Luego de un largo viaje desde el Cáucaso hasta los Cárpatos cruzando Turquía, llegamos por fin a Rumania, para iniciar nuestro recorrido por la capital del país, Bucarest. Dinámica, llena de energía y muy divertida, muchos viajeros solo se quedan una o dos noches en la ciudad antes de partir hacia Transilvania para conocer el Castillo de Drácula, pero no es tiempo suficiente para conocerla, ya que hace falta varios días para visitar sus excelentes museos, pasear por los parques y disfrutar de los cafés y terrazas de moda. Si bien gran parte del centro es moderno y los edificios se encuentran en diversos grados de deterioro, encontrará espléndidas iglesias ortodoxas de los siglos XVII y XVIII y elegantes villas de la Belle Époque escondidas en rincones tranquilos. Como sabéis, el comunismo cambió la faz de la ciudad para siempre de la que una vez era considerada “la pequeña Paris” y en ningún otro lugar esto es más evidente que en el gigantesco Palacio del Parlamento, el homenaje más espantoso a la megalomanía dictatorial del genocida Nicolae Ceausescu (ejecutado antes de su culminación) que jamás se haya visto, y para lo cual el sátrapa hizo demoler decenas de palacios, iglesias, monasterios y edificios históricos de gran valor artístico, aunque algunas increíblemente pudieron salvarse al ser “trasladadas” en ruedas a sus nuevas ubicaciones, para levantar esta horrible mole que iba a ser conocida inicialmente como el “Palacio del Pueblo” pero que tras el ajusticiamiento del tirano y la caída de su oprobioso régimen, se transformó en sede del Parlamento, eliminando previamente eso sí, todo vestigio comunista del edificio. Comencemos nuestro paseo en la ciudad por Calea Victoriei, rebosante de encantos de la Belle Époque y boutiques de lujo. La arteria más antigua de Bucarest es, sin duda, la más reveladora, conectando los lugares de interés y monumentos más importantes entre la Plaza Victoriei y la Plaza Revoluției, antes de continuar hacia el Centro Histórico. Con cafeterías, hermosos edificios, restaurantes, hoteles históricos y boutiques, esta exclusiva zona comercial se nutre de una venerada cultura del café que perdura desde el siglo pasado. 1- El Ateneo Rumano: Es el majestuoso corazón de la tradición musical clásica de Rumanía. Escenas de la historia rumana se presentan en el fresco interior de la Gran Sala, en la primera planta; la cúpula tiene 41 metros de altura. Una gran campaña, llamada "Dona un céntimo para el Ateneo", lo salvó del desastre tras la escasez de fondos a finales del siglo XIX. Hoy en día, es sede de la Orquesta Filarmónica George Enescu y normalmente solo abre durante los conciertos, aunque a menudo se puede echar un vistazo a su interior. El peristilo está adornado con mosaicos de cinco gobernantes rumanos, entre ellos el príncipe moldavo Vasile Lupu (r. 1512-1521), el valaco Matei Basarab (r. 1632-1654) y el rey Carol I (r. 1881-1914). Fue construido en 1888, y George Enescu debutó aquí en 1898, seguido luego de cinco años por el estreno de su obra maestra, la Rapsodia Rumana; 2.- Palacio del Parlamento: Es el segundo edificio administrativo más grande del mundo (luego del Pentágono) y la creación más infame del exdictador Nicolae Ceauşescu. Iniciado en 1984, este edificio de 330.000 metros cuadrados cuenta con más de 3.000 habitaciones. La entrada es solo mediante visita guiada (con reserva previa). Se accede al palacio por la B-dul Naţiunile Unite, en el lado norte del edificio. Se ofrecen varios tipos de visitas, incluyendo una visita estándar por las salas principales y los pasillos, y visitas completas que combinan la visita estándar con vistas al sótano. La visita estándar dura unos 45 minutos; se pueden añadir 15 minutos adicionales para ver el sótano. Actualmente, el edificio alberga el parlamento del país y sus oficinas anexas, aunque gran parte permanece sin uso; 3.- Monasterio de Snagov: La diminuta isla de Snagov, en el extremo norte del lago Snagov, alberga el Monasterio de Snagov donde se encuentra la tumba de Vlad Ţepeş. La pequeña iglesia de piedra data del siglo XV. La isla está conectada al continente por un puente. También se puede llegar en barco desde el pueblo de Snagov o desde los complejos turísticos de la costa. Como ocurre con muchos aspectos de la historia de Drácula, existe un gran debate sobre si el cuerpo enterrado aquí pertenece realmente a Ţepeş. El sanguinario príncipe murió en 1476 luchando contra los turcos cerca de Bucarest. Su cabeza fue cercenada y llevada a Constantinopla, donde fue exhibida en una estaca. Nunca se aclaró qué sucedió con el resto del cuerpo. Este o no enterrado allí, Vlad Ţepeş tenía fuertes vínculos con Snagov. En 1456 construyó fortificaciones alrededor del monasterio. También construyó un puente desde el lago hasta tierra firme, un campanario, una nueva iglesia, un túnel de escape y una prisión y cámara de tortura. Aquí ha habido una iglesia desde al menos el siglo XI, cuando Mircea cel Bătrân construyó por primera vez una estructura de madera. El monasterio se añadió a finales del siglo XIV, durante el reinado del rey Dan I (1383-1386), y en 1453 la iglesia de madera fue sustituida por un edificio de piedra que posteriormente se hundió en el lago. La iglesia actual se construyó posteriormente; 4.-Museo del Campesino Rumano: La colección de objetos campesinos, trajes, iconos y casas parcialmente restauradas lo convierten en uno de los museos más populares de la ciudad. No hay mucha señalización en inglés, pero unas pequeñas tarjetas informativas en inglés colocadas en cada sala ofrecen una idea de lo que ofrece. Una iglesia del siglo XVIII se alza en la parte trasera. No se pierda además la repugnante exposición sobre el comunismo en la planta baja, que se centra en el programa de colectivización de tierras de la época de Ceausescu, que destruyó casi por completo el modo de vida campesino tradicional; 5.- Catedral Patriarcal: Desde el centro de Piaţa Unirii, mire hacia el suroeste hasta la Catedral Patriarcal, el centro de la fe ortodoxa rumana, construida entre 1656 y 1658. Se alza triunfal sobre los antaño bloques de viviendas de B-dul Unirii, diseñados para ocultar las iglesias de Bucarest. Durante el siglo XV, una pequeña iglesia de madera rodeada de viñedos ocupaba este lugar. Ninguna de las pinturas interiores se ha conservado, a excepción de un icono que representa a Constantino y Elena, los santos patronos de la catedral; 6.-Arco triunfal: A mitad de la subida a Şos Kiseleff se encuentra el Arco del Triunfo de 27 metros. Basado en el monumento homónimo de París, se construyó en 1935 para conmemorar la reunificación de Rumanía en 1918. En el interior del arco se encuentran inscripciones de batallas de la Primera Guerra Mundial, mientras que el rey Fernando y la reina María aparecen en su fachada sur. El tráfico intenso dificulta el acceso al arco y el mirador no suele estar abierto al público; 7.- Museo Nacional de Historia: No se trata precisamente de un museo de historia "nacional", dada la escasa colección de mapas, estatuas y joyas expuestas. Sin embargo, el museo destaca los vínculos del país con el Imperio Romano. Lo más destacado de la visita es precisamente una réplica de una columna del siglo II dedicada al emperador romano Trajano, que se encuentra en Roma; 8.-Edificio del desaparecido Comité Central del Partido Comunista: Escenario del infame último discurso de Ceauşescu fue el balcón de este antiguo edificio, el 21 de diciembre de 1989. Mientras era acallado por los gritos de la gente, esta fue acribillada a balazos por la siniestra Securitate y muchos murieron, dando origen a una violenta protesta que originó la huida del tirano y su mujer Elena, a bordo de un helicóptero desde el techo del edificio, mientras una multitud la saqueaba e incendiaba, dando inicio a la revolución que derroco y ejecuto a la odiada pareja, acribillándolos a balazos. Reconstruido y eliminado toda simbología comunista, hoy alberga el Ministerio de Administración e Interior; 9.-Memorial del Renacimiento: Precisamente este impactante monumento conmemora los dramáticos acontecimientos de 1989, cuando muchas personas murieron en esta zona por su oposición al régimen criminal de Ceauşescu. El obelisco blanco, que atraviesa una corona con forma de cesta, se alza sobre una isla en Calea Victoriei. Ciudad de contrastes, donde la ortodoxia acérrima coexiste con una vibrante vida nocturna, Bucarest se distingue por una mezcla de espíritu balcánico, y habla una lengua romance en un hervidero de vecinos eslavos. Y luego de un rápido viaje a Transilvania para conocer el castillo del conde vampiro, toca prepararnos para seguir nuestra ruta titulada De los Cárpatos a los Balcanes, dirigiéndonos a nuestro próximo destino, Chisináu, la capital de Moldavia. Es hora de partir.