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miércoles, 12 de agosto de 2020

LIBANO: Punto de quiebre

Hay momentos en la historia de una nación que quedan congelados para siempre. Tal vez no sean las peores catástrofes que han abrumado a su gente, ni las más políticas. Sin embargo, capturan la interminable tragedia de una sociedad. Nos viene a la mente Pompeya, cuando la confianza y corrupción imperial de Roma fueron abatidas por un acto de Dios, tan calamitoso que a partir de allí podemos contemplar la ruina de los ciudadanos, incluso de sus cuerpos. Se necesita una imagen, algo que pueda enfocar nuestra atención por un breve segundo en la locura que yace detrás de una calamidad humana. Lamentablemente, Líbano acaba de proporcionarnos un momento así. No son los números lo que importa en este contexto. El sufrimiento de Beirut hace unos días no se acerca siquiera a un baño de sangre casual de la guerra civil que se prolongo durante 15 años (1975-1990), ni al salvajismo de la muerte que sufrió Siria a manos de la bestia sionista de ISIS, para el caso. Aun si se llegan a contar sus víctimas totales, apenas si alcanzarían registro en la escala de Richter de la guerra. No fue, al parecer, consecuencia de un conflicto - aunque unos lo piensen así - sino de una negligencia criminal. Lo que se recordará es la iconografía, y lo que todos sabemos que representa. En una tierra que apenas puede lidiar con la pandemia del Coronavirus, que existe bajo la sombra del conflicto, que se enfrenta a la hambruna y espera la extinción. Las nubes gemelas sobre Beirut, una de las cuales dio obsceno nacimiento a la otra, monstruosa, jamás serán borradas de nuestra memoria. Las imágenes del fuego, el estallido y el apocalipsis que los equipos de video recogieron en Beirut se unen a las pinturas medievales que intentan capturar, a través de la imaginación, más que de la tecnología, los terrores de la peste, la guerra, el hambre y la muerte. Todos sabemos el contexto, claro, el tan importante “trasfondo” sin el cual ningún sufrimiento está completo: un país en bancarrota que ha estado durante generaciones en manos de viejas familias corruptas y venales, aplastado por sus vecinos, en el que los ricos esclavizan a los pobres y su sociedad es mantenida por el mismo sectarismo político y religioso que la está destruyendo. ¿Podría haber un reflejo más simbólico de sus pecados que los venenosos explosivos almacenados de manera tan promiscua en el centro mismo de una de sus mayores metrópolis, cuyo primer ministro dijo posteriormente que los “responsables” - no él, no el gobierno, ténganlo por seguro, aunque lo sea - “pagarán el precio”? Y ni aun así han aprendido la lección, ¿o sí? Y, por supuesto, todos sabemos cómo esta “historia” se desenvolverá en los días siguientes. La incipiente revolución libanesa de los ciudadanos jóvenes y cultivados adquirió nueva fuerza tras la catástrofe y luego de organizar violentas manifestaciones durante los últimos días, forzó a dimitir al actual gobierno - quienes por cierto deberán rendir cuentas de sus actos ante la justicia - con el deseo de construir un Estado moderno, no confesional, a partir de las ruinas de una “república” artificial creada por los colonialistas franceses en la que se les condenó sin piedad a nacer. Como sabéis, la tragedia en cualquier escala es un mal sustituto del cambio político. La promesa inmediata del presidente francés Emmanuel Macron durante su visita a Beirut tras lo ocurrido - que Francia “siempre” estará al lado de la nación baldada que con arrogancia imperial creó hace cien años - fue una de las ironías más punzantes de la tragedia, y no sólo porque el ministro francés del exterior apenas pocos días antes se había lavado las manos negando su ayuda a la tambaleante economía libanesa. Cabe resaltar que allá por la década de 1990, cuando se planeaba crear un ‘nuevo’ Medio Oriente luego de la anexión de Kuwait por Saddam Hussein, militares estadounidenses empezaron a hablar de la “fatiga de la compasión”. Aunque parezca escandaloso, lo que esto quería decir era que Occidente estaba en peligro de huir del sufrimiento humano. Ya era demasiado: todas esas guerras regionales, promovidas precisamente por los EE.UU. año tras año para ‘justificar’ su intervencionismo en esa estratégica zona del planeta y apoderarse de sus inmensos recursos energéticos, generarían tal hastío, que luego vendría el momento en que tuvimos que cerrar las puertas de la generosidad y blindar nuestras fronteras ante la amenaza terrorista de grupos criminales financiados por Washington. Precisamente ese momento llegó cuando los denominados ‘refugiados’ - terroristas en potencia - intentaron llegar por cientos de miles a Europa, para desatar el caos y la violencia en tierras de los ‘cruzados’ huyendo a su vez del justo castigo propinado por los rusos, quienes bajo toneladas de misiles y bombas pulverizo el ilusorio ‘califato’ de ISIS acabando así con los intentos de los EE.UU. de querer apoderarse de Siria. Pero regresemos al Líbano, donde la compasión en el terreno podría ser muy escasa. Siempre se puede evocar la perspectiva histórica para escondernos de la onda expansiva de las explosiones, de la nube en forma de hongo nuclear que se elevo y de una ciudad destrozada. Pompeya, dicen, costó solo 2 mil vidas. ¿Y qué hay del terrible lugar de la propia Beirut en la antigüedad? En el año 551, un terremoto sacudió Beritus, hogar de la flota imperial romana en el Mediterráneo, y destruyó la ciudad entera; según las estadísticas de ese tiempo, murieron 30 mil almas. Todavía se pueden ver las columnas romanas en el lugar donde cayeron, postradas a escasos 800 metros de la explosión del pasado martes. Incluso podríamos tomar nota de la locura de los antepasados de Líbano. Cuando la marejada se retiró, caminaron en el lecho marino para saquear navíos que habían naufragado tiempo antes… solo para ser engullidos por el tsunami que sobrevino. Pero, ¿puede cualquier nación moderna - y uso conscientemente la palabra “moderno” en el caso de Líbano - restaurarse en medio de una combinación tan fétida de aflicciones? Aunque a diferencia de otros países, se ha librado hasta ahora de las muertes en masa por causa del Coronavirus, el país enfrenta otra peste tan devastadora como la anterior: la corrupción institucionalizada a todo nivel. Sus bancos se han robado los ahorros de la gente, su gobierno demuestra ser indigno de ese nombre, ya no digamos de sus ciudadanos. Gibrán Jalil, el más cáustico de sus poetas, llamó a tener piedad de “la nación cuyo estadista es un zorro, cuyo filósofo es un malabarista y cuyo arte es el arte de imitar”.Tras la caída del actual gobierno ¿A quién pueden imitar los libaneses de hoy día? ¿Quién elegirá a los próximos zorros? Los militares tienen la fama de meterse en los zapatos hechos a la medida de los potentados árabes; Líbano ya intentó eso antes en su historia, con dudosos resultados. Hoy se nos llama a considerar esta monstruosa explosión como una tragedia nacional - digna, por tanto de un día de duelo, sea cual fuere su significado - aunque no ha dejado de llamar la atención, entre aquellos a quienes fueron testigos de de lo ocurrido, que señalaban que el sitio de la explosión, y donde ocurrió el mayor daño, parecía estar en el sector cristiano de Beirut. Si bien es cierto que ese día murieron hombres y mujeres de todas las creencias religiosas, será un horror especial para una de las minorías más grandes del país, los cristianos maronitas. En el pasado, luego de numerosas guerras, el mundo - sean estadounidenses, franceses, la OTAN, la Unión Europea e incluso Irán - acordaron volver a poner a Líbano de pie, pero todo quedo en promesas vacías. A los estadounidenses y franceses los echaron a fuerza de bombazos suicidas. Pero ¿pueden los extranjeros restaurar una nación que parece irrecuperable? Hay una opacidad en el lugar, una falta de responsabilidad política que es lo bastante endémica para convertirse en moda. Jamás en la historia de Líbano un atentado político - de presidentes, primeros o ex primeros ministros, parlamentarios o miembros de partidos políticos - ha sido resuelto. Es así que se da la paradoja que es una de las naciones más cultas de la región, con el más talentoso y valiente de los pueblos - y de los más generosos y amables - bendecida por nieves, montañas, ruinas romanas, excelsa comida, un gran intelecto y una historia milenaria. Pero que sin embargo, es incapaz de manejar su moneda (la libra libanesa), suministrar energía eléctrica, curar a sus enfermos o proteger a su pueblo. Al ver tal grado de destrucción ¿cómo es posible que se hayan almacenado durante tantos años 2 mil 700 toneladas de nitrato de amonio en un endeble edificio, luego de retirarlas de un navío moldavo de camino a Mozambique en el 2014, sin que quienes decidieron dejar este vil material en el centro mismo de su capital hayan tomado ninguna medida de seguridad? Y, sin embargo, todos nos quedamos espantados con el infierno colosal que origino y su cancerosa onda blanca de choque, más aún luego de la segunda nube en forma de hongo nuclear. Este es el sustituto de Gibrán Jalil, la inscripción final de todas las guerras. Contiene el vacío del terror que aflige a todos cuantos viven en Medio Oriente. Y, por un instante, del modo más aterrador, el mundo entero lo vio. ¿Pero hará algo para evitar que la historia vuelva a repetirse? :(

SONY ALPHA 7S III: Imaginación en movimiento

Como sabéis, la primera A7S llegó a las tiendas en el 2014 decidida a hacer mucho ruido. Y se salió con la suya. Aquella cámara sin espejo con vocación profesional y sensor de fotograma completo aterrizó decidida a redefinir las prestaciones que nos proponían hasta ese momento las cámaras fotográficas en el terreno de la grabación de vídeo, y lo hizo sobre todo gracias a una sensibilidad extendida de 409600 ISO que hacía posible grabar imágenes con muy poca luz ambiental, y, aun así, arrojando un nivel de ruido muy reducido. Sony no tardó en poner a punto su sucesora. Tan solo un año después la marca japonesa colocó en las tiendas la A7S II, una cámara muy similar a su predecesora que, entre otras mejoras, refinó su ergonomía, pulió el rendimiento del sensor y el sistema de enfoque, introdujo el sistema de estabilización de cinco ejes y habilitó la grabación interna de vídeo 4K. Los casi cinco años que hemos tenido que esperar para conocer qué nos propone la Alpha 7S III reflejan que Sony se lo ha tomado con calma para introducir en la tercera versión de una cámara que aspira con absoluta claridad a reinar en el ámbito de la grabación de vídeo profesional, y que, por fin, llega con muchas novedades. Al igual que sus predecesoras, los modelos A7S y A7S II, esta cámara apuesta por un sensor CMOS Exmor de fotograma completo con una resolución moderada (12,1 megapíxeles). A pesar de su parecido, Sony ha introducido mejoras importantes en este captador que, sobre el papel, deberían permitirle superar con claridad las prestaciones de los sensores en los que se apoyan las otras dos cámaras A7S. El procesador de imagen es un chip BIONZ XR que también ha sido profundamente rediseñado con el propósito de sacar el máximo partido posible a los componentes de hardware con los que convive. Uno de los elementos que permite a esta cámara aventajar con cierta claridad a sus predecesoras es su sistema de enfoque automático, una solución híbrida que implementa 759 puntos de detección de fase que nos garantizan una cobertura del 92% de la superficie del sensor. Este enfoque consigue identificar con precisión el objeto que estamos fotografiando incluso en espacios con una luminosidad ambiental mínima (nos propone un valor de exposición de hasta EV -6). También puede disparar ráfagas de hasta 10 fotogramas por segundo, que se reducen a unos nada despreciables 8 fotogramas por segundo si utilizamos el modo live view. Una de las señas de identidad del modelo A7S II, su sistema de estabilización óptica de 5 ejes, sigue presente en esta cámara, aunque la A7S III es el primer modelo de esta familia que incorpora un modo de captura activa diseñado específicamente para grabar vídeo sin trípode y en unas condiciones en las que la trepidación podría arruinar el material que estamos recogiendo. Otro componente de esta cámara que mejora mucho si lo comparamos con el de las otras A7S es el visor electrónico, que en la A7S III apuesta por un panel OLED más grande (0,64 pulgadas) y con una resolución mucho más alta (9,44 millones de puntos). Además, durante la presentación de esta cámara Sony ha asegurado que este nuevo visor electrónico nos garantiza una distorsión más baja y una latencia mínima, dos características que permite a la A7S III aventajar a sus predecesoras. Esta cámara ante todo es, una sin espejo diseñada para lucirse durante la grabación de vídeo. Con ella podemos tomar unas fotografías estupendas, y en capturas con muy poca luz ambiental es probable que siga los pasos de la A7S original y su sucesora entregándonos unas instantáneas con un detalle alto, una colorimetría convincente y un nivel de ruido bajo. Aun así, apostar por ella tiene sentido si vamos a sacar partido a sus capacidades en el ámbito de la grabación de vídeo en mayor o menor medida. Asimismo, esta cámara es capaz de grabar vídeo 4K con una cadencia máxima de 120 fotogramas por segundo, con una profundidad de color de 10 bits y submuestreo de color 4:2:2. Estas cifras por sí solas bastarán para convencer a muchos profesionales de la grabación de vídeo, pero, además, la A7S III nos propone tres espacios de color (S-Gamut, S-Gamut3 y S-Gamut3.Cine) y un perfil HLG (Hybrid Log-Gamma) que, según Sony, apenas requiere postproducción. Y otra característica que posiblemente gustará a muchos profesionales del vídeo es la posibilidad de extraer de la cámara un flujo de vídeo RAW de 16 bits para entregárselo a un grabador externo a través del enlace HDMI integrado en esta sin espejo. Finalmente, en cuanto a su precio y disponibilidad, Sony ha confirmado que esta nueva cámara sin espejo profesional con sensor de fotograma completo llegará a las tiendas durante el próximo mes de septiembre a 4.200 euros sin objetivo. Como suele ser habitual, es probable que también esté disponible en kit junto a un objetivo con un precio sensiblemente más alto :)

EL GRAN MISTERIO DE LOS DINOSAURIOS: ¿Porque nos fascinan tanto?

Mucho antes de que aparecieran los humanos, los dinosaurios merodeaban por el planeta haciendo de las suyas. Eran los amos indiscutidos de la Tierra hasta que, hace 66 millones de años, un asteroide impactó la Tierra y los borró del mapa. Pero aunque ya ha pasado mucho tiempo de esta historia, tanto niños - como adultos - en el mundo entero continúan fascinados con estos gigantescos animales. Como podéis imaginar, las exhibiciones de dinosaurios suelen ser las más exitosas en los museos de ciencias naturales y películas como Godzilla o Jurassic Park continúan generando ingresos millonarios para sus creadores. Pero ¿Cuál es el secreto de estos reptiles para continuar generando tanto interés hasta el día de hoy? ¿Por qué sentimos fascinación por estos gigantes a los que nunca veremos en la vida real? La explicación del biólogo evolutivo Ben Garrod, fue que por naturaleza a todos nos fascinan los malos y los dinosaurios fueron los malos en la prehistoria. “Es una curiosa mezcla de terror y excitación que todos sentimos en torno a los dinosaurios, ya que brindan una sensación de seguridad, porque si bien uno puede sentir miedo frente a ellos, el hecho de saber que existieron de verdad pero que ya no están más aquí, es en sí fascinante".explicó. "Yo creo que nuestra atracción por los dinosaurios será cada vez más grande a medida que encontremos mas fósiles y de esta manera, cuanto más sepamos sobre ellos, cuanto más los entendamos, más nos interesaremos por ellos. Es algo innato en la naturaleza humana. No es algo que desaparecerá fácilmente" aseveró. Pero, sin duda, lo que más interés nos suscita es su misterioso final. Para los más jóvenes es casi una historia de terror. ¿Cómo los reyes del planeta pudieron sucumbir y desaparecer para siempre? ¿Eso significa que hasta los más grandes pueden acabar 'derrotados'? En el fondo, la historia de estos gigantes es una historia de humildad: se puede ser temible y poderoso, pero aun así, uno puede llegar a tener puntos vulnerables. Aunque la enseñanza más importante y más evidente es otra: si estos colosos desaparecieron, cualquier especie puede hacerlo, Y el hombre que juega insensatamente con querer imitar a Dios - creando cada vez armas más temibles capaces de acabar con toda clase de vida en la Tierra - con mayor razón. Por eso, si está en nuestra mano, debemos evitarlo, porque muchas maravillas se van para no volver. Los dinosaurios han dominado el mundo entero durante 160 millones de años, un tiempo muy largo en comparación con la vida del hombre. Sin embargo, el final también llego para ellos de una forma catastrófica y nadie pudo evitarlo. En este sentido, es preciso tener en cuenta que la Tierra tiene una historia muy larga detrás y ha albergado muchas especies animales e incluso vegetales que ya no existen en la actualidad. También es importante saber que las especies evolucionan, y los descendientes directos de los dinosaurios viven a nuestro lado desde hace mucho tiempo sin saberlo: las aves. No cabe duda que el dinosaurio lo tiene todo para atraernos: una estampa imponente, el misterio de su desaparición, diferentes tipos para que cada cual elija al 'suyo' y para entender características de cada cual... Y, bueno, aunque algunos son muy fieros, nunca tuvieron la oportunidad de comerse a ningún ser humano - son dos especies separadas por millones de años, cosa que algunos ignoran, influenciados por las películas de Hollywood - con lo que nos caen hasta simpáticos. Los dinosaurios y lo que sucedió con ellos, nos hacen entender que la Tierra no es nuestra propiedad, como podríamos creer erróneamente. El ser humano y todos los seres vivos somos solo huéspedes que pasan. Por esta razón debemos respetarla y preservarla para aquellos que llegaran una vez que nos hayamos ido de este mundo :)
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