Mientras la camarilla golpista de Kiev - instalada en el poder en Ucrania en el 2014 bajo el patrocinio de los EE.UU. - se empecina a cada momento a agravar las relaciones con Rusia y se ceban con la población rusófila del este de país en una guerra de exterminio, en su extremo occidental existen otras minorías que también son brutalmente oprimidas por los fascistas ucranianos con la complacencia y el silencio hipócrita de Occidente. Entre ellos destacan los húngaros de Transcarpatia, quienes cuales cansados de sus abusos a que son sometidos a diario, han gestado un movimiento para liberarse de esa oprobiosa tiranía y reintegrase a Hungría de la cual formaron parte hasta 1918, cuando al finalizar la I Guerra Mundial, la redefinición de las fronteras la perjudicó gravemente, perdiendo más de la mitad de su territorio y millones de húngaros pasaron a convertirse en minorías en otros países. El hecho de haber pertenecido durante siglos al Imperio Austro-húngaro le ha dado un carácter peculiar, alejado de las regiones vecinas. Y en cuestiones políticas es muy evidente. Si la zona occidental de Ucrania es la más nacionalista (ucraniana), rusófoba, en la que más presencia tiene la extrema derecha y los movimientos fascistas, no debe sorprender de que en la punta más occidental, en Transcarpatia, sea todo lo contrario. Y allí dominan los partidos antinacionalistas ucranianos y se usa habitualmente el húngaro en la comunicación diaria como lengua franca y símbolo de identidad, motivo por el cual son continuamente hostilizados por los extremistas que actúan impunemente y bajo el amparo de Kiev. Quien ha salido en su defensa para denunciar los atropellos que sufren ha sido el gobierno húngaro del Primer Ministro Viktor Orban, el cual no ha dudado a dirigirse tanto a la UE como a la OTAN - de las cuales Hungría forma parte - para condenar las acciones criminales de los golpistas ucranianos en contra de sus minorías, especialmente la húngara, enviando un memorando al secretario general de la alianza atlántica, Jens Stoltenberg, que apunta a la necesidad de defender los derechos de los húngaros en Ucrania. Los reclamos acumulados son varios. Uno de los más polémicos es el referente a la ley de educación ucraniana que deja a cerca de 150.000 húngaros sin la posibilidad de estudiar en su idioma natal y obliga a impartir desde el año 2020 las asignaturas solo en ucraniano en todas las escuelas del país. El documento provocó críticas de los países vecinos, en particular de Hungría, cuya minoría étnica vive en una región también conocida como Rutenia subcarpática. Budapest llamó al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos para que investigase la legalidad de esta ley ucraniana. A principios del 2018, el ministro de Asuntos Exteriores de Hungría, Peter Szijjarto, mantuvo una reunión con el presidente de la Federación Cultural Húngara en Transcarpatia, Laszlo Brenzovics. Durante la reunión, Szijjarto aseguró que Hungría irá hasta el final en su intención de defender los intereses de los húngaros en Ucrania. Hay que destacar que Peter Szijjarto ya había visitado Transcarpatia con anterioridad, al tiempo que se negó a reunirse con su homólogo ucraniano, Pavló Klimkin. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania valoró este paso como una grave violación de la etiqueta diplomática. “Transcarpatia se siente hoy en día más parte de Hungría que de Ucrania”, afirmó el director del Centro de Estudios Políticos de Kiev, Mijailo Pogrebinski, en comentarios a la agencia FAN. Según el politólogo, en ciudades como Beregovo, “por todos lados se ven banderas húngaras” y las personas quieren que sus hijos estudien en su idioma natal, no en ucraniano. Además, la mayoría de los jóvenes sueñan con ingresar en las universidades húngaras, no las ucranianas. La hostilidad manifiesta de Kiev solo agilizó los sentimientos separatistas en la región, pone de relieve Pogrebinski. Como sabéis, los fascistas de Kiev intentan buscan a toda costa integrarse en esa organización militar, logrando adquirir el pasado mes de marzo el status de ‘país aspirante’, pero Budapest ha insinuado que bloqueará todos sus intentos para su integración definitiva, afirmó el profesor de la Academia de Ciencias de Hungría, Tamas Pal, quien agrego que la propia Carta de la OTAN, indica que los países con disputas territoriales con otros Estados - como es el caso de Ucrania - no pueden ser miembros de ella, por lo que están en la obligación de solucionarlos antes de que sea admitida. “El Primer Ministro húngaro ha afirmado que Kiev no debería contar con que Budapest retire sus exigencias. Aunque están listos para llegar a un acuerdo, si Ucrania escucha sus demandas”, explicó por su parte el politólogo húngaro Gabor Shtir. Desde el golpe de Estado en el 2014, Ucrania ha venido perdiendo el apoyo de sus vecinos europeos. Además de Hungría, los polacos también acumulan muchos reclamos de carácter histórico e ideológico, ya que también consideran como suyos territorios que una vez formaron parte de Polonia. Similar situación se repite con Rumania. De acuerdo con Tamas Pal, los problemas de Ucrania radican en la "mentalidad provincial" de sus dirigentes. El frenesí nacionalista que se ha apoderado de sus mentes les impide ver más allá de sus fronteras, donde recuerdan bien las lecciones de la historia, resumió el académico. “Nadie quiere volver a cambiar el mapa de Europa del Este, pero esto no significa que Ucrania pueda ignorar las realidades históricas. Por ejemplo, olvidarse que Mukácheve anteriormente era una ciudad húngara, país con el cual mantienen estrechos lazos históricos. Para poder integrarse a la UE, Ucrania debería acudir al diálogo y no a consignas", sostuvo Tamas Pal. El problema más notable entre los golpistas ucranianos es la incapacidad de controlar a los grupos paramilitares cuyas actividades criminales son cada vez más destructivas. “Tales fuerzas están presentes especialmente en el este del país, pero el Gobierno debería tener la capacidad de acabar con ellos. Pero hasta ahora Kiev no ha hecho ningún esfuerzo y por el contrario, los promueve abiertamente” insistió. Precisamente, uno de esos grupos mas activos que aterrorizan a la minoría húngara es la organización radical Karpatskaya Sich - 'Hueste de los Cárpatos', en ucraniano - el cual a menudo realiza las llamadas 'marchas de antorchas', manifestaciones extremistas en las que se corean lemas como '¡Gloria a la nación, muerte a los rusos!' atacando a todos aquellos que no se pliegan a sus marchas, contando para ello con el apoyo de las fuerzas de seguridad ucranianas que actúan como cómplices de sus acciones. “Las autoridades actuales de Kiev cometen un grave error cuando consideran a Ucrania un país monoétnico. El deseo [de la población] del este ucraniano de hablar y educar a sus hijos en idioma ruso fue igual de evidente como lo es hoy el deseo de los transcarpatios de seguir su educación en húngaro, rumano y polaco, que son sus idiomas natales",valora el estratega político Dmitri Mélnikov, citado por Gazeta.ru. Las declaraciones y los pasos de las autoridades húngaras en defensa de Transcarpatia ya han provocado reacciones similares a las ocurridas en Donbás y Crimea hace cuatro años. Así, el experto en temas militares Alexéi Arestovich acusó a Kiev de provocar una rebelión separatista en Transcarpatia y ser los únicos responsables del agravamiento de la situación que puede degenerar en el más breve plazo en una nueva guerra en la región :(
Parece que el tirón de la nostalgia en los videojuegos sigue existiendo y ahora es Sony la que juega una carta que nos suena en cuanto a lanzamiento de hardware. Así, tal y como vimos con Nintendo con la NES Classic mini y la SNES mini, llega el turno ahora de recuperar otra consola de antaño. Atentos, amantes de las PlayStation, porque Sony presenta la PlayStation Classic, que llega en un formato más compacto y con títulos míticos dirigidos a enamorar a los fans del producto. El anuncio lo ha llevado a cabo la compañía mediante una entrada en su blog y un vídeo en el que se resume el espíritu y parte de las características del producto. En efecto, estamos ante una versión más compacta de la PlayStation original - según afirma el propio fabricante, prácticamente la mitad del tamaño - que se podrá adquirir de forma global en todo el mundo el próximo 3 de diciembre. ¿Por qué ha elegido Sony esta fecha en concreto? Porque coincide con el lanzamiento de la PS1 en Japón hace exactamente veinticuatro años: la PlayStation original se lanzó inicialmente en su país de origen el 3 de diciembre de 1994, y en ese momento ni las previsiones más optimistas podrían adivinar el impacto del producto a lo largo de los años. El fabricante ha ideado con la PlayStation Classic un formato de consola compacto y que basta con conectar al televisor nada más sacarse de su embalaje para poder comenzar a jugar, solo o acompañado. La Classic llega, de esta manera, con todos los ingredientes para poder disfrutarse desde el minuto uno y así, el paquete incluye dos mandos -una réplica a escala de los mandos originales de la consola- y hasta veinte juegos precargados entre los que nos encontramos algunos títulos que marcaron una época como "Jumping Flash!" (1995), "Wild Arms" (1996), "Final Fantasy VII" (1997), "Tekken 3" (1997) y "R4 Ridge Racer Type 4" (1998). Todos ellos siguiendo fielmente el aspecto e imagen pixelados del momento. Según vemos en la web de Sony, la PlayStation Classic hereda toda la carga genética de la primera PS en cuanto a diseño, con el característico tono y añadiendo pequeñas variaciones en lo referente a puertos de entrada y salida. Así, un puerto HDMI y un microUSB (y los puertos para los mandos). En cuanto a los controladores, otro aspecto que vemos es que no incluyen DualShock. Tampoco incluirán el adaptador de corriente (habrá que comprarlo por separado), pero incluye un cable HDMI y un cable USB (y la tarjeta de memoria virtual). Eso sí, Sony parece plantearlo como regalo para Navidades porque estará disponible a partir del 3 de diciembre por 99,99 dólares/euros en Japón, Estados Unidos y Europa (a falta de saber los países concretos), especificando que serán unidades limitadas. De esta manera, Sony pretende seguir la estela, como hemos apuntado, de Nintendo, que sigue haciendo caja en volúmenes ingentes en este nuevo segmento para los más nostálgicos. Que nadie piense que se trata de un guiño a sus fans con más añoranza: el negocio de las consolas retro mueve millones, muchos millones :)
Desde hace algunos meses hemos visto cómo SpaceX - la compañía de Elon Musk - ha batallado con fijar su meta máxima, y sentido último de su creación: lograr su primer viaje privado con pasajeros civiles al espacio. Lanzar a la Luna a los primeros turistas espaciales como primer paso, por momentos parecía un objetivo casi imposible. Pero Musk acaba de sorprender a todos; con el anuncio de que ya tiene reservado su primer viaje con su primer pasajero, un multimillonario japonés. El viaje se llevará a cabo a bordo del Big Falcon Rocket (BFR), que hasta ahora solo se ha mostrado en diseños e imágenes, cuya construcción podría tener un costo de unos 5.000 millones de dólares. Al igual que en los cohetes desarrollados antes por SpaceX, el Falcon 9 y el Falcon Heavy, la primera parte puede separarse del resto del cohete y regresar a la Tierra para un aterrizaje vertical. La nave continuará hacia la Luna, impulsada por sus motores. Se espera que tenga capacidad para unas 100 personas y el volumen de su área presurizada interior sería comparable a la de un Airbus A380, algo que nunca se ha hecho. Se espera además que el sistema de lanzamiento podría algún día ser utilizado para colonizar la Luna y Marte, aunque esos destinos tienen distinta complejidad: mientras que un viaje a Marte puede llevar de dos a seis meses, ir a la Luna suele demandar unos tres días. La peculiar expedición está programada para tener lugar en el 2023, aproximadamente. Ya se sabe que es frecuente observar cambios y aplazamientos en las fechas de lanzamiento, por lo que tampoco conviene fiarse en exceso de esta previsión. Como sabéis, cuando Elon Musk decidió fundar en el 2002 su empresa de transporte aeroespacial, muy pocos confiaban en que el estrafalario emprendedor sudafricano pudiese culminar con éxito uno de sus proyectos más ambiciosos. Hoy esta idea parece igual de improbable - al menos en los plazos que ha marcado el empresario-, sin embargo, en estos años Musk ha logrado recuperar el interés del público por la olvidada carrera espacial. El lanzamiento del Falcon Heavy en febrero, que transportaba en su interior un automóvil Tesla Roadster con un maniquí disfrazado de astronauta a los mandos, se emitió a través de YouTube, convirtiéndose en el segundo evento en vivo más visto de la historia de la plataforma, con más de 2,3 millones de espectadores simultáneos. Hasta el Falcon Heavy, los cohetes usados para las misiones espaciales eran como una bengala, sólo se podían utilizar para un único lanzamiento. La revolución de Musk ha consistido en lograr que estos enormes y costosísimos vehículos puedan reutilizarse. "Han reducido en gran medida el coste de las misiones espaciales, lo que permitirá incrementar la frecuencia de los lanzamientos", explica por correo electrónico Greg Autry, profesor asistente en la Universidad de California del Sur. Autry trabajó durante años en la NASA como enlace con la Casa Blanca. La mayor innovación de SpaceX, señala el experto, está en haber conseguido transformar el proceso de fabricación de los cohetes aprovechándose de las economías de escala. "En lugar de construir cohetes uno por uno para misiones específicas desde un diseño inmutable, están constantemente desarrollando nuevos modelos en la cadena de producción e incorporando mejoras". En la práctica, esto se traduce en lanzamientos más económicos. Y es que mientras los proveedores tradicionales de la NASA, como la United Launch Alliance (ULA) -una joint venture entre Lockheed Martin y Boeing- cobran alrededor de 400 millones de dólares al gobierno estadounidense por un lanzamiento, SpaceX es capaz de reducir el coste hasta los 80 millones. De hecho, el precio podría bajar hasta los 30 millones, según los últimos cálculos de la empresa. "Esta diferencia viene de las economías de escala, la fabricación continua y el estar dispuestos a probar cosas nuevas", resume Autry. Al contrario que el fabricante de vehículos eléctricos Tesla, también fundada por el sudafricano, SpaceX es 100% privada. Musk posee una participación mayoritaria en la start up, junto a inversores como Google, Fidelity Investments y Founders Fund, y no divulga sus ingresos. Pese a ello, su valor se estima en más de 28.000 millones de dólares (algo más de 24.000 millones de euros), situándose junto a Uber, Airbnb y WeWork entre las start up norteamericanas más valiosas del mundo. El sueño de Musk es convertir el negocio del transporte aeroespacial en algo tan lucrativo que permita costear su proyecto más grandilocuente: colonizar Marte. El empresario ya ha anunciado un primer viaje en el 2023 para cien personas que, según sus palabras, "será tan asequible como comprar una casa". Lo cierto es que son demasiadas las incertidumbres para asegurar con certeza que un proyecto de esta envergadura vea la luz en un plazo de tiempo tan corto, menos de tres años. Lo que sí es viable, y de hecho está resultando de lo más rentable para SpaceX, son los lanzamientos de satélites. Se estima que la empresa controla más de la mitad del mercado de lanzamiento mundial de cohetes. En el 2017, su nave Falcon 9 alcanzó su órbita en 18 ocasiones, más que ningún otro vehículo de lanzamiento en el mundo. Para este año, la compañía ha anunciado que realizará, al menos, otros 30 lanzamientos. SpaceX cuenta con más de un centenar de clientes entre los que se encuentran compañías de satélites de Estados Unido, Europa y Asia, como Maxar, Eutelsat y ABS; además de la NASA y otras agencias del Gobierno federal de los EE.UU. :)