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miércoles, 11 de julio de 2018

DONALD TRUMP: Aquel pobre y triste payaso

El pasado fin de semana se dio a conocer una noticia que dejo al descubierto los siniestros planes que el Criminal de Guerra Donald Trump - quien se encuentra por estos días por Europa - tiene preparado para Venezuela, victima desde hace mucho tiempo atrás de una guerra económica por parte de los EE.UU. así como de una virulenta campaña mediática en su contra de aquellos medios de comunicación al servicio del Imperio. Venga ya ¿que autoridad moral puede tener este impresentable sujeto para decidir la clase de gobierno que puede tener un país que no es el suyo? La invasión a Venezuela comenzó a rondarle la cabeza desde agosto del año pasado, cuando lanzó esta insólita pregunta a miembros de su gobierno: “Con una Venezuela que se está viniendo abajo y que amenaza a la seguridad regional, ¿por qué no podemos simplemente invadir este país tan problemático?”, lo cual dejó atónitos a los presentes en la reunión realizada en la Oficina Oval de la Casa Blanca, entre ellos el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, y el asesor de Seguridad Nacional, general H.R. McMaster, que ya no forman parte del ejecutivo estadounidense. El relato hasta ahora desconocido de la conversación - dado a conocer en exclusiva por Associated Press - procede de un alto cargo del gobierno familiarizado con lo que se dijo entonces, que habló bajo condición de anonimato por lo delicado del asunto. En una conversación que duró unos cinco minutos, McMaster y otros, hablando por turno, explicaron a Trump las consecuencias negativas de una invasión, que le costaría a Washington el apoyo de los gobiernos latinoamericanos, contrarios a esa idea, porque saben muy bien que serviría de un peligroso precedente, si mañana mas tarde algunos de aquellos países deciden salir de su órbita. Pero Trump tenía una respuesta, afirmando que había varios ejemplos de lo que consideraba el uso “exitoso” de la fuerza en la región, citando las invasiones de Panamá y Granada en los 80. Al día siguiente, Trump volvió a insistir en el tema al hablar de una “opción militar” para derrocar a la Revolución Bolivariana e instaurar “la democracia” en Venezuela, pero esta vez en público, lo que generó un gran dolor de cabeza para su equipo comunicacional. Y posteriormente, discutió esta posibilidad durante una cena con líderes latinoamericanos, previo a su discurso en la Asamblea General de Naciones Unidas, en septiembre del año pasado. Como es obvio, la Casa Blanca no ha querido hacer comentarios sobre ello. Sin embargo, un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional aseguró que EE.UU. mantenía todas las propuestas sobre la mesa “para conseguir restaurar la democracia en Venezuela y conseguir estabilidad” un eufemismo utilizado para tratar de justificar lo injustificable, cuando en el fondo lo único que pretenden es apoderarse de sus reservas de crudo, una de las mas grandes del mundo. Actualmente tiene una reserva de 298.000 millones de barriles de petróleo - según la Energy Information Administration - más que las de Arabia Saudita, Rusia o Irán y ocho veces más que las de EE.UU. Ahí está el quid del asunto, el verdadero motivo de los “desvelos” de Trump. A ello se suma las continuas visitas a la región de su vicepresidente Mike Pence “intentando” hacer cambiar de opinión a los países latinoamericanos, para dar paso a una intervención armada. Esta idea no es nueva, ya que se habla de ella en Washington desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999 (a quien por cierto intentaron derrocarlo en el 2002, fracasando miserablemente). Sin embargo, ha vuelto a ganar prominencia en los meses recientes conforme el gobierno del presidente Nicolás Maduro ha consolidado su control, desbaratando todos los planes golpistas impulsados por la Casa Blanca a través de sus agentes de la MUD y siendo reelecto para un nuevo periodo a pesar de todos los intentos de Washington por tratar de impedirlo. Luego de que el golpista Antonio Ledezma, fugara de Venezuela en noviembre del 2017, este se quitó la careta y comenzó a pedir abiertamente desde entonces una intervención militar. Asimismo, Ricardo Hausmann, un economista venezolano en la Universidad de Harvard, argumentó en un ensayo que la fantasmal Asamblea Nacional, controlada por la oposición, debería “destituir” a Maduro y allanar el camino para la acción militar extranjera “destinada a removerlo”. También trazó paralelos a la invasión de 1989 a Panamá y el “relativo éxito” (?) del que ese país ha gozado desde que Noriega fuera derrocado. Pero un ataque militar en contra de Venezuela sería un disparate. La Venezuela de 2018 no es el Panamá de 1989 e invadirla no sería un ataque quirúrgico como limitarse a lanzar bombardeos aéreos. El Panamá de Noriega solo tenía 15.000 tropas y Estados Unidos tenía bases militares alrededor de la capital, lo que no sucede en este caso. Por el contrario, Venezuela tiene 115.000 tropas, tanques y aviones de combate, con armamento ruso de última generación. Es un país de 30 millones de habitantes, de los cuales gran parte apoya al gobierno y que tienen no solo una ideología - el socialismo antiimperialista - que sirve para coordinar sus esfuerzos, sino que además están armados, ya que han sido preparados militarmente para una guerra “asimétrica” desde hace más de una década ante una eventual invasión, por lo que un ataque estadounidense tendría un elevado costo de vidas humanas. Y no hay posibilidad de que los países de la región participen en ese esfuerzo para derrocar a Maduro, Brasil ya lo dejó claro. En el caso concreto de Colombia, cuyo gobierno es un estrecho y tradicional aliado de Estados Unidos, el cual recientemente fue “aceptado” en la OTAN y que comparte una extensa frontera con Venezuela, una invasión de Washington en esa nación podría desembocar en un flujo masivo e incontrolable de refugiados y desplazados. De la misma manera, para los otros países de Sudamérica una guerra en su región tendría consecuencias necesariamente desastrosas en su estabilidad interna y en su debilitada economía, ya que abriría la puerta al caos. Lo más grotesco del asunto es que Trump ni siquiera tiene una razón precisa para pensar en una agresión de esa magnitud, habida cuenta que el gobierno bolivariano no representa amenaza alguna para la superpotencia (no tiene armas de destrucción masiva ni es un país que auspicie el terrorismo mundial, por ejemplo). Como sabéis, la relación entre EE.UU. y Venezuela se encuentra especialmente enquistada desde que Trump asumió la presidencia en enero del 2017. Fruto de esta tensa relación, en los últimos meses, la Casa Blanca ha aplicado numerosas sanciones contra funcionarios y empresas venezolanas e incluso, llegó a promover una ridícula resolución para iniciar el proceso destinado a suspender a Venezuela de la Organización de Estados Americanos (OEA), ridículo en el sentido que Caracas había anunciado hace varios meses atrás su retiro de aquel desacreditado organismo que es manejado por el Departamento de Estado como su mesa de partes, por lo que se apruebe en ella no tiene validez alguna. Aun así, Washington no consiguió en aquella ocasión ni siquiera los votos suficientes para aprobar ese pedido. Ante los fracasos de sus planes subversivos contra Venezuela, EE.UU. ha decidido jugarse la última carta y opta por lo que más sabe hacer, invadir militarmente, aunque puede sufrir otra derrota. Este tipo de conflictos tienen un alto costo económico y en vidas humanas. Un escenario que podría ser particularmente peligroso para el gobierno de Trump, teniendo a la vista las elecciones legislativas de noviembre de este año y sus aspiraciones de buscar la reelección presidencial en el 2020. Además, la idea de una operación militar en Venezuela - además de extemporánea - podría generar un efecto contrario al que podría buscar Trump. Basta recordar lo ocurrido con la invasión estadounidense a Irak ordenada por George W. Bush: el fin del gobierno de Saddam Hussein dio paso a una ocupación militar que duró casi siete años y el inicio de una guerra sectaria entre chiitas y sunnitas que han destruido el país haciéndolo ingobernable y dividido hasta el infinito, convirtiéndolo no solo en un Estado fallido - como Libia y Afganistán - sino también en un “santuario” del terrorismo internacional. Da la “casualidad” que Washington también tiene mucho que ver con la destrucción sistemática de aquellos países. Es su “obra”. Pero Venezuela no es Granada ni Panamá para que una invasión estadounidense provoque la caída del gobierno casi sin combatir, como ocurrió en ambos casos. Una acción de esta envergadura podría generar que todo un país de casi 31,5 millones de habitantes cerrara filas en contra de una presencia militar extranjera, creando un escenario de total hostilidad a través de una “guerra de guerrillas” en las zonas rurales y una ola de atentados, sabotajes o secuestros en áreas urbanas. Es un hecho que el mundo ya no está para aventuras bélicas de ninguna clase, de modo que es de esperar que los dichos de un desvariado mental como Donald Trump queden sólo en palabras. Si a pesar de todo insiste en pasar a la acción, será el segundo Vietnam de los EE.UU. Advertido esta :)

NINTENDO LABO: Despierta tu creatividad

Se trata de una serie de periféricos de cartón que pueden interactuar con Nintendo Switch sin ningún tipo de conexión electrónica. Para tal efecto, la plataforma utiliza los kits que incluyen cartones previamente recortados y otros materiales que se montan en combinación con la Nintendo Switch y los Joy-Con para crear los llamados "Toy-Con" que pueden interactuar con el software del juego incluido y viceversa. La idea es extremadamente sencilla, pero bien hecha y adaptada a las posibilidades que ofrece la Switch, donde nos están ofreciendo un montón de accesorios sin tener que invertir una millonada. Es decir, podemos tener desde un piano, hasta una armadura de robot, pasando por un pedal y volante de carreras, todo creado con cartón. Si lo analizamos detenidamente, Nintendo está apostando por la cultura maker y lo mezcla con algo tan divertido y sencillo como armar un juguete, el cual servirá para interactuar con ciertos videojuegos incluidos en varios kits de este Nintendo Labo. Mientras la competencia apuesta por potencia y otros factores, Nintendo sigue en su cancha apostado en cambiar la forma de jugar. Nintendo Labo es un proyecto arriesgado pero que no nos sorprende que venga de la compañía, donde pareciera que está dirigido a niños, sin embargo, también hay una segunda lectura dirigida a la comunidad maker. Y la misma Nintendo lo resume de forma perfecta: "se trata de una nueva forma de jugar". Estas plantillas de cartón pueden ser transformadas en varios tipos de juguetes y accesorios, como una forma de inspiración en esos proyectos de Raspberry Pi y Arduino, pero ahora adaptadas a una forma sencilla y para todos los usuarios. Cada plantilla incluye un cartucho con minijuegos que ayudarán a explotar las capacidades del nuevo juguete de cartón. Esto significa que la Switch pasa de ser una consola portátil a una sala de juegos mezclada con un juguete interactivo, donde otro de los objetivos, según Nintendo, es que los niños participen en los juegos de Switch de una manera más práctica y a través de manualidades. Nintendo define a Labo con tres características principales: hacer, jugar y descubrir. Y es que las plantillas de cartón no sólo se arman y ya, sino que hay de diferentes grados de dificultad, ya que unas contienen más conectores de plástico, cintas de goma, cuerdas, pegatinas y mucho más. El mismo armado es una experiencia interactiva ya que la Switch nos guiará paso a paso en la construcción de estos accesorios. Estas plantillas han sido bautizadas como 'Toy-Cons' y son diseñadas para alojar tanto los Joy-Cons como la misma consola y así crear el mencionado juguete interactivo. Lo más impresionante es ver cómo están diseñados para funcionar, ya que hacen uso de las cámaras de la Switch, los mandos, botones y sensores, pero sin que nos demos cuenta. Lo más atractivo de Nintendo Labo es todo lo que hay detrás, ya que en el fondo se le está enseñando a los niños cómo programar y cómo funciona la tecnología digital, con controles de movimiento y cámaras infrarrojas, pero a través de juegos. Vamos, pareciera que no es pesado ni complicado, ya que al final todo es un juego que podría ser un punto de partida para que se interesen en temáticas relacionadas con la programación y el desarrollo. La razón por la que todo es de cartón, además de la facilidad de uso, es que los niños podrán dibujar en los juguetes y hacerlos únicos, como una forma de personalización que será parte de la experiencia. Los kits de Nintendo Labo ya están disponibles en los EE.UU. y Europa, son dos variantes que incluyen las plantillas y el cartucho con minijuegos. Uno de ellos es el "Variety Kit" que cuenta con cinco juegos diferentes con sus Toy-Con, que incluye un "antenauta" (como un coche a control remoto), una casa, una moto, la caña de pescar y el piano, todo por 69,99 dólares. Mientras que el "Robot Kit", que es el traje de robot para niños, tiene un precio de 79,99 dólares. Si bien esta orientado hacia los niños para incentivar la imaginación y creación gracias a que pueden ver cómo funciona mientras lo construyen, Nintendo asegura que con el paso del tiempo se lanzarán más juguetes con más juegos, incluso mencionan que están pensando en lanzar kits más completos para adultos, lo que sin duda sería todo un éxito dentro de la comunidad maker. Aquí también será importante saber si habrá algún tipo de repuestos de cartón, ya que no sabemos cuántas sesiones de juego vayan a soportar :)

LONGINES HYDROCONQUEST 2018: La evolución esperada

Lanzado en el 2007, el HydroConquest es una rara avis dentro del catálogo actual de Longines. Ciertamente, la firma de Saint-Imier no se distingue precisamente por tener una gran oferta de relojes deportivos, sino por apostar por la tradición, la elegancia clásica y un diseño atemporal en la gran mayoría de sus colecciones. Incluso los Conquest, su línea más sport, tienen una imagen muy ponderada. Si dejamos a un lado algunas referencias de inspiración vintage de la exuberante colección Heritage, el HydroConquest es el reloj de submarinismo y el modelo más deportivo de Longines. Pero diez años son muchos, y es ahora cuando la firma de Saint Imier nos ha presentado su evolución. No es ninguna revolución ni supone un cambio drástico en su diseño, pero sí que todos y cada uno de los pequeños cambios realizados aportan su grano de arena para que el HydroConquest dé un salto cualitativo, tanto estético como estructural, que lo sitúa en una excelente posición entre los divers de precio asequible. Respecto a su introducción en la colección, Longines nos ha confirmado que los nuevos modelos coexistirán con las referencias actuales. Las nuevas versiones estarán disponibles en tamaños de 41 mm y 43 mm para los modelos con tres agujas con fecha, y de 41 mm para el cronógrafo.Todas ellas recurren a la misma caja de acero con acabado satinado y los flancos pulidos de las referencias actuales. En su interior también encontramos los calibres automáticos habituales de la colección: el L888.2 para las tres agujas (64 horas de reserva de marcha), y el L688 para el cronógrafo (54 horas de reserva de marcha, cronógrafo con rueda de pilares). Tampoco varían los elementos que lo convierten en un reloj de buceo: estanqueidad hasta 300 metros, bisel giratorio unidireccional, corona y fondo atornillados, protectores de corona, hebilla desplegable con doble cierre de seguridad y extensión para buceo integrada. Pero vayamos con los cambios. El principal de ellos es que su bisel es totalmente diferente, ganando en resistencia, nitidez y usabilidad gracias a implementar la casi irrayable cerámica y optar por un diseño más simple. Entre las innovaciones respecto a los HydroConquest actuales, podemos citar: Anillo cerámico del mismo color que la esfera: negro, azul o gris; El dentado lateral de agarre abarca toda la circunferencia del bisel. Antes era plano entre las 10 y la 1, y entre las 5 y las 7, un diseño del cual nunca he entendido su objetivo; Prescinde de la minutera con grandes índices trapezoidales y pequeños puntos; Introduce la nueva escala con numerales más estilizados para las decenas alternados con índices de tipo bastón cada cinco minutos, y una graduación al minuto en los primeros 15. Su diseño me recuerda mucho al bisel de los Omega Seamaster Planet Ocean; Triángulo a las 12 indicador del tiempo de inmersión adopta la geometría regular de un equilátero. La esfera es otro de los puntos de actuación, mejorando en nitidez, legibilidad y proporcionalidad. Por último, los nuevos HydroConquest implementan un nuevo brazalete, más sólido y que transmite mejor sensación de calidad. Más ergonómica y más cómoda, la correa también se ha actualizado, y se presenta en caucho del mismo color que la esfera. Evidentemente, estas mejoras comportan que su coste se incremente unos cuantos cientos de euros. Si el actual modelo de 41 mm con bisel de aluminio tiene un precio de 1.070 €, las nuevas referencias con bisel cerámico alcanzan los 1.400 €. La ventaja para el comprador es que estarán disponibles ambas versiones, por lo que podrá optar por las ventajas del nuevo y más caro HydroConquest con bisel cerámico, un mejor brazalete y un diseño más moderno, o si por el contrario decide ahorrarse casi una cuarta parte y elige la versión actual con bisel de aluminio :)
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