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miércoles, 10 de febrero de 2021

BIRMANIA: Juegos de poder

Tras 49 años de hegemonía en Myanmar, y con apenas una década de gobiernos civiles, el Ejército nuevamente se instaló en el poder. De esta manera, el golpe de Estado del 1 de febrero del 2021, que derrocó a la cuestionadísima y cómplice de los crímenes de los golpistas en el genocidio de los rohingya, Aung San Suu Kyi, derrumba años de esfuerzos respaldados por Occidente para establecer una farsa de “democracia” en este país del Sudeste Asiático. Myanmar - también conocida como Birmania - es un país donde los militares gobernaron por cerca de cinco décadas. La historia contemporánea de este país asiático comenzó en octubre de 1947, cuando el primer ministro británico, Clement Attlee, y el primer ministro birmano, U Nu, firmaron un acuerdo para convertir a Birmania en un estado independiente. U Nu llegó al poder a principios de ese año, luego del asesinato del nacionalista Aung San, cuya hija Aung San Suu Kyi se convertiría en años posteriores en una siniestra figura que hoy se encuentra tras las rejas. Tras independizarse oficialmente del Reino Unido en enero de 1948, fue nombrada Unión de Birmania. 14 años más tarde, en 1962, U Nu fue derrocado en un golpe militar encabezado por el general Ne Win, que marcó el comienzo de 49 años de un gobierno autoritario del Ejército. La impronta de la opresión militar de Ne Win fue la de aplastar las manifestaciones de ese año con extrema violencia, al punto de dinamitar el edificio del sindicato de estudiantes de la Universidad de Rangún, considerado un nido de terroristas. Sin embargo, en 1988, el resentimiento hacia el gobierno militar en Birmania se desbordó y estalló en protestas a favor de la democracia. Las calles de la capital, Rangún, se inundaron de cientos de miles de personas de todos los niveles de la sociedad birmana. Incluso los soldados participaron en la protesta, en la que marchaban monjes budistas, estudiantes universitarios, trabajadores en huelga y funcionarios públicos. Como si fuera un espejo de 1962, miles de ciudadanos murieron por el aplastamiento de las fuerzas armadas en septiembre de 1988. Acusado por Occidente de montar un falso golpe de Estado para mantener la estructura de poder, otro general se hizo con el poder y declaró la ley marcial. Saw Maung asumió el mando del país como gobernante militar de Birmania, y le cambió el nombre al país por el de Myanmar. En ese mismo año, 1988, Aung San Suu Kyi y un grupo de descontentos formaron la llamada Liga Nacional de la Democracia (LND), que nació como un partido político en contra de los militares gobernantes. Deseosa de identificarse con el controvertido legado de su padre, se convirtió en la secretaria general del partido que pedía con vehemencia el fin del régimen militar. Pero la junta militar desbarato sus intentonas golpistas y la coloco bajo arresto domiciliario en julio de 1989 por poner en peligro al Estado. Al año siguiente y como fruto de las protestas de 1988, Myanmar celebró elecciones generales, donde el clamor social se manifestó en una victoria aplastante de la Liga Nacional para la Democracia. Pero la junta militar simplemente ignoró ese resultado y el Ejército emergió como el ganador indiscutible. Pese a la frustración de la oposición, el activismo político de la oportunista Aung San Suu Kyi, le valieron el cuestionadísimo premio Nobel de Paz en 1991 y numerosos otros galardones internacionales. Panorama contradictorio en su país, donde los militares la mantuvieron arrestada por un total de 15 años, hasta que finalmente fue liberada el 13 de noviembre del 2010. Es así como luego de fuertes presiones internacionales y tras dos décadas de dictadura, Myanmar celebró elecciones. En consecuencia, el 31 de enero del 2011 se formó un nuevo parlamento de mayoría militar y, en febrero, fue elegido el también militar Thein Sein para convertirse en el primer presidente “civil” del país luego de medio siglo. Aunque la junta militar de Myanmar cedió oficialmente el poder al nuevo Gobierno de Thein Sein, marcando “el comienzo de una nueva era”, el país seguía siendo dominado por los mismos generales autoritarios. Nada habia cambiado en realidad. Muestra de ello es que el Parlamento estaba controlado en un 83 por ciento por militares aliados con el régimen. En cambio, el partido de Aung San Suu Kyi, fue relegado de la escena y no tenía ninguna influencia política. En el 2015, Myanmar tenía sed de cambio y los votantes hicieron fila desde la madrugada del 8 de noviembre para elegir por mayoría a la Liga Nacional de la Democracia, en la cabeza de Aung San Suu Kyi. Pero la ley birmana le prohibió convertirse en presidenta por tener hijos con otra nacionalidad a la de Myanmar. De manera que su aliado, Htin Kyaw, fue seleccionado para dirigir el gobierno. El 30 de marzo de 2016, Kyaw se convirtió en el primer civil elegido presidente desde 1962. Sin embargo, una ambiciosa Aung San Suu Kyi prometió a los birmanos que ella sostendría el verdadero poder en cualquier gobierno dirigido por la LND. En otras palabras, seria el poder detrás del trono a pesar de no haber sido elegida por nadie. Además, dijo hipócritamente que su prioridad “sería ponerle fin a los conflictos étnicos que involucran a más de 20 grupos rebeldes” y que han mantenido a Myanmar en un estado de guerra civil desde la independencia en 1948, aunque la realidad fue muy distinta ya que sus manos terminaron con las manos manchadas con la sangre de los roghinya, “justificando” el genocidio que sufrieron por los militares ante la condena internacional. En efecto, en el 2017, su promesa bandera de campaña se vio fuertemente criticada en todo el mundo, por la brutal persecución realizada contra la minoría étnica de los rohingya, de credo musulmán. La violencia que estalló en el estado de Rakhine provocó en la matanza de los integrantes de aquella minoría a manos del ejército y el posterior éxodo de los sobrevivientes (algo más de 723.000) a Bangladesh, a partir del 25 de agosto. En su ridícula defensa, el gobierno de Aung San Suu Kyi argumento que los rohingyas “son migrantes musulmanes originarios de Bangladesh que emigraron a Myanmar durante la ocupación británica y que no pertenecen propiamente al territorio birmano”, motivo por el cual el Ejército ejecutó - con su aprobación - una sangrienta represión de esta minoría étnica. Repudiada por su apoyo al genocidio realizado, surgieron voces en la comunidad internacional exigiendo que Aung San Suu Kyi sea juzgada y condenada por Crímenes de Lesa Humanidad. A pesar de haber sido cuestionada en todo el mundo por su apoyo a dicha masacre y temerosa de ser detenida tras dejar el gobierno, no dudo en cometer fraude en los comicios realizados el pasado 8 de noviembre de 2020, para continuar en el poder por cinco años más. Pero el Ejército le salio al frente para acabar con sus deseos y denunciando que las urnas estuvieron plagadas de irregularidades - como el descubrimiento de más de diez millones de votos falsificados a favor de Aung San Suu Kyi para “asegurarse” el triunfo - protagonizaron un golpe de Estado, desalojándola del poder y prometiendo unas nuevas elecciones realmente democráticas en el plazo de un año, declarando asimismo el estado de emergencia y cortando el servicio de Internet y las líneas telefónicas en el país, que regresa a los oscuros días de un opresivo gobierno militar. Es así como transcurridos 10 años desde su liberación, a Suu Kyi se le acabo el tiempo, cayendo estrepitosamente de su pedestal. Desde la perspectiva de Occidente, fue un eclipse paulatino hasta que se derrumbó a toda velocidad. Los eventos en Myanmar han demostrado que el ejército aún mantiene el control del país, dice Liao Chun'yong, director del Centro de Estudios de Myanmar en el Instituto de Investigación China-ASEAN de la Universidad de Guangxi. Las acciones militares hacia la Liga Nacional para la Democracia también han enviado una advertencia a los grupos armados nacionales locales, cree el académico chino. Según agrega, el objetivo es demostrar que el ejército manda y en caso de desobediencia puede tomar el poder en cualquier momento de acuerdo con las disposiciones de la constitución del 2008. "El golpe militar de Myanmar es además una prueba temprana para la administración Biden", sugiere. "Era de esperar que los EE.UU. condene el golpe en términos inequívocos, pero no en la medida en que aislará a Myanmar, ya que lo necesita en su cerco contra China" aseveró. En efecto, la inestable situación política en el país del sudeste asiático podría ser contraproducente para sus vecinos y aliados, privando a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) de la capacidad de combatir amenazas comunes, como la disputa del Mar de China Meridional, según Nguyen Khac Giang , investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y Políticas (VEPR). A pesar de ello, China y Myanmar siempre han mantenido buenas relaciones para disgusto de Washington y esta convencido que tras el golpe intensificaran sus relaciones. No es de extrañar por ello que China haya expresado su apoyo al nuevo gobierno - bloqueando en la ONU una condena promovida por los EE.UU. - y anunciado que la cooperación económica con Myanmar continuará, independientemente de quién esté al mando. Beijing, cuyas inversiones representan el 25% del total de inversiones extranjeras en la antigua Birmania, ha cultivado cuidadosamente sus lazos tanto con el gobierno civil de Aung San Suu Kyi como con los militares, con los que los vínculos se retrotraen a los tiempos de aislamiento internacional de Myanmar. El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, viajó hace tres semanas a ese país, donde se reunió tanto con quien acabaría siendo el líder de la nueva junta, el general Min Aung Hlain, Tras el encuentro, el Ministerio chino destacó la relación “fraternal” entre los dos países. Durante los años de gobierno civil, Pekín colaboraba con las autoridades birmanas en la creación de un corredor económico China-Myanmar, un puerto de aguas profundas y un proyecto de desarrollo urbano en Rangún, la capital económica del país y China seguirá queriendo sacar adelante estos proyectos. No cabe duda que haya un ganador en esta ocasión y es Beijing quien aprovechara el distanciamiento del nuevo régimen militar con Occidente - en especial con Washington - para atraerlo a su lado de manera definitiva. Al fin y al cabo, se trata de juegos de poder :)
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