Es la guerra más larga de los EE.UU. que nos ha costado gran cantidad de "sangre y dinero", reconocen en la propia Casa Blanca, pero de nada ha valido. Y es que a la luz de los resultados - nada halagadores por cierto - las señales indican que Washington finalmente está aceptando una nueva derrota histórica en Afganistán comparable a la ignominiosa Guerra de Vietnam. "Las intensas negociaciones entre los estadounidenses y los talibanes (un grupo terrorista que controla gran parte del país) pueden poner fin a una guerra de casi 18 años en Afganistán emprendida por los EE.UU. y que es imposible de ganar" afirma The New York Times. Se han programado más conversaciones en las próximas semanas para consolidar los detalles del acuerdo, pero se sabe que EE. UU. retirará sus 14,000 soldados del país durante el próximo año sin ninguna garantía de reciprocidad por parte de un enemigo triunfante, quien impuso sus condiciones y cuyas fuerzas se encuentran a las puertas de Kabul. Esa humillante retirada unilateral aún no es oficialmente admitida por Washington, pero los analistas creen que los EE.UU. han aceptado finalmente la demanda de los talibanes para que salgan todas las tropas extranjeras. En el apogeo de la guerra, las fuerzas invasoras estadounidenses llegaron a contar en el terreno hasta con 100.000 efectivos. Pero a pesar de ese impresionante número, no tenia manera alguna de contrarrestar la creciente insurgencia. Incluso contando con un adicional de 8,000 soldados de la OTAN y miles de mercenarios privados presentes en Afganistán que apoyaban al gobierno títere respaldado por EE.UU. en Kabul, pudieron impedir que al final, solo controlasen nominalmente la asediada capital y sus alrededores, por lo que tuvieron que comprender que el juego sórdido había terminado. Zalmay Khalilzad, Representante Especial de los EEUU. en Afganistán, durante la última ronda de conversaciones celebrada en Doha, Qatar, trató de presentar ilusamente un "marco acordado para un acuerdo de paz" que depende de que los talibanes cumplan tres temas: un alto el fuego; el inicio de unas negociaciones con el gobierno colaboracionista de Kabul; y una promesa para no permitir que Afganistán se convierta en un refugio de grupos terroristas. Como era de esperar, diversos medios de comunicación citan que los talibanes no se sienten comprometidos con las demandas de los EE.UU., ya que al saberse triunfantes en esta guerra de agresión propiciada por Washington, han rechazado cada uno de ellos por lo que a los estadounidenses, sabiéndose derrotados, solo le ha quedado como única opción aceptar que sus tropas deben ser repatriadas de todas maneras. De nada valió que la Casa Blanca busque presentar esta rendición como un "acuerdo" aparentemente bilateral para intentar salvar la cara, cuando la realidad es que su retirada representa un fracaso absoluto de su política intervencionista. Ryan Crocker, un ex embajador de EE.UU. en Afganistán, lo expresa con acritud. Washington solo trata de ocultar la verdad, mientras firma "los términos de la rendición". Él compara la retirada de los EE.UU. de Afganistán a la humillante derrota y fuga desordenada que las fuerzas estadounidenses sufrieron al final de la guerra de Vietnam a mediados de la década de 1970, cuando abandonaron precipitadamente el país como podían cuando los vietnamitas ingresaban en Saigon. “Entonces, como ahora, estaba claro que al ir a la mesa con los terroristas talibanes significa que hemos perdido; por mas que quieran negarlo ahora, estamos negociando los términos de nuestra rendición con un enemigo al cual nosotros armamos en un principio”, opinó Crocker en The Washington Post. Como sabéis, la derrota estadounidense en Indochina dio lugar al Síndrome de Vietnam, que conllevó a una grave pérdida de la confianza nacional y un declive de su influencia internacional. La guerra en Afganistán ya ha superado la duración de la debacle de Vietnam en casi ocho años. Si bien el número de muertos entre las fuerzas estadounidenses es mucho menor, el costo financiero de Afganistán es potencialmente ruinoso. Se estima que se han invertido hasta $ 2 billones del dinero de los contribuyentes para librar la guerra en ese país, aunque los logros estratégicos son completamente nulos. No solo eso, sino que el lanzamiento de la "Operación Libertad Duradera" en octubre del 2001 por parte de la administración del Criminal de Guerra George W. Bush fue el catalizador de una llamada "guerra contra el terror " global que afectó a varios países. Se calcula que el costo financiero total de esas guerras es de alrededor de $ 5 billones, o casi un cuarto de la espiral de la deuda nacional de los EE.UU. A costa de la pérdida de miles de vidas humanas - ‘daños colaterales’ ocasionados por los indiscriminados bombardeos de los drones asesinos sobre la población civil en sus operaciones ‘antiterroristas’- la guerra de agresión a Afganistán y sus operaciones "antiterroristas" en otros lugares, han provocado millones de muertos y cientos de miles de víctimas, una incontrolable ola de refugiados y la aniquilación de naciones enteras, que al final solo han generado mas conflictos y la propagación del terrorismo. Las tasas de suicidio y la autodestrucción patológica entre los veteranos de EE. UU. que prestaron servicio en Afganistán (e Irak) están fuera de las listas y tendrán un perjuicio a largo plazo en la sociedad estadounidense durante generaciones. El síndrome afgano perseguirá a los EE.UU. durante décadas de la misma manera que lo hizo en Vietnam. Lo más despreciable es el completo despilfarro y la inutilidad de sus operaciones. Cuando Bush ordenó que las tropas ingresaran a Afganistán a finales del 2001, se suponía que debía ser una venganza por “los ataques terroristas” contra los EE.UU. el 11 de septiembre (cuando todo el mundo sabe ahora que se trato de un operativo de bandera falsa organizado por la CIA para ‘justificar’ el intervencionismo estadounidense en Medio Oriente) No importa, que las ‘evidencias’ que vinculaban esos ataques con Afganistán y otros países de la región no existían en lo absoluto. Era el pretexto buscado para enviar tropas allí y apoderarse de su petróleo, como sucedió en Irak. Los talibanes, que habían estado en el poder en Afganistán desde 1996 -paradójicamente con el apoyo estadounidense - fueron derrocados por quienes los financiaron al distanciarse de ellos e instalaron un gobierno títere. Pero pocos años más tarde, los talibanes controlan casi todo el territorio afgano, y pueden llevar a cabo ataques mortales contra las fuerzas colaboracionistas respaldadas por EE.UU., incluso en la propia capital, Kabul. Ahora solo una cuestión de tiempo para que los talibanes se hagan con todo el poder en Afganistán - una vez que las tropas estadounidenses y sus aliados de la OTAN terminen por irse - e inicien una sangrienta purga pidiendo cuentas a los colaboracionistas que no consigan escapar y que no estarán a salvo de su venganza. Richard Haass, ex planificador senior del Departamento de Estado de los EE. UU., admitió: "Los talibanes han llegado a la conclusión de que solo es cuestión de tiempo para que los EE.UU. se cansen de mantener tropas en un país lejano y de gastar $ 45 mil millones al año en una guerra pedida de antemano". Por ello tienen poca necesidad de comprometerse y solo esperan su retirada” Lo irónico de todo esto es que los talibanes fueron entrenados y armados hasta los dientes por los EE.UU. a finales de la década de los 70 para luchar contra los soviéticos que habían ocupado Afganistán e instaurado un régimen respaldado por Moscú. Los estadounidenses calcularon alegremente que iba a ser ‘el Vietnam soviético’ pero se equivocaron. Si bien los talibanes triunfaron y expulsaron a los rusos, una vez dueños del país, rompieron con los estadounidenses e instauraron un régimen de terror, creando las condiciones para otra guerra de larga duración para Washington, quienes se sintieron “traicionados” y decidieron acabar con ellos, pero fracasaron en toda regla y tuvieron que admitir su ignominiosa derrota luego de una costosa y larga guerra. Los talibanes siempre han afirmado que nunca van a negociar con una administración títere respaldada por Estados Unidos en Kabul, encabezada por el colaboracionista Ashraf Ghani, cuya cabeza ya tiene precio. Al igual que su predecesor, Hamid Karzai, los talibanes los ven como traidores y corruptos, dignos de ser ejecutados apenas sean capturados por su actitud rastrera y servil hacia los estadounidenses, por lo que si no huyen junto con sus amos, serán colgados cuando los talibanes entren en Kabul, tal como hicieron con el prosoviético Mohammad Najibulá en 1996. El hecho de que los EE.UU. hayan abandonado a su suerte al régimen colaboracionista de Kabul al hablar directamente con los talibanes ignorando las peticiones de sus ‘aliados’, es una concesión crucial de Washington. Al hacerlo, están admitiendo efectivamente que los insurgentes son los que realmente mandan en el país. Toda esa ridícula explicación de Washington acerca de su apoyo a un "diálogo intra-afgano" y la búsqueda de un "acuerdo de paz integral " es solo retórica hueca y sin valor alguno. Como recordareis, el mes pasado, Donald Trump ordenó a la mitad de las tropas estadounidenses en Afganistán, a retirarse. Se dice que esta impacientado por el enorme desgaste financiero de una guerra interminable. Su orden de retirar las tropas antes de la última ronda de negociaciones en Qatar habrá sido tomada por los talibanes como una prueba más de que los estadounidenses saben que están completamente derrotados. Sorprendentemente, voces prominentes en Washington - incluso de su propio partido - argumentan que, a pesar de la calamidad humana y el alto costo que representa mantenerlos en Afganistán, las tropas estadounidenses “deben permanecer allí por tiempo indefinido”. Para tal efecto, el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, quiere aprobar una ley que prohíba una retirada. El comité editorial de The Washington Post, que refleja el punto de vista del establishment opuesto a Trump, advirtió por su parte: “El acuerdo tentativo de la actual administración con los talibanes podría hacer que Afganistán vuelva al caos” ¿"Regreso al caos"? ¿Y como esta ahora? Afganistán, conocido como el cementerio de los imperios que se atrevieron a invadirlos, está demostrando que los estadounidenses están enloquecidos por el caos que ellos mismos instauraron en el país y que los arrastrará a la ruina :)
Samsung se pasó el año pasado evitando abrazar el 'notch', pero en este 2019 todo indica que va a convertir al agujero en la pantalla en una de sus señas de identidad. Desde China conocimos hace unos días al Galaxy A8s, ahora el fabricante surcoreano repite con un modelo prácticamente igual pero con otro nombre y enfocado a los mercados internacionales. Se trata del Galaxy A9 Pro (2019), el gama media con triple cámara y pantalla agujereada 'Infinity-O' de Samsung. El próximo 20 de febrero conoceremos los nuevos modelos del Galaxy S10 y este Galaxy A9 Pro (2019) podría bien hacerse pasar como uno de sus hermanos menores. El agujero es un añadido que permitirá a Samsung reducir todavía más los marcos frontales. Aún así las líneas de diseño siguen siendo bastante similares a lo que hasta ahora la marca nos ha ido ofreciendo. El lector de huellas se mantiene en la parte trasera y el cuerpo del dispositivo está realizado en cristal. La triple cámara trasera se ubica en posición vertical en la zona superior izquierda. Y a todo esto, llega sin jack de 3.5mm. Samsung explica que este A9 Pro es el primer móvil en ofrecer la pantalla 'Infinity-O' y en cierta manera está en lo cierto. Su desembarco llega solo unos días después que el A8s, pero mientras aquel está destinado totalmente a China, este A9 Pro ya ha llegado a Corea y probablemente lo veamos en más mercados. La pantalla elegida es un panel de 6,4 pulgadas con resolución FullHD+de 2340 x 1080 píxeles. En cuanto a la tecnología de la pantalla, según las características oficiales, sería un panel PLS TFT LCD. Un cambio respecto al A8s que se había anunciado con panel Super AMOLED. En el interior del Galaxy A9 Pro encontramos un procesador Snapdragon 710 de ocho núcleos junto a 6GB de memoria RAM. De momento la versión anunciada llega con procesador de Qualcomm, pero es bien conocido que Samsung alterna entre los chips Snapdragon y sus propios procesadores en función del modelo y el mercado. Para el almacenamiento, contamos con 128GB de los cuales quedarán libres 109.3GB. Para la batería, tenemos una cantidad de 3.400 mAh que se cargarán a través del puerto USB tipo C. Aunque se espera que tenga algún tipo de carga rápida, no se ha especificado cuál. A nivel de software, este Galaxy A9 Pro ofrecería las mismas funciones que hemos visto en anteriores dispositivos. Aunque para el Galaxy S10 se esperan diversas mejoras, por lo que no se descarta que este Galaxy A9 Pro también las pudiera recibir. En cuanto al apartado fotográfico, tenemos una triple cámara con un sensor principal de 24 megapíxeles y una lente de apertura f/1.7. Acompañando se encuentra un sensor de 10 megapíxeles para telefoto que permite un zoom óptico 2X y un tercer sensor de 5 megapíxeles para la realización del modo retrato. Por parte de la cámara frontal, tenemos un sensor de 24 megapíxeles ubicada en el agujero de la pantalla. Samsung añade un pequeño anillo de luz para indicar que la cámara frontal está en uso. En cuanto a su coste y disponibilidad, el Samsung Galaxy A9 Pro (2019) ya se puede reservar en Corea del Sur a un precio de 599,500 KRW, lo que equivale a unos 472 euros. Pero debemos tener en cuenta que el Galaxy A9 llegó a finales del año pasado a un precio oficial de 599 euros, por lo que entendemos que este modelo Pro estará considerablemente por encima. El modelo llega en azul, gris y verde y estará disponible a finales de febrero :)
Ed Neumeier está decidido a recuperar una de las obras que le llevaron al estrellato, y se ve que no pierde el tiempo, ya que junto a Paul Verhoeven, el director del clásico “Starship Troopers” pretende recuperar el universo de Robert A. Heinlein para seguir explotándolo más de tres décadas después, pero en un formato muy diferente por el que se hizo conocido. En efecto, en una reciente entrevista con HN Entertainment, el cineasta hablaba de la popularidad que han adquirido en estos últimos años los reboots y remakes, por lo que no se cerraba a la posibilidad de seguir la norma con la historia de Johnny Rico y compañía. “Creo que es posible”, confesaba. “Estamos negociando hacer una serie de televisión basada en esa idea” afirmó. Neumeier sin embargo es consciente de los errores que se cometieron en el pasado, y los problemas a los que se podría enfrentar el proyecto debido al remake que también está preparando Sony. “Bueno, tengo sentimientos encontrados al respecto (al reboot) porque creo que lo que hicimos con la primera Starship es casi irrepetible”. La idea pasaba por narrar una historia sin principio ni final, algo que cree imposible de replicar de cara al nacimiento de una saga. Establecí la estructura de Starship Troopers cuando la estaba escribiendo; la estructura de las películas de propaganda de la Segunda Guerra Mundial que los estudios hicieron entre 1941 y 1944”, explicaba. “Ya no se habla más de esas películas, pero tenían una estructura muy particular y fueron hechas durante un conflicto y no tenían un punto final.” Sin embargo existe una posible vía para readaptarlo, aunque no demasiado interesante para él. “Me imagino que podrías hacer una nueva película que fuera una versión más seria del libro sin el comentario político, pero no sé si eso me interesa tanto”, confiesa. “El espectáculo de las criaturas gigantes y el ridículo derramamiento de sangre, todo eso, no sé si en este mundo de CGI donde puedes hacer todo eso muy fácilmente viendo a un montón de criaturas peleando no es lo suficientemente interesante para mí en este momento. Pero a otras personas les podría gustar” aseveró. Al respecto, espera recuperar al reparto original (o una parte, porque la primera película ya había sacrificado muchos de sus personajes), comenzando con Casper Van Dien, quien interpretó al soldado Johnny Rico. En la primera y la tercera película. “He escrito todo tipo de cosas con Casper interpretando a Johnny Rico en estos días, y es un placer escribir porque él encarna a ese personaje, ofrece más de lo que puedes pensar. El tono del universo viene un poco con él, creo que es porque es sumamente atractivo, tiene este comportamiento de “tipo que puede hacer todo”, que es exactamente el personaje de Johnny Rico, y es una gran parte de la marca Starship Troopers, hemos olvidado que en el pasado, a veces se puede reiniciar un trabajo, pero a veces simplemente no parece correcto” puntualizó. Ed Neumeier probablemente se refiere a las secuelas de la primera película que escribió, que no tuvieron mucho éxito. La franquicia se convirtió luego en una animación por computadora con dos películas estadounidenses-japonesas, donde básicamente siguió siendo la misma historia: en un futuro cercano, bajo un régimen militar, el ejército lucha contra los arácnidos e insectos gigantes. Sea de una forma u otra parece que el regreso de “Starship Troopers” ya es inevitable. Ahora solo queda saber si estará al nivel de una película considerada por muchos como un icono de culto para todo un género. Quizás la comparación con la producción cinematográfica de Sony le termine beneficiando :)