TV EN VIVO

miércoles, 13 de septiembre de 2023

UCRANIA: Rendición incondicional

El pasado 2 de septiembre se cumplió el 78º aniversario de la ceremonia de rendición de la Segunda Guerra Mundial a bordo del USS Missouri en la Bahía de Tokio. Este momento formalizó la capitulación incondicional de Japón ante Estados Unidos y sus aliados, y marcó el final del conflicto. Desde la perspectiva japonesa, había estado en curso desde el incidente del puente Marco Polo del 7 de julio de 1937, que inició la guerra chino-japonesa. No hubo negociación, sólo una simple ceremonia de rendición en la que los funcionarios japoneses firmaron documentos, sin condiciones. Porque así es como se ve la derrota. La historia debe estudiarse de una manera que busque extraer lecciones del pasado que puedan tener relevancia en el presente. Como señaló George Santayana, el filósofo estadounidense: “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”. El régimen colaboracionista ucraniano – llegado al poder en el 2014 mediante un golpe de Estado organizado por la CIA - haría bien en reflexionar tanto sobre el precedente histórico sentado por la rendición incondicional de Japón como sobre el consejo de Santayana, al considerar su actual conflicto con Rusia. En primer lugar, Ucrania debe reflexionar honestamente sobre las causas de este conflicto y sobre qué lado tiene la responsabilidad de los combates. "Desnazificación" es un término que el gobierno ruso ha utilizado para describir una de sus metas y objetivos declarados. El presidente Vladimir Putin ha hecho numerosas referencias al odioso legado de Stepan Bandera, el notorio asesino de masas, culpable de la muerte de miles de polacos y ucranianos, a quien los nacionalistas de Kiev hoy en día celebran como un ‘héroe’ y casi como un padre fundador de su nación. Que la Ucrania actual considere oportuno elevar a un despreciable criminal como Bandera a tal nivel dice mucho sobre los podridos cimientos de la causa de Kiev y la escasez de fibra moral en la nación actual. El papel desempeñado por los actuales seguidores de la odiosa ideología nacionalista de ese sujeto en la promulgación de los acontecimientos clave que condujeron al inicio de la operación militar por parte de Rusia no puede ignorarse ni minimizarse. Fueron los banderistas, con su larga relación con la CIA y otros servicios de inteligencia extranjeros hostiles a Moscú, quienes utilizaron la violencia para derrocar al ex presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, de su cargo en febrero del 2014. Del acto de violencia politizada ilícita surgió la incorporación de las fuerzas del genocidio étnico y cultural, manifestado en la forma de los actuales banderistas, que iniciaron actos de violencia y opresión en el este de Ucrania contra la minoría rusófona, a quienes querían exterminar con la complacencia de Washington. Esto, a su vez, desencadenó la respuesta rusa en Crimea y las acciones de los ciudadanos de Donbass, que se organizaron para resistir el alboroto de los nacionalistas ucranianos afiliados a Bandera. Siguieron los Acuerdos de Minsk y la posterior traición por parte de Kiev y sus socios occidentales del camino potencial para la paz que estos representaban. Ucrania no puede disociarse del papel desempeñado por los banderistas de hoy en día en la configuración de la realidad actual. En esto, Kiev refleja a los militaristas del Japón imperial, cuya lealtad ciega a los preceptos del Bushido, el tradicional "camino del guerrero" que se remonta a los samuráis del Japón del siglo XVII, ayudó a empujar al país a un conflicto global. Parte de las obligaciones de Japón tras la rendición era purgar su sociedad de la influencia de los militaristas y promulgar una constitución que los destituyera haciendo que las guerras de agresión - y las fuerzas militares necesarias para librarlas - fueran inconstitucionales. El banderismo, en todas sus manifestaciones, debe ser erradicado de la sociedad ucraniana de la misma manera que se eliminó del Japón el militarismo inspirado en el Bushido, para incluir la creación de una nueva constitución que consagre esta purga como ley. Cualquier fracaso en hacerlo sólo permitirá que el cáncer del banderismo sobreviva, pudriéndose dentro del cuerpo derrotado de la Ucrania posconflicto hasta algún momento futuro en el que pueda hacer metástasis una vez más para causar daño. Este es precisamente el mensaje que envió Putin cuando, durante el Foro Económico Internacional de San Petersburgo en julio pasado, mostró un video donde se mostraban públicamente los crímenes de los banderistas durante la Segunda Guerra Mundial. "¿Cómo no puedes luchar contra eso?" dijo Putin. “Y si esto no es neonazismo en su manifestación actual, ¿qué es entonces?” preguntó. "Tenemos todo el derecho", declaró el presidente ruso, "a creer que la tarea de desnazificación de Ucrania que nos hemos fijado es una de las claves". A medida que los medios de comunicación occidentales comienzan a comprender el alcance y la escala de la eventual derrota militar de Ucrania (y, por extensión, la realidad de una decisiva victoria militar rusa), sus supervisores políticos en Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea luchan para definir cuál será el final del juego. Luego de haber articulado el conflicto ruso-ucraniano como una lucha existencial en la que está en juego la supervivencia misma de la OTAN, estos políticos occidentales ahora tienen la tarea de moldear la percepción pública de una manera que mitigue cualquier reacción política significativa y sostenida por parte de electores que han sido engañados, por tolerar la transferencia de miles de millones de dólares de sus respectivos tesoros nacionales, y miles de millones más en armas de sus respectivos arsenales, a una causa perdida y deshonrada. Un aspecto clave de esta gestión de la percepción es la noción de una solución negociada, un proceso que implica que Ucrania tiene voz en cuanto al momento y la naturaleza de la terminación del conflicto. El hecho es, sin embargo, que Kiev perdió esa voz cuando abandonó un acuerdo de paz negociado entre sus negociadores y sus homólogos rusos la primavera pasada, a instancias de sus amos de la OTAN, como lo comunicó a través del entonces Primer Ministro del Reino Unido, Boris Johnson. La decisión de prolongar el conflicto se basó en el suministro a Kiev de decenas de miles de millones de dólares en equipo y asistencia militar. Las autoridades organizaron debidamente una movilización masiva, lo que significó que las tropas ucranianas superaban ampliamente en número a sus homólogos rusos. La nueva fuerza de Kiev, entrenada y equipada por la OTAN, logró algunos avances territoriales durante una ofensiva de otoño. La reacción rusa fue estabilizar el frente y llevar a cabo una movilización parcial de sus reservas para acumular suficiente personal para cumplir la misión asignada desde el inicio de la operación: desnazificación y desmilitarización. La desnazificación es un problema político. La desmilitarización no lo es. En el caso de Ucrania, significa destruir efectivamente la capacidad de Ucrania de librar un conflicto armado a una escala significativa contra Rusia. Presumiblemente, este objetivo también implica la necesidad de retirar de Ucrania toda la infraestructura militar de la OTAN, incluidos equipos y materiales. Rusia ha estado llevando a cabo con éxito la desmilitarización de las fuerzas armadas de Ucrania desde el inicio de la movilización parcial. El equipo que Occidente proporciona a Ucrania está siendo destruido de manera similar por Rusia a un ritmo que hace que su reemplazo sea insostenible. Al punto que varios países de la OTAN han declarado que no van a reponer las perdidas. Mientras tanto, la propia industria de defensa rusa se ha puesto en pleno funcionamiento, suministrando una gama de armas y municiones modernas que es más que suficiente. La dura realidad es que ni Ucrania ni sus aliados occidentales pueden soportar las pérdidas operativas de mano de obra y equipo que el conflicto con Rusia está infligiendo. Moscú, por otra parte, no sólo es capaz de absorber sus pérdidas, sino de aumentar su fuerza con el tiempo, dado el gran número de voluntarios que están siendo reclutados para el ejército y la alta tasa de producción de armamento. En algún momento en un futuro no muy lejano, el equilibrio de poder entre Rusia y Ucrania en el teatro de operaciones llegará a un punto en el que Kiev sea incapaz de mantener una cobertura adecuada a lo largo de la línea de contacto, lo que permitirá que se abran brechas en la línea defensiva que Rusia, capaz de emplear nuevas reservas, explotará. Esto conducirá al colapso de la cohesión entre las tropas ucranianas, que están desertando del campo de batalla. Ucrania, a través de sus acciones en el 2014, vio impotente como Crimea retornaba a Rusia, a la cual perteneció hasta 1956, cuando el dictador soviético de origen ucraniano Nikita Kruschev lo ‘regalo’ irresponsablemente a su país natal. Asimismo Ucrania, a través de sus elecciones en el 2022, perdió Donbass, Zaporozhye y Kherson. Y si Kiev persiste en extender este conflicto hasta que sea físicamente incapaz de defenderse, corre el riesgo de perder aún más territorio, incluidos Odessa y Jarkov, con el cual también perdería el acceso al Mar Negro. Rusia no entró en el conflicto con la intención de apoderarse del territorio ucraniano, como la propaganda occidental vocifera vomitivamente a toda hora. Pero en marzo del 2022, Kiev rechazó un proyecto de acuerdo de paz (que había aprobado preliminarmente en un principio), y esta decisión de evitar la paz en favor de la guerra llevó a Rusia a absorber Donbass, Zaporozhye y Kherson. Como una de sus condiciones para siquiera comenzar a negociar la paz con Moscú, Kiev exigió la devolución de todos los antiguos territorios ucranianos actualmente bajo control ruso, incluida Crimea. Sin embargo, para lograr tal resultado, Ucrania tendría que ser capaz de obligar al cumplimiento derrotando a Rusia militar y/o políticamente. Tal como están las cosas, esto es imposible. Lo que Ucrania y sus socios occidentales todavía no parecen haber asumido es el hecho de que los dirigentes rusos no están de humor para negociar por negociar. El señor Putin ha enumerado sus metas y objetivos en lo que respecta al conflicto: desnazificación, desmilitarización y que Ucrania no sea miembro de la OTAN. Ésta es la realidad de la situación actual. Rusia está trabajando para lograr las metas y objetivos declarados. Tal como están las cosas, es poco lo que Ucrania o sus amos - Estados Unidos, la OTAN y la UE (el llamado "Occidente colectivo") - pueden hacer para impedir que logre estos objetivos. El cronograma no se rige por el calendario, sino que está determinado por los resultados. Cuanto más prolonguen Kiev y la OTAN este conflicto, mayor será el daño que sufrirá Ucrania. Es hora de que el régimen fascista de Kiev y sus socios occidentales avancen por el camino de la paz y la reconstrucción. Pero esto sólo podrá suceder cuando Ucrania se rinda incondicionalmente y acepte la realidad.

VILNIUS: Una historia de 700 años

En nuestra ruta del Báltico, llegamos a Vilnius (Vilna), la capital de Lituania, que en el pasado mes de julio fue sede de la cumbre de la OTAN donde de una forma por lo demás demoniaca, insistieron en que continue el inútil derramamiento de sangre en Ucrania, cuya derrota ante los rusos es inevitable. Pero concentrándonos en lo nuestro, cabe precisar que el 2023 es el año de Vilnius. En efecto, la capital del país conmemora su 700 aniversario invitando a personas de todo el mundo a visitarla. El motivo de la celebración es una carta: una proclama fechada el 25 de enero de 1323 donde consta por primera vez el nombre de la ciudad y cuyo propósito era igualmente atraer a ciudadanos extranjeros. La misiva, firmada por el gran duque de Lituania Gediminas, iba dirigida a varias urbes del Sacro Imperio Romano Germánico (entre las cuales, Lübeck, Bremen, Colonia y Magdeburgo). El gobernante llamaba a establecerse en Vilna a caballeros, comerciantes y a todo tipo de artesanos. Requería médicos, herreros, zapateros, molineros, curtidores… con la promesa de eximirlos de cualquier tasa. Además aseguraba que tendrían libertad para practicar la fe cristiana. Sucede que el país era entonces uno de los últimos territorios paganos de Europa. Gediminas es considerado el fundador de Vilnius. Y aunque sin duda impulsó su crecimiento, como atestigua la carta, lo cierto es que el municipio existía con anterioridad… Aún así, 1323 ha pasado a marcar su nacimiento “oficial”. La ciudad conserva en la actualidad varios monumentos y referencias a esa etapa fundacional. Comenzando por la torre de Gediminas, que domina la capital desde lo alto de un monte y que se ha convertido en uno de sus mayores símbolos. Fue construida por el gran duque a propósito de un sueño, según la leyenda. Cuenta que Gediminas se vio a sí mismo en lo alto de esa misma loma durante una cacería y que allí descubrió a un lobo solitario. Estaba hecho de hierro y aullaba con el vigor de una manada entera. Al despertar, el gobernante consultó el significado del sueño con Lizdeika, el mago de la corte. Este le indicó que debía levantar en ese punto una ciudad que se convertiría en la capital lituana y sería conocida en el mundo entero. La torre, que aparece citada en numerosas canciones y poemas patrióticos, es la única parte que se mantiene en pie del castillo de Gediminas. Hoy alberga un museo arqueológico con material iconográfico y armas medievales, además de reproducciones de los castillos de Vilna entre los siglos XIV y XVII. Otro de sus atractivos son las vistas sobre la ciudad. Desde la torre se divisa todo el casco viejo, dominado por la plaza de la Catedral. Precisamente ahí se erige una estatua de Gediminas vestido de guerrero junto a su caballo. Blandiendo la espada con su mano izquierda, bendice la ciudad con la diestra. En tiempos del gran duque, existía una primera catedral levantada a mediados del s. XIII por el rey Mindaugas, considerado el fundador del estado lituano y el primer gobernante del país en convertirse al cristianismo. Actualmente el templo, consagrado a san Estanislao y san Ladislao, tiene unas proporciones muy mayores. Célebre por haber acogido las coronaciones de los grandes duques, en sus criptas y catacumbas reposan los restos de personalidades históricas como el héroe nacional Vytautas y su mujer Ana. La plaza de la catedral es el corazón del centro histórico de Vilnius, uno de los mayores de Europa central y del norte (3,59 km cuadrados). Su arquitectura representa una amalgama de estilos –gótico, renacentista, barroco, neoclásico– y de ramas del cristianismo –hay multitud de iglesias católicas, ortodoxas y luteranas–. Una de sus arterias principales es justamente la avenida Gediminas. Se trata de una de las calles más animadas de la capital, con un amplio surtido de tiendas, bares y restaurantes. Asimismo concentra las principales instituciones del país: la sede del Gobierno y de varios ministerios, el parlamento, el Tribunal Constitucional, el Banco de Lituania, el teatro Dramático Nacional o la biblioteca Nacional. La vía tuvo varios nombres antes de adoptar el de Gediminas. Construida en 1836, inicialmente se llamó de San Jorge. Tras la anexión de Polonia, fue la avenida Mickiewicz (en honor al poeta polaco Adam Mickiewicz). Luego, como parte del III Reich, pasó a ser la calle Adolf Hitler. Y bajo la ocupación soviética, se bautizó primero como Stalin y luego como Lenin. Uno de los complejos más bellos del casco antiguo es el de la Universidad de Vilna, la más antigua de los países bálticos. Fundada en 1579, dispone hoy de una docena de facultades. Entre sus alumnos más distinguidos, se cuentan el mismo Mickiewicz además de los poetas Maciej Sarbiewski y el Nobel Czesław Miłosz. Su biblioteca antigua es una auténtica joya, decorada con retratos de grandes personalidades de la antigüedad clásica: Sócrates, Platón, Aristóteles, Arquímedes, Plutarco, Homero… Por cierto, no podemos dejar de mencionar el oprobioso periodo de ocupación soviética al que estuvo sometido Lituania desde 1941. Y, aunque la resistencia entre los lituanos se dio desde el primer momento, fue reprimida con extrema brutalidad. Al respecto, el Museo de Ocupaciones y Luchas por la Libertad ofrece una estremecedora visión de la vida cotidiana durante esa siniestra época. Finalmente, la URSS - que se estaba desintegrando en medio de una grave crisis - reconoció la independencia del país en 1991, pero a un precio muy alto: 14 civiles murieron cuando las tropas soviéticas cargaron contra la Torre de la TV de Vilnius. Esta estructura de 326 m de altura es hoy un símbolo de la lucha por la libertad de Lituania, y hay un monumento en recuerdo a las víctimas. Si el tiempo les alcanza, os recomiendo visitar la Colina de las Cruces –un monumento a un grupo de monjes mártires– ofrece una panorámica mucho más espectacular de la capital. Se sabe que las Tres Cruces fueron construidas en algún momento antes de 1649 pero se desconoce la fecha exacta de su construcción. Las cruces han sido destruidas en varias ocasiones, se derrumbaron a mediados del siglo XIX, pero la autoridad zarista rusa no permitió su reconstrucción. En la Primera Guerra Mundial, el ejército Alemán ocupó Vilnius, y permitieron la reconstrucción de las mismas, con mejores materiales para que fueses más duraderas. Lamentablemente en la ocupación soviética las volvieron a demoler, con su afán de destruir todo a su paso. Pero durante el Movimiento de Reforma de Lituania fue reconstruido de nuevo como símbolo de la identidad lituana y de la resistencia a la opresión de la Unión Soviética. Una vez descubierta Vilnius, se puede hacer una excursión de un día a Trakai. A un poco más de media hora en tren desde la capital, se encuentra el Castillo-isla de Trakai, una vista arrebatadora propia de un cuento de hadas. Construido en el s. XV, es más espectacular contemplado desde el agua, por lo que es buena idea disfrutar de un circuito en barco por el lago Galvé o, si el viajero prefiere algo más activo, una ruta en kayak con North North East. El bosque que lo rodea también forma parte del pequeño parque nacional e invita a un apacible paseo panorámico. Trakai también es la cuna de la minoría lituana caraíta. Con menos de 300 miembros en el país, la comunidad intenta preservar su lengua y su cultura. Ha llegado el momento de partir, y toca dirigirnos esta vez a Oslo, la capital de Noruega, donde de seguro nos espera más de una sorpresa...

miércoles, 6 de septiembre de 2023

EE.UU.: El fracaso de una iniciativa

Desde la desastrosa retirada de Afganistán hasta la paz mediada por China entre Arabia Saudita e Irán, la administración estadounidense del discapacitado físico y mental de Joe Biden ha estado supervisando una era de declive del poder estadounidense en toda Asia occidental. En medio de esta caída en desgracia, la obsesión de Washington por lograr un acuerdo de normalización entre Arabia Saudita e Israel demuestra una desconexión de la realidad y demuestra que la óptica es más importante que las posiciones políticas tangibles. El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sulivan, reconoció públicamente que aún está lejos de lograrse un acuerdo de normalización entre Arabia Saudita y la entidad sionista. Este anuncio siguió a las especulaciones en los medios estadounidenses de que tal acuerdo podría ser inminente. Sin embargo, para quienes han estado prestando atención a la política de la región, no podría estar más claro cuán ardua sería la tarea de lograrlo. Si se analiza el acuerdo desde la perspectiva estadounidense, queda claro lo que significaría un logro diplomático de esta naturaleza para el legado de la administración de un presidente estadounidense. Sería una victoria significativa para el decrepito Joe Biden. También proporcionaría una excelente sesión fotográfica en caso de que suceda; uno que podría usarse para demostrar la fuerza del gobierno en las elecciones del 2024. La administración Biden podría calcular que dar prioridad a un acuerdo de este tipo podría compensar sus fracasos anteriores con respecto al papel estadounidense en Medio Oriente. Sin embargo, hablando objetivamente, lograr un acercamiento entre Arabia Saudita e Israel significará superar innumerables obstáculos en todas partes y puede terminar haciendo más daño que bien a nivel regional. Esto a pesar de las promesas de la administración Biden “de que impulsaría la seguridad y la estabilidad regionales”. Sin embargo, con el reciente anuncio de que el bloque BRICS agregará a Irán y Arabia Saudita como miembros en enero del 2024, luego de que Teherán y Riad restablecieran sus lazos bajo los auspicios de Beijing, tal acuerdo podría abrir nuevas heridas regionales y ser contrario a la visión establecida. por el príncipe heredero saudita Mohammed Bin Salman. Cuando la administración Trump logró involucrar a Bahrein, Sudán y Marruecos en un acuerdo de normalización entre los Emiratos Árabes Unidos (EAU) e Israel (los Acuerdos de Abraham), la iniciativa vino de los propios EAU, en un momento en que Abu Dhabi había decidido claramente adelante con la mudanza. No hubo una lucha real para convencer a los Emiratos Árabes Unidos de seguir adelante con la normalización de los lazos con los israelíes. De hecho, en los casos de Marruecos y Sudán, los emiratíes ayudaron a presionar a esas naciones para que aceptaran acuerdos de normalización. Arabia Saudita, a pesar de haber mantenido estrechos vínculos con la administración Trump (la primera visita al extranjero del presidente estadounidense Donald Trump fue precisamente a Riad), evitó firmar el acuerdo de normalización con los israelíes, probablemente porque tal medida sería más desafiante para un país como Arabia Saudita a nivel nacional que para países como los vecinos Bahrein o los Emiratos Árabes Unidos. Hasta ahora, las relaciones entre Arabia Saudita y Estados Unidos bajo la administración Biden han estado lejos de ser cordiales, y cuando el inquilino de la Casa Blanca hizo su primer viaje al reino saudita el año pasado, lo hicieron aparecer como una ocurrencia tardía. Cuando Biden confrontó a Mohammed Bin Salman por el infame asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi, el Príncipe Heredero respondió sacando a relucir la falta de acción tomada por el asesinato de la veterana periodista estadounidense, Shireen Abu Akleh, a manos de un soldado israelí. Mohammed Bin Salman incluso le dijo a The Atlantic que no le importaba si Biden lo malinterpretaba. Arabia Saudita también ha ignorado los llamados de Estados Unidos para alterar la producción de petróleo. Si la administración Biden quiere convencer a Arabia Saudita de que firme un acuerdo de normalización, primero se deben otorgar concesiones. Se dice que Riad busca un programa nuclear civil y un pacto de seguridad con Estados Unidos que podría arrastrar a Washington a la guerra en caso de que el reino sea atacado. Estas condiciones previas presentan una letanía de obstáculos para el gobierno estadounidense. Luego está Israel, que bajo cualquier otro gobierno que no sea la actual coalición de extrema derecha del Primer Ministro Benjamín Netanyahu fácilmente podría salirse con la suya al firmar un acuerdo de ese tipo. Sin embargo, según se informa, se ha pedido a Netanyahu que haga algún tipo de concesión hacia los palestinos para que el acuerdo con los Emiratos Árabes Unidos siga adelante. Pero el gobierno que ahora encabeza Netanyahu es completamente diferente al que dirigió en el 2019, y su coalición depende del apoyo de la alianza extremista Sionismo Religioso (RZ). RZ incluso rechaza la idea de una coordinación de la seguridad con la Autoridad Palestina (AP), con sede en Ramallah, a pesar de que esta política beneficia la seguridad israelí. RZ declaró claramente, desde el momento de las elecciones nacionales del 2022, Cuando se trata de los palestinos, también existe el factor incontrolable de una importante escalada entre las facciones armadas palestinas y el ejército israelí, por las provocaciones israelíes en la mezquita de Al-Aqsa. Saleh Al-Arouri, jefe adjunto del buró político de Hamás, dijo recientemente a al-Mayadeen que en caso de que algún líder de alto rango sea atacado, habrá una guerra regional. Estamos en un momento en que crece la presión sobre el gobierno israelí para que lleve a cabo un ataque contra los líderes de Hamás en respuesta a los numerosos ataques contra colonos y soldados israelíes en Cisjordania. Esto, sumado a las recientes tensiones en la frontera libanesa con Hezbollah, crea una situación potencialmente explosiva, en la que un acuerdo saudita-israelí sería terrible para Mohammed Bin Salman. Además, está la cuestión de qué podría afectar un acuerdo saudita-israelí a las relaciones iraní-saudíes y su reciente restablecimiento de vínculos. Como Arabia Saudita incluye dos de los lugares más sagrados de la fe islámica, La Meca y Medina, su decisión de normalizar los lazos con Israel tendrá una enorme importancia en todo el mundo musulmán. Una medida así resultaría imposible para que Teherán permaneca neutral sobre el tema y es muy probable que los iraníes reviertan su decisión de mantener vínculos con los sauditas. Esto significa que si los sauditas quieren firmar un acuerdo de normalización con Israel, deben saber que esto socavará el avance diplomático de China y podría terminar presentando mayores preocupaciones de seguridad si nuevamente se encuentran compitiendo tan fuertemente por la influencia regional con Irán. Si la administración estadounidense tuviera un enfoque serio respecto de su política en Oriente Medio, se daría cuenta del dramático cambio que ha ocurrido a nivel regional y de que sus aliados tradicionales tienen agendas que ya no son congruentes con el viejo enfoque estadounidense del status quo. Al observar la retórica y las acciones de Washington, parecería que el actual gobierno de Estados Unidos lo niega y no puede comprender que los días en que podía mandar sobre todos los países de Asia occidental han quedado atrás. Se necesitará un pensamiento pragmático para revivir la posición de Estados Unidos a largo plazo, y una cosa es segura: un acuerdo de normalización entre Arabia Saudita e Israel no tiene sentido para ningún país en este momento.

STARFIELD: Desafiando los peligros del universo

Han pasado poco más de cinco años desde el anuncio oficial de Starfield en el E3 del 2018. El 1 de septiembre del 2023, se lanzo en acceso anticipado y finalmente hoy vio la luz para todos los usuarios de PC y Xbox Series X/S, incluido en Game Pass. ¡Y qué aventura ha sido esperar este lanzamiento! Han sido cinco años de misterio, retrasos y mucha información durante el último tramo... incluso filtraciones muy bestias y desgraciadamente inevitables en juegos tan sonados como este. Starfield es uno de los videojuegos más esperados del 2023 y un gran evento para los amantes de la exploración espacial. El juego nos sitúa en el año 2330. La humanidad dejó atrás la Tierra y el Sistema Solar hace mucho tiempo para colonizar diferentes sistemas de la galaxia. La exploración espacial vivió una época de oro, hasta que los individuos comenzaron a dividirse en facciones para asentarse y finalmente luchar por los recursos de los nuevos territorios. Gobiernos y empresas llevan décadas bailando una danza de poder que dura hasta nuestros días. Pero ciertos sucesos nos ponen en el punto de mira de Constelación, un grupo de exploradores y científicos que van tras el mayor misterio del universo. Si bien el objetivo de la historia principal de Starfield es ayudarles, no tiene por qué ser nuestra prioridad. La historia de Starfield es interesante, emocionante y cuenta con bastante profundidad. No solo por la trama principal, sino por la absurda cantidad de historias secundarias, terciarias e incluso ocultas que podemos encontrar a lo largo y ancho del universo, todas conectadas entre sí de un modo u otro. No todas las misiones son emocionantes, pero el resultado general es bastante satisfactorio. Y resultan mucho más interesantes cuando sabes que no son exactamente igual en todas las partidas. Muchas misiones (incluidas primarias) y actividades son aleatorias, lo que significa que pueden darse en planetas o sistemas diferentes. Por ejemplo, una de las primeras misiones principales te lleva a buscar una nave estrellada... y no estaba en el mismo sitio durante una segunda partida. Como sabéis, el apartado visual y el rendimiento de los juegos son aspectos que han preocupado a muchos fans durante años. La última entrega de Fallout no fue demasiado bien y el asunto de Redfall no calmó los nervios de cara a Starfield. Podéis respirar tranquilos: Bethesda ha aprendido... aunque haya sido a hostias. El apartado gráfico de Starfield es tan espectacular como hemos visto en las presentaciones. Todo cuenta un detalle sorprendente, especialmente las naves, el armamento, los trajes y muchísimos objetos que podemos inspeccionar desde el inventario; y la distancia a la que podemos ver las cosas en los planetas y el espacio resulta especialmente inmersivo. Y esto nos lleva al siguiente punto: el apartado artístico. Una vez más, los artistas de Bethesda han hecho un trabajo sublime creando el universo de Starfield. La ambientación se siente lo bastante avanzada para creer que los humanos han conquistado el espacio. Podría denominarse "un futuro casi posible". Podemos verlo en todos las estructuras que nos encontramos: algunas claramente fueron construidas muy cerca de nuestro tiempo (y se nota), mientras que otras son producto de los nuevos descubrimientos en términos de materiales. Las armas son otro ejemplo: podemos encontrar desde un AS-9 o AS Val ruso hasta armas de energía... pero no al estilo Star Wars. Sin embargo, las ciudades principales de Nueva Atlántida, Akira y Neon no terminan de convencer. Las tres son preciosas a su modo... pero les falta mucha de la epicidad que nos transmitió Bethesda. La sensación con Nueva Atlántida y Akira es que les falta "algo", no se sienten tan vivas como se esperaba. Por otro lado, Neon decepciona con todas las letras. Prometieron una ciudad de placer, drogas y desfase, pero se queda en una discoteca, algunas oficinas y unas pocas tiendas rodeadas de neones. Le falta un toque a lo Night City de Cyberpunk 2077. Por cierto, la exploración de Starfield puede decepcionar a algunos. Lo primero que debéis saber es que no hay exploración espacial abierta como en No Man's Sky o Star Citizen. Despegues, aterrizajes, atraques y viajes en/entre sistemas se llevan a cabo mediante cinemáticas y pantallas de carga. Sobra decir que no hay vuelo libre dentro de los planetas y el vuelo orbital está reservado para los encuentros con otras naves (comercio, combate...), reparación de satélites, atraques en estaciones espaciales, etc. El proceso de viajar por el espacio puede ser tan breve o detallado como decidamos. Si queréis ir del punto A al punto B rápidamente, entonces basta con abrir el menú estelar y seleccionar la localización o el lugar concreto del planeta al que queréis ir. Apareceréis allí con una sola pantalla de carga, a no ser que planeta tenga control de contrabando en la órbita. Esta opción os priva de ver todos los eventos y misiones del espacio, que no son pocos. Si queréis una experiencia más detallada, podéis ir hasta la nave, montaros y sentaros en la cabina, despegar, seleccionar el sistema o planeta mediante el escáner/menú de sistemas, hacer el viaje, seleccionar el punto de interés/concreto en el que aterrizar/atracar, levantaros del asiento y salir por la escotilla. Esta opción os permite recrearos y encontraros más a menudo con misiones y eventos aleatorios en el espacio. El grueso de la exploración en Starfield se encuentra en los planetas y lunas. Podemos escanear el planeta desde la órbita y seleccionar puntos de interés para aterrizar o elegir manualmente el punto exacto en el que aterrizar... aunque puede resultar un poco confuso y haría falta un tutorial más interactivo. Por el contrario, la superficie de planetas y lunas tiene muchos más alicientes. Una vez aterrizamos en el bioma elegido, podemos explorar todas las localizaciones y escanear la flora, fauna y materiales. Las más cercanas (2.000 metros aprox) aparecen en el escáner, pero habrá bastantes más. Suele haber una media de 10 en cada cuadrante, aunque pueden ser más o menos. Existe además mucha variedad de localizaciones: campamentos normales y élites, poblados y puestos de paso, minas, cuevas, laboratorios, centros de investigación, hangares, yacimientos naturales, naves estrelladas, zonas de aterrizaje de otras naves aleatorias, anomalías... La mayoría cuentan con sus propias historias y muchas con mazmorras ocultas de diferentes tamaños. Además, cada planeta presenta su propia geología, inclemencias, gravedad, duración del día/noche y secretos por descubrir. Por otro lado, la presencia o ausencia de aire respirable y la gravedad afectan a nuestra barra de oxígeno (resistencia): determinan cuánto consumimos al esprintar e ir sobrecargados. Por ejemplo: correr en la Luna consume menos oxígeno que en Marte debido al esfuerzo por la gravedad. También se tiene en cuenta el tipo de traje y otros factores como nuestras habilidades. Como detalle: podemos correr sin límites al ir sobrecargados... hasta morir por el dióxido de carbono que entra en el traje. Sobra decir que todo esto es genial, especialmente cuando aprendes cómo va a condicionarte las características de un planeta antes de pisarlo, solo con ver su ficha tras el escaneo orbital. Es muy satisfactorio. Pero no todo es explorar. El combate es una parte muy importante de nuestra experiencia en Starfield y me alegra poder decir que es extremadamente divertido. No inventa nada ni en el espacio ni en tierra. Mientras que la mayor dificultad en el espacio es gestionar los niveles de energía de la nave sin explotar por los aires, la fórmula en tierra resulta muy familiar para los fans de Fallout. Tenemos a nuestra disposición un arsenal bastante grande y un buen repertorio de trajes espaciales (casco, cuerpo y mochila), ropa y una cantidad obscena de objetos cuya utilidades van desde curarnos a crear nuevos objetos. Las armas y el resto de equipamiento se dividen en tiers (colores) y podemos añadirles accesorios, mejoras y habilidades únicas. Nada que no hayamos visto en Fallout y The Elder Scrolls. Y sí, hay combates en gravedad cero en el espacio. De otro lado, la IA humana y robótica (enemiga y aliada) cumple sin más. Son bastante normalitos en dificultades bajas, aunque tienen comportamientos muy sensatos como cubrirse, disparar sin asomarse, comunicarse entre ellos, distraernos para flanquearnos e incluso revivirse entre sí. Pueden quedar incapacitados, llaman a sus compañeros y suplican por su vida. Es un contraste bastante sorprendente con respecto a los NPCs sin alma que deambulan por las calles de las ciudades principales. En conclusión, Starfield es un videojuego magnífico y una experiencia maravillosa para los amantes de la exploración espacial. En cuanto a su coste y disponibilidad, Starfield ya está a la venta desde hoy a un precio de 79,99 euros en su versión Estándar en Xbox Series X/S y PC en la tienda oficial de Microsoft y Amazon. En el caso de Steam, 69,99 euros.

miércoles, 30 de agosto de 2023

UCRANIA: Alimentando sus fantasías

Mientras los medios de comunicación del establishment occidental aceptan a regañadientes lo que muchos analistas han predicho durante mucho tiempo - que la contraofensiva de Kiev es un fracaso catastrófico -, parece que el cómico callejero reconvertido en “presidente” ucraniano Vladimir Zelensky, pretende seguir viviendo en su mundo de fantasía, negándose a aceptar la realidad. Ahora se ha aferrado tercamente a la idea de que el veterano avión de combate F-16 es el eslabón perdido necesario “para impulsar a su mermado ejército a la victoria contra Rusia”. Sin embargo, hay un pequeño problema con su tesis; en realidad, hay más de uno, pero comencemos con el más obvio. Incluso cuando la tan esperada y publicitada contraofensiva de Ucrania, pero ahora evidentemente fallida, se detiene de manera sangrienta y costosa, parece que los entusiastas de la guerra en Occidente y sus representantes en Kiev todavía creen que el F-16, un caza estadounidense que despegó por primera vez hace casi 50 años, de alguna manera puede salvar a Zelensky y su régimen colaboracionista del desastre total.. Pero al mismo tiempo, y para su desilusión, los problemas parecen estar gestándose en el paraíso, ya que los medios de comunicación occidentales, que hasta ahora desempeñaron un papel fundamental en la exageración de las capacidades militares de Kiev, ahora no están tan convencidos de que este viejo desecho estadounidense ya dado de baja hace mucho pueda desempeñar algo parecido a un papel decisivo. en la ya perdida guerra de poderes de la OTAN contra Rusia. Mientras aumentan las bajas ucranianas, Kiev sigue insistiendo en que su “contraofensiva”, donde se han perdido enormes cantidades de material occidental en el proceso. Todo esto se produce cuando los “socios” occidentales de Ucrania, que antes estaban tan ansiosos por “apoyarla todo el tiempo que sea necesario” ,se vuelven cada vez menos absolutistas en sus convicciones. El próximo invierno, los problemas internos, las sanciones fallidas contra Rusia y las interminables demandas de Kiev para reemplazar el dinero y el equipo están empezando a desgastar a una OTAN cada vez más nerviosa. La fallida ofensiva de Zelensky está acelerando ahora la progresión natural del cansancio de la guerra en Occidente, donde alguna vez hubo una confianza suprema, casi absoluta, en que los fascistas ucranianos expulsarían fácilmente a los bárbaros invasores rusos. Parece que ahora incluso al portavoz de la diezmada fuerza aérea de Ucrania, Yury Ignat, no le ha quedado aceptar que cuando se trata de derrotar realmente a la enorme maquinaria militar rusa, hablar es muy barato. Ignat reveló recientemente que los cazas ucranianos apenas pueden despegar antes de ser atacados por una abrumadora variedad de cazas y sistemas antiaéreos rusos. También señaló que los cazas rusos son mucho más avanzados y tienen un alcance de combate mucho mayor, algo que el colaboracionista ucraniano convenientemente “olvida” mencionar durante sus incómodas apariciones ante los medios, donde una vez más vende la ya desgastada promesa de que “pronto se verán los resultados de nuestra contraofensiva” cuando el fracaso a sido mas que evidente. Y ello no se puede cambiar. Lo único que lo hace, lamentablemente, es alargar inútilmente la duración del conflicto y el número de hombres ucranianos condenados a morir combatiendo una guerra absurda y sin sentido patrocinada por la OTAN utilizándolos como conejillos de indias, enviándolos a una muerte segura. Si bien los arquitectos de este conflicto están, obviamente, deseosos de ofrecer la zanahoria del despliegue de los viejos y destartalados cazas F-16 a un Kiev cada vez más desesperado, en realidad es muy poco probable que alguna vez entren en servicio en los cielos de Ucrania, al menos no mientras dure el conflicto, en su actual fase activa. Sólo tres países “socios” (Noruega, Dinamarca y Holanda) han prometido entregar algunas de sus unidades a Kiev, y todavía hay enormes problemas logísticos que deberían resolverse antes de que puedan siquiera aterrizar en Ucrania. y mucho menos despegar y entrar en combate. Es importante prestar atención a de dónde proviene la interesada información sobre la realidad del posible despliegue de los F-16. Por eso, cuando el presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, el general Mark Milley, advirtió que los aviones no actuarían como un “arma mágica” para Ucrania, muchos analistas tomaron nota de esa advertencia. Milley no se anduvo con rodeos mientras intentaba echar un poco de agua fría a las expectativas de Kiev con respecto al viejo avión. " Los rusos tienen 1.000 aviones de cuarta generación", dijo el general tras una reunión del multinacional Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania en mayo."Si vas a competir con Rusia en el aire, necesitarás una cantidad sustancial de cazas de cuarta y quinta generación, así que si miras la curva de costos y haces el análisis, lo más inteligente que puedes hacer es exactamente lo que hicimos, que fue proporcionar una cantidad significativa de defensas aéreas integradas para cubrir el espacio de batalla y negar el espacio aéreo a los rusos”. Parece que cuando un mensaje no se adapta a la narrativa, el mensaje se archiva convenientemente. Los comentarios del general Milley son un recordatorio aleccionador de la innegable realidad del campo de batalla, una verdad que Zelensky y sus secuaces habitualmente pasan desapercibida a medida que la prerrogativa de relaciones públicas triunfa una vez más sobre la realidad estratégica sobre el terreno en Kiev. Curiosamente, Milley también abordó los enormes costos asociados con el suministro del F-16 a Ucrania: “Si nos fijamos en el F-16, diez F-16 cuestan mil millones de dólares, el costo de mantenimiento [es] otros mil millones de dólares, por lo que estamos hablando de 2 mil millones de dólares por diez aviones”. También sugirió que si el dinero enviado a Ucrania hasta ahora se hubiera gastado en este tipo de armas, no en artillería y defensa aérea, Kiev estaría en una posición mucho peor que hoy. "No existen armas mágicas en la guerra, los F-16 no los son, ni ninguna otra cosa" asevero. Obviamente, desde el punto de vista ucraniano, la cruda y deprimente realidad es que la ruinosa infraestructura de Ucrania ni siquiera puede comenzar a acomodar estos complejos aviones. Ucrania no tiene instalaciones de entrenamiento apropiadas en su territorio y apenas ocho pilotos ucranianos han comenzado a entrenar en Dinamarca. Se prevé que más personas inicien el proceso en los EE.UU. recién en octubre, pero se necesitarían años de preparación para tener pilotos adecuados en cantidades significativas. Otro hecho que Kiev pasa por alto es que los F-16, si algún día llegan tan lejos como Ucrania, necesitarán una gran cantidad de infraestructura de mantenimiento terrestre y un apoyo logístico muy complejo, todo lo cual tendría que desplegarse en lo que es esencialmente una zona de guerra. Si bien ahora parece obvio que el suministro real de los viejos F-16 a Ucrania probablemente no sea más que un espejismo lejano, muchos ahora ven el avión en el contexto al que realmente pertenece: como otro desecho de la OTAN arrojado cínicamente a Ucrania por los aliados de Washington con la promesa de reemplazarlos con aviones de mayor tecnología por parte de un Tío Sam hambriento de efectivo. Pero dado el terrible desempeño del hardware occidental en el campo de batalla hasta el momento, no sorprenderá a nadie si EE.UU. finalmente arruina todo el proyecto en lugar de observar las embarazosas e inevitables imágenes de F-16 en llamas uniéndose a los de los Bradleys y MaxxPro estadounidenses en el campo de batalla. los campos del sur y este de Ucrania. Así que, a medida que los cada vez más inquietos arquitectos de este catastrófico conflicto finalmente comiencen a aceptar que todo esto sólo termina de una manera, es probable que sigan a Kiev durante el mayor tiempo posible en lo que respecta a los ilusorios F-16, tal como lo han hecho estado haciendo con sus promesas de membrecía en la UE y la OTAN. No olvidemos que fueron esas mismas promesas vacías las que pusieron a Ucrania en el camino hacia este devastador conflicto con Rusia, un conflicto que sólo los muy tontos podrían creer ahora que se ganará con un puñado de aviones de combate de hace 50 años. Ucrania es un enfermo terminal que se encuentra en los últimos estertores de la agonía y ya nada ni nadie podrá salvarlo... Luego vendrá la hora del castigo.

FOCAS: Maestros de los océanos

Se trata de un animal adaptado a la vida marina, pero en mucho menos proporción que las ballenas, cachalotes y delfines, por ejemplo. Algunos de los rasgos característicos de este animal marino son que no tiene orejas y sus extremidades posteriores están orientadas hacia atrás. Tienen cuatro extremidades en forma de aleta, pero conserva sus dedos y uñas; una de las diferencias entre las focas y los lobos marinos es que las primeras no tiene orejas y sus miembros posteriores están dirigidos hacia atrás. Esta es la razón por la cual no pueden andar en tierra firme y deben moverse como a empujones y saltos. También se diferencian de los morsas porque son más graciosas y no tienen esos grandes caninos. Este animal marino es un mamífero que pertenece a la familia de los fócidos, cuya cabeza es redondeada, su cuello corto y los orificios nasales pueden cerrarse cuando ellas quieran. Sus dientes son muy parecidos a los de los carnívoros y su alimentación básica son los crustáceos y peces. Las focas se distinguen porque tienen una capa de pelo denso y duro, y en el hocico poseen una barba y bigotes muy largos, cuya función tiene que ver con el aspecto sensorial. Una de las principales características de las focas es su cuerpo hidrodinámico, el cual les permite nadar a grandes velocidades y bucear a grandes profundidades. También destaca el pelaje denso y aislante de las focas que las protege del frío del agua. Los cuerpos de estos mamíferos están diseñados para conservar el calor, una capacidad que les permite sobrevivir en temperaturas muy bajas dentro y fuera del agua. La capa de grasa subcutánea que poseen estos animales les permite almacenar energía cuando hay escasez de alimentos. Por cierto, los grandes bigotes no los tiene por casualidad. Ellos tienen una importante función: son los encargados de detectar la ruta que ha seguido un pez en el agua, que es una estrategia de caza nunca vista en el mundo de los animales. Así, estos bigotes son capaces de sentir las pequeñas vibraciones que hacen los peces cuando nadan, ayudando a este animal a atrapar a su presa en aguas oscuras o con poca visibilidad. Este descubrimiento lo hicieron unos científicos de la Universidad de Bonn, en Alemania, quienes usaron un pequeño submarino que producía las mismas vibraciones que un pez. Para el estudio utilizaron dos focas en cautiverio, las que no tuvieron ningún problema en localizar la embarcación con los ojos vendados, incluso cuando estaban a más de 40 m de distancia. Lo increíble fue que cuando les taparon los bigotes, ninguna de las dos pudo encontrar al submarino. Según dijo uno de los científicos, las focas están preparadas para identificar a sus presas hasta una distancia de 180 m. Una de las características que hace única a esta especie es su capacidad para retener la respiración bajo el agua durante largos períodos de tiempo, algo esencial cuando se trata de cazar peces y animales marinos, su principal alimento. De esta manera, las focas pueden cerrar las vías respiratorias y reducir su frecuencia cardíaca para reducir al mínimo la cantidad de oxígeno que necesitan. En cuanto a sus características, el tamaño de estos animales marinos varía dependiendo de la especie, pero en general oscila entre uno y seis metros de largo. Otra es la habilidad que tienen para nadar y pueden alcanzar profundidades superiores a los 200 m. Las focas han sido durante mucho tiempo la base de la alimentación de los esquimales, quienes aprovechan su piel, carne y grasa. Las migraciones de estos animales son muy conocidas, claro que son realizadas por algunas especies, y generalmente lo hacen en manadas más o menos numerosas. La gestación, dura cerca de los 11 meses. Por cierto, existen varias especies de focas, siendo las más conocidas las de Groenlandia (phoca groenlandica), las que se ubican en las costas árticas y se alimenta de todo tipo de crustáceos, moluscos y peces. Por su parte, la foca común (phoca vitulina) es de color gris pardo o castaño con manchas oscuras en la parte superior; el vientre es blanquecino. Durante la mayor parte del año, estas focas viven en grupos de machos y hembras. En tanto, la más temible es la foca leopardo (Hydrurga leptonyx) una feroz cazadora. No cabe duda que las focas tienen características únicas que les permiten sobrevivir y prosperar en ambientes acuáticos extremos.
Creative Commons License
Esta obra está bajo una Licencia de Creative Commons.