TV EN VIVO

miércoles, 6 de septiembre de 2023

EE.UU.: El fracaso de una iniciativa

Desde la desastrosa retirada de Afganistán hasta la paz mediada por China entre Arabia Saudita e Irán, la administración estadounidense del discapacitado físico y mental de Joe Biden ha estado supervisando una era de declive del poder estadounidense en toda Asia occidental. En medio de esta caída en desgracia, la obsesión de Washington por lograr un acuerdo de normalización entre Arabia Saudita e Israel demuestra una desconexión de la realidad y demuestra que la óptica es más importante que las posiciones políticas tangibles. El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sulivan, reconoció públicamente que aún está lejos de lograrse un acuerdo de normalización entre Arabia Saudita y la entidad sionista. Este anuncio siguió a las especulaciones en los medios estadounidenses de que tal acuerdo podría ser inminente. Sin embargo, para quienes han estado prestando atención a la política de la región, no podría estar más claro cuán ardua sería la tarea de lograrlo. Si se analiza el acuerdo desde la perspectiva estadounidense, queda claro lo que significaría un logro diplomático de esta naturaleza para el legado de la administración de un presidente estadounidense. Sería una victoria significativa para el decrepito Joe Biden. También proporcionaría una excelente sesión fotográfica en caso de que suceda; uno que podría usarse para demostrar la fuerza del gobierno en las elecciones del 2024. La administración Biden podría calcular que dar prioridad a un acuerdo de este tipo podría compensar sus fracasos anteriores con respecto al papel estadounidense en Medio Oriente. Sin embargo, hablando objetivamente, lograr un acercamiento entre Arabia Saudita e Israel significará superar innumerables obstáculos en todas partes y puede terminar haciendo más daño que bien a nivel regional. Esto a pesar de las promesas de la administración Biden “de que impulsaría la seguridad y la estabilidad regionales”. Sin embargo, con el reciente anuncio de que el bloque BRICS agregará a Irán y Arabia Saudita como miembros en enero del 2024, luego de que Teherán y Riad restablecieran sus lazos bajo los auspicios de Beijing, tal acuerdo podría abrir nuevas heridas regionales y ser contrario a la visión establecida. por el príncipe heredero saudita Mohammed Bin Salman. Cuando la administración Trump logró involucrar a Bahrein, Sudán y Marruecos en un acuerdo de normalización entre los Emiratos Árabes Unidos (EAU) e Israel (los Acuerdos de Abraham), la iniciativa vino de los propios EAU, en un momento en que Abu Dhabi había decidido claramente adelante con la mudanza. No hubo una lucha real para convencer a los Emiratos Árabes Unidos de seguir adelante con la normalización de los lazos con los israelíes. De hecho, en los casos de Marruecos y Sudán, los emiratíes ayudaron a presionar a esas naciones para que aceptaran acuerdos de normalización. Arabia Saudita, a pesar de haber mantenido estrechos vínculos con la administración Trump (la primera visita al extranjero del presidente estadounidense Donald Trump fue precisamente a Riad), evitó firmar el acuerdo de normalización con los israelíes, probablemente porque tal medida sería más desafiante para un país como Arabia Saudita a nivel nacional que para países como los vecinos Bahrein o los Emiratos Árabes Unidos. Hasta ahora, las relaciones entre Arabia Saudita y Estados Unidos bajo la administración Biden han estado lejos de ser cordiales, y cuando el inquilino de la Casa Blanca hizo su primer viaje al reino saudita el año pasado, lo hicieron aparecer como una ocurrencia tardía. Cuando Biden confrontó a Mohammed Bin Salman por el infame asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi, el Príncipe Heredero respondió sacando a relucir la falta de acción tomada por el asesinato de la veterana periodista estadounidense, Shireen Abu Akleh, a manos de un soldado israelí. Mohammed Bin Salman incluso le dijo a The Atlantic que no le importaba si Biden lo malinterpretaba. Arabia Saudita también ha ignorado los llamados de Estados Unidos para alterar la producción de petróleo. Si la administración Biden quiere convencer a Arabia Saudita de que firme un acuerdo de normalización, primero se deben otorgar concesiones. Se dice que Riad busca un programa nuclear civil y un pacto de seguridad con Estados Unidos que podría arrastrar a Washington a la guerra en caso de que el reino sea atacado. Estas condiciones previas presentan una letanía de obstáculos para el gobierno estadounidense. Luego está Israel, que bajo cualquier otro gobierno que no sea la actual coalición de extrema derecha del Primer Ministro Benjamín Netanyahu fácilmente podría salirse con la suya al firmar un acuerdo de ese tipo. Sin embargo, según se informa, se ha pedido a Netanyahu que haga algún tipo de concesión hacia los palestinos para que el acuerdo con los Emiratos Árabes Unidos siga adelante. Pero el gobierno que ahora encabeza Netanyahu es completamente diferente al que dirigió en el 2019, y su coalición depende del apoyo de la alianza extremista Sionismo Religioso (RZ). RZ incluso rechaza la idea de una coordinación de la seguridad con la Autoridad Palestina (AP), con sede en Ramallah, a pesar de que esta política beneficia la seguridad israelí. RZ declaró claramente, desde el momento de las elecciones nacionales del 2022, Cuando se trata de los palestinos, también existe el factor incontrolable de una importante escalada entre las facciones armadas palestinas y el ejército israelí, por las provocaciones israelíes en la mezquita de Al-Aqsa. Saleh Al-Arouri, jefe adjunto del buró político de Hamás, dijo recientemente a al-Mayadeen que en caso de que algún líder de alto rango sea atacado, habrá una guerra regional. Estamos en un momento en que crece la presión sobre el gobierno israelí para que lleve a cabo un ataque contra los líderes de Hamás en respuesta a los numerosos ataques contra colonos y soldados israelíes en Cisjordania. Esto, sumado a las recientes tensiones en la frontera libanesa con Hezbollah, crea una situación potencialmente explosiva, en la que un acuerdo saudita-israelí sería terrible para Mohammed Bin Salman. Además, está la cuestión de qué podría afectar un acuerdo saudita-israelí a las relaciones iraní-saudíes y su reciente restablecimiento de vínculos. Como Arabia Saudita incluye dos de los lugares más sagrados de la fe islámica, La Meca y Medina, su decisión de normalizar los lazos con Israel tendrá una enorme importancia en todo el mundo musulmán. Una medida así resultaría imposible para que Teherán permaneca neutral sobre el tema y es muy probable que los iraníes reviertan su decisión de mantener vínculos con los sauditas. Esto significa que si los sauditas quieren firmar un acuerdo de normalización con Israel, deben saber que esto socavará el avance diplomático de China y podría terminar presentando mayores preocupaciones de seguridad si nuevamente se encuentran compitiendo tan fuertemente por la influencia regional con Irán. Si la administración estadounidense tuviera un enfoque serio respecto de su política en Oriente Medio, se daría cuenta del dramático cambio que ha ocurrido a nivel regional y de que sus aliados tradicionales tienen agendas que ya no son congruentes con el viejo enfoque estadounidense del status quo. Al observar la retórica y las acciones de Washington, parecería que el actual gobierno de Estados Unidos lo niega y no puede comprender que los días en que podía mandar sobre todos los países de Asia occidental han quedado atrás. Se necesitará un pensamiento pragmático para revivir la posición de Estados Unidos a largo plazo, y una cosa es segura: un acuerdo de normalización entre Arabia Saudita e Israel no tiene sentido para ningún país en este momento.

STARFIELD: Desafiando los peligros del universo

Han pasado poco más de cinco años desde el anuncio oficial de Starfield en el E3 del 2018. El 1 de septiembre del 2023, se lanzo en acceso anticipado y finalmente hoy vio la luz para todos los usuarios de PC y Xbox Series X/S, incluido en Game Pass. ¡Y qué aventura ha sido esperar este lanzamiento! Han sido cinco años de misterio, retrasos y mucha información durante el último tramo... incluso filtraciones muy bestias y desgraciadamente inevitables en juegos tan sonados como este. Starfield es uno de los videojuegos más esperados del 2023 y un gran evento para los amantes de la exploración espacial. El juego nos sitúa en el año 2330. La humanidad dejó atrás la Tierra y el Sistema Solar hace mucho tiempo para colonizar diferentes sistemas de la galaxia. La exploración espacial vivió una época de oro, hasta que los individuos comenzaron a dividirse en facciones para asentarse y finalmente luchar por los recursos de los nuevos territorios. Gobiernos y empresas llevan décadas bailando una danza de poder que dura hasta nuestros días. Pero ciertos sucesos nos ponen en el punto de mira de Constelación, un grupo de exploradores y científicos que van tras el mayor misterio del universo. Si bien el objetivo de la historia principal de Starfield es ayudarles, no tiene por qué ser nuestra prioridad. La historia de Starfield es interesante, emocionante y cuenta con bastante profundidad. No solo por la trama principal, sino por la absurda cantidad de historias secundarias, terciarias e incluso ocultas que podemos encontrar a lo largo y ancho del universo, todas conectadas entre sí de un modo u otro. No todas las misiones son emocionantes, pero el resultado general es bastante satisfactorio. Y resultan mucho más interesantes cuando sabes que no son exactamente igual en todas las partidas. Muchas misiones (incluidas primarias) y actividades son aleatorias, lo que significa que pueden darse en planetas o sistemas diferentes. Por ejemplo, una de las primeras misiones principales te lleva a buscar una nave estrellada... y no estaba en el mismo sitio durante una segunda partida. Como sabéis, el apartado visual y el rendimiento de los juegos son aspectos que han preocupado a muchos fans durante años. La última entrega de Fallout no fue demasiado bien y el asunto de Redfall no calmó los nervios de cara a Starfield. Podéis respirar tranquilos: Bethesda ha aprendido... aunque haya sido a hostias. El apartado gráfico de Starfield es tan espectacular como hemos visto en las presentaciones. Todo cuenta un detalle sorprendente, especialmente las naves, el armamento, los trajes y muchísimos objetos que podemos inspeccionar desde el inventario; y la distancia a la que podemos ver las cosas en los planetas y el espacio resulta especialmente inmersivo. Y esto nos lleva al siguiente punto: el apartado artístico. Una vez más, los artistas de Bethesda han hecho un trabajo sublime creando el universo de Starfield. La ambientación se siente lo bastante avanzada para creer que los humanos han conquistado el espacio. Podría denominarse "un futuro casi posible". Podemos verlo en todos las estructuras que nos encontramos: algunas claramente fueron construidas muy cerca de nuestro tiempo (y se nota), mientras que otras son producto de los nuevos descubrimientos en términos de materiales. Las armas son otro ejemplo: podemos encontrar desde un AS-9 o AS Val ruso hasta armas de energía... pero no al estilo Star Wars. Sin embargo, las ciudades principales de Nueva Atlántida, Akira y Neon no terminan de convencer. Las tres son preciosas a su modo... pero les falta mucha de la epicidad que nos transmitió Bethesda. La sensación con Nueva Atlántida y Akira es que les falta "algo", no se sienten tan vivas como se esperaba. Por otro lado, Neon decepciona con todas las letras. Prometieron una ciudad de placer, drogas y desfase, pero se queda en una discoteca, algunas oficinas y unas pocas tiendas rodeadas de neones. Le falta un toque a lo Night City de Cyberpunk 2077. Por cierto, la exploración de Starfield puede decepcionar a algunos. Lo primero que debéis saber es que no hay exploración espacial abierta como en No Man's Sky o Star Citizen. Despegues, aterrizajes, atraques y viajes en/entre sistemas se llevan a cabo mediante cinemáticas y pantallas de carga. Sobra decir que no hay vuelo libre dentro de los planetas y el vuelo orbital está reservado para los encuentros con otras naves (comercio, combate...), reparación de satélites, atraques en estaciones espaciales, etc. El proceso de viajar por el espacio puede ser tan breve o detallado como decidamos. Si queréis ir del punto A al punto B rápidamente, entonces basta con abrir el menú estelar y seleccionar la localización o el lugar concreto del planeta al que queréis ir. Apareceréis allí con una sola pantalla de carga, a no ser que planeta tenga control de contrabando en la órbita. Esta opción os priva de ver todos los eventos y misiones del espacio, que no son pocos. Si queréis una experiencia más detallada, podéis ir hasta la nave, montaros y sentaros en la cabina, despegar, seleccionar el sistema o planeta mediante el escáner/menú de sistemas, hacer el viaje, seleccionar el punto de interés/concreto en el que aterrizar/atracar, levantaros del asiento y salir por la escotilla. Esta opción os permite recrearos y encontraros más a menudo con misiones y eventos aleatorios en el espacio. El grueso de la exploración en Starfield se encuentra en los planetas y lunas. Podemos escanear el planeta desde la órbita y seleccionar puntos de interés para aterrizar o elegir manualmente el punto exacto en el que aterrizar... aunque puede resultar un poco confuso y haría falta un tutorial más interactivo. Por el contrario, la superficie de planetas y lunas tiene muchos más alicientes. Una vez aterrizamos en el bioma elegido, podemos explorar todas las localizaciones y escanear la flora, fauna y materiales. Las más cercanas (2.000 metros aprox) aparecen en el escáner, pero habrá bastantes más. Suele haber una media de 10 en cada cuadrante, aunque pueden ser más o menos. Existe además mucha variedad de localizaciones: campamentos normales y élites, poblados y puestos de paso, minas, cuevas, laboratorios, centros de investigación, hangares, yacimientos naturales, naves estrelladas, zonas de aterrizaje de otras naves aleatorias, anomalías... La mayoría cuentan con sus propias historias y muchas con mazmorras ocultas de diferentes tamaños. Además, cada planeta presenta su propia geología, inclemencias, gravedad, duración del día/noche y secretos por descubrir. Por otro lado, la presencia o ausencia de aire respirable y la gravedad afectan a nuestra barra de oxígeno (resistencia): determinan cuánto consumimos al esprintar e ir sobrecargados. Por ejemplo: correr en la Luna consume menos oxígeno que en Marte debido al esfuerzo por la gravedad. También se tiene en cuenta el tipo de traje y otros factores como nuestras habilidades. Como detalle: podemos correr sin límites al ir sobrecargados... hasta morir por el dióxido de carbono que entra en el traje. Sobra decir que todo esto es genial, especialmente cuando aprendes cómo va a condicionarte las características de un planeta antes de pisarlo, solo con ver su ficha tras el escaneo orbital. Es muy satisfactorio. Pero no todo es explorar. El combate es una parte muy importante de nuestra experiencia en Starfield y me alegra poder decir que es extremadamente divertido. No inventa nada ni en el espacio ni en tierra. Mientras que la mayor dificultad en el espacio es gestionar los niveles de energía de la nave sin explotar por los aires, la fórmula en tierra resulta muy familiar para los fans de Fallout. Tenemos a nuestra disposición un arsenal bastante grande y un buen repertorio de trajes espaciales (casco, cuerpo y mochila), ropa y una cantidad obscena de objetos cuya utilidades van desde curarnos a crear nuevos objetos. Las armas y el resto de equipamiento se dividen en tiers (colores) y podemos añadirles accesorios, mejoras y habilidades únicas. Nada que no hayamos visto en Fallout y The Elder Scrolls. Y sí, hay combates en gravedad cero en el espacio. De otro lado, la IA humana y robótica (enemiga y aliada) cumple sin más. Son bastante normalitos en dificultades bajas, aunque tienen comportamientos muy sensatos como cubrirse, disparar sin asomarse, comunicarse entre ellos, distraernos para flanquearnos e incluso revivirse entre sí. Pueden quedar incapacitados, llaman a sus compañeros y suplican por su vida. Es un contraste bastante sorprendente con respecto a los NPCs sin alma que deambulan por las calles de las ciudades principales. En conclusión, Starfield es un videojuego magnífico y una experiencia maravillosa para los amantes de la exploración espacial. En cuanto a su coste y disponibilidad, Starfield ya está a la venta desde hoy a un precio de 79,99 euros en su versión Estándar en Xbox Series X/S y PC en la tienda oficial de Microsoft y Amazon. En el caso de Steam, 69,99 euros.
Creative Commons License
Esta obra está bajo una Licencia de Creative Commons.