En tres décadas apenas han logrado tener presencia en las listas de los artistas más vendidos, pero su influencia en la escena rock alternativa es incalculable. The Jesus and Mary Chain encarnan como muy pocos el concepto indie en una industria que ha socavado su significado seminal para crear una etiqueta best-seller. Independientes a la hora de hacer música, independientes como modelo estético, independientes como estilo de vida. Indies en el sentido íntegro, auténtico, del término. En los 80, desde su Escocia natal, le echaron el lazo al sonido de los neoyorquinos Velvet Underground para modernizarlo y acercárselo a esa generación de jóvenes que no se encontraba cómoda ni con el synth pop ni con los new romantics (por no mencionar el maldito hair metal). Los hermanos Reid -Jim y William- le dieron al noise pop, al post punk y al rock de guitarras nada pirotécnicas. De tanto bajar al barro se convirtieron en precursores, en referentes eternos, del sonido shoegazing que le daría la gloria a bandas cuasi de culto como My Bloody Valentine, Ride o Slowdive. Mucho les deben, la verdad. De factura sucia, ruidosa, poco accesible en ocasiones y de algún modo brillante, sus cuatro primeros álbumes -'Psychocandy' (1985), 'Darklands' (1987), 'Automatic' (1989) y 'Honey’s Dead' (1992) - les convirtieron en uno de los grupos más importantes del Reino Unido durante los últimos 80 y los primeros 90. En 1999, el agotamiento y las tensiones entre sus miembros devinieron en un cese (casi) permanente de su actividad que se vio interrumpido hace apenas un año y pico con la publicación de 'Damage and Joy' (2017). “Tardamos tanto en publicar material nuevo por mi culpa”, admitió Jim Reid, cantante y líder la de formación. “Yo estaba preocupado por el hecho de entrar en el estudio y regresar a los odiosos días que vivimos durante la grabación de 'Munki' (1998). Aquellas sesiones terminaron con una batalla a gran escala, así que pasé un tiempo poniendo excusas para no retomar el proyecto. Sin embargo, hubo un día en el que había que abordar el problema: '¿Volver al ruedo? Es ahora o nunca'. Por fortuna, y para mi sorpresa, el reencuentro fue mucho más fácil de lo que yo esperaba. Nos juntamos y todo volvió a ser como en el pasado, como justo antes de que empezarán los problemas” indicó. A pesar de que los seguidores de esta banda rondan el medio siglo de edad, no es de sorprender que se puedan mezclar en los conciertos con muchachos enganchados a la energía de una formación a la que el tiempo no ha castigado en exceso (como es el caso de los Pixies, por ejemplo). “Es fantástico ver a gente joven en nuestros conciertos. Desde la refundación en el 2007, es evidente que una nueva generación de chicos ha descubierto lo que somos y hacemos. Imagino que tenemos que dar las gracias a Internet por todo esto” asevero Jim. Este segundo advenimiento les hace ver el contexto en el que se mueven con algo de perspectiva. La industria, la escena alternativa, es diferente a la de hace 30 años. El rock n’ roll como herramienta para remover sentimientos, no tanto. “El negocio ha cambiado completamente con respecto a la década de los 80. El proceso de hacer música, sin embargo, es igual ahora que antes ya que hacer rock siempre ha consistido en inspirar y en ser inspirado”. El problema actual, según Jim, es la falta de ideas: “En los últimos años no se ven demasiadas propuestas nuevas. Ante esto, la industria musical se ha quedado algo estancada. Yo apenas le presto atención a nuevas bandas, porque es un proceso que me frustra y me decepciona. Lo mejor de ser músico es que no tengo que cumplir horarios en una oficina y que todo el tiempo que no estoy de gira se lo puedo dedicar a mis hijos. Sin embargo, esta moneda tiene otra cara: la cantidad de horas que pasamos en una carretera lejos de casa” puntualizó. No cabe duda que a pesar de los años transcurridos desde su creación y sus giras alrededor del mundo, The Jesus and Mary Chain aun tiene mucho que recorrer… y ofrecer :)