A un año de la brutal guerra civil iniciada entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (SAF), el país del norte de África no parece estar más cerca de la paz. Según la ONU, más de 14.000 personas han muerto y decenas de miles han resultado heridas durante 12 meses de intensos combates. Millones más han sido desplazados y se enfrentan al hambre, advirtió la agencia. El pasado martes, Reuters informó que los ataques alrededor de al-Fashir, la capital de Darfur del Norte, rompieron una tregua que la había protegido del conflicto que duró un año. A medida que aumentan los temores de una catástrofe humanitaria y persisten las acusaciones de interferencia extranjera que impiden las esperanzas de paz, asistimos a un conflicto devastador que muestra pocas señales de disminuir. ¿Qué causó los combates en la tercera nación más grande de África? Antes de que estallaran los enfrentamientos en la nación del noreste de África el 15 de abril del 2023, había habido meses de tensión entre dos generales: el comandante de las Fuerzas Armadas del Sudán, Abdel Fattah al-Burhan, y el líder de las RSF, Mohamed Hamdan Daglo, también conocido como Hemedti. Las tensiones aumentaron debido a un desacuerdo sobre la integración de la fuerza paramilitar al ejército nacional, así como sobre la jurisdicción que debería supervisar este proceso. La fusión fue un elemento crucial de la transición del país a la democracia, que inicialmente estaba prevista para abril del 2023, antes del estallido de la guerra. Burhan, jefe de Estado de facto y presidente del Consejo Soberano de Transición de Sudán, y su entonces adjunto, Hemedti, están ahora envueltos en una lucha de poder. En abril del 2019 lideraron conjuntamente un golpe militar para derrocar al dictador Omar al-Bashir, que había estado en el poder durante 30 años. Lo hicieron de nuevo en octubre del 2021, cuando derrocaron a la autoridad de transición liderada por civiles, con la que habían estado compartiendo el poder desde el derrocamiento de Al-Bashir. Desde entonces, las dos partes se han culpado mutuamente repetidamente de provocar el conflicto y atacar a civiles. ¿Qué quieren las facciones en guerra? No están de acuerdo sobre el modo de transición. En una serie de declaraciones, el líder de RSF, Hemedti, ha insistido en una transición a un gobierno civil. El pasado mes de agosto propuso elecciones, una democracia federal y multicultural y un ejército unificado, como parte del llamado plan 'Sudán Renacido’. Burhan, por su parte, también ha dicho que apoya la idea de volver a un gobierno civil, pero que sólo entregará el poder a un gobierno electo. Ha subrayado además la necesidad de integrar las RSF en las SAF en un plazo de dos años, haciendo hincapié en que deben rendir cuentas ante los dirigentes militares. Hemedti, por otro lado, está a favor de poner a sus tropas directamente bajo el control de las fuerzas civiles del Consejo Soberano y extender el proceso de transición a más de diez años. Los combates que comenzaron en la capital, Jartum, se han extendido desde entonces a otras ciudades, provocando oleadas de asesinatos motivados por motivos étnicos en la región de Darfur, lugar de una guerra civil a principios de la década del 2000. La ONU dice que “una crisis de proporciones épicas” se ha apoderado del país, con más de 18 millones de sudaneses, la mayoría de los cuales son niños, enfrentando el hambre. La mitad de la población del país (25 millones de personas) necesita asistencia vital. Según la organización, más de 8,6 millones se han visto obligados a huir de sus hogares, incluidos 1,8 millones de refugiados, mientras sólo entre el 20 y el 30% de los centros de salud del país siguen funcionando. UNICEF dijo que necesita urgentemente 240 millones de dólares durante los próximos seis meses para evitar la hambruna en las 93 localidades más vulnerables de Sudán, hogar de 3,5 millones de niños menores de cinco años. En el primer aniversario del conflicto, Francia y sus aliados “prometieron 2.130 millones de dólares para apoyar el Plan de Respuesta Humanitaria de la ONU para Sudán”, que requiere 2.700 millones de dólares pero hasta ahora sólo ha recibido alrededor del 6% de esa cantidad. Según Mohamed Ibn Chambas, Alto Representante de la iniciativa Silenciar las Armas de la Comisión de la Unión Africana, el conflicto que dura un año en Sudán ha hecho retroceder al país décadas, afirmando que se necesitará más de una “generación para reconstruir Sudán a su estado anterior a la guerra”. Entretanto, numerosos intentos de alcanzar un acuerdo de alto el fuego, con la mediación de Arabia Saudita y EE.UU. en Jeddah, incluidos los acordados por las partes en conflicto, finalmente fracasaron. En enero, el gobierno liderado por el ejército de Sudán dijo que suspendería su membresía en la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), un bloque regional de África Oriental que ha estado tratando de mediar en el brutal conflicto en el país. Las autoridades criticaron a la IGAD por invitar al jefe de RSF a una cumbre en la que se habían reunido los líderes del bloque de ocho miembros. Burhan, el líder del Consejo Soberano, ha rechazado repetidamente las reuniones cara a cara propuestas por la IGAD con su rival y se ha negado a colaborar con un comité de crisis liderado por Kenia encargado de mediar en las conversaciones, alegando que Nairobi se ha puesto del lado de las fuerzas paramilitares. Por su parte, el líder de la milicia Hemedti ha expresado su deseo de alcanzar un acuerdo de alto el fuego a largo plazo, pero el jefe del ejército ha declarado que no entablará negociaciones con “traidores”. El mes pasado, Burhan exigió el restablecimiento de Sudán en la Unión Africana (UA) a cambio de aceptar una misión de mediación para poner fin al conflicto armado. El país devastado por la guerra fue suspendido de la organización panafricana en el 2021 luego de que los generales rivales destituyeran el consejo civil de transición. Los líderes del ejército del país han acusado a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) de suministrar armas a las RSF para luchar contra las fuerzas militares nacionales. Abu Dhabi ha negado las acusaciones. Reuters citó a un funcionario del gobierno diciendo que desde que comenzó el conflicto, los Emiratos Árabes Unidos han pedido constantemente una reducción de las tensiones, un alto el fuego y el inicio de un diálogo diplomático en Sudán. En diciembre, Sudán declaró personas non gratas a 15 miembros del personal de la embajada de los Emiratos y les ordenó abandonar el país en un plazo de 48 horas. La medida se produjo luego de que, según informes, el gobierno emiratí expulsara a tres diplomáticos sudaneses de Abu Dhabi. El viernes pasado, la Secretaria General Adjunta de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz de la ONU, Rosemary Anne DiCarlo, afirmó que los ejércitos rivales han continuado su batalla debido al suministro de armas de sus partidarios extranjeros. “Estos actores externos continúan despreciando el régimen de sanciones impuesto por el Consejo para apoyar una solución política, alimentando así el conflicto. Esto es ilegal, es inmoral y debe terminar”, dijo DiCarlo ante el Consejo de Seguridad de la ONU. ¿Son delirantes las esperanzas de paz? Los gobiernos y organizaciones que han pedido repetidamente una solución pacífica a la guerra todavía están tratando de persuadir a las partes en conflicto para que hablen. A principios de este año, durante las conversaciones con el ministro sudanés de Finanzas y Planificación Económica, Gibril Ibrahim, el viceministro ruso de Asuntos Exteriores, Mikhail Bogdanov, reiteró el compromiso de Moscú con un rápido cese de las hostilidades y pidió un diálogo inclusivo entre los sudaneses. La ONU ha expresado ilusamente su confianza en las conversaciones de paz entre EE.UU. y Arabia Saudita en Jeddah, afirmando que “proporcionan un vehículo prometedor para el diálogo entre las partes en conflicto para lograr un acuerdo sobre un alto el fuego y acuerdos de seguridad de transición relacionados”. La organización se ha comprometido a “redoblar esfuerzos” con sus socios, incluidos la UA, la IGAD y la Liga Árabe, para lograr un cese de hostilidades a largo plazo en Sudán. Mientras tanto, funcionarios del ejército sudanés han declarado que no habrá alto el fuego a menos que el grupo paramilitar se rinda. A un año del inicio del conflicto, las partes todavía están capturando ciudades clave. Esta semana, Reuters informó que los ataques de RSF alrededor de al-Fashir, la ciudad capital de Darfur del Norte, han roto una tregua que la había protegido del conflicto que duró un año. La lucha por Al Fashir, el último presunto reducto del ejército sudanés en Darfur, podría prolongarse e inflamar las tensiones étnicas, según el medio, que citó a testigos que dijeron que el ejército ha reforzado suministros y tropas localmente, incluso mediante un lanzamiento aéreo a su base en la ciudad. En espera del asalto final - lo que significara una masacre que duplicara el número total de los muertos desde que comenzó la guerra en abril del año pasado y que ya se aproxima a los 200.000 - es necesario que la comunidad internacional intervenga para detener un conflicto que se extiende y exacerba cada día.
Como sabéis, el clima y el tipo de hábitat determinan la biodiversidad de cada rincón del planeta. Hay especies adaptadas a condiciones realmente extremas, como las que encuentran reposo a grandes profundidades en el océano o los renos que viven en el archipiélago noruego de las Svalbard, formado por un grupo de islas ubicadas entre los 74 y los 81 grados de latitud norte. En esta fría región del océano Glacial Ártico, en verano, las máximas no superan, de media, los cinco grados centígrados. Sin embargo, los 20.000 renos que viven aquí saben perfectamente cómo ingeniárselas para hacer frente a estas condiciones. Posiblemente el rasgo más destacable de estos mamíferos es que son más pequeños – los llaman los ‘renos enanos de las Svalbard’- y sedentarios que sus homólogos de la Europa continental y Norteamérica, lo que les permite ser más eficientes fisiológicamente, es decir, gastar menos energía. Podríamos pensar que el aumento de las temperaturas derivado del cambio climático podría favorecer a estos herbívoros, los más septentrionales de la Tierra. No obstante, un estudio en el que han participado expertos de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU, por sus siglas en inglés), revela que el calor les esta dificultando el acceso a la comida. Hasta ahora, los renos de las Svalbard se alimentaban del forraje cubierto de nieve que reposa en el suelo, pero en los últimos años las lluvias - que no nevadas - acontecidas durante el invierno han acabado por formar una impenetrable capa de hielo que impide que los renos accedan al pasto, lo que hace que deban buscar fuentes alternativas de alimento. Ya en el 2019 unos 200 renos murieron de hambre. Esto ha despertado gran preocupación entre los científicos, quienes atribuyen lo ocurrido al cambio climático. Se trata de una sombría cifra nunca antes registrada desde que comenzó el monitoreo en la zona, hace más de 40 años. Los expertos explican que en diciembre de ese año se registró en el Ártico una temperatura más cálida de lo habitual, que dio como resultado lluvias intensas. Las precipitaciones provocaron que el suelo de Svalbard se congelara posteriormente, produciendo una capa de hielo dura y gruesa. Por lo general, los renos pueden cavar a través de la nieve para alcanzar la vegetación que hay debajo, pero esta capa de hielo era tan impenetrable que los animales acabaron muriendo de inanición. "Da miedo encontrar tantos animales muertos", comentó Pedersen a la emisora pública noruega NRK. "Este es un ejemplo aterrador de cómo el cambio climático afecta la naturaleza. Es triste", añadió. Y su situación no ha mejorado desde entonces. En este sentido, el trabajo revela que, ante este escenario, un tercio de los renos del archipiélago optan ahora por alimentarse de algas, algo que los investigadores han podido saber gracias al análisis de los excrementos de los renos. En concreto, para la realización del estudio, los biólogos analizaron excrementos tanto de individuos que vivían cerca de la costa como de otros que vivían en zonas más alejadas de la misma. Al final, pudieron concluir que los primeros se alimentaban mucho más de algas que los segundos. Asimismo, observaron que, durante la última década, un número creciente de renos se ha ido desplazando hasta la costa, precisamente por la imposibilidad de acceder al pasto, ahora cubierto de hielo. Según apuntan los expertos, esto les está permitiendo apenas sobrevivir, pero podría no ser del todo bueno para ellos, ya que, pese a que las algas les aportan calorías adicionales, también les provocan muchas diarreas, probablemente, debido a la sal. Con todo, el trabajo pone de manifiesto la gran capacidad de los renos para tratar de adaptarse a los cambios, al igual que lo hacen otras especies animales, y no les queda otra, ya que los efectos derivados del cambio climático son cada vez más evidentes y se están empezando a notar incluso en las zonas más remotas del planeta. Los científicos no descartan que si el cambio climático sigue avanzando, el calentamiento puede estar situando esta singular subespecie al borde de la catástrofe.