MP sin filtro de paso bajo, lo que permite aprovechar toda su resolución. Además reduce el efecto rolling shutter a la hora de grabar en vídeo o congelar el movimiento y conseguir un amplio rango dinámico. También encontramos la evolución del conocido procesador Venus de Panasonic, que permite: Más potencia de procesamiento; Mejorar el ruido de luminosidad y el ruido cromático en altas sensibilidades; Mejorar el ruido en las grabaciones gracias a una mejor lectura del movimiento. Y obviamente, gracias al obturador electrónico, esta cámara alcanza los 75 fps en AFS con la máxima resolución. Está claro que la próxima batalla para diferenciarse estará en los fotogramas por segundo que alcance la cámara. Donde ha pegado un salto de calidad considerable es en el mundo del vídeo donde ha mejorado todavía más sus prestaciones. Este modelo por ejemplo, puede grabar en Apple ProRes 422 HQ y Apple ProRes 422, por primera vez en la serie LUMIX para permitir la edición no lineal sin transcodificación. Queda claro que es un modelo de video por la sigla H que aparece en su nombre. Si la G estuviera sola o solo viéramos una S tendríamos un modelo fotográfico entre las manos. Pero no os dejemos engañar por la cubierta y vamos a adentrarnos en su interior. Todavía no se pueden procesar los archivos RAW del nuevo sensor, por lo que imaginamos que cuando lo saquen a la venta en el mes de marzo y los programas de referencia saquen sus actualizaciones, la calidad final será mucho mayor. En absoluto su tamaño corresponde con el tamaño de su sensor. Es más grande y pesada (casi 100 g) que su antecesora, en parte por las rejillas de ventilación que encontramos detrás de la pantalla de 3". La empuñadura es grande y ergonómica para albergar una batería que parece más propia de la serie S de Panasonic. No es un juguete y es algo que se ve claro por la rotundidad de sus formas. Este tamaño permite que en su interior pueda albergar el mejor sistema de limpieza de polvo que encontramos en el mercado y un sistema de estabilización de 7,5 pasos que permite disparar a pulso en exposiciones lentas. Y como consecuencia de esto, también permite el disparo de alta resolución sin trípode, para alcanzar la friolera de archivos de 100 MP. No cabe duda que la Panasonic Lumix GH6 es una cámara de vídeo con prestaciones y cuerpo fotográficos, que viene a sustituir a un modelo que se presentó en el 2018, y ha cambiado tres cosas fundamentales para seguir en la cumbre: un nuevo sensor, un procesador mejorado y unas prestaciones de vídeo actualizadas. En cuanto a su coste y disponibilidad, la nueva Lumix GH6 estará a la venta desde el mes de marzo a un precio de 2.199€ (cuerpo). También estará disponible un kit de cámara y objetivo 12-60mm F.3.5-5.6 por 2.399€ y un kit de cámara con objetivo Leica 12-60mm F2.8-4 por 2.799€ :)
Ubicada a las orillas del Bósforo se encuentra la antigua capital del Imperio Bizantino, cuyas gigantescas cúpulas, tanto de la Basílica cristiana de Santa Sofía como de las mezquitas musulmanas que pretenden imitarla, lo hacen inconfundible. Nos referimos a Constantinopla, cuya fundación, al igual que el de muchas otras ciudades, está envuelta en el misterio. Cuenta la leyenda que el príncipe griego Byzas, (de ahí el nombre de Bizancio como se conoció originalmente a la ciudad) consultó al oráculo de Delfos dónde tenía que fundar un asentamiento. Los adivinos del templo de Apolo le dijeron que el mejor lugar para erigir una nueva ciudad era justo enfrente del país de los ciegos. Byzas partió sin entender la respuesta del oráculo, pero al llegar al paraje donde está ubicada la zona europea de Constantinopla vieron que una población se había establecido en la ribera asiática, sin percatarse del maravilloso emplazamiento que se encontraba al otro lado del Bósforo. Pensaron entonces que esas personas debían estar ciegas porque no se habían dado cuenta de las ventajas de la otra orilla, dotada de un puerto natural como lo era el Cuerno de Oro. Decidió entonces que era ése el lugar donde debía establecerse, tal y como les había dicho el oráculo, fundándola con el nombre de Bizancio y como tal se le conoció hasta el año 330. Cuando Constantino I el Grande comenzó a erigir la nueva Roma, fue consagrada ese año bajo el nombre de Constantinopla, o ciudad de Constantino, convirtiéndola en capital del Imperio Romano de Oriente, o mejor conocida como Imperio Bizantino. Para sus habitantes fue siempre una capital romana. Fue construida sobre "siete colinas", a imagen de Roma, y dividida en catorce regiones, diez de ellas se encontraban dentro de las murallas. La primera Catedral de Santa Sofía, construida por Constantino II junto al Gran Palacio Imperial y consagrada en el año 360, sufrió graves daños por un terremoto en el 532, por lo que el emperador Justiniano levantó una imponente y majestuosa edificación, tal como la podemos admirar hoy. Debido a su posición estratégica entre Europa y Asia, Constantinopla controlaba tanto la ruta entre estos dos continentes como el paso del Mar Mediterráneo al Mar Negro, lo que motivó que, durante siglos, fuese la gran urbe europea medieval mientras que el Imperio Romano de occidente entraba en una profunda crisis política, económica, comercial y demográfica. La ciudad pasó de 30.000 habitantes en la época de Septimio Severo, hasta 400.000 durante el reinado de Justiniano. Durante los siglos VII y VIII el Imperio sufrió una pequeña crisis. En los siglos IX y X, con el Cisma de Oriente, volvió otra etapa de renacimiento. Aunque con las cruzadas comenzó la decadencia del Imperio, la ciudad conservó su importancia como centro cultural y comercial del Mediterráneo. Pero cuando la peste turca hizo su aparición nadie pudo detenerlos y luego de un largo asedio, tomaron la capital bizantina el 7 de mayo de 1453, acabando con el imperio y convirtiendo a Santa Sofía en una mezquita, agregándole cuatro enormes minaretes que se yerguen al cielo. Desde entonces, la ciudad sufrió una profunda transformación cultural pasando de ser cristiano ortodoxo a islámica. Aunque casi todas las iglesias fueron convertidas en mezquitas, fueron construidas nuevas edificaciones de gran tamaño en la ciudad imitando la grandiosidad de Santa Sofía, para conmemorar los reinados de los sultanes. Entre ellas destaca la de Suleyman (Solimán), una mezquita del siglo XVI que mandó construir el sultán Solimán el Magnífico. Otra es uno de los monumentos más visitados de la ciudad es la Mezquita del Sultán Ahmet, más conocida como Mezquita Azul, por el color del azulejo de Iznik que ornamenta su interior. Empeñado en superar a la de Suyleman, se levantó seis minaretes que rodean a esta colosal mezquita. No podíamos de dejar de mencionar en esta lista a una de las joyas de la ciudad, el palacio de Topkapi, desde el que se pueden ver unas impresionantes vistas del Bósforo. Topkapi se empezó a edificar tras la caída de Constantinopla par que sirva de sede del gobierno otomano. Hoy es un museo y es muy recomendable visitar el tesoro que, como su propio nombre indica, está llena de preciadas joyas. Así, en una de sus salas se encuentra el segundo diamante más grande del mundo, de 86 kilates. Topkapi alberga además algunas reliquias de Mahoma - el profeta desnudo del islam - como su manto, su espada, los pelos de su barba o un diente. Otra opción muy recomendable para ver la ciudad desde otra perspectiva es recorrer el Bósforo en barco. Este estrecho, de suma importancia estratégica ya que es la única salida del Mar Negro al Mediterráneo. No cabe duda que luego de visitarla, uno se da cuenta que esta ciudad sigue escribiendo su historia :)