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miércoles, 14 de octubre de 2020

KIRGUISTAN: El descenso al caos

Como sabéis, tanto la campaña electoral en los EE.UU. - realizado en medio del caos y la violencia promovida por los demócratas - como la guerra entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj e impulsada por Turquía, acaparan por estos días los titulares en la prensa internacional (de los cuales por cierto, ya nos hemos ocupado anteriormente). Pero a ellos se acaba de sumar Kirguistán, que desde el 5 de octubre vive unos tumultuosos acontecimientos que se asemejan mucho a lo que en el 2005 se le dio en llamar la Revolución de los Tulipanes. Ubicado en el Asia Central, Kirguistán, es un país pobre que acumula una larga historia de inestabilidad política, con dos de sus presidentes derrocados por revueltas en los últimos 15 años. El último episodio ocurrió la semana pasada, cuando el controvertido resultado de las elecciones legislativas, en las que triunfaron los partidos favorables al presidente Sooronbay Jeenbekov - Birimdik y Mekenim Kirguistán - llevó a que miles de opositores al gobierno salieran a la calle en Biskek, la capital, reclamando la dimisión del mandatario y la celebración de nuevos comicios. Los resultados fueron anulados el 6 de octubre, pero las protestas continúan. De acuerdo con la tradición de las revoluciones kirguisas, los manifestantes en esta ocasión ocuparon la Casa Blanca - el lugar de trabajo del presidente y los parlamentarios - y prendieron fuego al edificio, al igual que durante la segunda revolución en el 2010. Cabe destacar, que los efectos de las turbulencias políticas se extienden mucho más allá de las fronteras de este pequeño y montañoso país. Sin acceso al mar, casi la mitad del territorio de Kirguistán, que abarca 198.500 kilómetros cuadrados, está a más de 3.000 metros de altitud. El país tiene menos recursos naturales que sus vecinos más prósperos, Kazajistán y Uzbekistán, pero posee grandes reservas de agua, lo que es vital en esta región. Sin embargo, no tiene depósitos importantes de petróleo o gas natural. En consecuencia, Kirguistán es uno de los estados más pobres del Asia Central, surgido tras el derrocamiento de la dictadura comunista y el colapso de la Unión Soviética en 1991, a la cual pertenecía. La otra riqueza de Kirguistán es el oro. La mina de oro de Kumtor, explotada por el grupo canadiense Centerra Gold y propiedad en parte del gobierno de Kirguistán, ha aportado en los últimos años alrededor del 8% del producto interno bruto (PIB). Pero a pesar de las dificultades económicas, políticas y de seguridad creadas por su geografía, Kirguistán, de seis millones y medio de habitantes, gracias a su posición es desde hace mucho tiempo un país estratégicamente importante de Asia Central y una plataforma para la competencia geopolítica entre Moscú, Washington y Beijing. La malsana influencia de los EE.UU. en el país se inicio luego del 2001, cuando comenzó a utilizar la base aérea de Manas, un punto de tránsito que fue clave para las operaciones militares de la OTAN en el cercano Afganistán. El alquiler de esa base fue una fuente importante divisas para el estado. En octubre de 2008, el entonces presidente Bakiyev amenazó con cerrar la base estadounidense, tras aceptar un préstamo ruso. Revocó la decisión cuando Washington acordó más del triple de la renta anual de la base, que fue finalmente cerrada en el 2014. Estos episodios posicionaron a Kirguistán como pieza de un juego de ajedrez entre Rusia y EE.UU., aunque su relación con Moscú se hizo con el paso de los años cada vez mas estrecha en perjuicio de Washington. En efecto, Kirguistán es un aliado cercano de Rusia, del que es principal socio comercial. Además, al menos 623.000 ciudadanos kirguises viven y trabajan en Rusia, según un informe del gobierno ruso publicado en el 2017. Otras cifras no oficiales sitúan el número de kirguises en el país vecino en un millón. La situación de esos migrantes mejoró desde que Kirguistán se adhirió en el 2015 a la Unión Económica Euroasiática dirigida por Moscú. Tanto Jeenbekov, el actual presidente, como Almazbek Atambayev, el ex presidente encarcelado por cargos de corrupción, son considerados prorrusos. Sin embargo, varios analistas están de acuerdo en que el actual desorden en el país no beneficia los intereses del Kremlin y que esta digitada por Washington, tal como sucedió en Ucrania para instaurar un gobierno títere en el 2014 y últimamente en Belarus con el claro objetivo de derrocar a Lukashenko para reemplazarlo por un traidor colaboracionista, el cual tal como ocurrió en Kiev, abriría las puertas del país a la OTAN. Por eso, el gobierno ruso se ha mantenido cauto por el momento y no se ha inclinado por ninguna de las partes en disputa, aunque se dijo sentirse “preocupado” por los disturbios y pidió una resolución legal, mientras se garantice la seguridad de la gente y la estabilidad interna. A ello debemos agregar la creciente influencia china que cada día es más evidente para todos. Como sabéis, Kirguistán se ubica en la Ruta de la Seda, la antigua vía comercial entre China y el Mediterráneo, y en los últimos años se convirtió en un país cada vez más importante para los intereses de Beijing en la región. Si bien Kirguistán es uno de los vecinos más pequeños de China, tanto económica como geográficamente, desde que establecieron relaciones hace 25 años, los dos estados no han parado de fomentar el crecimiento de su relación. La frontera china con Kirguistán, de unos 850 kilómetros, es una de las puertas de entrada de China a Asia Central y una pieza importante del proyecto de la Nueva Ruta de la Seda impulsada agresivamente por Beijing. Por su parte, los kirguisos ven en China un socio y un potencial inversor, tanto para complementar como para equilibrar la influencia rusa. El país está considerando la construcción de centrales hidroeléctricas, lo que lo convertiría en un líder energético en la zona, y en los últimos año se especuló con que Beijing podría ser un inversor interesado en participar; hasta ahora, sin embargo, esos proyectos se vieron frenados por las delicadas negociaciones con los estados situados aguas abajo de sus ríos, que necesitan agua para su agricultura. Pero la influencia china en el país se ha visto obstaculizada por la persecución que sufren las minorías kirguís en Uiguristan (llamado por los chinos Xingiang). Al igual que los uigures, esta minoría musulmana también ha sido detenida en los infames campos de “reeducación” chinos por practicar su religión. De momento, el gobierno de Kirguistán ha adoptado un enfoque cuidadoso sobre el asunto, negándose a condenar las persecuciones de Beijing a sus minorías por el peligro que supondría para las inversiones chinas en su país y que lo necesita con urgencia. Es por ese motivo que a fines de noviembre del 2018, cuando algunos miembros del parlamento kirguiso presionaron para obtener respuestas y los familiares y grupos de la sociedad civil comenzaron a reunirse, el gobierno se mantuvo en silencio. El entonces presidente de Kirguistán, ese mismo Jeenbekov que ahora trata de mantenerse en el poder, se mostró más interesado en cuidar las relaciones comerciales que en abogar por los derechos humanos de sus ciudadanos: “Estamos trabajando a través de canales diplomáticos”, dijo. “En este asunto, debemos tener en cuenta que estamos hablando de los ciudadanos de China. ¿Cómo podemos interferir en los asuntos internos de otro país?” agrego a modo de excusa. Los expertos coinciden en que más allá de quien esté en el poder en Kirguistán, su política exterior cambiará poco. "No tienen muchas opciones, Kirguistán tiene una fuerte dependencia económica con Rusia", declaró Ígor Jmelev, catedrático del departamento de empresas internacionales y aduanas de la Universidad Rusa de Economía Plejánov. Según el experto, un tercio del comercio exterior kirguís corresponde a los países de la Unión Económica Euroasiática, entre ellos Rusia, que representa más del 60%. Además, Kirguistán recibe ayuda financiera rusa. En ese contexto, la única verdadera preocupación de Moscú es la seguridad de sus nacionales residentes en Kirguistán."Esperamos que se garantice la seguridad de los ciudadanos rusos que se encuentran en la República de Kirguistán, así como la protección de las representaciones oficiales, organizaciones y compañías rusas y su propiedad", expresó en un comunicado la Cancillería. "Si la incertidumbre política continúa, afectará indudablemente las inversiones extranjeras directas", advirtió por su parte el vicepresidente adjunto de la agencia de calificación Moody's, Christian Fang. No cabe duda que todo lo que está sucediendo por estos días da la impresión de que la flor de tulipán de la primera revolución kirguisa nunca se ha marchitado y la lucha entre los clanes, específica para ese país asiático, nunca ha terminado :(

IPHONE XII (2020): Esto es solo el comienzo

Este 13 de Octubre Apple acaba de hacer oficial el esperado iPhone XII. Se trata del modelo intermedio en esta nueva generación iPhone, situándose un paso por encima del iPhone XII mini, pero por debajo de los modelos XII Pro y XII Pro Max. En efecto, el iPhone XII aspira a ser uno de los superventas de Apple, tal y como ya lo consiguió el iPhone XI a base de especificaciones que rozan la primera línea a un precio relativamente ajustado. Este año se repite estrategia y, de nuevo, su modelo intermedio no apuesta por la triple cámara. No obstante, hay un importante (y esperado) salto a nivel de pantalla, y es que el iPhone XII implementa tecnología OLED y resolución Full HD+ (Super Retina XDR) en un panel de 6.1 pulgadas. La conexión 5G también se hace protagonista en este iPhone XII que, sobre el papel, presentará una dura batalla por debajo de los mil euros.Cabe resaltar que el diseño del iPhone XII es similar al que vimos la generación pasada, aunque Apple ha dibujado alguna que otra pincelada con distinto trazo. El primer cambio notable viene de la mano de los marcos, mucho más ajustados ahora tanto en los laterales como en la parte superior e inferior. Como recordareis el año pasado, los iPhone XI tenían bastante más marco que los iPhone XII, debido entre otros a la falta de flexibilidad de los paneles IPS. Ahora, gracias a la implementación de la pantalla OLED el nuevo smartphone de Apple cuenta con un mejor aprovechamiento frontal. En concreto, según los datos de Apple, el iPhone XII es un 11% más fino, un 15% más pequeño y un 16% más ligero respecto al iPhone XI, importantes cambios teniendo en cuenta que este modelo tiene la misma diagonal de pantalla del año pasado. Así, este año el iPhone XII queda prácticamente igualado en marcos respecto a los modelos Pro, que también reducen marco en comparación a los iPhone XI Pro y XI Pro Max. Respecto al tan hablado notch, sigue haciendo acto de presencia, ocupando una buena parte del frontal del dispositivo. Si le damos la vuelta al dispositivo encontramos unas líneas prácticamente calcadas a las del año pasado, con el cristal como principal protagonista. Por su parte, los marcos de aluminio aeroespacial del dispositivo sí que han sido rediseñados. Ahora nos recuerdan más al iPhone IV, siendo mucho más planos y rectos en lugar de la curvatura que lleva acompañando a los dispositivos de Apple desde el iPhone VI. En el caso de este iPhone XII no se da el salto al acero inoxidable, que sigue quedando reservado para los modelos Pro. Respecto al panel, tenemos una pantalla Super Retina XDR de 6,1 pulgadas, este año con tecnología OLED. Acaba así el gran abismo que había frente al panel de los modelos Pro, ya que el año pasado el iPhone XI llegaba con resolución HD+ y tecnología IPS. La tasa de refresco es de 60Hz, nada de Promotion ni para el iPhone XII ni para sus hermanos Pro. El procesador que da vida al nuevo smartphone es el Apple A14 Bionic, chip que ya estrenó el nuevo iPad Air. Se trata del primer procesador para móviles con tecnología de 5 nanómetros. Dicho procesador cuenta con dos núcleos de alto rendimiento y cuatro núcleos dedicados a tareas de baja demanda, para tratar de mantener equilibrio entre potencia y autonomía. Este procesador es compatible con conectividad 5G tanto SA como NSA. Como es habitual, Apple no da cifras sobre la memoria RAM, pero se espera que sea de 4 GB en este iPhone XII y de 6 GB en el caso de los modelos Pro. A nivel de autonomía se pierde el cargador en la caja y se mantienen los 18W de carga rápida. Esto quiere decir que tendremos que comprar el cargador de Apple aparte, en caso de que no tengamos uno en casa. La apuesta a nivel de biometría vuelve a ser Face ID. Apple vuelve a implementar su reconocimiento facial 3D ayudado por un proyector de puntos y cuya información garantizan que se guarda de forma local. Una de las grandes novedades en este iPhone es MagSafe, una tecnología magnética que permite conectar distintos accesorios, como fundas con cargador. Permite también mejoras en carga inalámbrica, tecnología ya presente en el iPhone XI, pero mejorada en esta nueva familia iPhone. El iPhone XII apuesta por una configuración de cámara doble, al igual que la generación pasada, con el iPhone XI. El sensor principal sigue siendo de 12 megapíxeles, junto a un gran angular también de 12 megapíxeles. Al igual que el año pasado, contamos con estabilizador óptico en el sensor principal. En este caso, el iPhone XII tiene un sensor con mejor lente y apertura f/1.7, prometiendo mejores fotografías en baja luz. Como es costumbre en Apple, el trabajo recae principalmente sobre el software, donde ha habido grandes mejoras. La primera de ellas es el HDR de nueva generación, Smart HDR 3. Se promete mejor rango dinámico y el detalle apunta a ser bastante rico. El gran salto no obstante es a nivel de vídeo. El iPhone XII es el primer móvil capaz de grabar en 4K Dolby Vision. En concreto, es capaz de grabar vídeo con una profundidad de color de 10 bits. Del mismo modo, se puede editar vídeos Dolby Vision desde la app Fotos, iMovie o Clips, desde el teléfono. En cuanto a su coste y disponibilidad, el nuevo iPhone XII - que viene en cinco colores distintos: negro, azul, verde, rojo y blanco - estará a la venta a partir de 909 euros. Asimismo, se podrá reservar desde el próximo 16 de octubre y adquirirlo desde el día 23:)

JURASSIC WORLD - DOMINION: Nada es lo que parece

En una era donde las grandes productoras demostrando su absoluta falta de imaginación intentan explotar sus clásicos hasta que ya no les sean redituables no es de extrañar que la saga cinematográfica iniciada en 1993, no sea la excepción. Como es obvio, los fanáticos de aquel mundo prehistórico se vieron divididos con la llegada de las nuevas películas, formándose grupos antagónicos sobre ellas. Sin embargo, ambos bandos estaban de acuerdo en una cosa: pensaban que el próximo largometraje de la saga pondría fin a la historia. Para bien o para mal, recientes informes revelan que se equivocaron. De la mano de Chris Pratt y Bryce Dallas Howard, el éxito en taquilla que consiguieron las cintas (a partir de su regreso en el 2015), permitió el desarrollo de nuevas ideas dentro del universo, que Legendary Pictures avaló e impulsó para que la moda de las criaturas - extintas en la realidad - continúe con Jurassic World: Dominion, que recién se estrenara en el 2022 cuando inicialmente estaba previsto hacerlo el próximo año. “Es el comienzo de una nueva era. Los dinosaurios están ahora en la Tierra, entre nosotros, y lo estarán por bastante tiempo”, fueron las palabras del productor Frank Marshall. La premisa de la historia nos traslada 22 años luego de los hechos ocurridos en Jurassic Park en donde la isla Nublar funciona como un parque de atracciones con clones de dinosaurios que recibe la visita de los curiosos, que es tal como John Hammond lo había imaginado. Sin embargo, a unos años de que empezó su funcionamiento, el interés del público descendió y con eso los ingresos del parque. Para atraer a los visitantes, se creo un nuevo dinosaurio, pero como era de esperar, todo sale mal cuando se escapa y desata el caos. En cuanto al reparto, regresan Chris Pratt y Bryce Dallas Howard en los papeles de Owen Grady y Claire Dearing respectivamente. Algo que definitivamente llamara la atención es saber que verán caras conocidas de actores pertenecientes a las tres primeras películas y también se confirmó que Sam Neill, Laura Dern y Jeff Goldblum repetirán sus ya icónicos papeles. Aunque Jurassic World: Dominion haya tenido que frenar su rodaje por el Coronavirus, está claro que no será la última producción de la franquicia. Luego de su estreno en el 2022, los dinosaurios seguirán existiendo en la gran pantalla- ¿alguien podría dudarlo? - y la industria norteamericana del entretenimiento continuará subsistiendo, gracias a la existencia de las sagas cinematográficas que demuestran por otra parte su absoluta falta de ideas, buscando sacar el mayor provecho económico posible de historias ya conocidas en lugar de arriesgarse con nuevos títulos. Se nos viene a la memoria el fiasco de Star Wars luego de ser adquirida por Disney, cuyas disparatadas entregas han destrozado la versión original (las 6 primeras películas de George Lucas) provocando el hartazgo de los otrora incondicionales admiradores de la saga. No es de extrañar por ello que con cada ‘nueva’ película, su taquilla ha ido bajando y con ella el interés ¿Sucederá lo mismo con este film? :(
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