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miércoles, 4 de septiembre de 2024

ETIOPIA: Enemigos ancestrales

El 1 de enero del 2024, Etiopía y la región somalí de Somalilandia - un antiguo protectorado británico, que autoproclamó su independencia de Somalia en 1991, pero sin reconocimiento internacional alguno - firmaron un Memorándum de Entendimiento (MoU, por sus siglas en inglés), que ha provocado desde entonces una importante crisis política en el Cuerno de África, la cual puede afectar a la estabilidad y la seguridad regional. Este acuerdo, cuyo texto completo no ha sido difundido, establece que Somalilandia arrendará a Etiopía unos 20 kilómetros de su costa del mar Rojo, alrededor de la estratégica ciudad portuaria de Berbera, por un periodo de 50 años. A cambio, el MoU -como reconoce Addis Ababa -incluye una cláusula por la que Etiopía podría valorar, en el futuro, el reconocimiento de la independencia de Somalilandia, lo que convertiría al país africano en el primer Estado miembro de Naciones Unidas en hacerlo. Según el gobierno federal de Etiopía, este acuerdo les otorga “la oportunidad de establecer una base naval y servicios marítimos comerciales en el Golfo de Adén”; pero, de forma inmediata, ha provocado la denuncia de Somalia, oficialmente dividido en siete estados federales, incluido Somalilandia, a la que considera una parte integrante del país, a pesar de que goza de una amplia autonomía efectiva. Por este motivo, el gobierno somalí ha prometido oponerse por todos los medios legales a lo que considera una “agresión” y una “violación flagrante de su soberanía”; y exige a las partes firmantes que desistan de este acuerdo. Así, propone a Etiopia resolver esta disputa de forma negociada, pero al mismo tiempo el presidente somalí, Hassan Sheikh Mohamud, ha subrayado que “defenderemos nuestro país, lo defenderemos por todos los medios necesarios y buscaremos el apoyo de cualquier aliado dispuesto a ayudarnos”, en referencia a Egipto y Turquía, ancestrales enemigos de Etiopia. Pero lejos de retractarse del acuerdo, y a pesar del unánime rechazo internacional de la controversia surgida, Etiopía ha mostrado su determinación a implantar todas sus cláusulas. Hace un año, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, declaró que el acceso al mar era una cuestión existencial para su país. Como sabéis, Etiopía perdió sus puertos cuando Eritrea se independizó en 1993, y hoy es el país sin salida al mar más poblado del mundo. Abiy enfatizó recientemente que “se espera que para el año 2030, Etiopía tenga una población de 150 millones de personas, ese número no puede vivir en una prisión geográfica. Permitir la secesión de Eritrea fue un gran error histórico” asevero. Por su parte, en una entrevista televisiva, el presidente de Somalilandia, Muse Bihi Abdi, ha querido matizar que el acuerdo solo otorga a Etiopía una base naval en el mar Rojo, que “es estrictamente para fines militares y no implica ninguna actividad comercial o de transporte de mercancías. Por lo tanto, la oposición a este acuerdo dentro de Somalia parece basarse en información distorsionada” señalo. Pero desde que se conoció el acuerdo, Somalia ha reiterado su llamamiento a toda la comunidad internacional, con el objetivo de “defender su integridad territorial e instar a Etiopía a respetar las normas internacionales establecidas”. En respuesta, la reacción internacional ha sido unánime, y ningún país ha respaldado públicamente el acuerdo portuario. Entre otros, la Unión Europea, EE.UU., Egipto y Turquía han pedido “que se respete la soberanía somalí”; mientras que las Naciones Unidas reclaman un diálogo para resolver la tensión creciente entre Somalia y Etiopía. Asimismo, Washington, a través de su Consejo de Seguridad Nacional declaro que estaba trabajando con socios en la región, para presionar contra el memorando de entendimiento no vinculante: “como hemos dicho muchas, muchas veces, apoyamos la soberanía de Somalia, su integridad territorial, y tiene que ser respetada” y este acuerdo “amenaza con interrumpir la lucha que los somalíes, los africanos y los socios internacionales regionales, incluidos nosotros, contra el terrorismo integrista” (Lo que no dicen, es que ellos fueron también quienes los armaron y entrenaron, tal como hicieron con Al Qaeda e ISIS). Mientras Turquía, que tiene una presencia destacada en Somalia - con el que ha firmado acuerdos militares y navales, por lo cual Ankara se compromete a garantizar la seguridad de las costas somalíes y a cambio obtiene derechos para explotar los recursos marinos de Mogadiscio - declaró su “compromiso con la unidad, la soberanía y la integridad territorial” del país. En tanto, el dictador de Egipto, Abdul Fattah al-Sisi, afirmó que no permitirá ninguna amenaza a Somalia ni a su seguridad, y recordó a Etiopia que “tratar de apoderarse de un pedazo de tierra para controlarlo es algo con lo que nadie estará de acuerdo”, subrayando que la cooperación en el desarrollo regional era una mejor estrategia. Al respecto, el gobierno etíope rechazó las declaraciones de Egipto, ya que el memorándum solo se trata de un acuerdo comercial destinado a asegurar el acceso al mar y no un intento de anexarse el territorio. Si bien los soldados turcos ya están presentes oficialmente desde hace algún tiempo en Somalia para formar a soldados y policías somalíes, según algunas fuentes, Egipto también se está preparando para desplegar hasta 10.000 soldados en Somalia en el marco de la misión AUSSOM que comenzará oficialmente en enero del 2025. Esta noticia ha sido mal recibida en Addis Abeba, donde el Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Etíope advirtió que “La región está entrando en aguas inexploradas. Etiopía no puede permanecer inerte mientras otros actores toman medidas para desestabilizar la región”, afirma el comunicado etíope, dirigido, aunque sin nombrarlo, a Egipto, país con el que mantiene una amarga disputa por la Gran Presa del Renacimiento Etíope (Grand Ethiopian Renaissance Dam) considerada por El Cairo “como una amenaza a su seguridad hídrica y alimentaria”. La declaración de Addis Abeba se emitió a un día de que Egipto y Somalia firmaran un pacto de defensa y un protocolo de cooperación militar con el que reiteraron su compromiso “de fortalecer los vínculos bilaterales y consolidar la seguridad regional”. El pacto fue firmado durante la reciente visita del dictador somalí, Hassan Sheikh Mohamud, a El Cairo, donde se reunió con el sátrapa egipcio Abdel Fattah al-Sisi, quien siempre se ha opuesto a los planes de Etiopia. Como sabéis, esta megaconstrucción, que estará en pleno rendimiento en el 2025, será la mayor represa hidroeléctrica del continente africano, cuya producción no solo abastecerá de electricidad a los 110 millones de etíopes, sino que su excedente podrá ser exportado a Sudán, Kenia y Djibouti. Sin embargo Egipto cree que la perjudica porque “retiene el agua del Nilo”, exigiendo por ello su destrucción. Es innecesario mencionar la importancia fundamental de este rio para la existencia de Egipto desde los principios del tiempo por ser su única fuente de agua, por lo que la disminución afectaría la importante producción agrícola que depende de las inundaciones anuales y del retroceso del río para fertilizar sus tierras, así como a industrias tan elementales como la de la fabricación de ladrillos, por la falta de la materia prima, una actividad floreciente por siglos, que ya no alcanza ni a la mitad del millón de unidades que fabricaban hasta hace tres años. El instinto independiente de Etiopía le ha llevado a convertirse en el único país del continente que ha podido mantenerse fuera de la etapa colonial, más allá del interregno italiano (1936-1941), al tiempo que a lo largo de su historia y prácticamente hasta la actualidad ha librado diferentes guerras para mantener esa condición. Mientras, el nivel del Nilo sigue bajando y ya es un hecho que no transporta su siempre ansiado sedimento que ha enriquecido por millones de años sus riberas y ya solo arrastra arena. La represa, además de reducir la cantidad del limo y nutrientes, aumentará la salinidad de las aguas del Nilo, disminuyendo la concentración de plancton distorsionando la temperatura del agua y reduciendo el contenido de oxígeno, lo que terminará afectando las migraciones y la reproducción de los peces, por lo cual Egipto será el gran perjudicado y por este motivo, está dispuesto a ir a la guerra con Etiopia, utilizando como pretexto “la defensa de la integridad de Somalia”. Con ambas partes enfrentadas, la región es una bomba de tiempo. Una guerra en la región sería devastadora. Con la participación de naciones rivales y bien armadas, comunidades étnicas, grupos religiosos y apoyos internacionales, el conflicto provocaría un derramamiento de sangre y un desastre para ambos países, especialmente para un estado fallido como Somalia, envuelta una devastadora guerra civil de tres décadas, la cual apenas podría soportar un nuevo conflicto y terminaría por desintegrarse. A pesar de su precariedad, África Oriental es vital para el comercio y la seguridad internacionales. El golfo de Adén y el mar Rojo conectan Asia con Europa y América, mientras que el Cuerno de África es la puerta de Asia a todo el continente africano. Al interrumpir las rutas marítimas clave, la guerra en la zona pondría en peligro el comercio mundial. Igualmente preocupante sería el resurgimiento de grupos extremistas islámicos como Al-Shabaab - financiado por la CIA - que ya afirmó haber reclutado “a miles de somalíes para luchar contra los etíopes”. Un África Oriental inestable supone un riesgo para todo el mundo. Por ello, para evitar que la región caiga en un conflicto catastrófico, el mundo debería comunicar a Egipto y Turquía (con EE.UU. detrás de ellos) que no se inmiscuyan en los asuntos soberanos de Etiopia, armando a Somalia, un conocido ‘santuario’ del terrorismo internacional. Ante esta potencial amenaza a su seguridad, Rusia debería acudir en ayuda de Etiopia - el único Estado cristiano en medio de un mar musulmán - y desbaratar los planes de los enemigos de la paz. De lo que ocurra en el futuro, EE.UU. (tal como lo es en Ucrania) será el único culpable.

AGE OF MYTHOLOGY / RETOLD: La mejor estrategia en tiempo real

Publicado a finales del 2002, Age of Mythology nacía al rebufo del enorme éxito conseguido por la desarrolladora Ensemble Studios con los legendarios Age of Empires de 1997 y su continuación lanzada en 1999, dos títulos seminales de la estrategia en tiempo real que traspasaron los límites de dicho género para convertirse en dos de los títulos más apreciados entre los jugadores de videojuegos de todo el globo. Como su nombre bien indica, Age of Mythology dejaba atrás la ambientación realista de los anteriores títulos de Ensemble para apostar por una puesta en escena basada en diversas mitologías, plasmando en pantalla unas espectaculares batallas llenas de fantasía, héroes y criaturas legendarias. Sin nada que envidiar a sus hermanos mayores, esta entrega centrada en la mitología fue un nuevo éxito indiscutible, otro clásico instantáneo del género al que su especial ambientación y puesta en escena le dio un toque distintivo frente a propuestas del mismo género. Un título muy querido y especial, de ahí las enormes esperanzas y expectativas generadas por esta nueva versión, que incluye infinidad de mejoras y que ya os adelantamos que supone una excelente puesta al día de este clásico del género. Desde ya, os garantizamos que estamos ante un imprescindible de la estrategia en tiempo real, un videojuego mayúsculo que encandilará por igual a los amantes del original y a quien no lo conociera en absoluto. Antes de lanzarnos a diseccionar qué nos ofrece el juego en sí, veamos que novedades trae esta versión Retold de Age of Mythology. La más evidente es una completo y soberbio lavado de cara visual. Los gráficos se han rehecho de cero, empleando el motor gráfico de Age of Empires III Definitve Edition. Modelados y animaciones de unidades son totalmente nuevos, actualizados a partir de la base del original, con un resultado espectacular. La banda sonora se ha regrabado, contando con nuevos arreglos. La jugabilidad general ha sufrido retoques en busca de un mejor equilibrado, con infinidad de modificaciones en unidades y diversos elementos. A mayores de la extensísima campaña del original, La Caída del Tridente, se han añadido la campaña El Regalo de Oro, publicada como contenido descargable para el original en su momento, y La Nueva Atlántida, una campaña totalmente nueva que continúa los sucesos del original. Estas dos campañas son más cortas que La caída del Tridente, pero añaden una buena cantidad de horas a la colosal campaña original. El título nos propone ponernos a los mandos de cuatros panteones mitológicos, con tres dioses por panteón (4 en el caso de los Nórdicos en la Premium Edition). En concreto, tenemos el panteón Griego, con Zeus, Hades y Poseidón; los Egipcios, con Ra, Isis y Set; los Nórdicos, con Thor, Odín y Loki (más Freyr en la Premium), y finalmente los Atlantes, que nos ofrecen a Cronos, Urano y Gaia. Para hacer más interesantes las cosas, en los habituales avances de civilización durante las partidas, podremos elegir entre dos dioses distintos al principal para obtener nuevos favores, lo que aumenta mucho las posibilidades durante las partidas. Cada uno de los dioses (o titanes) principales de cada panteón tiene beneficios y características propias, y a su vez los cuatro panteones están muy diferenciados, por los que las posibilidades son enormes. La jugabilidad es la clásica de los juegos tradicionales de estrategia en tiempo real. Contamos con unas unidades que pueden realizar tareas de construcción y recolección, de manera que con ellas gestionamos la construcción de nuestro imperio, levantado edificaciones que permiten crear otras unidades u obtener determinados beneficios, y haciendo acopio de la materia prima necesaria para poder crear unidades, edificios y mejoras. En concreto, hay cuatro materias primas: comida, obtenida de diversos animales, campos o granjas, oro de minas donde se halla dicho material, madera de árboles, y el favor de los dioses, obtenido poniendo unidades a rezar en los templos, construyendo monolitos o de otras formas dependiendo del panteón elegido. En función de nuestro gusto personal, habrá que buscar un equilibrio entre recolección de materias primas, mejora de la civilización y construcción de edificios y unidades militares, mientras resistimos el asedio enemigo o nos enfrascamos en el fragor de la batalla siendo nosotros los que hostigamos a las otras civilizaciones. La victoria en cada partida vendrá dada por unas condiciones especiales en el modo campaña, o un fin preestablecido en el modo escaramuza donde nos enfrentamos a enemigos controlados por la máquina o rivales humanos. Podremos elegir distintas formaciones para las unidades, agruparlas en distintos batallones, y elegir su actitud ante la presencia enemiga. Hay distintas mejoras que podremos ir investigando para las distintas unidades, y cada una de ellas desempeña una labor crucial en la batalla y tiene sus puntos fuertes y débiles contra según qué tipo de unidades y situaciones. Debemos aprender a gestionar todo esto, ya que en general la táctica de apilar unidades y lanzar al fragor de la batalla sin una estrategia definida por lo general acabará en el desastre más absoluto. Hay que elegir con tino las unidades para cada situación y realizar una importante labor de microgestión de batallones en todo momento, así como de estar pendiente de recursos a obtener y de las posibles mejoras que mejor nos vendrán. Cada vez que nuestra civilización avance ganaremos un milagro especial en función del dios elegido, algo que será vital y puede decantar la batalla si lo usamos con cabeza. La cantidad de contenido del juego es abrumadora, con cuatro panteones muy diferenciados, tanto en la gestión de la propia civilización como en las posibilidades de sus edificaciones y unidades de combate. El sistema de juego es muy profundo, y ofrece innumerables opciones y posibilidades. Es una auténtica delicia, y siempre nos tiene aprendiendo cosas nuevas que nos hacen mejores jugadores, de manera siempre satisfactoria y entretenida. Si ya el original era un juego muy equilibrado, esta nueva versión lo es aún más, ofreciendo uno de los mejores y más satisfactorios sistemas de estrategia en tiempo real del mercado. Hay infinidad de unidades bélicas, multitud de construcciones, y la posibilidad de que cada uno emplee sus tácticas, con una base soberbia para posibilitar infinidad de acercamientos y tácticas. La oferta de modos de juego es también amplia y de lo más interesante. Tenemos el clásico modo escaramuza, donde combatir a otras civilizaciones, controladas por la IA o jugadores humanos, en mapas personalizables y multitud de opciones a configurar para crear una partida a nuestro gusto. Obviamente hay modo multijugador, competitivo y cooperativo. Hay un modo Batallas Míticas, que recrea situaciones predefinidas especiales, y está anunciado un modo llamado Arena of The Gods del que no se sabe mucho, salvo que parece que tendrá elementos roguelite que será jugable en individual y cooperativo, el cual estará disponible posteriormente al lanzamiento del juego. Y naturalmente, un colosal y soberbio modo campaña, uno de los más extensos y variados del género, que os ofrecerá diversión de la buena para decenas y decenas de horas. La campaña principal de Age of Mythology es una colosal epopeya, tremendamente variada tanto en lo jugable como en la narrativa y la trama. En su inicio comenzamos acompañando al general atlante Arkantos, quien tras volver a su tierra de sus campañas para visitar a su hijo deberá defender el puerto de su ciudad de un ataque de piratas negros y Krakens. Tras ello, se le encomendará la misión de viajar a Troya para ayudar al rey Agamenon en la famosa guerra homónima. A partir de ahí, la trama se complica, con viajes al mismísimo inframundo para defender la entrada al Tártaro, pasaremos por Egipto y terminaremos asistiendo a los nórdicos en su lucha por evitar el Ragnarok. Estamos hablando de una campaña inusualmente extensa, de nada menos que 32 misiones, y una duración que fácilmente rondará las 25-30 horas en función de nuestra pericia y el nivel de dificultad elegido, entre los cinco disponibles. En el nivel de dificultad por defecto el desafío que ofrece la campaña no es baladí, exigiendo una buena planificación y gestión de las tropas. La campaña es muy variada en cuanto a su propuesta, enfrentando al jugador a multitud de situaciones diferentes, tanto en el planteamiento de las batallas como en las condiciones para salir airosos de cada misión. Además, durante esta primera campaña manejaremos a los panteones griegos, egipcios y nórdicos, lo que incide en la frescura y en el enorme interés de la campaña en todo momento. La trama y los personajes de la misma ayudan a que la cosa no decaiga en ningún momento, y pese a la enorme cantidad de horas necesaria para superarla, la diversión se mantiene por todo lo alto en todo momento. Sin duda, estamos ante una de las mejores campañas del género, llena de momentos espectaculares y épicos. Completan la oferta la campaña El regalo de Oro, donde manejaremos únicamente a los nórdicos, y una campaña totalmente nueva llamada La Nueva Atlántida, donde jugaremos con los panteones atlantes, egipcios y nórdicos. Estas dos campañas, más cortas que la primera, elevan la cifra de misiones a 50, rondando sus buenas 40-50 horas la tarea de completar las tres. Es difícil encontrar un juego del género con tal cantidad de contenido, además de ofrecer una propuesta jugable tan sólida, profunda y llena de posibilidades como la de Age of Mythology. La posibilidad de crear una campaña personalizada, y la integración total de Steam Workshop y la habilitación del empleo de mods alargan la ya de por sí enorme vida del juego casi al infinito. Hay que alabar el trabajo realizado con el apartado gráfico. Tomando como base el original, se ha realizado un excelente trabajo que termina por ofrecer un título de lo más vistoso. Los nuevos modelados y animaciones de las distintas unidades son de lo más convincentes, y la desbordante imaginación a la hora de plasmar infinidad de seres y criaturas mitológicas de cada uno de los panteones, todo ello sumado a la acertada dirección artística y a un magnífico uso del color, junto con el enorme despliegue de unidades que veremos en muchos momentos, nos deja un título que entra por los ojos y que deja multitud de estampas de gran belleza. El rendimiento del juego es óptimo, funcionando a la perfección incluso en equipos muy modestos. En el apartado sonoro, nos encontramos con un trabajo magnífico, mejorando la ya de por sí excepcional banda sonora del original para ofrecer unas composiciones que acompañan a las mil maravillas al devenir de lo que acontece en pantalla. Age of Mythology era uno de los grandes clásicos de siempre de la estrategia en tiempo real, y uno de los mejores exponentes de dicho género. Con esta puesta al día técnica, que además ajusta multitud de elementos de la jugabilidad, añade nuevos modos y dos campañas, nos encontramos ante una de las mejores ofertas del género a día de hoy. Su campaña principal es una de las más extensas, variadas, épicas e interesantes del panorama de la estrategia en tiempo real. El juego ofrece cuatro panteones mitológicos profundamente diferenciados con infinidad de opciones cada uno, pudiendo elegir además tres dioses principales por panteón que ofrecen cualidades únicas para cada uno. Además, cada vez que avancemos de era, podremos elegir el favor de otro dios secundario entre dos diferentes, aumentando las opciones. La cantidad de contenido del juego es ingente, y la profundidad y enormes posibilidades de su sistema de gestión y combate hacen que sea una auténtica delicia jugable llena de opciones para todos los gustos. Pese a tratarse de la puesta al día de un juego del 2002, no le vemos mucho rival en el género más allá de las propias actualizaciones de la saga Age Of Empires, todo ello además al más que competitivo precio de 29.99 euros, en la versión básica del juego, mientras que por 49,99 euros tenéis disponible la Premium Edition. Disponible para PC y Xbox Series. Si os apetece una buena ración de estrategia en tiempo real con muchísimo contenido y un sistema de juego profundo y lleno de infinidad de opciones, pocas ofertas mejores vais a encontrar en el mercado.
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