En esta ocasión nuestra atención se desvía por un momento al África - sin perder de vista de lo que sucede tanto en Turquía como en Siria - donde dos naciones están enfrascadas en una guerra dipolmática, el cual cada día sube de tono y que puede desembocar en un conflicto militar en toda regla. Uno de ellos es Egipto, cuyas amenazas están dirigidas no a Israel (como puede creerse) sino a Etiopia y todo por la decisión de este ultimo país de desviar la corriente del Nilo Azul - el principal afluente del Nilo - para la construcción de una gigantesca represa, un polémico proyecto que ha desatado las iras de El Cairo, por las graves consecuencias que ello acaecería y que no esta dispuesto a permitirlo por ningún motivo. Puede que nadie en la Historia haya sabido reflejar con mayor concisión y belleza la vital importancia de un río para una nación sedienta como Herodoto cuando escribió que “Egipto es un regalo del Nilo”. Sin las caudalosas aguas del río por el que navegaron los faraones hasta su morada final, Egipto sería un pedregoso desierto, un páramo en el que apenas se habrían desarrollado tribus nómadas, y el mundo jamás habría conocido una de sus civilizaciones más fascinantes, hoy convertida en la nación más poblada del mundo árabe. Más que nadie, los casi 90 millones de egipcios son conscientes de la importancia del Nilo para la supervivencia del país, por eso cuando se supo que Etiopía ha comenzado a desviar el curso del Nilo Azul para iniciar la construcción de la Gran Presa del Renacimiento - un megaproyecto que proporcionará al país 6.000 MW de energía eléctrica - el nerviosismo ha invadido los pasillos del poder en El Cairo. Es por ello que el presidente egipcio, Mohamed Morsi, ha declarado esta semana que “todas las opciones están abiertas, incluida la militar” para obligar a que Etiopía deje de trabajar en la gigantesca represa que ha comenzado a construir. La población de 84 millones de habitantes de Egipto depende casi por completo del Nilo para obtener agua dulce. Egipto teme que el flujo del río se reduzca en una quinta parte durante varios años mientras la nueva represa se llena. «Defenderemos cada gota del Nilo con nuestra sangre si es necesario» dijo el presidente Mohamed Mursi ante miles de enfervorizados seguidores, agregando que Egipto “no quiere la guerra, pero que la seguridad del agua del país no puede ser violada de ninguna manera ya que es una cuestión de vida o muerte, por lo que estamos dispuestos a todo para preservarlo” .aseveró. La repartición del Nilo se rige por dos tratados. Uno firmado en 1929 por Egipto y el Reino Unido (que representaba a sus colonias entonces, entre ellas Sudán), y que otorgaba a El Cairo derecho de veto sobre los proyectos río arriba que pudieran afectar a su caudal, y otro rubricado en 1959 entre Egipto y un Sudán ya independiente, en el que ambos países, a pesar de ser sólo usuarios y no contribuir a su caudal, se repartieron la totalidad de las aguas, mientras que otros países que completan la cuenca del Nilo –Ruanda, Burundi, República Democrática del Congo, Tanzania, Kenia, Uganda, Etiopía- se quedaban sin nada, y también sin la capacidad de construir proyectos que pudieran influir en el caudal del río. Es por ello que hace ya varios años que estos países, liderados por Etiopía –donde se genera el 85% de las aguas de Nilo-, han dicho basta. En 2010, Ruanda, Etiopía, Uganda y Tanzania firmaron un nuevo acuerdo por su cuenta con la idea de poder desarrollar proyectos de irrigación y energía hidroeléctrica tras consultarlo con Egipto y Sudán, pero sin que El Cairo pueda ejercer derecho de veto. En el caso de la Presa del Renacimiento, Egipto critica a Etiopía que no haya esperado a conocer el informe de una comisión tripartita de expertos, que estudia las repercusiones del embalse y que debería conocerse en cualquier momento. Es por ello que muchos analistas han pronosticado que la próxima guerra de Egipto no será por el control del Sinaí ni por las rivalidades con su vecino Israel, sino por el agua. Todos los presidentes anteriores han amenazado con utilizar la vía militar si los intereses de Egipto se veían amenazados, y esta semana los tambores de guerra repicaban desde la prensa egipcia y los portavoces políticos de la oposición- Aunque el proyecto se anunció hace dos años, no ha sido hasta este mes que se ha visto un progreso importante de la obra, que parece haber cogido por sorpresa a Mohamed Mursi. El presidente, que se enfrenta a numerosas críticas por parte de la oposición y que ha perdido muchos apoyos en el último año, no ha querido desperdiciar la oportunidad de mostrarse como un líder que une al pueblo contra un enemigo común.
El conflicto está servido, y los pronósticos no son nada halagüeños :(