Termina el 2018, un año que ha sido muy productivo para la NASA para el descubrimiento de nuevos planetas ubicados más allá de nuestro sistema solar (exoplanetas) en los cuales hay grandes posibilidades de que se desarrolle la vida tal como la conocemos, lo cual abre una nueva posibilidad de encontrar un sustituto a la Tierra en el futuro. Su localización ha sido posible gracias a los telescopios espaciales, ya que sin ellos - debido a la considerable distancia donde se encuentran - hasta ahora no sabríamos de su existencia. Como sabéis, no fue hasta el año 1992 cuando se descubrieron los primeros planetas con una masa parecida a la terrestre orbitando alrededor de otra estrella. Ese año dio el pistoletazo de salida, porque hasta la fecha ya se han encontrado miles de sistemas planetarios con innumerable cantidad de exoplanetas. Además, su continuo descubrimiento da otras pistas para muy interesantes la NASA. Este hallazgo indica que los planetas terrestres templados parecen estar en grupos. Misiones como Kepler ya sospechaban que existía este comportamiento, pero luego del descubrimiento de los planetas esta teoría se ha asentado. ¿Y ello qué significa? Que sistemas estelares más próximos y conocidos como Próxima Centauri, en el que al menos hay un planeta, podrían estar poblados por más de un hermano gemelo de la Tierra, y por tanto potencial hogar de la especie humana. Todos se han lanzado a aventurar que el descubrimiento de exoplanetas supone un avance insólito y muy importante para la ciencia. Vale, lo sabemos, pero ¿qué es lo que se nos viene encima? ¿Para qué servirá este avance? El descubrimiento de exoplanetas ha abierto una pequeña brecha por la que podemos empezar a vislumbrar un futuro digno de cualquier película de ciencia ficción. Muchos expertos ya lo advertían en numerosas ocasiones en los últimos años, la Tierra tiene fecha de caducidad, y si queremos sobrevivir a la hiper explotación a la que tenemos sometido a nuestro planeta, el destino de nuestra especie pasa por encontrar otros planetas habitables. Al respecto, un equipo de astrónomos esta convencido que muchos de ellos son mundos rocosos con una masa muy similar a la de la Tierra y que además están dentro de lo que los expertos consideran ‘la zona de habitabilidad’. Con todos los datos que nos han puesto sobre la mesa a todos se nos viene la misma pregunta a la cabeza: ¿Cuándo vamos a poder viajar a esos planetas? Ante todo, debemos saber que estos se encuentran a una considerable distancia de la Tierra, como por ejemplo, los 7 planetas que orbitan la estrella Trappist-1, una enana roja ultra-fría del tamaño de Júpiter, está ubicada aproximadamente a 39 años luz de la Tierra. Esta no es una distancia tan corta como los 4,25 años luz que nos separan de Próxima Centauri, pero nos da una nueva e interesante posibilidad, porque en términos astronómicos el resto de posibles planetas habitables podrían estar situados mucho más lejos todavía. Para hacernos una idea de cuánto tardaríamos en llegar hasta estos planetas con los medios que manejamos ahora nos puede servir un ejemplo. La nave espacial más veloz que se ha lanzado desde nuestro planeta fue la misión New Horizons de la NASA, una misión dirigida hacia Plutón y que se lanzó en enero del 2006 a una velocidad de 58.000 kilómetros por hora. Si su destino hubiera sido Marte (situado a 225 millones de kilómetros de media) la nave tardaría entre 39 días como mínimo y 289 como máximo. Los exoplanetas descubiertos están a varios años luz de la Tierra y un año luz equivale aproximadamente a 9.460.730.472.580'8 kilómetros. Por lo tanto, con las cuentas en la mano, todavía tenemos que mejorar nuestros sistemas para poder plantearnos llegar hasta allí sanos y salvos. Por otra parte, los viajes espaciales prolongados y las estancias en lugares o entornos de baja gravedad durante largo tiempo suponen un gran desafío físico y emocional para los humanos. Los astronautas que se embarcan en una de estas aventuras deben seguir durante una larga temporada un riguroso y estricto programa de ejercicios y alimentación. Y es que una larga estancia en el espacio puede tener efectos perjudiciales para el organismo. A ello debemos agregar que según un estudio de la Administración Federal de la Aviación de EE.UU., la exposición a los rayos cósmicos causa en los viajeros, aún incluso cuando estos están protegidos tras escudos antirradiación, un notable incremento en los riesgos de contraer cataratas, la pérdida de fertilidad e incluso aumenta las posibilidades de heredar a su futura descendencia algunas patologías genéticas. Los trajes espaciales que actualmente existen son un soporte vital de calidad para los astronautas pero no son la solución definitiva. Cuando un astronauta realiza un periplo espacial de tan solo seis meses, su cuerpo acaba padeciendo algunas de las consecuencias de su decisión. Los huesos, por ejemplo, sufren un proceso de descalcificación que reduce la masa ósea entre un 1 y un 2 % al mes; mientras que la exposición a algunas de las radiaciones que hay en el espacio pueden causar serios daños en nuestro ADN. La cabeza también resulta afectada, ya que cuando desaparece la atracción terrestre, hay una redistribución de los líquidos corporales que hace que esta se hinche provocando a los viajeros espaciales fuertes cefaleas. Y son solo seis meses. Imaginémonos lo que ocurriría si decidiéramos iniciar un viaje interestelar. Aun resolviendo este problema, queda por ver como serán los mundos ‘habitables’ que encontremos y peor aun, si ya están habitados. La NASA ha asegurado que todavía no tiene establecido el protocolo, pero lo más seguro es que la confirmación de este hallazgo le obligaría a replantear sus objetivos. Queda por ver si saldríamos vivos de ese encuentro ya que nos verían como ‘invasores’ y acabarían con nosotros sin duda alguna ¿Tan largo viaje para acabar así?. Venga ya, quizás una travesía así no pase de nuestra imaginación, ya que si en pleno siglo XXI no hemos sido capaces de llegar a Marte o siquiera regresar a la Luna (si es que en realidad estuvimos alguna vez allí) vamos a tener la tecnología como para viajar a años luz…. Quizás deban pasar siglos antes que ello sea posible, a menos claro, que sea virtualmente o que los alienigenas nos ‘visiten’ primero, los cuales por cierto, conociendo lo primitivos y violentos que somos los humanos, no vendrían en paz :)