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miércoles, 7 de junio de 2023

NEPAL: Juego de poderes

Washington está haciendo todo lo posible para atraer a su lado al gobierno de de Nepal - que llegó al poder a fines de diciembre - lejos de la influencia de sus dos vecinos más grandes: India y China. Ambas naciones están enfrascadas en un “Gran Juego” sobre la diminuta nación del Himalaya, que se ha convertido en un victima colateral en este juego diplomático, en el que EE.UU. está tratando de incursionar como una tercera potencia. A principios de este año, los diplomáticos nepalíes tenían mucho trabajo por hacer, al recibir de forma seguida la visita de una serie de los funcionarios estadounidenses que intentan determinar el estado de ánimo político en Katmandú. No es de extrañar por ello que las acciones de Washington definitivamente tendrán un impacto en el enfrentamiento entre Beijing y Nueva Delhi, que se desarrolla en el Himalaya. Nepal, uno de los 46 países más pobres del mundo, a menudo ha aprovechado su importancia geoestratégica para calibrar su política exterior “equidistante” como un estado tapón entre las superpotencias asiáticas. Katmandú ha disfrutado de lazos históricos con Nueva Delhi, como el único antiguo reino hindú en el mundo, sobre la base del Tratado de Paz y Amistad de 1950. Sin embargo, los lazos bilaterales de Nueva Delhi con Kathamdu han empeorado debido a disputas fronterizas de larga data y acusaciones de "tácticas de intimidación del Gran Hermano", agudizado en los últimos años desde la llegada al poder en la India del ultranacionalista BJP de Narendra Modi .Como consecuencia de ello, Nepal buscaba alejarse de la India. Los lazos bilaterales experimentaron un nuevo enfriamiento luego de que el país fuera devastado por un terrible terremoto en el 2015, que se cobró más de 9.000 vidas. El enfrentamiento comenzó al poco tiempo de que Nueva Delhi impusiera un bloqueo económico “castigador” de cuatro meses, que entró en vigor a unos meses del terremoto. Las restricciones siguieron a las protestas contra la nueva constitución del país por parte de los madhesi, quienes son étnica y socialmente cercanos a los indios al otro lado de la frontera. Sus principales quejas fueron la discriminación y la falta de aceptación por parte del estado nepalí, que siempre ha sido un coto privado de los hindúes de casta superior. Se pensaba que la gente de las colinas despreciaba a los de Terai, o las llanuras del sur del país. Los madhesis, que comprenden alrededor del 30% de los 30 millones de habitantes de Nepal, citaron ciertas medidas de ciudadanía que sintieron que los afectarían de manera desproporcionada debido a los matrimonios transfronterizos con India. Como podéis suponer, la política de la India en Nepal se ha visto en gran medida a través del prisma madhesi. Pero una estrategia de vecindad tan miope a menudo ha llevado a tensiones cada vez mayores entre los habitantes de las tierras bajas y los habitantes de las tierras altas, que han emigrado allí en las últimas décadas. En un ojo por ojo diplomático, Katmandú aumentó las tensiones al publicar un nuevo mapa que exacerbó las polémicas disputas fronterizas en el 2020. En efecto, el gobierno nepalí reclamó Kalapani, Limpiyadhura y Lipulekh - que integra el estado montañoso de la India de Uttarakhand - como parte de su territorio soberano. Nueva Delhi se ofendió y calificó el mapa de "artificial e inaceptable". Este agravamiento resultó ser aún más doloroso para la India en el contexto de las relaciones triangulares, donde China ha emergido como el invitado indeseado. Sucede que el poderoso vecino al norte de Nepal, está aprovechando el debilitamiento del control de la India sobre Katmandú, invirtiendo en Nepal grandes cantidades de dinero para el desarrollo de la infraestructura en la nación montañosa, abordando terrenos inaccesibles y una economía que depende en gran medida de las remesas y el turismo. Beijing le ha estado ‘sugiriendo’ además a Katmandú que el Himalaya puede no ser una barrera para el comercio ferroviario con el resto de Asia o Europa, o incluso para el comercio marítimo a través del Mar de China Meridional. De esta manera, el país sin litoral estuvo considerando activamente alternativas a los puertos marítimos de la India que viene utilizando, como Kolkata y Visakhapatnam, y reemplazarlos por los puertos marítimos y secos de China, como Tianjin, Shenzhen, Lianyungang y Zhanjiang Lanzhou, Lhasa y Xigatse, respectivamente, que serán más accesibles una vez que los enlaces viales y ferroviarios se establezcan bajo la ambiciosa Iniciativa Belt and Road (BRI) de Beijing. Para evitar perder a su presa, la India necesita profundizar la facilitación del comercio para que Nepal mantenga la Iniciativa de la Bahía de Bengala para la Cooperación Técnica y Económica Multisectorial (BIMSTEC) relevante como una agrupación subregional marítima. Pero ese movimiento de política se ha topado con un obstáculo, porque Beijing siempre ha considerado a Nepal como el punto débil del sur del Tíbet y ha estado buscando constantemente aumentar su compromiso comercial con Katmandú. Los datos muestran que China en 1995 representaba un insignificante 0,7% del comercio de Katmandú mientras que el 99,03% restante era con la India, a casi tres décadas de ello, la cifra correspondiente muestra que el comercio de Nepal con India se había reducido en alrededor del 64%. En el 2019, alrededor del 40 % de las nuevas inversiones extranjeras directas (IED) en Nepal era chinos, frente al 30 % de la India. Además, desde mediados de la década de 1990, el Partido Comunista Chino había prometido $11,65 millones por año a Nepal en el marco de un programa de cooperación económica y técnica para implementar proyectos de desarrollo de infraestructura. Sin embargo, Beijing ‘aflojo’ generosamente los hilos de su bolsa para proyectos de infraestructura masivos en el país, y hoy se estima que ascienden a 15.000 millones de dólares. Ante esta situación, un Nepal empobrecido no tenía otra opción que ganarse el favor de China, incluso a riesgo de convertirse en otro Sri Lanka. En tanto, la nación está en medio de un éxodo masivo de jóvenes debido a la falta de oportunidades económicas. El PIB ronda los $30 mil millones y se ha reducido aún más desde la pandemia de Covid-19, en medio de una mayor inestabilidad política desde la abolición de la monarquía en el 2008. En promedio, 3.000 jóvenes salen del país diariamente, ya sea con visas de trabajo o de estudiante, y es poco probable que la mayoría regrese. Las remesas de más de $ 9 mil millones y alrededor del 25% del PIB, y el turismo de más de $ 2 mil millones y un estimado del 7% del PIB, son las principales fuentes de ingresos, además de la ayuda exterior, que supera los $ 2 mil millones anuales. La conversión de Nepal con una democracia “defectuosa” comenzó en 1990. Tras un levantamiento popular, el país se convirtió en una monarquía constitucional. Ha habido 28 primeros ministros desde 1990 y varios de ellos, incluidos Girija Prasad Koirala, Surya Bahadur Thapa, Deuba y ahora Prachanda (cuyo nombre real es Pushpa Kamal Dahal), han ocupado el cargo varias veces, pero ninguno ha completado el mandato de cinco años desde 1990. Significativamente, Nueva Delhi se vio sorprendida por Prachanda al convertirse en primer ministro por tercera vez, luego de haber respaldado a su oponente Deuba para que asumiera el cargo por sexta vez, un récord, luego de que su partido del Congreso de Nepal emergiera como el más grande luego de las elecciones federales del año pasado. Está claro que la India busca mantener su influencia sobre Nepal, e intenta ganar a China en un nuevo "Gran Juego" aprovechando el oportunismo político de Prachanda, quien de un momento a otro ha dejado de lado todas sus furibundas críticas a Nueva Delhi cuando era líder de oposición y ahora busca un acercamiento, para disgusto de Beijing… y regocijo de Washington. En efecto, el nuevo primer ministro eligió a la India como destino de su visita inaugural al extranjero, al igual que todos los demás primeros ministros nepaleses en lo que ahora es una larga tradición. Durante su viaje de cuatro días, que concluyo el último sábado, Prachanda se ha apegado al guión que tenía la aprobación de Nueva Delhi escrita de antemano, a pesar de que India solo le tendió la alfombra roja luego de seis meses de que llegó al poder. Las calles de Katmandú, a menudo una fuente de rumores contra el 'Gran Hermano' Indio, han sido un hervidero desde el cambio de actitud de Prachanda luego de que hábilmente tomara el poder por tercera vez. India ha sido acusada por los partidos de oposición de Nepal, incluido el CPN (UML), de pasar por alto el mandato del pueblo de instalar un gobierno de su elección en un intento por mantener a raya los avances de su adversario chino. La estratagema de Prachanda de elegir a la India como su primer punto de escala es sintomática de su política oportunista, porque necesita a la India más que nunca para permanecer en el poder. Se ve que no tiene escrúpulos en dejar de lado su declarada inclinación pro-china de antes de las elecciones que lo llevo al Poder. La conveniencia política ha sido el sello distintivo de su accidentada carrera . Por ejemplo, su postura beligerante como líder de la oposición y sus feroces discursos sobre la revisión del Tratado de Amistad entre Nepal y la India de 1950 -la piedra angular de las relaciones bilaterales- y la resolución de espinosas disputas fronterizas parecen ser cosa del pasado. Su cambio de imagen se deriva de su intento de aferrarse al poder por las buenas o por las malas. Su Partido Comunista de Nepal (Centro Maoísta) había logrado ganar solo 32 escaños en la cámara baja del Parlamento de 275 miembros, conocida como Pratinidhi Sabha, pero hábiles maniobras lo ayudaron a burlar a los dos partidos más grandes, el NC y el CPN-UML, y convertirse en primer ministro. La razón más plausible detrás de las nuevas propuestas favorables a la India de Prachanda se puede rastrear hasta el persistente cortejo de la India por parte de EE.UU. El primer ministro nepalí es muy consciente de las intenciones de Washington, quien ve a Nueva Delhi como un baluarte contra una China en ascenso. Al mismo tiempo, la India quiere mantener en buena posición a quienquiera que esté en el poder en Katmandú para obstaculizar los avances de Beijing y Prachanda quiere ser un beneficiario del juego de poder global. Nepal también es un terreno fértil para que el gobierno de Narendra Modi juegue la carta del nacionalismo hindú en las elecciones parlamentarias del próximo año, ya que es probable que la política domestica ocupe un lugar central en medio de una creciente polarización. Prachanda cumple todos los requisitos, a pesar de la escasa fuerza de su partido en el Parlamento. Modi ve en su homólogo nepalí a un político que está dispuesto a ceder cuando se le pide en un intento por aferrarse al poder. Es una situación en la que todos ganan, tanto para la India como para los EE. UU. con Prachanda a la cabeza. Además, de un solo golpe, el gobierno indio ha logrado mantener fuera de escena al CPN-UML, que ha estado virando abiertamente hacia China. De esta manera, Nueva Delhi se siente segura de haber enviado un mensaje a Beijing sobre quién manda realmente en Katmandú. La falta de ideología política de Prachanda, donde el poder es el único elixir, guía sus acciones bajo el manto del ultranacionalismo. Resultó ser un útil para los intereses indios. El líder maoísta fue un defensor de la sangrienta Guerra Popular en Nepal, cuyas cicatrices aún no se curan en una nación de mayoría hindú desgarrada por la política de castas, a pesar de varios intentos de reconciliación bajo la égida de las Naciones Unidas . Él mismo había pasado a la clandestinidad en 1996, mientras la guerra civil continuaba durante la siguiente década. Prachanda se refugió en la India mientras más de 13.000 de sus compatriotas perecieron en la guerra civil. La lucha culminó cuando el último rey de Nepal, Gyanendra Shah, se inclinó ante las protestas callejeras y renunció a sus poderes absolutos y al trono en el 2008. Como comandante maoísta, las escandalosas demandas de Prachanda, como la derogación del Tratado de Amistad Nepal-India de 1950, prohibiciones generales sobre el cine indio y los vehículos indios, fueron algunas de las ideas radicales que fueron dejadas de lado cuando se convirtió en gobierno. Su crítica mordaz y su oposición a todo lo relacionado con la India se desmoronaron al mismo tiempo, según fuentes de inteligencia indias.Por lo visto, había llegado a firmar un pacto secreto con el gobierno indio para operar desde su exilio en el mayor vecino del sur de Nepal, mientras este se debatía en una guerra civil. Cabe precisar que la política de India en ese país ha sido un juego de adivinanzas a lo largo de los años, donde Nueva Delhi rara vez pone todos los huevos en una sola canasta. Aunque el gobierno de Prachanda parece estable gracias a una cómoda mayoría en el Parlamento, enfrenta graves desafíos económicos en medio de la hiperinflación y el descontento público en aumento. Esta situación podría llevar a que el NC y el CPN (UML) podrían unirse en el Congreso y tomar el poder eliminando a Prachanda. Mientras la India está atenta ante esta posible maniobra, China busca una oportunidad para eclipsar a Nueva Delhi. En un escenario tan inestable, es poco probable que Nueva Delhi mantenga una línea directa solo con Prachanda, cuyo oportunismo político es conocido y al sentirse acosado, podría llevar a la pequeña nación del Himalaya a una mayor incertidumbre política y al caos. La India también es consciente del hecho de que el territorio nepalí podría ser volver a ser utilizado por su archirrival Pakistán para realizar actividades subversivas contra Nueva Delhi. La pregunta para la India es si debe esperar y ver cómo se desintegra el mandato de Prachanda, tal como sucedió en el pasado, gracias a los caprichos de la inestabilidad política de Nepal. ¿O debería reemplazarlo por otro al cual considere como el más apto para seguir bailando al ritmo de Nueva Delhi? No debería tardar en decidirse, ya que Beijing también quiere tener parte en este juego.de poderes. Sus millonarias inversiones allí realizadas significan que no dejara que se la arrebaten fácilmente.

LONG MARCH 9: El rival chino del Starschip de Elon Musk

Lejos quedaron los tiempos en los que EE.UU. y Rusia eran los únicos líderes del sector espacial. En la actualidad, son cada vez más los países que destinan recursos a sobrepasar los límites de nuestro planeta y, como posiblemente os imagináis, a mostrar músculo frente a sus rivales. China es uno de los ejemplos más destacados de este escenario. En efecto, el gigante asiático llegó tarde a la fiesta de la conquista del cosmos. Lanzó su primer satélite, el Hong 1, a 13 años del Sputnik y consiguió enviar un taikonauta al espacio con su propio cohete en el 2003, a 42 años del histórico vuelo del cosmonauta ruso Yuri Gagarin. Estos retrasos en el calendario, sin embargo, no le han impedido soñar en grande y obtener logros extraordinarios. En el 2019, China se convirtió en el primer país en posarse con una sonda no tripulada en la cara oculta de la Luna y en el 2021 repitió la hazaña, pero millones de kilómetros dentro del espacio profundo, en Marte, lo que le permitió fotografiar de cerca el planeta rojo. Y claro, no debemos olvidar que el país ha logrado construir su propia estación espacial llamado Tiangong, un proyecto que de momento ya consta de tres módulos. Ahora bien, no es ningún secreto que ha resurgido el interés por llegar a la Luna e incluso visitar Marte. La piedra angular de estos ambiciosos objetivos, al menos para la NASA y sus socios internacionales es el Starship. Se pretende que el sistema de lanzamiento de SpaceX, el más poderoso jamás creado, ayude a colonizar nuestro satélite y sirva como sistema de transporte en futuros vuelos interplanetarios. Pero China, que tras sus últimos logros ha ingresado en el podio de las potencias espaciales, está desarrollando un equivalente al Starship. Estamos hablando del Long March 9, un sistema de lanzamiento reutilizable de tres etapas capaz de transportar 160 toneladas en carga útil hasta la órbita terrestre baja (frente a los 150 del sistema Starship ) y hasta 53 toneladas a la Luna, donde tiene previsto construir una base espacial en el polo sur del satélite antes del 2030 y tomar posesión de las grandes reservas de agua recién descubiertas, lo que ha causado alarma en la NASA ante esa posibilidad. El Long March 9, como su nombre lo indica, es una evolución del Long March 5, un vehículo de lanzamiento más pequeño que conocemos bien por sus reingresos sin control a través de la atmósfera terrestre. En cuanto a sus dimensiones, nos encontramos con que tendrá una altura de 114 metros y un diámetro de 10,6 metros (mientras el Starship tiene 120 metros de altura y un diámetro de 9 metros). A nivel de propulsión, se prevé que este sistema de lanzamiento chino se mueva con 30 motores en su primera etapa, cuatro motores en su segunda etapa y un motor en su tercera y última etapa. Podemos mencionar que el Starship tiene una configuración de 33 motores en la etapa principal. Las comparaciones en este punto, sin embargo, pueden ser en vano si no las enfrentamos a los valores de empuje reales de empuje de cada alternativa. Cabe señalar que muchos detalles del Long March 9 todavía no han sido dados a conocer. De hecho, el proyecto ha sufrido una gran cantidad de cambios importantes de diseño y configuración desde sus inicios en el 2016. La Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China asegura que los motores de tras tres etapas están casi terminados. En tanto, la carcasa, el carenado y los anillos intermedios ya se han construido. Por su parte, el Instituto de Propulsión Aeroespacial de Beijing ha anunciado que también está listo el tanque de combustible principal del cohete. En un comunicado, uno de los líderes de diseño del vehículo de lanzamiento, Hu Zhenggen, ha dicho que se necesitaron más de seis años para completar la construcción del tanque, una tarea que involucró desafíos de diseño, materiales, desarrollo y finalmente pruebas. En relación al diseño exterior, una maqueta ha sido exhibida recientemente en el Zhuhai China Air Show. El proyecto parece avanzar a paso firme, aunque todavía tiene un largo camino que recorrer. De acuerdo al cronograma del proyecto, el primer vuelo del Long March 9, una prueba similar a la que hizo SpaceX con su Starship, debería tener lugar el 2027. Es más, al año siguiente, está previsto que un robot sea enviado a la luna como parte de la misión Chang'e 8, y estará encargado de fabricar “ladrillos de suelo lunar” para la futura base. Entretanto, los ingenieros chinos están trabajando también en el desarrollo de un nuevo vehículo tripulado y una versión más pequeña de la nave transportará a los taikonautas a la órbita terrestre baja (LEO). Esta nave se acoplará a la estación espacial Tiangong, mientras que otra, un poco más grande, llevará a los tripulantes chinos hasta la superficie de la Luna. Por lo visto, la carrera espacial no se detiene y China en cooperación con Rusia, piensa ganarla a costa de los EE.UU. ¿Conseguirá su objetivo?
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