Una tragedia de proporciones se cierne sobre la martirizada Irak, donde el autodenominado “Ejercito Islámico de Irak y el Levante” (ISIS, por sus siglas en inglés) -
un grupo terrorista sunnita financiado por Arabia Saudita - ya se encuentra a escasos kilómetros de Bagdad, dispuestos a desatar una masacre entre los cada vez más angustiados residentes de la capital, mientras que Occidente observa con desinterés el drama que allí se vive y no parece estar dispuesto a involucrarse en otra sangrienta guerra en la cual tiene mucho que perder.
Si bien Washington se ha limitado a desplegar unos 300 “asesores militares” – tal como lo aseguro a inicios de semana John Kerry durante su visita sorpresa a Bagdad - y estudiar la conveniencia de usar drones para diezmar a las milicias integristas, esta “ayuda” es insuficiente para salvar al régimen colaboracionista de Nuri Al Maliki, quien para disgusto de la Casa Blanca, ha solicitado el apoyo militar de Irán (chiitas al igual que su régimen) para evitar el colapso final. Pero ¿de dónde ha salido esta poderosa milicia que aterroriza el país? ¿Cómo pudieron estos terroristas fortalecerse tanto y quién podría detenerlos?. Se cree que este grupo controla 2.000 millones de dólares y se compone de 10.000 combatientes, lo cual le permite luchar exitosamente contra el desmoralizado ejército iraquí y así intentar controlar una región que se extiende desde la ciudad de Alepo en Siria hasta las ciudades de Faluya, Mosul y Tal Afar en Irak. ISIS se formó como una rama de Al Qaeda en Irak liderada por Abu Bakr al Baghdadi. Entonces se llamaba Estado Islámico de Irak y no actuaba directamente en Siria. A mediados de 2011 uno de sus miembros, Abu Mohamad Al-Golani, fundó el Frente al-Nusra, que pasó a ser el principal actor de la guerra civil en Siria, obteniendo en particular los recursos del Ejercito Islámico de Irak. Buscando mantener su influencia sobre el Frente al-Nusra, en abril del año pasado, este grupo pasó a denominarse Estado Islámico de Irak y Levante (nombre antiguo de los territorios sirios) y empezó a actuar también en este país. Sin embargo, las diferencias ideológicas y estratégicas enfrentaron a ambos grupos. Es más, los métodos sanguinarios y las actividades violentas de ISIS, como los desmembramientos o las decapitaciones, resultaron demasiado radicales, no solamente para las milicias sirias, sino también para la propia Al Qaeda. El pasado mes de febrero, el líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, anunció que dejaba de apoyar a ISIS y el mes pasado pidió a la milicia que dejara de actuar en Siria – donde son perseguidos implacablemente por el gobierno de Damasco - y volviera a Irak.
En cuanto a los fondos del grupo, estos provienen mayoritariamente de Arabia Saudita, según denuncio el veterano periodista Robert Fisk en un artículo publicado en The Independent. Ellos consideran “blasfemos” a los chiitas que gobiernan Irak, y sobretodo a Irán - que apoya militarmente a Al Maliki - su principal enemigo. Para agravar la situación, estas milicias sunnitas han jurado que destruirán las ciudades santas del chiísmo, Nayaf y Kerbala (donde están enterrados Ali y Husein, las dos figuras fundacionales del islam chiíta) que se encuentran ubicadas a 160 Km. al sur de Bagdad. Lo que buscan es gobernar el mundo musulmán bajo la ley de la shariá, y la primera etapa es tomar el control sobre Irak para convertirlo en su santuario y desde allí realizar campañas contra los “infieles”, que incluyen atentados terroristas en Occidente. Su salvajismo no conoce límites y se ha hecho patente en Mosul, donde fueron asesinados indiscriminadamente centenares de civiles y soldados tras la toma de la ciudad. Bagdad aun recuerda con horror como hace 11 años, luego de ser bombardeada intensamente con cientos de misiles estadounidenses -
la cantidad de muertos ocasionados por tal acción criminal nunca se supo - fue tomada por asalto por los invasores y sometida a un saqueo generalizado que duro varios días. Esta vez será distinto, ya que más de 20.000 milicianos chiitas se encuentran en la ciudad, armados hasta los dientes para demostrar su compromiso de luchar hasta la muerte contra los terroristas sunnitas del ISIS que avanzan hacia la capital. La amenaza que representan estas milicias es tan seria que es considerado como un peligro para toda la región. Sin embargo, Washington cree que la carga principal de combatirlos debe recaer sobre las autoridades de Irak, descartando así involucrarse directamente en un conflicto originados por ellos mismos en el 2003.
Como sabéis, EEUU y sus aliados dejaron a su paso un Irak completamente destruido, creando un vacío de poder que desenterró las históricas tensiones sectarias, alentadas por las políticas de exclusión del gobierno colaboracionista del chiíta Nuri Al Maliki, y que poco a poco fue derivando en un conflicto armado de imprevisibles consecuencias."Cuando los estadounidenses llegaron en el 2003, destruyeron el Estado iraquí, su ejército, su administración, su policía y todo lo que permite a un país mantenerse en pie", escribió el periodista Dexter Filkins en The New Yorker. "Lo que construimos se está derrumbando. Esa es la verdadera herencia de la guerra estadounidense en Irak", añadió. Un baño de sangre se avizora en el horizonte de un desgarrado país que se precipita en el abismo :(