El acceso al número 10 del Downing Street de un personaje tan extravagante y ridículo como Boris Johnson difícilmente podría llegar en un momento más inoportuno a medida que aumentan las tensiones entre los EE.UU., Gran Bretaña e Irán, propiciadas por Washington con el claro objetivo de desatar un conflicto en el Golfo Pérsico ‘justificando’ así una invasión militar para derrocar a la República Islámica para - de la misma manera que sucedió con Irak - apoderarse de sus inmensos recursos petrolíferos. Precisamente, los temores al estallido de una guerra han crecido de una manera alarmante en los últimos días con Johnson como primer ministro. Para algunos el tipo pudiera parecer divertido, pero el resto del mundo lo ve simplemente como lo que es: un loco. Lo que más preocupa aparte de su grotesca apariencia, es la manera poco diplomática de comportarse ante los demás y expresarse con una vulgaridad pocas veces vista, tratando al resto de las personas de una manera, por decirlo suavemente, ‘incorrecta’. Vamos, que es un patán en toda regla, un bocazas como Donald Trump (de quien por cierto se considera su Alter Ego) y con ello lo decimos todo. Johnson no parece saber cuándo dejar de ofender a las personas con su lenguaje soez. Sus notorios comentarios públicos que bordean la islamofobia - a pesar de tener padres turcos - ya le habrán generado gran desprecio en Irán. Tendrá por ello muy poca autoridad y no podrá generar confianza en Teherán si quiere que las delicadas negociaciones para reducir las tensiones en el Golfo Pérsico vayan a tener éxito alguna vez, en particular debido a la incautación de barcos británicos, en respuesta a la ilegal captura de un petrolero iraní en Gibraltar, hecho considerado como un acto de piratería por los iraníes. A ello debemos agregar que el gobierno británico y la Oficina de Asuntos Exteriores se encuentran desorganizados, ya que varios ministros de alto rango - que se encargaban precisamente de ese asunto - entregaron sus renuncias en protesta por su llegada al poder en sustitución de Theresa May. Uno de los que renunciaron fue Alan Duncan, que estaba a cargo de las relaciones del Reino Unido con Washington y la Unión Europea. La falta de asesores principales en la Oficina de Relaciones Exteriores le dará a Boris Jonson la oportunidad para presentarse como la figura torpe e imprudente que es. Y es que manejar una situación geopolítica delicada como la que existe en estos momentos, no es algo que se puede confiar a un discapacitado mental. Lo que no puede sorprender a nadie, es que el nuevo primer ministro de 55 años muestra una gran admiración por Donald Trump, con el cual comparte el mismo grado de locura, por lo que la sintonía entre ambos es total. Rastrero como nadie, Johnson se ha degradado varias veces a sí mismo para halagar a la Casa Blanca. Así, cuando Trump atacó a Kim Darroch - el entonces embajador británico en los EE.UU. - por una serie de cables filtrados donde criticaba duramente a la administración estadounidense, el cobarde de Johnson repudio al diplomático, sellando así su caída y retirada de la embajada a principios de este mes. La renuencia de Johnson a defender al experimentado embajador fue un intento cínico de congraciarse con Trump. La misma actitud deferente se vio nuevamente cuando Trump fue ampliamente cuestionado tanto por los políticos estadounidenses como por los europeos por usar diatribas para atacar a cuatro oscuras congresistas demócratas con afán de figuración. En un debate televisado por el Reino Unido, Johnson dijo que la retórica de Trump fue de lo más apropiada y se negó rotundamente a condenar el lenguaje incendiario del inquilino de la Casa Blanca. Fiel a su carácter bipolar, Johnson parece ‘olvidar’ que hace cuatro años califico a Trump de " loco " por decretar la prohibición de ingresar a los EE.UU. de personas de siete países de mayoría musulmana. Desde entonces, todo ha cambiado y ahora Johnson se ha esforzado para congraciarse con Trump, quien por cierto, le ha devuelto los elogios, calificándolo como un "gran líder " incluso antes de su elección como primer Ministro por el Partido Conservador. Como sabéis,
Trump es un ferviente partidario del plan de Johnson para un 'Brexit' duro de la Unión Europea este otoño. Después de todo, fue Johnson quien, junto con el líder ultranacionalista y conocido euroescéptico Nigel Farage, impulsó todo el asunto del Brexit tras el triunfo del referéndum en el 2016. Como fiel Brexiteer, ha despreciado abiertamente la diplomacia blanda con Bruselas, y es mas que probable que saque al Reino Unido de la UE sin ningún pacto comercial con el bloque. Al igual que otros Brexiteers duros, Johnson sufre delirios de grandeza, buscando la restauración de la influencia de la Gran Bretaña en el mundo y su renacimiento como una gran potencia global, al igual que en los días del Imperio Británico hace más de un siglo. Es esta arrogancia delirante lo que hace que Johnson se incline hacia Trump, porque sabe que libre de las infames ataduras de la UE, Gran Bretaña tendrá que firmar un pacto comercial con EE. UU. como un salvavidas. Es por ese motivo que las tensiones crecientes con Irán son particularmente peligrosas. Johnson es responsable de cumplir las órdenes de Trump sobre Irán sin dudas ni murmuraciones, incluso con más cercanía que la habitual " relación especial " británica con Washington. Gran Bretaña ya ha demostrado su disposición en las últimas semanas para aumentar la presión máxima sobre Irán por órdenes de los EE.UU., lo que ha llevado al incremento de las tensiones y los riesgos de una confrontación militar. Con Johnson a la cabeza en Downing Street, la perspectiva de que la conducta imprudente de Trump sea repetida por el en el Golfo Pérsico, es muy real y alarmante. De esta manera, la visión que el mundo tiene de la Gran Bretaña como un perro faldero de EE. UU. se hará aún más precisa bajo el liderazgo de Johnson. Incluso si no implica a su país en otra guerra de agresión criminal como cómplice de los estadounidenses, la imagen internacional del Reino Unido se verá empañada aún más de lo que ya está. A ello debemos agregar que el abierto desprecio que tiene Johnson por sus “aliados” europeos - en especial, Francia - promete echar a Gran Bretaña a la deriva como una pequeña nación que ha sido golpeada por fuerzas económicas globales que están más allá de su control. Durante la reunión del Partido Conservador para elegir a un nuevo Primer Ministro, Johnson fustigo con dureza a la Unión Europea y Alemania, en particular, por el "suave trato " hacia Rusia, demostrando estar en la misma línea ‘rusofóbica’ de Trump, repitiendo burdas afirmaciones sin fundamento alguno acerca de que agentes rusos habían llevado a cabo el asesinato del ex espía Sergei Skripal y su hija en Salisbury en marzo del 2018. Y criticó por ello a Europa “por no tomar una línea más agresiva hacia Moscú” en apoyo de Gran Bretaña. Recordemos asimismo que fue Johnson quien, como Secretario de Asuntos Exteriores, lanzó grotescamente una serie de acusaciones muy especulativas contra Rusia. Incluso, ridículamente, acuso sin prueba alguna de una supuesta conspiración contra su país al presidente ruso Vladimir Putin. Dicha calumnia no solo viola escandalosamente las normas internacionales, sino que demuestra que padece un defecto mental profundamente arraigado como es la rusofobia. Más tarde se descubrió que Johnson había mentido sobre su supuesta información que implicaba a Rusia, pero rehusó disculparse, quedando como el pobre diablo que es, quien tira la piedra y esconde la mano. Pero allí no quedo todo, ya que durante su elección como Primer Ministro, afirmo en su insania que Gran Bretaña estaba a la vanguardia "para detener la agresión de Putin contra Occidente" (?). Su nula comprensión de la historia, a pesar de sus absurdas pretensiones de querer ser visto como todo un erudito “experto”, se ilustró en toda su magnitud cuando comparó a Rusia, que fue anfitrión de la Copa del Mundo del 2018 con el III Reich alemán, que organizo los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, una comparación absurda desde todo punto de vista porque se trata de dos torneos completamente diferentes, queriendo de esta enrevesada manera de ‘asociar’ a Putín con Hitler y sus políticas expansionistas. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia lo reprendió en ese momento y declaró: “Es inconcebible pensar que esta persona sea el líder político de una potencia nuclear”. Por lo visto, Johnson no ha aprendido la lección y se ha deshonrado aún más, al afirmar que la "anexión" rusa de Crimea era comparable a la realizada por los alemanes con los Sudetes checos en 1938 como consecuencia del Pacto de Munich, firmada entre otros por la Gran Bretaña. Asimismo, ‘advirtió’ el hecho de que los EE.UU. y el resto de Europa no tomaran medidas punitivas contra Rusia, equivalía a un apaciguamiento político similar al ofrecido a Hitler durante la década de 1930 antes de la Segunda Guerra Mundial. “Es totalmente apropiado equiparar al Tercer Reich con la nueva Rusia de Putin” expreso fuera de si, alterando groseramente la historia, ya que ambos sucesos - Los Sudetes y Crimea - fueron una reparación histórica a graves injusticias cometidas por sus antecesores. Como podéis comprobar, tener a un ignorante bufón con un inflado sentido de superioridad como Primer Ministro de Gran Bretaña, es un peligro potencial por su deseo enfermizo de exacerbar las tensiones internacionales ya de por si volátiles, no solo con respecto a Irán, sino también entre EE.UU., Europa y Rusia. Boris Johnson es un payaso sin restricciones, cuyo ascenso inmerecido al poder terminará entre lágrimas. Solo podemos esperar que esas lágrimas sean suyas y no del resto del mundo :)
Cuando los rumores hablaban de una hipotética A7000 (una APS-C con el cuerpo de una A7) o de la esperadísima A7S III, la multinacional se ha destapado presentando la Sony A7R IV, modelo de mayor resolución de su familia que, precisamente, marca un nuevo hito al incorporar un sensor full frame retroiluminado de 61 Megapíxeles. Una resolución sin precedentes en un cuerpo compacto y liviano, que además se acompaña del mayor rango dinámico del sistema Alpha y un alto rendimiento en velocidad de disparo y enfoque. Y es que la sucesora de la Sony A7R III se presenta como la cámara de fotograma completo de mayor resolución de la historia de la casa ofreciendo así una calidad de imagen sorprendente con alta resolución y amplio rango dinámico, a la vez que mantiene un excelente rendimiento de enfoque, disparo continuo de alta velocidad y mucho, mucho más. La principal novedad es ese CMOS retroiluminado con tamaño full frame que llega a los 61.0 millones de puntos, el primero del mundo en su clase. Se trata de un nuevo captor de imagen desarrollado en base a una nueva estructura de retroiluminación y novedosas técnicas para la reducción de ruido que prometen un rendimiento de ruido extremadamente bajo y de alta sensibilidad que garantiza la máxima calidad de imagen y un amplio rango dinámico que llegaría hasta los 15 pasos. Por si esta resolución no fuera bastante, la nueva cámara incluye un modo evolucionado de disparo múltiple Pixel Shift (es decir, de apilado de imágenes) que en este caso trabaja con hasta 16 fotos para captar un total de 963.2 millones de píxeles que vuelca en una imagen de 19.008x12.672 píxeles usando la aplicación de escritorio Imaging Edge. Otra novedad es la inclusión del visor de mayor resolución de toda la gama Sony, un EVF UXGA OLED Tru-finder de 5,76 millones de puntos (aproximadamente 1,6 veces más que la resolución de la A 7R III). La cámara cuenta con el ya habitual sistema óptico de estabilización de imagen de cinco ejes integrado en el cuerpo, pero se ha optimizado para ofrecer un rendimiento de hasta 5,5 pasos y se ha rediseñado el compartimento que aloja el obturador para reducir aún más posibles trepidaciones. Como era de esperar, el sistema de enfoque también se ha mejorado y en este caso el AF ofrece un total de 567 puntos AF con detección de fase que cubren aproximadamente el 74% del área de la imagen. Además, también hay 425 puntos de AF de contraste para agregar una precisión y confiabilidad adicionales para situaciones de poca luz y otras que se solucionan mejor con este tipo de enfoque. Por otro lado, la mayor densidad del sensor de AF y los refinados algoritmos de seguimiento de la nueva cámara producen una notable mejora en el rendimiento del seguimiento de sujetos. Además, la cámara es compatible con el sistema Real-time Eye AF (para personas y animales), una de las grandes novedades de la marca en los últimos tiempos. En cuanto a la velocidad de disparo, la A7R IV promete realizar ráfagas de hasta diez fps con seguimiento AF/AE continuo y durante unos siete segundos (aprox) haciendo fotos en resolución completa, tanto JPEG como RAW. Velocidad que se multiplica por tres (aprox.) si elegimos el modo de recorte APS-C que entrega imágenes de 26.2 megapíxeles. Otro apartado que se ha visto mejorado respecto a su antecesora es el de la conectividad que se ha mejorado pensando en su uso dentro de un flujo de trabajo profesional. Así, se han incorporado funciones avanzadas de conectividad, como el WiFi de 5 GHz de alta velocidad y la conectividad remota con ordenadores (novedad en Sony) que permite el control remoto de la cámara desde un PC sin necesidad de cables. Por supuesto otro apartado que no podía faltar es el de la grabación de vídeo, donde la A7R IV ofrece grabación de video en 4K/30p (3.840x2.160 píxeles) con lectura de píxeles completa y sin pixel binning en el modo Súper 35 mm. También incluye los modos S-Log 2, S-Log 3 y HLG (Hybrid Log-Gamma), para ofrecer prestaciones de vídeo de alta calidad, así como el sistema Real-time Eye AF por vez primera para el campo del vídeo. Como podéis ver en la imagen que ilustra la nota, la nueva Sony A7R IV no parece muy distinta a sus hermanas de la familia A7/A9 pero sí que se han introducido algunas mejoras en su diseño para potenciar la facilidad de uso. Mejoras que, en muchos casos, han sido sugeridas por la comunidad profesional de usuarios de Sony. Lo primero, y seguramente más importante, es que se ha maximizado su durabilidad para lograr una resistencia mejorada al polvo y la humedad gracias a un sellado adicional en todas las costuras de su cuerpo, incluyendo la tapa del compartimiento de la batería y las ranuras para tarjetas. El rediseño del cuerpo se traduce además en algunas mejoras que afectan al agarre, un aumento del tamaño del botón AF-ON, un rediseño del joystick multiselector y del botón de bloqueo del dial de compensación de exposición, así como del dial trasero que además se ha movido. Por último, incorpora interfaz USB-C y conector Sync para flashes y, respondiendo a las peticiones de sus usuarios profesionales, incluye dos ranuras para tarjetasambas compatibles con UHS-II. En cuanto a su coste y disponibilidad, la Sony Alpha 7R IV se pondrá a la venta el próximo mes de agosto con un precio aproximado de 4.000 euros (solo cuerpo) :)
Desde el final de la Guerra Fría muchas cosas han cambiado en materia de Defensa. El armamento se ha modernizado y la tecnología ha cambiado por completo el aspecto de las guerras, pero aún hay detalles que aguantan al paso de los tiempos. Símbolos como los aviones especializados, sobre todo los bombarderos. Todo apuntaba a que desaparecerían pero su adiós se ha quedado a medias. Lejos de desprenderse de estos modelos, estadounidenses, rusos y chinos están trabajando en una nueva generación de aviones especializados en el bombardeo estratégico. Los primeros son los que van más avanzados y el programa que conducirá a que su nuevo bombardero, el B-21, levante el vuelo, avanza a todo ritmo. Por eso es buen momento para analizar las claves de este programa y tratar de atisbar lo que nos deparará el futuro de estas naves. El B-21 responde a un programa lanzado por la Fuerza Aérea norteamericana (USAF) para dotarse de un bombardero que sea capaz de reemplazar a los B-1, B-2 y B-52, actualmente en servicio. El programa se denomina LRS-B (Long Range Strike Bomber) y se lanzó en julio del 2014 con un requerimiento básico planteado por las instituciones para, en octubre del 2015, adjudicarse el proyecto a la compañía Northrop – Grumman un contrato de desarrollo. El hecho de que haya sido esta empresa la adjudicataria del contrato no es casual, al contrario, parece lo más lógico ya que se trata de la misma empresa que diseñó y fabricó el B-2. El siguiente hito del programa tuvo lugar el 14 de marzo del 2016, coincidiendo con el '32nd Air Warfare Symposium', una especie de congreso anual sobre guerra aérea, donde se designó oficialmente al avión objeto del programa como B-21. Posteriormente fue bautizado como Raider en “honor” de la acción de un bombardeo criminal llevada a cabo sobre Japón el 18 de abril de 1942 por 16 bombarderos B-25 que despegaron del portaaviones Hornet. Actualmente el programa ha superado la 'revisión de diseño preliminar', donde se da luz verde a una primera aproximación que hace el fabricante sobre el modelo y más recientemente, en el 2017, se aprobó igualmente el llamado CDR o Critical Desing Rewie, documento que desarrolla el anterior y donde se analizan y revisan ya aspectos de bastante detalle del aparato. Sin embargo, el secreto envuelve todo lo concerniente al programa y parece lógico, ya que el B-21 está llamado a convertirse en un arma estratégica de los EE.UU. La USAF es reacia incluso a dar cualquier dato sobre los costes porque “podrían revelar o dar pistas sobre algunas de las capacidades del nuevo avión”. Son relevantes, sin embargo, las cifras que se han estado barajando sobre el número de aviones que se fabricarían. La USAF habla de “no menos de 100 aviones” aunque también afirman que esta cantidad podría verse aumentada a 180 e incluso 200 ejemplares. Para un avión al que se le van a pedir muchas tareas, como a continuación veremos, 100 unidades pueden resultar excesivamente pocas si tenemos en cuenta que cualquier cifra de material militar hay que reducirla un mínimo de un 30% (averías, mantenimientos, etc.) para saber el número real de aviones disponibles en un momento dado. Nada de esto es extraño porque lo que no tenía sentido es lo que ocurrió con el B-2. Una flota de tan solo 21 aparatos (de los que se perdió uno en accidente) para un modelo con unos costes de desarrollo exagerados que termina elevando el precio unitario al infinito y los costes operativos, lo que se denomina el 'coste por hora de vuelo' a cifras prohibitivas. Para el B-2, del que es casi imposible precisar una cifra de coste unitario mínimamente realista, se citan valores de unos 750 millones de dólares cada uno, algo que se nos antoja escaso si se considera el coste total de desarrollo. Con todo, se habla de que un posible precio podría situarse entre 550 y 600 millones. Aunque no se conoce oficialmente ningún dato sobre las capacidades del B-21, se han revelado detalles con los que podremos adivinar algunas de sus características. El primer aspecto es que se va a basar en mucha de la experiencia adquirida con el bombardero B-2 y con los cazas de quinta generación F-22 y F-35. Se define como “bombardero supersónico de gran radio de acción” y este es un tema importante ya que, por ejemplo, el B-2 siempre tuvo el hándicap de ser un avión subsónico, apostando todo a su bajísima detectabilidad al radar. Las características 'Stealth' van a ser de un nivel hoy desconocido. Tiene que ser así si quiere sobrevivir, porque ha de ir necesariamente por delante de los avances en radares. Será también un avión muy polivalente ya que además de bombardero táctico y estratégico en el sentido clásico, debe ser capaz de actuar como avión de reconocimiento e inteligencia y como elemento de coordinación de guerra, lo que permitiría aplicar lo que se denomina 'networked sensor-shoot', algo de difícil traducción literal pero que implica una doctrina de mando y control muy avanzada con elevadísima integración de fuentes de información. Las funciones de inteligencia son obvias para una aeronave de gran radio de acción, baja detectabilidad al radar y una carga de sensores desconocida hoy en día. La función de elemento de coordinación de guerra indica que, gracias a sus capacidades, podrá actuar como una plataforma que integre, no sólo la información de sus sensores, sino la de cualquier elemento presente en el campo de batalla, desde la observación directa por una unidad de infantería, otros aviones, un drone o un satélite. Esta integración asociada a una capacidad de computación sin precedentes, permitirá al B-21 coordinar otros medios en el ataque o la defensa de las unidades propias. Lo que viene siendo un centro neurálgico volante. Estas capacidades se ven reforzadas por el dato de que se ha previsto que el futuro B-21 actúe conjuntamente con el también revolucionario y futurístico caza PCA (Penetrating Counter Air). La utilización conjunta de ambos aviones, puede dar lugar a acciones de guerra que hoy serían de película de ciencia ficción. Del B-2 va a heredar mucho más que el diseño de ala voladora. Heredará sobre todo métodos de producción y, más mundano, la misma factoría donde se construyeron los B-2 y las mismas bases donde ahora operan tanto el B-1 como el B-2. Del F-22 cogerá, sin duda, la experiencia adquirida (en lo bueno y en lo malo) de los materiales y tecnología de baja detectabilidad y, por supuesto, de su fantástico radar AESA. Del F-35 también tomará algo, de entrada los futuros motores del B-21, que estarán basados en el motor Pratt & Whitney F135, el motor que lleva el F-35. Esto supondrá además, un ahorro sustancial de costes tanto en el programa del bombardero como en el del caza por elementos compartidos. Con todo, el desarrollo de este nuevo avión es una realidad y así lo ha afirmado recientemente el teniente general Arnold W. Bunch, Asesor Militar del Subsecretario de Adquisiciones para la USAF: “El B-21 sigue logrando un progreso positivo y continúa en el buen camino para estar operativo a mediados de la década del 2020. La Fuerza Aérea sigue comprometida con una flota mínima de 100 B-21 que proporcionarán las capacidades necesarias para cumplir con los futuros requisitos del Mando de Combate. El B-21 sigue siendo una prioridad absoluta de la defensa nacional” asevero. Por cierto, ultimas informaciones dan cuenta que el B-21 Raider, realizaría su primer vuelo en el 2021, según se desprende de las declaraciones del vicepresidente del Estado Mayor de la Fuerza Aérea de EE.UU., Stephen Wilson, quien relató que tiene una aplicación en su teléfono "contando los días", que le mostraba que en ese momento faltaban "863 días para el primer vuelo", lo que situaría el primer vuelo del B-21 en el 3 de diciembre del 2021, según recoge Air Force Magazine ¿sera cierto ello? :)