Tal como se esperaba, Alexander Lukashenko - el último dictador comunista de Europa - quien se impuso en unas controvertidas elecciones con el 80.23% de los votos que le aseguraría un sexto periodo consecutivo en el poder, ha desencadenado violentas manifestaciones en las calles de Minsk, donde miles de bielorrusos han rechazado los resultados calificándolos como una farsa, exigiendo nuevos comicios. Su enorme margen de ‘victoria’ al estilo soviético, a pocas semanas de que la oposición atrajera multitudes como hacía tiempo que no se veía en el país, ha hecho que parte de la población haya tomado las calles para denunciar un fraude evidente. Abandonado por Rusia y considerado un paria en Occidente, el tirano se encuentra prácticamente solo. Anacrónico y autoritario, mientras los regimenes comunistas eran derrocados en Europa Oriental uno detrás de otro, Belarús (Bielorrusia) fue el único país que pudo mantener el sistema político heredado de la desaparecida URSS, gracias a la mano de hierro instaurada por Lukashenko hace 26 años. Al estar situada estratégicamente entre los países bálticos, Ucrania y Polonia, Belarús es vital para los rusos ya que les facilita su comunicación con el enclave de Königsberg - que hasta 1945 pertenecía a Alemania - y que les da el control del Mar Báltico al estar ubicado en medio de los países integrantes de la OTAN, lo cual como es obvio, lo convierte también en un potencial objetivo para la alianza atlántica. En cuanto a las elecciones en si, Lukashenko, pudo haber ganado tácticamente en esta ocasión, pero definitivamente, ha perdido estratégicamente. Se puede decir sin temor a equivocarnos que se mantendrá en el poder al menos por ahora, gracias apoyo que acaba de solicitarle al Presidente ruso Vladimir Putin - bajo el falaz argumento de que “si cae el, los desordenes llegaran también a Rusia” - y porque además, la oposición está fragmentada y no tiene un solo líder que los aglutine. Su candidata de última hora, la ama de casa Svetlana Tikhanovskaya (quien obtuvo apenas el 10 por ciento de los votos) no tiene ni la habilidad ni la experiencia para liderarlos, y no representa riesgo alguno para el régimen, mas aun con su fuga del país al estallar las protestas. Es significativo que su candidatura misma se debió en buena medida, a la represión del régimen, ya que sustituyó en forma inesperada a su marido, el ciberactivista Siarhei Tsikhanouski, quien fue encarcelado desde mayo pasado por el gobierno para impedirle participar en los comicios. No fue el único caso: las detenciones de opositores y las violentas cargas policiales contra los manifestantes proliferaron en las semanas y días previos a los comicios. Pero, ¿por qué también podemos decir que Lukashenko perdió a largo plazo? La imagen de una "Belarús pacífica", una "Suiza de los eslavos orientales", en la que ha estado trabajando afanosamente durante más de dos décadas, se ha desvanecido irremediablemente. Mas temprano que tarde, el dictador tendrá que dejar el poder, y esto definitivamente no será la salida de un “autócrata exitoso” como el hubiese deseado, no luego de las violentas protestas en las calles exigiendo su renuncia. Pero seamos realistas: las manifestaciones, que reúnen a decenas de miles de personas en el centro de la capital, Minsk, y varias otras ciudades importantes, probablemente desaparecerán cuando recrudezca la represión. Para que una "revolución de colores" tenga éxito en Belarús se necesita tanto el descontento entre la población organizada por la CIA, así como la presión complementaria activa de las potencias extranjeras. La combinación de los dos fue la fórmula que posibilitó el golpe de Estado en Ucrania en el 2014. La presión occidental, que en ese entonces obligó a los oligarcas ucranianos a traicionar al presidente ucraniano legalmente elegido Viktor Yanukovich, mediante amenazas de congelación de cuentas y otras sanciones, es casi inexistente en el caso de Belarús en el 2020. EE.UU. y la UE ni siquiera se han estado preparando para un posible papel activo tras las elecciones del pasado 9 de agosto. El motivo central de las protestas ha sido la postura antirrusa adoptada por Lukashenko en los últimos tres años, que le han costado el apoyo de gran parte de su electorado (que esta a favor de una integración más estrecha con Rusia), pero que a su vez obviamente, le ganó en cierta medida la ‘neutralidad’ de Occidente, cuya interesada actitud podría resumirse mejor con una cita del artículo analítico de Bloomberg sobre Belarús que salió días antes de las elecciones: “Los líderes occidentales saben que Lukashenko, por muy desagradable que sea, es el mejor garante de la independencia de Belarús de Rusia y convertirlo por lo tanto, en una zona de amortiguamiento. Por el bien de los propios intereses geopolíticos de la UE, se debería apoyarlo, al menos tácitamente”. Lukashenko contaba con esta actitud cínica de Occidente, y no se puede decir que estuviera muy equivocado. The Telegraph de Londres escribió: “Occidente se ha mostrado reacio a implementar mas sanciones a Minsk, porque ha invertido mucho tiempo en mejorar sus relaciones con las autoridades bielorrusas”. "Castigar ahora a Lukashenko podría significar enterrar los logros (ciertamente modestos) de un diálogo entre Belarús y Occidente que comenzó en el 2014, luego del conflicto en Ucrania y arrojarlo nuevamente a los brazos de Rusia" agregó. Para ganarse el favor de Occidente, Lukashenko optó el 29 de julio por una provocación antirrusa, arrestando en un hotel a un grupo de 33 ciudadanos rusos - posteriormente liberados - acusándolos sin prueba alguna de “ser mercenarios y querer desestabilizar Belarús para sacarlo del poder”, tal como lo siguió afirmando durante varios días con el objetivo de “victimizarse” de cara a los comicios. Lo curioso es que los medios de comunicación occidentales se creyeron esta disparatada versión, y propalaron historias fantasiosas acerca de la llegada de “los hombrecitos verdes de Putin” a Belarús. “Los guerreros rusos de la muerte tenían un plan secreto” titulo por ejemplo El Mundo de España, el cual resume mejor la actitud miope y sensacionalista de los medios occidentales hacia los problemas de Belarús. Cuando Lukashenko se reunió en 2018-2019 con representantes del Atlantic Council con sede en Washington, una organización que apoyó el golpe de Estado en Ucrania, comprendió las limitaciones ideológicas de Occidente. Estas personas creen ciegamente en la propaganda estadounidense acerca “de las intenciones de Rusia de absorber por la fuerza las antiguas repúblicas que conformaban la extinta Unión Soviética desde la época del Imperio Ruso y que se independizaron tras el derrocamiento de la dictadura comunista y el colapso de la URSS”. Esa actitud refleja los rígidos clichés ideológicos anti-rusos tanto de los EE.UU. como de la UE. Lukashenko decidió utilizar esa fantasía a su favor, presentando a su país ante sus interlocutores como "la próxima victima de un ataque ruso", y lo utilizo para su beneficio. Precisamente, el titular del artículo del Atlantic Council de principios del 2020 titulado: "El próximo objetivo de Putin es Belarús" ilustra mejor la dirección absurda del pensamiento de la élite occidental respecto a Rusia. Pero Lukashenko calculó mal las expectativas de su propia gente, que se negó a creer aquellas disparatadas historias sobre una inminente ‘invasión rusa’ y con ello, la necesidad de otro mandato presidencial suyo para ‘prevenirlo’. Entonces, ahora estamos viendo el colapso de sus esfuerzos para construir una nueva "relación privilegiada" con Occidente, a pesar de que Washington y Minsk llevaron sus relaciones diplomáticas al nivel de embajadores - luego de 11 años de enfriamiento, como protesta por sus múltiples violaciones a los derechos humanos - en vísperas del regreso no muy glorioso de Lukashenko a poder. (Una vergüenza más para la política exterior de los EE.UU. como vemos ahora). Pero lo más grave de todo, es que Lukashenko insultó y antagonizó a quien debe ser su único y verdadero aliado: Rusia. Agosto esta por terminar y Belarús volverá a necesitar urgentemente el petróleo y el gas natural ruso para su sobrevivencia. Necesitará para ello restaurar los vínculos económicos con las empresas rusas, cuyos pedidos y pagos mantienen a flote la industria de construcción de maquinarias y su sólida producción de alimentos. ¿Perdonará el señor Putin a Lukashenko todas sus acciones hostiles y agresivas, así como la violencia actual en Minsk producto de la brutal represión de las fuerzas de seguridad destinada a acallarlas, que es vista como una desgracia personal por millones de rusos? El doble juego mostrado hasta ahora por el dictador de querer estar bien a la vez con Dios y con el Diablo no le va a dar resultados ahora. Occidente lo desprecia y no confía en el, con mayor razón luego de que los estados miembros de la UE han criticado y puesto en duda los resultados de las elecciones y ninguno ha reconocido su “victoria”. De esta manera, el querer seguir distanciándose de Rusia - negándose a aceptar la integración de su país impulsada firmemente por el Kremlin - será suicida para Lukashenko. Y cuando le llegue la hora, nadie acudirá en su ayuda. ¿Terminara ajusticiado como Ceausescu? Tal podría ser el terrible destino que le espera (Por cierto, ante el recrudecimiento de las multitudinarias protestas, el dictador no solo ha vuelto su mirada a Moscú intentando ganar tiempo, anunciando que “Rusia le proporcionará asistencia integral para garantizar la seguridad de Belarús en caso de amenazas militares externas” invocando los acuerdos suscritos entre los dos países dentro de la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva y el Estado de la Unión - aunque el Kremlin se ha limitado a decir que “las protestas internas que están teniendo lugar en todo el país, no son una agresión externa”- sino que también ha movilizado al ejército, rechazando realizar nuevos comicios: “Hemos celebrado elecciones ya y no habrá nuevas a menos que me maten” expreso este lunes, con lo cual las manifestaciones recrudecerán y el momento de que rinda cuentas habrá llegado) :)
El Pixel 5 es un teléfono que se ha filtrado en varias ocasiones, una de las cuales descartó la posibilidad de que tuviésemos un modelo XL, y que ha sido ya confirmado por la propia Google. Como recordareis, en la presentación del Pixel 4a el pasado 3 de agosto, ya se indicó claramente que el Pixel 5 aterrizaría en el otoño europeo aunque las fechas extraoficiales ya apuntan directamente al mes de octubre. El Pixel 5 debe convertirse, por tradición, en el nuevo dispositivo líder del catálogo del ya fabricante norteamericano aunque parece, a tenor de un benchmark filtrado, que no se tratará en esta ocasión de una gama alta, o gama súper alta. El benchmark AI ha dejado al descubierto un cerebro conocido y potente, pero alejado de los líderes del mercado. Ya se rumoreó, durante una de las tandas de filtraciones del futuro Pixel 5, que Google planeaba no apostar por el procesador más potente disponible para así abaratar su nueva línea. Según AI Benchmark y sus últimos resultados registrados, parece que será finalmente así aunque, como ocurre siempre en estos casos, la información no será exacta ni oficial hasta que la propia Google la desvele. De esta manera, con el Snapdragon 865+ en el mercado y con el modelo de primeros de año disponible, el 865 sin apellido Plus, Google habría apostado por un cerebro 'gaming' de gama súper media para su Pixel 5. El Snapdragon 765G es el que aparece registrado en el citado benchmark y, por lo que sabemos hasta ahora, no tendremos un Pixel 5 XL en esta ocasión que suba las apuestas. En las pruebas registradas por AI Benchmark, el Pixel 5 aparece luciendo el citado Snapdragon 765G junto con 8GB de RAM. El resultado final de la prueba es que el teléfono obtiene 39,4 puntos situándose, como era de esperar, incluso por debajo del Google Pixel 4 y el Pixel 4 XL, ambos con el Snapdragon 855 del pasado año y mejores en rendimiento en código de inteligencia artificial. Según nos cuenta Google, el Pixel 5 aterrizará inicialmente en los EE.UU., Canadá, Reino Unido, Irlanda, Francia, Alemania, España, Japón, Taiwán y Australia. Y tal como ya hemos dicho antes, si las filtraciones no fallan, será en octubre, y para entonces ya tendremos de primera mano todas y cada una de sus especificaciones. Veremos si este cambio de procesador, de confirmarse, supone un descenso en precio de la familia Pixel. ¿Tal vez volveremos a la franja de los 500 a 600 euros? :)
Desarrollado por 343 Industries y editado por Xbox Studios para PC y Xbox One, se trata de la sexta entrega de la saga principal de acción en primera persona Halo, la que promete ser la aventura más grande del Jefe Maestro. En efecto, Halo Infinite continúa la historia de Halo 5: Guardians y dirige a la franquicia hacia direcciones ambiciosas e inesperadas, impulsada por el nuevo motor Slipspace. Prevista inicialmente para salir conjuntamente en noviembre con la Xbox Series X, Halo Infinite no debutara hasta el próximo año. En efecto, esta era una de las grandes apuestas de Microsoft para acompañar el lanzamiento de su nueva consola, sin embargo no va a poder ser en esta ocasión. Desde el equipo de 343 Industries indican que han sido varias las razones que les han hecho tomar esta decisión, mencionado entre ellas la situación actual provocada por COVID-19. Si nos remontamos dos décadas atrás, el primer Halo llegó también con la primera Xbox. En el 2001 se lanzaron en conjunto tanto la consola como el videojuego. Halo Infinite debutará por lo tanto 20 años más tarde que el videojuego original. Y lo hará no sólo en Xbox Series X sino también en Xbox One y Windows 10. Creado por Bungie Studios y continuada por 343 Industries y Sperasoft, Halo Infinite fue anunciado oficialmente el 10 de junio del 2018 durante la Electronic Entertainment Expo 2018 con una demostración del nuevo motor del juego de nombre Slipspace Engine, junto con el tráiler que presenta a Jefe Maestro sosteniendo su casco mientras observa la llamada de auxilio de unos marines de la UNSC. Al año siguiente, en la Electronic Entertainment Expo 2019 se reveló un segundo adelanto estableciendo que la salida del juego será a finales del 2020 a la par de la nueva consola de Microsoft la Xbox Series X. En esa oportunidad, el jefe de marketing de Microsoft Aaron Greenberg dijo “Estoy personalmente emocionado al saber que no es solo Halo 6. Este es más grande, atrevido y más ambicioso”. El título presentara un nuevo motor gráfico llamado Slipspace, el más potente que han utilizado nunca. Greenberg dice que “lo que vieron era una demostración in-engine". Pero como ya hemos detallado líneas arriba, su llegada se ha retrasado para el 2021 y solo nos queda esperar para tenerlo entre nosotros :)