A estas alturas de la vida puede ser que aun existan algunos nostálgicos que recuerden la Pax Americana, impuesta por los EE.UU. al final de la II Guerra Mundial, donde a excepción de los territorios controlados por los rusos (que se quedaron con el Este de Europa) y los chinos (que expulsaron del continente a los nacionalistas del Kuomintang) podían imponer su voluntad en el resto del mundo. Con el derrocamiento de la dictadura comunista y el colapso de la Unión Soviética, así como “el giro a la derecha” de China tras la muerte de Mao, aparecieron algunos despistados ideólogos que profetizaron “el final de la historia” y que el capitalismo - y por ende EE.UU. - había terminado por imponerse en el mundo “para siempre”, pero vaya que se equivocaron y de la forma mas rotunda. El ascenso de la nueva Rusia de Vladimir Putin que volvió a ocupar su puesto de superpotencia mundial, así como del extraordinario crecimiento económico de China - cuya creciente influencia en el planeta no puede ser puesta en duda por nadie - han hecho sonar las alarmas en Washington despertándolos de su sueño y comprobar que su aparente supremacía hace mucho que es cosa del pasado. Con tan poderosos adversarios que tiene al frente, el discapacitado físico y mental de Joe Biden ha intentado desde el mismo momento que llego a la Casa Blanca de agudizar las diferencias con aquellos países, decantándose por avivar los conflictos en todo el planeta, que habían sido dejados de lado por Donald Trump, quien a pesar de sus discursos amenazantes, no paso de ello e incluso quiso hacer las pases con el dictador comunista de Corea del Norte Kim Jong-un - quien con sus misiles nucleares continuamente amenaza al mundo - pero tras su partida, todo ha vuelto a fojas cero en Washington y los halcones que rodean a Biden (que lo manejan como a un títere a su regalado gusto) han retomado la opción militar para enfrentarlo. En lo relativo a China, cuya creciente influencia política como su indudable poderío económico y militar - tanto es así que muchos analistas consideran esta camino a ser la superpotencia del Siglo XXI - ha quitado el sueño a los estadounidenses, y una de las grandes ambiciones de Biden es que hacer para contenerlo, por lo que ha dado a conocer su ambicioso "Plan de empleo estadounidense" en un discurso pronunciado la semana pasada en Pittsburgh, Pensilvania. Un plan necesario pero que se encuentra muy atrasado. Y es que más allá de reparar puentes y carreteras en ruinas, Biden se sentirá decepcionado: el liderazgo de China es demasiado fuerte para superarlo. El plan - de $ 2 billones de dólares - representa la primera fase de una propuesta de dos partes, es el tipo de proyecto de reingeniería social masiva que EE.UU. ha visto antes, en la forma del "New Deal" de Franklin Roosevelt y "Great Society" de Lyndon Johnson. Por mas que el plan aparentemente beneficie a los estadounidenses, y que sea calificado como uno de los "grandes desafíos de nuestro tiempo para hacer frente a las ambiciones de una China autocrática”, con una economía en declive es poco lo que Biden podrá hacer. Además, si bien no se puede debatir la necesidad de una inversión masiva en la infraestructura estadounidense, la idea de que tal programa podría compensar las ventajas estructurales acumuladas por China durante las últimas dos décadas es francamente ridícula. La fase uno del citado plan busca modernizar 20,000 millas de carreteras, caminos y calles principales en ruinas; reparar los diez puentes de mayor importancia económica del país que requieren urgentemente una reconstrucción; y reconstruir unos 10,000 puentes más pequeños. También invertir cientos de miles de millones de dólares en la construcción y modernización del transporte público, ferrocarriles y aeropuertos, como buscar eliminar todas las tuberías de plomo en los sistemas de agua potable del país. Asimismo, reconociendo la importancia de la conectividad a Internet para la sociedad moderna, planea llevar una banda ancha asequible, confiable y de alta velocidad a todos los estadounidenses, incluidos los de las zonas rurales que actualmente carecen de ese acceso. Todo parece fabuloso en el papel, pero lo cierto es que no hay dinero para llevarlo a cabo. En efecto, la historia no contada de este proyecto es el rápido declive de los EE.UU.: en el 2008, ocupaba el puesto número 7 en el mundo, mientras que China era el 47; han pasado doce años, y EE. UU. había caído a la posición 13, mientras que China escaló al 6. Estas cifras deben evaluarse no como cifras estáticas, sino más bien como vinculadas al impacto acumulativo que décadas de inversión o no inversión han tenido en la calidad general de la infraestructura. Es por ello que el anunciado Plan de Empleo Estadounidense de Biden debe verse en el contexto de una infraestructura de un país en ruinas, mientras China, por otro lado, se está construyendo sobre la base del éxito. Como tal, en términos de evaluación competitiva, EE. UU. va en la dirección equivocada e invariablemente necesitará gastar un porcentaje significativo de la inversión planificada para revertir esta tendencia. Mientras tanto, China va en la dirección correcta y cualquier inversión futura acelerará una trayectoria ya positiva. Otra métrica que ilustra la ardua lucha que enfrenta la administración Biden para transformar las mejoras de infraestructura planificadas que se prevén como parte del Plan de Empleo Estadounidense es la reducción del tamaño de la clase media estadounidense. En el 2001, alrededor del 54% de los estadounidenses podrían clasificarse como "clase media"; hoy, ese número se ha reducido a menos del 50% (y esto no tiene en cuenta el impacto de la pandemia del Coronavirus, que probablemente reducirá esta cifra aun más). En comparación, en el 2000, la clase media de China representaba solo el 3% de su población. Para el 2018, este número había aumentado a más de la mitad, lo que representa casi 707 millones de personas. Pero para el 2027, se estima que 1.200 millones de chinos pertenecerán a la clase media, lo que representa nada menos que una cuarta parte del total mundial. Si bien el Plan de empleo estadounidense de Biden puede mejorar las vidas de la clase media estadounidense, la realidad es que, debido al tamaño de su población, China está operando en un alcance y escala que EE.UU. nunca podrá igualar. Un ejemplo de esto es el impacto de la clase media de una nación en su desempeño económico general: en el 2020, el consumo de la clase media en China ascendió a unos 7,3 billones de dólares. En comparación, los consumidores estadounidenses gastaron 4,7 billones de dólares. Como motor económico, la clase media de China superará a su equivalente estadounidense todos los días de la semana. A ello debemos agregar que la cuestión de la capacidad de la infraestructura nacional tiene un impacto periférico en la competitividad económica. Pero el verdadero campo de batalla es el mercado global. En este caso, la ambiciosa "Nueva Ruta de la Seda" de China (Belts and Roads Initiative-BRI), instituida desde el 2013, ha establecido un estándar global que ninguna nación o grupo de naciones se ha acercado a alcanzar. El BRI es una iniciativa de inversión y desarrollo multinacional masiva que se extiende desde Asia hasta Europa, que expande significativamente la influencia económica y política global de China. El BRI es un programa de desarrollo de infraestructura global para el cual ni EE.UU. ni ninguno de sus aliados tienen una respuesta. El 26 de marzo del 2021, Biden llamó al primer ministro británico Boris Johnson, y propuso la idea de unir sus recursos para desarrollar un contraataque "democrático" al BRI "autocrático" de China. ”Sugerí ", dijo Biden a los periodistas luego de la llamada, "que deberíamos tener, esencialmente, una iniciativa similar, partiendo de los estados democráticos, ayudando a las comunidades de todo el mundo que, de hecho, necesitan nuestro apoyo”. Pero aún no hay indicios de cómo respondió Johnson al concepto de Biden. Lo que se sabe es que que China ha gastado alrededor de $ 1.3 billones en programas de desarrollo de infraestructura global a través del BRI para el 2027, conectandola con 65 países en Asia, África del Norte, Medio Oriente y Europa. A través de este desarrollo, China no solo está consumiendo la participación preexistente del mercado estadounidense, sino que también está desarrollando relaciones económicas que definirán el mercado global en el futuro. La realidad es que Beijing tiene una década de ventaja sobre Washington en términos de actividad similar a la BRI, y si bien es una certeza que China continuará expandiendo el alcance y la escala de la BRI, no hay garantía de que Biden pueda hacerlo, poner en marcha un programa similar, y mucho menos financiarlo al nivel necesario como para competir con China. Es fácil deducir por ello que Biden emprenderá un considerable combate en el Congreso para que apoye el financiamiento de su Plan de Empleo Estadounidense, aunque va a ser muy difícil que los republicanos lo apoyen. Pero incluso si Biden pudiera de alguna manera obtener este dinero de un Congreso reticente, la realidad es que EE.UU. le ha dado a China una ventaja de ocho años por lo que va a ser imposible darles alcance. Incluso si los planes de Biden pudieran financiarse en su totalidad, será muy poco y demasiado tarde. Solo una guerra emprendida contra China podría detener su imparable camino a la dominación mundial. ¿Estarán en la Casa Blanca a dar ese arriesgado paso? ¿Y si lo pierden? :(
Ha pasado más de un año desde que Sony anunciara su último buque insignia, el Sony Xperia 1 II y ya iba tocando una renovación. Aunque la compañía no lo ha confirmado directamente, parece que ya tenemos fecha para conocer a su sucesor, el Sony Xperia 1 III. Será el 14 de abril a través del canal de YouTube de la marca. Como sabéis, este año debido al Coronavirus, tampoco ha habido Mobile World Congress en febrero-marzo, sino que se celebrará en junio, o ésa es la intención de la GSMA. Sony, junto a otras marcas, ya ha dicho que no asistirá a esta edición, pero eso no les impide seguir con su calendario de presentaciones previsto y pronto conoceremos lo nuevo de Sony Xperia. De momento conocemos los rumores que circulan insistentemente por estos días. Se dice que el Sony Xperia 1 III se verá muy similar a su predecesor, aunque un poco más pequeño pero un poco más grueso, según las filtraciones. Al respecto, han aparecido renderizados del dispositivo, que muestran un diseño de placa plana con esquinas redondeadas, un sensor físico de huellas dactilares en el borde derecho y el mismo aspecto largo y estrecho que hemos llegado a esperar de los dispositivos Sony en los últimos años. Esperamos un cristal Gorilla en la parte trasera y, según las imágenes, la carcasa de la cámara se colocará en la esquina superior izquierda, como estaba en el Xperia 1 II. También esperamos impermeabilización IP65 / 68. Las filtraciones sugieren que habrá un conector para auriculares de 3.5 mm nuevamente, como lo había en el Xperia 1 II, y también se dice que hay un nuevo botón de acceso directo dedicado, similar al del Xperia Pro, que se puede personalizar para iniciar un función específica. Como recordareis, el Sony Xperia 1 II tiene una pantalla 4K de 6.5 pulgadas con HDR y una relación de aspecto de 21: 9 y se espera que el Xperia 1 III siga su ejemplo. Sin embargo, se ha afirmado que el nuevo dispositivo tendrá una pantalla más brillante (15 por ciento), pero por lo demás, parece que veremos el mismo panel que el modelo 2020. Pero, si los informes son precisos de que el Xperia 1 III será más pequeño que el Xperia 1 II, eso podría significar que los biseles en la parte superior de la pantalla se han reducido ligeramente, lo que lo convierte en un acabado mucho más atractivo. Para nadie es un secreto que Sony y Qualcomm tienen una relación de larga data, por lo que es muy probable que el Xperia 1 III venga con el Snapdragon 888 debajo del capó, lo que también significa capacidades 5G. Si el Xperia 1 II tiene 8GB de RAM y 256GB de almacenamiento, con microSD para expansión de almacenamiento, por lo tanto esperaríamos al menos lo mismo para el Xperia 1 III. En términos de batería, Sony agregó carga inalámbrica al Xperia 1 II, por lo que esperamos que esa función continúe en el nuevo modelo. Según los rumores, el Sony Xperia 1 III vendrá con una cámara trasera triple, así como un sensor de profundidad de tiempo de vuelo 3D, que es el mismo que el Xperia 1 II. Aunque las especificaciones no se han detallado en las filtraciones, los rumores afirman que se dice que una de las tres cámaras principales es una lente con zoom de teleobjetivo / periscopio similar a la que se encuentra en el Galaxy S21 Ultra. Cabe precisar que el Xperia 1 II tiene tres sensores de 12 megapíxeles y un sensor ToF, el cual ofrece características como el modo Photo Pro con un diseño visual que refleja la interfaz de usuario de Sony Alpha 9 y un modo de ráfaga de 20 fps que puede brindarle enfoque automático y exposición automática con seguimiento del sujeto a través de la ráfaga. Es por ello que esperamos que lleguen más funciones y mejoras al Xperia 1 III. Se dice que su cámara frontal estará mejorada con una apertura más amplia, pero actualmente no se sabe si se mantendrá en la misma resolución de 8 megapíxeles que el Xperia 1 II. Por supuesto, ejecutaría el sistema operativo Android 11 de serie bajo la capa personalizada característica tan ligera del gigante japonés. Para culminar, se dice que el Xperia 1 III de Sony podría estar a la venta en el mercado chino a partir de junio y que su precio de salida se establecería en 8.999 yuanes (unos 1.165 euros o 1.370 dólares). Pese a que los datos son bastante prometedores, hasta que el terminal no esté disponible y podamos probarlo no podremos asegurarnos con total seguridad de que el panel está a la altura de lo que promete, pero dado el historial de Sony las expectativas son altísimas. El próximo 14 de abril terminaremos saliendo de dudas en la presentación oficial :)
La Tierra está en problemas. Las cosechas se mueren y montañas mortíferas de arena ponen al planeta bajo presión, dejando a la raza humana en la necesidad de buscar un nuevo hogar. Es por ese motivo, que en un intento desesperado de encontrar una nueva casa, un equipo de valientes astronautas liderados por Joseph Cooper se cuela por un agujero de gusano cerca de Saturno y salen a años luz sobre Miller, un planeta oceánico orbitando sobre un enorme agujero negro conocido como Gargantua. Así es la trama de la película de 2014 Interstellar. Pero de acuerdo a investigaciones recientes, esta idea no está tan desencaminada como parece. Como sabéis, la habilidad de localizar otros planetas en el espacio ha progresado mucho en el último cuarto de siglo. Ahora sabemos de la existencia de más de 4.000 exoplanetas, mundos que existen más de las estrellas que orbitan alrededor de nuestro sistema solar. Para aquellos que buscan vida extraterrestre, la sabiduría convencional dice que deberíamos buscar una Tierra 2.0; un planeta como el nuestro, que orbite a una distancia segura de una estrella como el sol. Solo allí encontraremos una cosa que la vida necesita: agua. Al contrario que las estrellas, los agujeros negros son considerados precursores de muerte y destrucción. Se forman cuando grandes estrellas mueren y su fuerza gravitatoria es tan grande que actúa como una trampa gigante cósmica. Una extendida teoría afirma que si uno cae dentro acabará destrozado sin posibilidad de escape. Esa situación no parece el escenario ideal para que la vida se desarrolle, pero ¿nos estamos perdiendo algo? Keiichi Wada, del Observatorio Astronómico Nacional de Japón, cree que sí. Este científico estudia la física de los agujeros negros y se ha juntado con otros colegas que investigan la formación de planetas para descubrir si es posible. "Son dos campos diferentes y normalmente no existe interacción entre ellos", dice Wada. Pero ahora quieren combinar su conocimiento y modelar la formación de planetas alrededor de agujeros negros. Cabe destacar que los planetas se forman alrededor de estrellas cuando la gravedad empieza a recolectar granos de polvo y los une formando bolas pequeñas. Entonces, gradualmente, se conectan unas a otras hasta formar objetos cada vez más grandes. Wada y su equipo quiere analizar si esto puede pasar alrededor de un agujero negro. Su modelo, publicado en noviembre del 2019, muestra que siempre y cuando exista una distancia suficiente desde el agujero negro, al menos 10 años luz de distancia, el entorno gravitacional es lo suficientemente estable para que los planetas se formen de la misma forma que lo hacen alrededor de otras estrellas como nuestro Sol. "Este es el primer estudio que abre la posibilidad de una formación directa de objetos parecidos a planetas alrededor de agujeros negros supermasivos. Esperamos más de 10.000 planetas alrededor de un agujero negro así porque la cantidad de polvo allí es enorme", dice Wada. Se trata de una gran cantidad de estado cósmico real inexplorado. Que existan planetas que puedan potencialmente formarse alrededor de agujeros negros no es garantía de que ofrezcan un ambiente propicio para la vida. En la Tierra, los seres vivos dependen estrechamente de la luz y el calor del Sol para sobrevivir. Sin el cobijo de una estrella, la vida alrededor de un agujero negro necesitaría de una fuente de energía alternativa. Por suerte, es probable de que eso no sea tan difícil de superar. De acuerdo a una investigación publicada en octubre del 2019 por Jeremy Schnitmann, de la NASA, hay una característica de los agujeros negros, llamada disco de acreción, que podría hacer la función del Sol, el cual es como una banda plana de material enfilando alrededor del agujero negro esperando ser devorado. Cuando el material gira en espiral hacia su desintegración, empieza a viajar increíblemente rápido y emite grandes cantidades de energía antes de desaparecer más allá del punto de no retorno. "Todos los agujeros negros que conocemos tienen discos de acreción increíblemente brillantes", dice Schnittman. De acuerdo a sus cálculos, si se sitúa un planeta a la distancia adecuada de un agujero negro, el disco de acreción parecerá del mismo tamaño y brillo de nuestro Sol en el cielo. "Luciría muy similar a nuestro sistema solar", dijo el científico. La duración del día en el cielo en tal planeta sería familiar, pero la noche luciría muy diferente. Los centros de las galaxias donde los supermasivos agujeros negros suelen residir están tan abarrotados de estrellas que, de acuerdo a Schnittman, el cielo nocturno sería 100.000 veces más brillante que el nuestro. Sin embargo, esas estrellas no están distribuidas de forma cercana a través de los cielos. La gravedad del agujero negro acelera el planeta a velocidades tan elevadas que la luz de las estrellas parece provenir de un solo punto frente a ti que es más pequeño que el Sol. "Es como conducir bajo la lluvia", dice Schnittman. Imagínese una nave espacial alcanzando la velocidad máxima en una película de ciencia ficción. "Sin duda se vería espectacular". Pero existe un problema derivado de que un planeta sea calentado por un disco de acreción. "Irradian mucho más ultravioleta y radiación X que el Sol", agrega el experto. Ese tipo de radiación podría esterilizar un planeta que de otra forma podría ser habitable, por lo que haría falta una atmósfera nublada para poder bloquearla. Pero eso no es imposible teniendo en cuenta que ya sabemos de exoplanetas que hemos encontrado orbitando otras estrellas t donde las atmósferas gruesas y brumosas parecen ser bastante comunes. Es posible por ello que pueda sobrevivirse a esa radiación de esa forma, teniendo un tipo de día caluroso y húmedo como en la Tierra. Teniendo en cuenta estos peligros y restricciones, quizás haya una manera más segura de calentar mundos alrededor de un agujero negro: utilizando la energía sobrante del Big Bang. Los astrónomos la llaman radiación de fondo de microondas (CMB, por sus siglas en inglés) y fue liberada hace alrededor de 380.000 años tras la creación del cosmos. De acuerdo a Pavel Bakala, de la Universidad de Silesia en República Checa, esta energía podría reemplazar a una estrella gracias a un efecto llamado lente gravitacional. Y es que debido a su enorme masa, los agujeros negros deforman el espacio a su alrededor de tal forma que actúan como un lente. Así como un cristal puede encender un palillo refractando la luz del sol, la extrema gravedad de un agujero negro puede hacer lo mismo con la energía de una CMB a un planeta orbitando. Sin embargo, Bakala explica que por sí solo no es suficiente, señalando el hecho de que en la Tierra pasamos por períodos de día y noche gracias a su rotación. "Eso ayuda a que la energía circule por el planeta", dice. El respiro de la noche es tan importante para un mundo habitable como lo es el resplandor del día. Pero Bakala también tiene una solución para este problema: la sombra del agujero negro. Cuando la luz atraviesa el espacio extremadamente deformado alrededor de un agujero negro, crea un anillo con un área oscura en su interior, la sombra. Esto se puede ver en la ahora famosa foto de un agujero negro liberado por los científicos detrás del Event Horizon Telescope en abril del 2019. Un planeta que pase a través de esta sombra se sumergiría en la noche. "Eso podría hacerla realmente similar a nuestra experiencia en la Tierra", dice Bakala. Sin embargo, no todos los agujeros negros son viables. "Necesitas un agujero negro que rote muy rápido. Necesita estar girando cerca de la velocidad de la luz", continúa Bakala. Esto es porque tan lento como rote un agujero negro, más lejos tendrás que viajar para alcanzar una órbita estable. “Aventúrate demasiado y ya no obtendrás el ciclo de día y noche proporcionado por el fondo de microondas cósmico y la sombra del agujero negro” afirma. Tampoco es que esté descartado, sobre todo si nos fijamos en los agujeros negros antiguos. Cuanto más viejo es un agujero negro, más posibilidades tiene de girar mientras traga cosas. La edad de un agujero negro no es la única cuestión relacionada con el tiempo que se debe considerar al evaluar si es probable que se encuentre vida orbitando a uno. Los agujeros negros influyen en el tiempo. La conocida Teoría General de la Relatividad nos dice que el espacio y el tiempo están entretejidos en un tejido llamado espacio-tiempo continuo. Así que un agujero negro no sólo deforma el espacio a su alrededor, sino también el tiempo. Por cada 1.000 días que pasan en la Tierra - un poco más de tres años - sólo pasa uno en el planeta del agujero negro. Este efecto, conocido como "dilatación del tiempo", constituye un importante punto de la trama en Interstellar, con el paso de una hora en el planeta de Miller por siete años que transcurrieron en la Tierra. Se cree que la vida en nuestro planeta comenzó relativamente pronto, dentro de los primeros 500 millones de años más o menos. Para que hayan pasado 500 millones de años en el planeta alrededor del agujero negro, el Universo tendría que tener 500.000 millones de años. Pero se formó hace poco menos de 14.000 millones de años. Así que si la vida se encuentra en el mundo real del planeta de Miller, esta tendría que surgir considerablemente más rápido que aquí. Por su parte, Lorenzo Lorio, del ministerio de Educación, Investigación y Universidades en Italia, esa vida también habría tenido que lidiar con otra dura consecuencia de la relatividad general tan cercana a un monstruo gravitacional. Un agujero negro puede causar estragos en la oblicuidad de un planeta, es decir, en cuánto se inclina su eje de rotación vertical. La oblicuidad de la Tierra es actualmente un poco más de 23° y es esta inclinación la que nos da las estaciones: verano cuando nos inclinamos hacia el Sol e invierno cuando estamos en el otro ángulo. Esta inclinación varía entre 22,1 ° y 24,5 ° a lo largo de un ciclo que dura 41.000 años a medida que nos arrastra la gravedad de nuestros planetas vecinos. Es un cambio relativamente pequeño durante un largo período de tiempo, por lo que obtenemos estaciones estables con variaciones mínimas de temperatura entre ellas. Por el contrario, la oblicuidad de un planeta cerca de un agujero negro es mucho menos estable a medida que se mueve a través del espacio deformado alrededor de su anfitrión. "Puede variar en varias decenas de grados en sólo 400 años", dice Iorio. Sus cálculos, publicados en febrero del 2020, representan la primera vez que los efectos de la Relatividad General se han tenido en cuenta de esta forma. "Es perjudicial para la posibilidad de que se formen y crezcan formas de vida y civilizaciones estables", dice. Todo esto no tiene sentido a menos que podamos encontrar planetas orbitando agujeros negros. Para ello, en el 2034, la Agencia Espacial Europea (ESA) tiene previsto lanzar la misión Antena espacial de interferómetro láser (LISA). Se trata de un detector increíblemente sensible para captar ondas gravitacionales: las ondas creadas a medida que los objetos se mueven y distorsionan el espacio-tiempo. "LISA será lo suficientemente sensible como para ver un planeta con un agujero negro del tamaño de la Tierra en la Vía Láctea", dice Schnittman. "Para un planeta del tamaño de Júpiter, estás mirando mil veces más lejos que eso", dice. Eso trae otras 50 galaxias locales a la refriega, incluidas Andrómeda y Triángulo. Quizás entonces finalmente sepamos si estos mundos de ciencia ficción sin sol y sin estrellas están realmente ahí fuera :)