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miércoles, 20 de marzo de 2019

BURKINA FASO: La geografía del terror

África, aquel inmenso continente que se encuentra tan cerca - y a su vez - tan lejos de Europa, se enfrenta a una multitud de conflictos y guerras sangrientas desde hace décadas, las cuales son ignoradas ampliamente por los grandes medios de comunicación occidentales que no les dan la importancia que debieran, debido a que en su mayor parte suceden en pequeños países remotos y empobrecidos que al no poseer petróleo, oro o diamantes ni encontrarse geográficamente ubicados en lugares estratégicos, no llama la atención de nadie por lo que la tragedia en la que se desenvuelven cada día los tienen sin cuidado. Exceptuando a algunos países por su cercanía a Europa como Egipto, Libia, Argelia, Marruecos o Túnez - desde cuyas costas miles de pateras cruzan el Mediterráneo llenos de ‘inmigrantes’ (terroristas en potencia) a los cuales la flota de la OTAN bien haría en neutralizarlos para evitar que lleguen a su destino - lo que sucede en el resto del continente no les importa en lo absoluto, a menos claro esta, que afecte sus intereses, y solo en ese caso envían ‘cuerpos de paz’ bajo la bandera de la ONU a países que antiguamente fueron sus colonias - como el Congo, República Centroafricana, Chad o Malí - únicamente para mantener el status quo, sin importarles en solucionar las raíces de los conflictos que los agobian. Uno de ellos precisamente es Burkina Faso (la antigua Alto Volta alemana) considerado el cuarto país mas pobre del mundo, el cual desde el 2016 ha sufrido cerca de 300 ataques de grupos vinculados tanto a al-Qaeda como a ISIS (bandas terroristas financiadas por los EE.UU. y entrenadas por Israel) dejando centenares de muertos. Uagadugú - la capital del país - fue atacada en dos oportunidades más, dejando cerca de 90 muertos en total. El primer ataque fue contra la cafetería Cappuccino y el Hotel Splendid en enero del 2016, dejó una treintena de muertos y otro se produjo en las cercanías de la embajada francesa y el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, con decenas de víctimas mortales. El norte burkinés comenzó a sufrir la violencia terrorista en el 2011, por grupos que operan todavía hoy en el norte de Malí y sur de Argelia, desde entonces la violencia no ha dejado de incrementarse y expandirse y desde el norte se irradia hacia la frontera con Nigeria en el este del país, donde opera Boko Haram (primo hermano de ISIS), filtrándose también a Togo, Benín y Ghana. Estas naciones se vieron obligadas a enviar tropas a sus fronteras con Burkina Faso, dada la inestabilidad que se podría generar si los criminales sionistas pudieran abrir un corredor desde el Sahel al Golfo de Guinea. Tanto en el norte como en el este, los objetivos de los fundamentalistas suelen ser oficinas del Gobierno, puestos militares, escuelas y maestros, a quienes se les exige que dicten sus clases en árabe, en lugar del francés, y enseñen el Corán. Estas presiones han obligado a cerrar 1.025 escuelas en el norte, Sahel y este, lo que ha dejado sin clases a unos 150.000 niños desde marzo del 2018, mientras el 60 % de los maestros debieron abandonaron las regiones en conflicto. A pesar de que la gran mayoría de los ataques no han sido reclamados por ninguna organización, el general Oumarou Sadou, refiere que las características de los IED (dispositivos explosivos improvisados) usados tanto en el norte y como en el este, son de similar preparación, lo que indicaría que estarían siendo montados por la misma organización terrorista. La crítica situación del país africano obligó a su presidente Roch Kaboré a declarar el estado de emergencia el último 31 de diciembre para las provincias afectadas y a cambiar a su Primer Ministro, Paul Kaba Thiebal por Christophe Dabiré, el 19 de enero pasado. Sin embargo, los cambios implementados por Kaboré, no han logrado contener las acciones de los muyahidines del Ansaroul Islam, (Defensores del Islam) el grupo terrorista local, apoyado por ISIS en el Gran Sahara (ISGS) fundado en el 2016 por Ibrahim Malam (del árabe Mu’alam: maestro) Dicko, aparentemente muerto de sed en el desierto, en mayo del 2017, en su huida de un ataque aéreo francés. El malam fue sustituido, por su hermano menor, Jafar, de 38 años, un erudito del Corán. Ansaroul Islam, surgido del grupo malí Mujao, (Movimiento por la Unidad y Yihad en África Occidental) ahora bajo la bandera de Jama'at Nasr al-Islam wal Muslimin, (Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes, JNIM), un conglomerado de organizaciones integristas que operan en el Sahel, conformado en marzo de 2017, leales a al-Qaeda. Que están realizando constantes ataques en procura no solo de infundir terror, sino fundamentalmente de robar vehículos y armas, no cabe ninguna duda. Como el último del pasado mes de enero, cuando asesinaron a 14 personas en la región de Soum, al norte del país a unos 30 kilómetros de la frontera con Malí, unos 200 milicianos llegaron en varias motocicletas y los vehículos 4X4 atacaron con cohetes y armas pesadas la posición de la Fuerza de Tarea contra el Terrorismo de Nassoumbou (GFAT). Algunos analistas insisten en que el aumento de la presencia de grupos integristas en Burkina Faso, se debe a la ruptura de los pactos que estas organizaciones mantenían con funcionarios del Gobierno del ex dictador Blaise Compaoré, derrocado en el 2014 tras 27 años de terror, quien les brindaba apoyo a cambio de que no operasen en su país. El pacto se habría deshecho en el 2013, cuando Compaoré se vio obligado a enviar 1.000 efectivos, presionado por Francia, tras el inicio del conflicto en el norte de Malí el año anterior. Se sospecha que unos 1.200 integrantes de los servicios de seguridad de Compaoré, podrían estar operando junto a los muyahidines, desde que fueron disueltos. El actual presidente Roch Kaboré, aún espera la colaboración prometida por Francia que en el norte de Malí dispone de unos 5.000 hombres de la operación Barkhane y de las fuerzas de G5 Sahel, un grupo antiterrorista compuesto por 5.000 efectivos de Mali, Mauritania, Chad, Níger y Burkina Faso, que actúa fundamentalmente en el norte de Malí y oeste de Níger. La diversidad de organizaciones que actúan a lo largo de la frontera burkinesa con el norte de Malí, entre ellos al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Estado Islámico en el Gran Sahara (ISGS) y el propio Ansaroul Islam, y Jama'at Nasr al-Islam wal Muslimin, junto a bandas de delincuentes comunes traficantes de drogas, cigarrillos, combustibles y personas, podría incrementarse todavía más generando una dinámica de arrastre que haga que las organizaciones multipliquen sus efectivos. Algunos servicios de inteligencia que operan en África occidental temen que ISGS, que mantiene fluidos contactos con la Wilayat (provincia del califato) del Estado Islámico de África Occidental (ISWAP) del estado de Borno en el noreste de Nigeria, la organización escindida de Boko Haram, en agosto del 2016, puedan crear una nueva alianza para desarrollar juntos su lucha tanto en el Sahel como en los países de África occidental, para lo que Burkina Faso, sería una ficha clave en el nuevo entramado, por lo que las autoridades de Uagadugú están requiriendo a las potencias occidentales con presencia en Malí, y especialmente Francia, apoyo básicamente en entrenamiento, inteligencia, equipos de comunicación y armamento. Pero como suele suceder en otros países, en estas guerras “antisubversivas” se reproduce con exactitud la violación de derechos humanos contra las poblaciones civiles en áreas rurales por parte del ejercito, por lo general alejadas de los centros urbanos, incomunicadas y aisladas. Según denuncias de Human Rights Watch (HRW), fuerzas de seguridad burkinesas han llevado a cabo desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales en operaciones de contrainsurgencia entre 2017 y 2018. HRW en su informe titulado: “En el día, tenemos miedo del ejército y en la noche a los terroristas”, detalla al menos 18 ejecuciones extrajudiciales de civiles inocentes por parte de las fuerzas de seguridad. Las fuerzas de la Operación Panga (fuerza en moré, la lengua nativa más hablada de Burkina), lanzada por el Gobierno de Kaboré contra presuntas bases terroristas en los bosques de Pama y Gayeri, con ataques aéreos y el envío de 700 soldados, incluidos efectivos del 25º Regimiento de paracaídas de Bobo-Dioulasso, sin que se conozca el resultado de los ataques y el número de víctimas, por lo que la HRW sospecha que puede haber muchos civiles involucrados en las acciones. La violencia ya ha provocado 80.000 desplazados internos, mientras que casi un 1.200.000 personas están necesitando ayuda humanitaria inmediata, desde que comenzó el año prácticamente 1.000 familias por día han debido abandonar sus lugares. Lo que a la vez está provocando un incremento de los enfrentamientos interétnicos o tribales. En Yirgou, provincia de Barsalogo, al norte del país, un aparente ataque fundamentalista desató una refriega entre la comunidad fulani, pastores nómadas de mayoría musulmana, y la comunidad Mossi, el mayor grupo étnico de Burkina Faso, que dejó 50 muertos. Si bien se cree que ese ataque fue obra de los terroristas, se sospecha que fue realizado por el ejército para soliviantar a la población contra las minorías, a los cuales acusan de ser cómplices de los fundamentalistas. Esta masacre ha obligado al gobierno a anunciar la apertura de una investigación en torno a las múltiples denuncias sobre ejecuciones por parte del Ejército en el marco de su lucha antiterrorista. El portavoz del Ejecutivo, Remis Dandjinou, ha insistido en que “todas las operaciones de seguridad son llevadas a cabo respetando el principio de proporcionalidad de la fuerza” y ha agregado que las Fuerzas Armadas “respetan en todo caso los Derechos Humanos” según ha informado el portal local de noticias Burkina24. Las palabras de Dandjinou llegaron luego de que el Movimiento Burkinés para los Derechos Humanos y de los Pueblos (MBDHP) haya indicado que las ejecuciones sumarias son una práctica habitual de las fuerzas de seguridad. En este sentido, el presidente del MBDHP, Chrysogone Zougmoré, ha alertado además de que el ejército inspira inquietud y miedo a las poblaciones en las zonas donde opera. “Por ello, según diversas fuentes, los terroristas buscan ahora presentarse como ‘defensores’ de las poblaciones ante los excesos del Ejército”, ha dicho. “Esta postura constituye su principal argumento para incrementar su base social y hacerse con la simpatía de las poblaciones en las zonas en las que operan” aseveró. No cabe duda que el espiral de violencia en la que ha caído Burkina Faso por obra y gracia de aquellos que dicen defender la ley, ha originado el aumento de la inseguridad de una manera alarmante, de la cual no le va a salir fácil salir en un futuro cercano :(

SAMSUNG GALAXY A50 (2019): Comparte tus recuerdos

Luego de meses de rumores, tras el lanzamiento de la familia Galaxy S10 , Samsung ha anunciado la llegada del nuevo Samsung Galaxy A50, un móvil que estrena una renovada gama media en la que todo es nuevo, incluido el nombre. El A50 muestra el camino de lo que será la serie A en la que, aunque habrá para todos los gustos y bolsillos, se comprueba cómo la compañía traslada características de la gama alta a la media. Empezamos por el diseño. El Samsung Galaxy A50 llega con una pantalla Super AMOLED de 6,4 pulgadas con una resolución FHD+ (1080 × 2340) y en cuatro colores: negro, blanco, azul y coral con efecto holográfico que cambia sensiblemente en función de la luz. Llega con unas dimensiones de 158,5 × 74,7 × 7,7 mm, lo que se traduce en un móvil fino y ligeramente curvado. La trasera queda reservado al módulo de la cámara que se sitúa en posición vertical y justo debajo el flash. Nada del lector de huellas, que pasa al frontal del teléfono, justo debajo de la pantalla. Volviendo a la pantalla, encontramos lo que la compañía surcoreana ha bautizado como Infinity-U. Con ella, se consigue reducir los marcos bastante, sobre todo en los laterales, aunque queda una franja negra en la zona inferior, mientras que en la superior se encuentra ubicado el notch con tamaño reducido en la parte central de la pantalla. El notch alberga la cámara frontal de 25 MP con apertura f/2.0, más propia de la gama alta y que Samsung traslada a la gama media. La cámara frontal llega con la función Selfie Focus para difuminar suavemente los detalles del fondo. Para la trasera, Samsung reserva una triple gama con un sensor principal de 25 MP con apertura f/1.7 capaz de captar imágenes brillantes a plena luz del día, mientras que en la oscuridad es capaz de realizar fotos nítidas al detectar más luz y reducir el ruido. A ella le acompañan una segunda cámara de 5 MP con apertura f/2.2 capaz de medir la profundidad y una tercera de 8 MP ultra gran angular con apertura f/2.2. La cámara llega con inteligencia artificial permitiendo capturar la mejor escena gracias al Optimizador de escenas y con enfoque dinámico, para ajustar el desenfoque. En el Galaxy A50, Samsung apuesta por un procesador Quad a 2,3 GHz + Quad 1,7 GHz, acompañado de 4 o 6 GB de RAM y dos opciones de almacenamiento interno, 64 o 128 GB, ampliables hasta los 512 GB con tarjeta microSD. La gran novedad la encontramos en el sensor de huellas que llega a la frontal del teléfono, justo debajo de la pantalla. Luego de esperarlo durante años, Samsung lo estrenó la pasada semana en el Galaxy S10 y ahora lo traslada a la gama media en el A50. Aunque no hay más detalles sobre él, es de esperar que este sensor sea óptico y no ultrasónico, como el que equipa la nueva gama alta de los coreanos. Entre el resto de sus características, destaca la batería de 4.000 mAh con carga rápida, además de NFC o Samsung Pay. En cuanto a su coste y disponibilidad, el nuevo Samsung Galaxy A50 llegará inicialmente a la India en los colores negro, blanco, azul y coral con dos opciones de RAM (4 o 6GB) y dos de almacenamiento interno (64 o 128 GB). Sus precios son los siguientes: 4 GB de RAM / 64 GB de memoria interna: 19.990 rupias, unos 247 euros al cambio; 6 GB de RAM / 64 GB de memoria interna: 22.990 rupias, unos 248 euros al cambio. Se desconoce si los móviles llegarán posteriormente al mercado internacional. Estaremos atentos a esta información para actualizar la entrada :)

FIFA: Un negocio que mato al fútbol

Es una vergüenza que los directivos de la FIFA en su afán de sacar plata de donde sea sacrifiquen el espectáculo deportivo por el vil metal. Esto se da especialmente en los últimos tiempos con la llegada de Gianni Infantino a la cabeza de esa organización ‘deportiva’, quien ha creado torneos ridículos y sin interés alguno como la denominada Liga de las Naciones o busque ampliar el número de países participantes en los Mundiales de Fútbol, pretendiendo elevarlo nada menos que a 48 en Qatar 2022. Su última ocurrencia sucedió el pasado fin de semana, cuando en su afán de eclipsar a los torneos organizados por la UEFA (Champions League y Europa League) anuncio el ‘nacimiento’ de una nueva competencia que reemplazara a su desprestigiada Copa Confederaciones, un rotundo fracaso económico y deportivo en toda regla, que vino a reemplazar inexplicablemente a la Copa Intercontinental que se jugaba en Tokio entre los ganadores de la UEFA Champions League y la Copa Libertadores de América, que a pesar de que se había ganado un nombre propio, la FIFA no dudo en ampliar el numero de participantes, invitando a los campeones de las ligas del Asia, África y Oceanía, perdiendo así su esencia ya que a nadie les interesaba ver a esos equipos sin historia alguna. A pesar de todos sus esfuerzos, el torneo se fue al diablo y es por ello que ha decidido darle un nuevo impulso, desatando una guerra con la UEFA a la que quiere obligar a ‘compartir’ a sus mejores equipos para que participen en este nuevo experimento. En efecto, desde el arribo de Infantino a la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), varios certámenes comenzaron a tener cambios sustanciales en sus formatos. Luego de confirmarse la aplicación de las Selecciones participantes en las Copas del Mundo (y se pasará de 32 a 48), el organismo que regula este ‘deporte’ ha creado un Mundial de Clubes con 24 equipos. Según La Gazzetta dello Sport, Zvonimir Boban, ex futbolista y actual adjunto a la secretaría general, habría recibido el aval para comenzar a darle forma al proyecto que sustituye la actual Copa Confederaciones por este nuevo torneo a nivel clubes, cuya primera edición se jugará entre el 17 de junio y el 4 de julio del 2021 en un país por definir. Este se realizara cada cuatro años y se espera que sea una especie de réplica de las Copa del Mundo. Las entidades obtendrán su pasaje a través de sus competiciones de Confederación (Champions League o Copa Libertadores, por citar algunas). El formato sería dividir a los 24 participantes en ocho grupos de tres equipos y los primeros de cada zona pasarían a las rondas de eliminación directa (cuartos de final, semifinal y final). Hasta el momento, el reparto por confederaciones sería el siguiente: 12 clubes europeos (UEFA), cinco sudamericanos (CONMEBOL), dos africanos (CAF), dos asiáticos (AFC), dos norteamericanos (CONCACAF) y uno de Oceanía (OFC). En el caso puntual de Europa, los integrantes serían los últimos cuatro vencedores de la Champions, los últimos cuatro finalistas y los otros cuatro con mejor coeficiente europeo. El gancho principal de la FIFA para atraer a los grandes clubes europeos es el dinero que recibirán simplemente por participar, que oscilaría entre los 20 y 30 millones de euros. Las ganancias pueden dispararse a 80 millones si avanzan en la competición y hasta 120 para el ganador por un máximo de cinco partidos. Algunos clubes - pese a su posición oficial de la UEFA - admiten que las cifras que ofrece la FIFA son lo suficientemente convincente$$$$ para embarcarse en el proyecto ya que no quieren cerrar los ojos ante la posibilidad de obtener esos elevados ingreso$$$$. La FIFA considera que este nuevo Mundial de Clubes “será una apuesta más atrayente y que generaría mayores ingresos económicos”. Ese sería fundamentalmente el quid de la cuestión: el dinero ¿Y el fútbol? Todo sea por la pasta ...
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