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miércoles, 14 de agosto de 2019

CACHEMIRA: La guerra encubierta

Como sabéis, la India y Pakistán llevan siete décadas enfrascados en Cachemira en un conflicto territorial que parece no tener fin. Una relación de alta tensión que nace del proceso de descolonización británica y el posterior nacimiento de los dos Estados independientes. En la actualidad, los dos países están dotados de armas de destrucción masiva, de ahí que cualquier roce, por pequeño que sea, hace saltar todas las alarmas. A pesar de haberse enfrentado militarmente en varias ocasiones, se han abstenido de utilizar sus arsenales nucleares, pero en esta oportunidad - según advirtió recientemente Nueva Delhi - están dispuestos a utilizarlos “para acabar con el problema de una vez por todas” lo cual podría desencadenar el Apocalipsis. El origen de las rivalidades data de la independencia, en 1947, cuando la India y Pakistán se constituyen como Estados propios tras una traumática partición del territorio por parte de los colonialistas británicos. La escisión costo la vida de centenares de miles de personas y el desplazamiento de 12 millones de ciudadanos, expulsados violentamente debido a su religión de un lado al otro de las fronteras, convirtiéndose Cachemira desde entonces en el principal foco de tensiones. La independencia de la India trae consigo un conflicto de identidad entre los nacionalistas hindúes del Partido del Congreso Indio y la minoría islámica de la Liga Musulmana de Jinnah. En esta disputa, Pakistán se declara ‘defensor de los musulmanes’ acusando al Estado indio de opresor y se lanza a la protección y al control de Cachemira, poblada mayoritariamente por musulmanes. Cabe destacar que el plan de partición de la Ley de Independencia de la India (1947) establecía que Cachemira ‘era libre de adherirse’ tanto a Pakistán como a India, aunque ello realmente no era cierto. En ese momento, Hari Singh, el maharaja de Cachemira (gobernante local impuesto por Nueva Delhi), se decanto lógicamente por la India, lo que provocó la primera guerra indo-paquistaní. Desde entonces, el territorio en disputa está dividido en tres partes: la controlada por India, la que está bajo el Gobierno de Islamabad y una pequeña región al noreste que pertenece a China. Tras la primera guerra, la India aprobó una nueva Constitución en la que otorgaba un cierto grado de autonomía a la región. Sin embargo, a principios de 1965 estás competencias se ven mermadas y estalla la segunda guerra que acaba cuando interviene la entonces Unión Soviética y el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas (ONU). En 1971, los movimientos secesionistas, con la ayuda de la India, consiguen la independencia de Pakistán Oriental y la creación del Estado de Bangladesh. Pakistán ve la operación como un ataque directo y la crisis degenera en el tercer conflicto armado. En 1972 se firma el Acuerdo de Simla en el que ambas potencias acuerdan resolver el conflicto por medios pacíficos y se establece una Línea de Control. A pesar del acuerdo de paz, las tensiones por Cachemira nunca han desaparecido. En 1999, estalla un nuevo conflicto cuando 400 paquistaníes se infiltran en Kargil, una zona que pertenece a la Cachemira india. Nueva Delhi responde a este nuevo desafío con ataques aéreos que acaban con la vida de 170 paquistaníes. El Gobierno de Islamabad decide finalmente retirarse del territorio en disputa. Del 2000 al 2001 el conflicto en la región se salda con 7.000 víctimas mortales entre civiles y fuerzas de seguridad. Los gobiernos de India y Pakistán intentaron desde entonces poner fin a sus profundas diferencias y en el 2003 restablecieron relaciones diplomáticas, decretando un alto el fuego bilateral. Sin embargo, todos estos avances quedaron de lado con el ascenso al poder en el 2014 del ultranacionalista Narendra Modi, perteneciente al Bharatiya Janata Party (BJP), quien endureció su postura respecto a Pakistán y a la situación existente en Cachemira, que pretende ‘indianizar’ a toda costa, un viejo sueño de los fundamentalistas. Es así como su sorpresiva decisión tomada hace unos días de revocar su autonomía para convertirlo en un territorio administrado centralmente por Nueva Delhi, cambiará la naturaleza y los contornos de la política no solo en la región, sino en todo el sur de Asia. Llamada ‘Operación Cachemira’, esta apunta a su completa asimilación e integración a la India. Demográficamente, la idea es disolver el separatismo en un mar de nacionalismo indio a través del reasentamiento de poblaciones, dado que el separatismo - afirma - proviene de la falta de heterogeneidad étnica en Cachemira, donde el 97 por ciento de la población es musulmana. La intención de Modi para la absorción total de la Cachemira en la India, busca que los musulmanes dejen de ser predominantes en la región - expulsándolos en masa, aunque no dicen adonde porque no los quieren en ningún lado - para reemplazarlos por indios y ‘legitimar’ así su ocupación. El costo será terrible por los conflictos que indudablemente ocasionara ese siniestro plan, pero a pesar de todos los riesgos, pretende convertirlo en realidad. De momento, los cachemires siguen ahí y los incidentes de violencia empiezan a aflorar, pese al bloqueo a que ha sido sometido el valle, privado de Internet y de comunicación telefónica, aislándola del mundo para evitar que se sepa acerca de la sangrienta represión practicada por las fuerzas de seguridad y el ejército indio, quienes emplean tácticas brutales contra la población civil de manera cotidiana en Cachemira ante el silencio cómplice de Occidente, que prefiere mirar hipócritamente hacia otro lado, mas aun cuando la India es un estrecho aliado contra China, quien por su parte ha establecido fuertes lazos con Pakistán. Es obvio suponer que la infame jugada política más radical de Modi ya ha empezado a elevar la temperatura, no sólo en Cachemira sino también en su nuclearizado vecindario. Considerado un territorio en disputa para la ONU, tanto Pakistán como India reclaman Cachemira por entero, como recordó el irredentista ministro del Interior, Amit Shah, en Nueva Delhi: “Que quede constancia en este Parlamento de que cuando me refiero a Cachemira me refiero también a la ocupada por Pakistán y por China” expresó. Culminando el sueño de la derecha nacionalista hindú, el país tiene desde ahora una sola bandera. El Parlamento de Nueva Delhi tal vez pueda arrebatarle a Cachemira su condición de estado y hasta su bandera (la única que estaba autorizada a ondear en India además de la de la Unión). Lo que no puede hacer -menos aún con nocturnidad y alevosía - es arrebatarle los setenta mil muertos de los últimos treinta años de conflicto. Entre los hindúes, los cadáveres se vuelven humo, pero entre los musulmanes se convierten en decenas de miles de tumbas, en un valle de ensueño pero inundado por las lágrimas de sus viudas. Enterrando la política, Modi ha dado el disparo de salida a un nuevo ciclo sangriento. No lo dice el ISI pakistaní, sino el exjefe de la inteligencia india, Amarjit Singh Dulat: “Podríamos ver un repunte de la violencia, no sólo en Cachemira sino en todas partes”. El politólogo Pratap Bhanu Mehta lo ha dicho de otro modo: “El BJP cree que con ello va a indianizar Cachemira, pero podríamos ver la cachemirización de la India”. Palaniappan Chidambaram, que fue ministro del Interior tras el asalto terrorista a Bombay - perpetrado en el 2008 por grupos terroristas financiados por Islamabad - ha dicho que quedará para la historia como un gran error y podría desembocar en el desmembramiento del país. En efecto, el fundamentalismo hindú (que llevo al poder a Modi en el 2014 y reeligiéndolo este año) esta mas fuerte que nunca con todas las concesiones otorgadas por su benefactor y amenaza con fracturar la India. La presión del nacionalismo religioso ha obligado a cambiar los nombres árabes de varias ciudades y calles del norte del país, donde se concentra gran parte de la mayoría musulmana. Muchos de estos lugares conservaban su denominación desde que el imperio mogol ocupó la región septentrional del subcontinente en el siglo XVI. Incluso el origen musulmán del Taj Mahal, máximo exponente del legado cultural mogol y patrimonio universal, está cuestionado por los fanáticos hindúes, quienes buscan convertirlo en un templo hindú ya que aseguran que ese fue su origen. El gobierno ha renombrado los enclaves musulmanes del norte para exaltar el hinduismo. Su jefe, el predicador nacionalista Yogi Adityanath, fue detenido por instigar al odio en la región más afectada por asesinatos religiosos. “Si ellos matan a un hindú, nosotros mataremos a 100 musulmanes”, dijo a sus fieles. Según las estadísticas, el 84% de las víctimas de asesinatos de índole religiosa en la última década fueron musulmanes, lo que alarma a los 172 millones de fieles que viven en el país. El 13% del total de la población de India (que tiene unos 1.320 millones de habitantes) pertenecen a esta confesión religiosa. Luego de Indonesia y Pakistán, India es el país con mayor número de musulmanes. Pero la convivencia con los vecinos hindúes nunca fue fácil. “Es imperativo reescribir la historia de India. Su glorioso pasado fue eliminado”, explica Rakesh Sinha, ideólogo de Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), matriz de los grupos promotores del hindutva, teoría que defiende la hegemonía del hinduismo. Prohibida cuatro veces por incitar al odio religioso y asociada al asesinato de Mahatma Gandhi, RSS es la mayor agrupación voluntaria del mundo, con más de seis millones de miembros. Aunque declarada apolítica, tiene estrechos vínculos con el poder: el conocido monje fundamentalista Adityanath es miembro y el mismo Narendra Modi, militó en ella. Fruto de su apoyo al gobierno, RSS ha gestionado instituciones culturales de primer nivel. Según fuentes oficiales, las shakhas, campamentos de adoctrinamiento en la visión ortodoxa del hinduismo y que reniega de toda influencia externa en la cultura india, han aumentado un 25%. Desde la llegada al poder del partido BJP, el número de escuelas privadas financiadas por RSS (y con potestad para crear su propio temario) aumentó hasta las 14.000 y cuentan con 1,8 millones de estudiantes. En julio de este año, por ejemplo, una organización educativa afiliada a RSS consiguió eliminar contenidos de los libros de texto, incluidas palabras en inglés, urdu y árabe. El ensayo RSS, School Text & the Murder of Gandhi analiza los textos de estas escuelas, que afirman que los indios arios fueron los primeros habitantes de China e Irán, y describen al Islam como una religión que destruyó a todos los países por los que pasó o cuentan que los misioneros cristianos difunden tendencias antinacionales “por lo que deben ser combatidos”. Irfan A. Engineer, director del Centro por el Estudio de la Sociedad y el Secularismo, asegura que esta mitificación de la historia financiada por el gobierno de Modi “busca dividir a la población en base a su religión, casta, género u origen, amenazando con romper las frágiles costuras de la sociedad con la mayor diversidad religiosa del mundo. Su discurso se aleja del patriotismo secular de la India buscando imponer el hinduismo mas extremo y radical sobre toda la población - especialmente la musulmana - victima de continuos hostigamientos que a la larga va a fracturar el país” indicó. Con Cachemira convertida en una prisión a cielo abierto debido a la sangrienta represión para intentar extirpar completamente su identidad, es solo cuestión de tiempo que la situación estalle en una guerra devastadora con el uso de armas nucleares que todos lamentaremos :(

NINTENDO SWITCH LITE: ¡Que empiece el juego!

Nintendo ha presentado la que será su próxima consola, más bien una modificación de una existente, la Nintendo Switch. En efecto, la nueva Nintendo Switch Lite es una alternativa más pequeña y barata que a cambio de reducir su precio unos 100 euros, sacrifica la posibilidad de conectarla a una TV con el dock o separar los Joy-Con como en la Nintendo Switch. Según indica Nintendo, la nueva consola que se suma a la familia Nintendo Switch está específicamente diseñada "para jugar a títulos de Nintendo Switch en modo portátil". Es una de las grandes diferencias respecto a la Nintendo Switch original, una consola que precisamente destacaba por permitir jugar en diferentes modos de juego como en modo televisor conectada a la TV, en modo sobremesa con los Joy-Cons separados o en el modo portátil del que dispone también Nintendo Switch Lite, el cual es ligeramente más pequeña que la consola original. Tiene un tamaño total de 91,1 x 208 x 13,9 milímetros y el peso también se reduce de los 297 gramos a los 275 gramos. Esta reducción del tamaño también se aplica a la pantalla, que pasa a ser de 5,5 pulgadas en un panel LCD táctil capacitivo. La resolución se mantiene a 1.280x720 píxeles. n cuanto a la autonomía de la Nintendo Switch Lite se mantienen las seis horas de juego que prometía Nintendo en la Nintendo Switch, aunque también indican que mejora entre un 20% y un 30% debido a la eficiencia del nuevo chip. Como siempre, dependerá del uso que se le de a la consola y los juegos o apps que se estén utilizando. El aspecto más diferencial e importante quizás sea el de los modos de juego y las opciones que ofrece para conectar o desconectar accesorios externos. Hay algunos puntos a tener en cuenta: No permite usar el modo televisor ni hay salida de vídeo; No permite usar el modo sobremesa sin Joy-Con externos; Los controles vienen integrados y no se puede separar de la consola; Se pueden conectar por separado mandos Joy-Con para jugar a juegos compatibles con el modo sobremesa. Para cargarlos también se requiere de un cargador externo como el soporte de carga para mandos Joy-Con; No es compatible con la base de Nintendo Switch; No es compatible con Nintendo Labo. Por lo demás no hay diferencias notables entre ambas consolas. Según Nintendo el rendimiento es el mismo y la conectividad por Wi-Fi, NFC y Bluetooth es igual. También se pueden utilizar accesorios ya comprados previamente como pueden ser el Switch Pro, el Poké Ball Plus o los ya mencionados Joy-Con. Según ha anunciado Nintendo, la nueva Nintendo Switch Lite escompatible con todos los juegos del catálogo de Nintendo Switch que se puedan jugar en modo portátil y los de modo sobremesa siempre y cuando el usuario disponga de Joy-Con externos comprados por separado. Advierten además de que algunos juegos podrían tener restricciones. La consola también es completamente compatible con los juegos multijugador y online como pueden ser 'Super Mario Maker 2', 'Mario Kart 8 Deluxe', 'Splatoon 2' y 'Super Smash Bros'. Hay retrocompatibilidad absoluta entre Nintendo Switch y Nintendo Switch Lite mediante Nintendo Switch Online. En cuanto a su coste y disponibilidad, el Nintendo Switch Lite estará a la venta a partir del 20 de septiembre del 2019. Asimismo, vendrá en tres colores diferentes: gris, turquesa y amarillo. Además de la propia consola, también se podrá adquirir un kit con funda y protector de pantalla. De momento no se han anunciado más accesorios extra. El precio de la consola es de 199 dólares en los EE.UU., respecto a los 299 dólares que cuesta la versión original. Teniendo en cuenta que la Nintendo Switch tiene un precio oficial de 319 euros en Europa, lo más probable es que Nintendo Switch Lite cueste alrededor de 200 euros. De momento no tenemos una cifra exacta confirmada. Además de los tres colores mencionados anteriormente, también se van a lanzar dos ediciones especiales el próximo 8 de noviembre. Se trata de las ediciones Zacian y Zamazenta y vienen con botones en color cian y magenta respectivamente, junto a detalles de Pokémon Espada y Pokémon Escudo. Será una edición limitada y disponible hasta agotar existencias :)

FINAL FANTASY XIV - SHADOWBRINGERS: Un mundo que no conoce la noche

Se trata de una nueva expansión para el popular MMORPG de Square Enix para PC y PlayStation 4, en el cual exploraremos nuevos entornos impresionantes, descubriendo nuevas razas exóticas, dominando nuevos oficios apasionantes y luchando junto a los PNJ más legendarios gracias al nuevo sistema Trust en tu nueva aventura como guerrero de la oscuridad. De primeras esta expansión rompe con el resto del juego al llevarnos a otro mundo: Allí deberemos hacer frente a la corrupción de la Luz, que ha devastado casi todo el mundo convirtiéndolo en un erial desprovisto de vida, salvándose sólo el continente de Norvrandt, que es precisamente donde transcurrirá la expansión. Apenas llegamos a The First y ya podemos ver las consecuencias de la tiranía de la Luz, un espacio sumido en el miedo y que lucha por sobrevivir esperando que la leyenda del Warrior of Darkness los libere. Shadowbringers logra crear historias en sus zonas que marcan como ninguna otra, generando un increíble desarrollo de personajes que se refuerza con una construcción de mundo que además de un carismático villano, que lo tiene, nos permite conocer una nueva visión sobre el conflicto principal de Final Fantasy XIV que afectará el futuro del juego. Todo esto hace que incluso las tareas más mundanas se sientan totalmente humanizadas, y aunque la estructura puede llegar, en los primeros niveles, a ser repetitivas, se va compensando cuando se nos cuenta más y más sobre este mundo, sobre su gente y sobre unos compañeros que ya no son meros NPC: han pasado a conformar una familia. La historia principal sigue siendo el mayor atractivo, con misiones de clase que han sido sustituidas por misiones de rol que tienen un papel fuerte en la trama principal, ya que con ellas descubriremos más sobre los Warriors of Light originales del The First, el grupo contra el que ya luchamos una vez en su respectivo parche en Heavensward, y de los que desconocíamos su paradero luego de todo aquello. Incluso las misiones para las otras disciplinas no inclinadas en el combate han recibido sus propias secuencias de misiones inspiradas en la restauración de The First, dando mucho trasfondo a como se compone la sociedad en este mundo. Asimismo, la estructura de subida de nivel ha sido cambiada con el nuevo sistema de Fates y la sincronización con las misiones opcionales. La trama central de la historia actualmente no da suficiente experiencia para solo dedicarte a ella, por esto mismo el nuevo sistema de Fates guarda los bonus de experiencia establecidos en Stormblood, expandiendo con un nuevo sistema de reputación por zonas que sube mientras más fates hagamos en la zona. De esta forma obtenemos mediante la reputación todo tipo de materiales de crafteo, pets, etc. que se compran con piedras y que se obtienen con estas mismas misiones. Son opcionales, pero se sincronizan con el nivel de nuestro personaje y eso nos permite que siempre tengamos una buena fuente de experiencia extra. Lo que más ha dado de hablar son las clases, sobre todo con ciertos cambios cuestionados por la propia comunidad al momento de ser anunciadas. De momento estos no se puede apreciar bien hasta la llegada de la nueva raid savage “Eden”, pero sí podemos decir que algunas clases han sufrido un rework completo a sus habilidades, como los Maquinistas, mientras otras clases solo han visto su repertorio mejorado como los Dragones o, en algunos casos como los Astrólogos, simplificando la tareas de las cartas pero dando nuevos métodos para que no sea tan fácil el manejo de estas. Como Scholar, el repertorio se ha simplificado al mismo que tenían los otroshealers en su momento, pero se ha ganado control total de las hadas incluso mejorando el repertorio de curas. Las nuevas clases transmiten un soplo de aire fresco al juego: un Gunbreaker enfocado en combos teniendo varias variaciones para algunos de estos y un Dancer que se siente muy diferente a todo lo establecido en el juego. Los tanques han visto sus posturas cambiadas a unas nuevas que solo aumentan el enmity generado por sus habilidades, ya que ahora la nueva pasiva adquirida desde nivel 1 da una reducción de daño, aumento de hp y daño dependiendo de nuestras estadísticas. En cuanto al pvp los cambios han sido bastantes notorios mejorando clases y dando nuevas habilidades a las pocas que habían, dando mayor variedad al conjunto y aportando unas opcionales mucho más importantes equilibrando muy bien toda su propuesta mientras se dan nuevas herramientas, como las posturas del monje que ahora funcionan como en PVE. Además se ha dado una solución bastante fructífera a un error que sufrían muchos melés al momento de perseguir enemigos, dando un mayor rango a los ataques de estos. Los healers han pasado a ser más ofensivos y eso se traduce en nuevas habilidades de ataque y en general una mayor supervivencia a todas las clases. Un punto controvertido son las nuevas razas, ya que tanto las Vieras y los Hrothgar tienen el inconveniente de que son razas con un único sexo disponible, además que poseen algunos problemas relacionado con varios cascos del juego y con falta de personalización más variada, como pueden ser los peinados de las Vieras. Un cambio notorio se ve en las mazmorras de Shadowbringers, ya que hay la necesidad de los AOE para completarlos, algo que viene muy de la mano de la decisión de que todas las clases a excepción de los healers tengan combos AOE de gran potencia. A esto hace falta añadir que el TP ha desaparecido completamente del juego. De momento es el único cambio significativo en cuanto al diseño de estas, ya que siguen el mismo patrón establecido de hace años con la pequeña diferencia en que el equipo ha ido probando con nuevas mecánicas, haciendo que los combates en a día de hoy se sientan bastantes diferentes ha lo ya visto en otras expansiones. La nueva novedad llamada “Trust” es una perfecta experiencia para los jugadores que no quieran jugar con otros jugadores o que quieran practicar antes de entrar para conocer las mecánicas. Se trata de un sistema que nos permite completar las dungeons con NPC de historia. Es una IA que responde bien pero que tiene un pequeño problema: al momento de hacer DPS no responden igual que un jugador real, por lo cual se tarda bastante más en superar ciertos desafíos, algo que se compensa al menos con diálogos extras de los NPC a los sucesos de la mazmorra, haciendo del conjunto un sistema bastante competente para quienes no quieran esperar por largas colas. Como MMO no se pueden esperar grandes cambios gráficos, pero toda la dirección artística del juego cuenta ahora con unas de las ciudades mas bellas que se han podido crear. El Crystarium es un vivo ejemplo que no se requiere gran potencial para crear maravillas para la vista, y las nuevas zonas reflejan muy bien este mundo devastado ya que incluso en los lugares más verdes se puede ver el cielo sumido por la luz. El diseño de los enemigos, muchos prestados de Final Fantasy XII, y el diseño espectacular de los Sin Eater, los grandes desafíos de esta expansión, dan mayor énfasis a la plaga que representa la luz con diseños angelicales. Sobre la música, Soken sigue superándose en cada melodía: toda la experiencia de Shadowbringers sube de nivel al escuchar sus composiciones, cada vez que visitamos una zona imbuida por la luz y cada vez que liberamos una zona de esta, en cada mazmorra, cada jefe que enfrentamos, en los momentos mas tristes... Todo tiene un sinfín de matices gracias a que han sabido llevar la ambientación, la historia y los combates a otro nivel con las notas musicales. La última dungeon de la historia gana una ambientación superlativa gracias a una melodía melancólica, triste y de las que marcan. Algo de aplaudir de Square Enix es el lanzamiento del Early Access que en comparación con Stromblood ha encajado muy bien con casi pocos problemas de lanzamiento. Es más, los problemas se intensificaron en los días siguientes por ataques DDoS que afectaron a todos los jugadores. La decisión de dividir el comienzo del juego en dos zonas ha hecho lo que sucedió con “Raubahn EX” no se repitiera, haciendo que el progreso de los jugadores en ningún momento se estancara por los servidores. Shadowbringers es una experiencia redonda, donde cada una de sus partes funcionan como un reloj: un MMO con una historia brillante en la que no paran de aflorar emociones. Cuando piensas que hay un momento de calma, el juego te vuelve a golpear con un montón de hilos narrativos sorprendentes y un sistema que enlaza trama principal y expansión del nuevo mundo de manera interesante. Los combates convencen, las mazmorras cuentan con nuevas mecánicas y todo el conjunto de la expansión eleva a un nuevo nivel la experiencia de Final Fantasy XIV, con pocos puntos flojos relacionados con algunos problemas con las nuevas razas o algunos elementos del PVP, pero de momento lo tenemos claro: Shadowbringers es una maravilla. No cabe duda que estamos frente a la mejor expansión que ha recibido Final Fantasy XIV hasta la fecha, un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años :)
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