Se trata de una pequeña y empobrecida república europea, ubicada entre Rumania y Ucrania (con una importante población de origen ruso en la parte oriental del país que se proclamó independiente con el nombre de Transnistria en 1990, la cual si bien no es reconocida internacionalmente, tiene la protección de facto por parte de Moscú) la cual parece condenada al desgobierno tras las multitudinarias protestas realizadas el último fin de semana exigiendo la caída del régimen pro-occidental al haber sido elegido por el Parlamento de manera ilegítima. Su precaria situación amenaza aún más las ya tensas relaciones entre Moscú y Bruselas, con intereses contrapuestos en la zona. Esta crisis se agudizó con la sorpresiva formación de un nuevo gobierno conservador patrocinado por los partidos europeístas, cuyos dirigentes se encuentran envueltos en sonados escándalos de corrupción, lo cual ha lanzado a las calles a miles de personas pidiendo la destitución del presidente Nicolae Timofti - en el cargo desde el 2012 - y la convocatoria de nuevas elecciones legislativas. El desencadenante de la actual crisis fueron las revelaciones que salieron a la luz sobre la súbita “desaparición” de un préstamo de 915 millones de dólares, entre un 15% y un 20% del Producto Interior Bruto del país. Los manifestantes se oponen a la reciente investidura del europeísta Pavel Filip como primer ministro, un hombre al que ven como estrechamente ligado al oligarca Vladimir Plahotniuc, a quien responsabilizan de los elevados niveles de corrupción que existen en el país. "Esto no es vida, solo sobrevivimos", se quejaba, ante los micrófonos de una cadena de televisión rusa, uno de los manifestantes moldavos. "El pueblo está con nosotros; no quiere apoyar a los oligarcas y a las autoridades criminales", ha espetado Andrei Nastase en la plaza de la Gran Unión Nacional, situada frente al Parlamento, en un ambiente gélido y una ciudad cubierta por la nieve. "Debemos unirnos y crear un órgano coordinador que dirigirá la liberación del país, tomado por los oligarcas", ha demandado. La crisis política es un estado casi natural en Moldavia, que durante tres años (2009-2012) no tuvo presidente por la imposibilidad de reunir una mayoría de tres quintos de los votos en el Parlamento, toda vez que el jefe de Estado se elige de forma indirecta. Desde las elecciones de noviembre de 2014, planteadas como decisivas para elegir entre Rusia y Occidente, los escándalos no han dejado de sacudir el país, las protestas populares abarrotan las calles de Chisinau y ya se han sucedido al frente del Ejecutivo tres primeros ministros. Chiril Gaburici, que en febrero del 2015 se puso al timón de Moldavia con el apoyo del Partido Liberal-Demócrata (PLD), el Partido Demócrata (PD) y el Partido Comunista (PC), dimitió cuatro meses más tarde tras ser acusado por la Fiscalía de falsificar su diploma universitario. Su sucesor, Valeri Strelets, resistió aún menos en el cargo, del que fue derribado a finales del pasado octubre por una moción de censura contra el Gobierno de la Alianza por la Integración Europea (AIE, formado por el PLD, el PD y el Partido Liberal), salpicado por un escándalo de malversación de fondos públicos. Dos semanas antes, Vlad Filat, exprimer ministro moldavo y líder del PLD, formación de la que también formaba parte Strelets, fue detenido por las autoridades y acusado de varios delitos de corrupción. Ahora el centro de la discordia es el recién electo Pavel Filip, cuyas relaciones con la mafia son conocidas por todos. Es por ello que hartos de la corrupción, miles de personas protestan desde finales de septiembre en Chisinau, capital del país, para exigir la convocatoria de elecciones anticipadas y también que el jefe de Estado se elija mediante sufragio universal. Las protestas organizadas por sectores pro-rusos y la plataforma Dignidad y Justicia (DA, en sus siglas en moldavo) empezaron la pasada primavera, cuando las autoridades reconocieron el robo del 2.000 millones de dólares de tres bancos moldavos a los que el Estado concedió cuantiosos créditos. Después de que los tres bancos, integrados en un mismo grupo, dilapidaran mil millones de dólares entre 2012 y 2013, el Gobierno del entonces primer ministro, Yuri Lianke, firmó un decreto secreto para “prestarles” otros mil millones de dólares. Luego se supo que ese dinero también había “desaparecido” y el Gobierno europeísta tuvo que reconocer que había prestado dinero a las tres entidades corruptas. Ese fue el detonante de las protestas que no tienen cuando acabar. Por el momento, las autoridades moldavas cuentan con el respaldo de la Unión Europea y han advertido que no darán su brazo a torcer ni serán convocados nuevos comicios, por lo que se espera más violencia en los próximos días. Diversos analistas han asegurado que el grado de inestabilidad política es tal, que una agudización de las manifestaciones anunciadas por la oposición - que pide un acercamiento a Rusia, alejándose con ello de la órbita europea y las pretensiones del actual gobierno de integrarse en la UE - puede conducir al fragmentado país por cauces peligrosos. Como era de esperar, Moscú observa atentamente la situación en Moldavia, ha reconocido el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien aseguró que el Presidente Vladímir Putin está al tanto de los últimos acontecimientos en Chisinau y ha hecho un llamado a las autoridades moldavas a respetar la ley, condenando así la negativa de ese gobierno a conceder visas de entrada a un grupo de periodistas rusos. “Desafortunadamente, hemos sido testigos de la acciones similares en la vecina Ucrania" expresó. Precisamente con este último país dividido por las ambiciones de los EE.UU. y sus socios de la OTAN, Moldavia ocupa un lugar estratégico para Rusia ya que desde su parte oriental (Transnistria) convertido en un enclave pro-ruso, Moscú puede vigilar el occidente de Ucrania con la mirada puesta en Odessa, esperando el momento oportuno para reunificarla con la Madre Patria, tal como sucedió con Crimea, privando así a la camarilla golpista de Kiev de su acceso al Mar Negro. En cuanto a Moldavia - que hasta 1940 fue parte de Rumania - victima de ambiciones desbordadas, con un gobierno inestable y una oposición que acaba de adoptar una resolución creando un Consejo de Salvación Nacional con el fin de disolver el Parlamento y convocar a nuevos comicios, se dirige a la anarquía mas absoluta :(
Los rumores circulan por la red desde hace meses; Apple prepara una nueva versión de su teléfono que podría considerarse como el sucesor del iPhone 5c, el modelo con carcasa de policarbonato plástico que la compañía lanzó al mercado en septiembre de 2013. Según la web 9to5Mac, este nuevo modelo se anunciará a mediados del mes de marzo y se conocerá como iPhone 5se. Se trata de un teléfono más pequeño que los actuales iPhone 6 y 6 Plus. Tendrá cuatro pulgadas de pantalla, como el resto de la gama iPhone5, y estaría ya en fase de pruebas en el campus de Apple. La compañía aún no ha decidido qué versión de su procesador incluirá en el dispositivo, aunque podría ser la misma que tienen los actuales iPhone 6s y 6s Plus, el A9. Esto permitiría al teléfono ofrecer la función de escucha continua para el asistente virtual Siri, entre otras. El iPhone 5se tendría una cámara similar a la del iPhone 6, de 8 megapíxeles, Live Photos -las fotos animadas que Apple ha incluido en la última versión del teléfono- y soporte para la plataforma de pago Apple Pay. El diseño será parecido al del último modelo, con una pantalla de bordes curvos y estará disponible en dos versiones de 16 y 64 GB de capacidad. A un precio menor que el de los actuales iPhones, este modelo puede ser clave para salvar un año difícil para la compañía de la manzana. Tras años de gran crecimiento y con los mercados occidentales dando síntomas de saturación, muchos analistas creen que 2016 será el primer ejercicio en el que el número de iPhones vendidos se mantenga estable o incluso descienda. Como sabéis, las acciones de Apple han caído de forma significativa en los últimos tres meses como reflejo de esta preocupación y la empresa ya no es la mayor tecnológica por cotización bursátil, un puesto que Google le arrebató a finales de la semana pasada. Un iPhone más económico, sin embargo, podría suponer un catalizador para las ventas de la compañía en India, el territorio en el que la industria móvil tiene puesta sus esperanzas de crecimiento para los próximos años :)
Ya sabemos cuales serán los equipos que disputarán la final de la NFL el próximo 7 de febrero. En efecto, los Broncos de Denver y las Panthers de Carolina serán los protagonistas del Súper Bowl 50 a celebrarse en el Levi´s Stadium de Santa Clara (California) luego de conquistar sus respectivos campeonatos de conferencia para ganarse el boleto al máximo escenario de la NFL en su edición especial de medio siglo. Como sabéis, la final de la NFL congrega frente a la televisión a miles de telespectadores. Su retransmisión dispara las audiencias y los precios de los anuncios que se emiten durante el juego son estratosféricos. Según la revista Forbes, la edición XLIX (que ganaron los New England Patriots por 28-24 a los Seattle Seahawks ) tuvo una audiencia de 114.4 millones de espectadores tan sólo en los Estados Unidos, generando una ganancia de cuatro mil millones de dólares. Como todo buen espectáculo que se precie, la Super Bowl cuenta con la mejor música del momento durante el descanso. En esta ocasión, el encuentro tendrá como atractivo a Coldplay. Para conmemorar el dorado aniversario, la liga decidió cambiar por única vez el logo del Super Bowl y en lugar de utilizar los tradicionales números romanos, ahora el emblema será el número arábigo 50 con el trofeo Vince Lombardi en medio. La idea es resaltar la celebración del primer medio siglo. Es la primera vez que se abandona esta tradición. Cada edición de la final se distingue así porque el tiempo que pasa entre una y otra abarca dos distintos años del calendario. Asimismo, la cadena de televisión CBS usará un nuevo sistema de repetición que ofrecerá una perspectiva de 360 grados y una resolución nunca antes vista. Treinta y seis cámaras colgadas del piso superior del Levi's Stadium podrán congelar el momento y girar en torno a la jugada antes de seguir proyectando la escena. “La teleaudiencia del 7 de febrero será capaz de revisar la visión que tiene el quarterback y la perspectiva de otros jugadores en el campo, y también puede ser sujeta a animaciones” dijo el presidente de CBS Sports, Sean McManus, durante una reunión de críticos de televisión este martes. En España, probablemente este evento pase casi desapercibido. Del partido se pondrán ver algunas imágenes en los telediarios del lunes y poco más. Si acaso, se hablará del anuncio más caro de los emitidos por la televisión norteamericana o de la actuación del descanso. Para muchos europeos, la Super Bowl es un espectáculo más parecido al circo que a una final de la Eurocopa, una excusa para gastar dinero y beber cervezas, en la que el partido es lo de menos. Sin embargo, es evidente que la Super Bowl es algo más. Incluso personas que no sólo es que no son aficionados el football, es que ni siquiera ven ningún deporte prácticamente nunca, se juntan con sus amigos para ver el partido. La final de la NFL se ha convertido por ello en un acontecimiento social de primera magnitud en los EE.UU. Si Acción de Gracias o Navidad son las fiestas familiares, la Super Bowl es el día de los amigos. Algo así como un 4 de julio en pleno invierno. Una ocasión para montar una fiesta en casa, invitar a los colegas, a sus familias y juntarse alrededor de la tele y la mesa. Con cientos de grandes eventos que tienen lugar en territorio estadounidense cada año: un Grand Slam de tenis, tres de golf, finales de NBA o MLB, carreras de Nascar, la liga universitaria... ninguno tiene, ni remotamente, el impacto de la Super Bowl. No es casualidad. Más allá de que sea una buena excusa para montar una barbacoa en casa e invitar a los amigos (algo que harán la gran mayoría de norteamericanos); lo cierto es que el football (lo otro es soccer) es considerado “un deporte espectacular, apasionante, intenso y de una riqueza táctica difícil de igualar” según los entendidos. :)