En esta oportunidad nuestra atención se dirige a Egipto, donde millones de personas exigen la dimisión del presidente Mohamed Morsi, en el mayor desafío que ha vivido su gobierno desde que tomara el poder hace un año. "Vete", era el mensaje coreado al unísono por los millones de personas que tomaron las calles en diversos puntos del país. En El Cairo, la capital, las protestas volvieron el pasado domingo a la icónica plaza de Tahrir, epicentro de las revueltas de hace dos años, y a las inmediaciones del palacio presidencial. Precisamente ese día se cumplió el aniversario de su investidura, y sus detractores le dijeron que ya ha tenido suficiente tiempo en el poder, que ha llevado al país en la dirección equivocada y que es hora de apearse. Los principales puntos de crítica son el mal estado de la economía, la aprobación de una Constitución de corte islamista, el intento fallido, el año pasado, de aprobar un decreto que le hubiera otorgado poderes casi absolutos como presidente,
pero sobretodo su alineamiento con los Estados Unidos e Israel en su agresión criminal contra Siria al legitimar a aquellos grupos terroristas que desatan la violencia en ese martirizado país, quienes han asesinado a cientos de miles de inocentes utilizando armas químicas proporcionadas por Washington y devorando los corazones de sus victimas ante las cámaras de la televisión, lo cual ha llenado de indignación a muchos sectores por tales actos de barbarie. "Yo voté por Morsi", decía Omar Mohamed Mahgoub, de 19 años. "Teníamos muchas esperanzas, que traicionó. No puede seguir ignorando a tanta gente", añadió. Muchos jóvenes como él decían que la manifestación de este domingo era más multitudinaria incluso que las que en 2011 acabaron con el régimen dictatorial del genocida Hosni Mubarak. Fuentes del Ejército, que empleó helicópteros para observar las protestas, estimaron en 14 millones de personas la participación en las manifestaciones a nivel nacional. El movimiento popular Tamarod (en árabe, Rebelde), que convocó varias de las manifestaciones celebradas en El Cairo, mantiene que ha conseguido más de 22 millones de firmas que piden la marcha de Morsi. De ser cierto, y si todas las peticiones son válidas, sería una cantidad mucho mayor que la de 13,2 millones de electores que votaron por el hoy presidente en 2012. Mohairib al Masri, de 27 años, había recogido este domingo en la plaza de Tahrir más de 6.000 firmas.
"Morsi ha perdido la legitimidad. La economía está peor que cuando llegó. Hay escasez de gasolina. El desempleo no para de subir. Se ha aliado con los sionistas para masacrar a nuestros hermanos sirios ¿Cómo vamos a ser una nación próspera con este presidente que no cumple sus promesas?" añadió. En efecto, la ira popular que se ve en las calles de Egipto no sólo va dirigida contra Mohamed Morsi. Numerosas pancartas mostraban la cara del renegado musulmán Barack Hussein Obama tachada en rojo. “Obama apoya el terrorismo”, se leía en muchas de ellas.
Era la demostración del descontento popular hacia el Gobierno de Estados Unidos, que apoya a los grupos terroristas en Siria con el objetivo de derrocar al régimen de Damasco e instaurar un régimen títere como en Irak y Afganistán, para convertir ese país en una base militar para sus tropas en su anhelada invasión a Irán. “Ahora Obama apoya a los Hermanos Musulmanes y al terrorismo que desangra Siria”, decía Bakr Ahmed, de 30 años, mientras marchaba con una enorme pancarta con la cara de la embajadora de EE UU en Egipto, Anne Patterson, también con su cara tachada en rojo.
“Antes de que Morsi llegara al poder, Obama decía que los Hermanos Musulmanes eran terroristas. Sin embargo hoy les apoya porque están de su lado en su campaña de agresión a Siria, y es por ello que quiere que se mantengan en el Gobierno, a pesar de que las calles piden lo contrario” añadió. Otro manifestante se paseaba con un cartel en el que mostraba a Morsi ondeando dos banderas, la israelí y la norteamericana. “Obama debería sentir vergüenza por apoyar a un Gobierno que obviamente no representa a la mayoría, que se dedica a pisotear los derechos de los demás”, decía Ramadan al Feizi, de 50 años, frente al palacio presidencial. A pesar de ello, grupos que apoyan al régimen han salido a las calles para contrarrestar estas protestas y prometen “un baño de sangre” para evitar la salida de Morsi. "Creo que todos y cada uno de los que estamos aquí daría su vida para mantener al presidente en el Gobierno", decía Abdel Halian Said, de 28 años, armado con un palo en la mano. "Los opositores son conspiradores del antiguo régimen. Buscan su propio beneficio. Y no vamos a permitirlo. Lo lograrán sobre nuestros cadáveres" argumento. Para empeorar las cosas, el ejercito ha amenazado con “intervenir” para acabar con la situación dándole un plazo de 48 horas - que se vence hoy - de lo contrario “ofrecerán su propia hoja de ruta para el futuro".sin dar mas detalles al respecto. Sin lugar a dudas, se trata del anuncio de un golpe de Estado que daría paso a una larga y sangrienta dictadura, Morsi no las tiene todas consigo pero, tal como titulamos la nota, es el precio de la traición
(Para actualizar la nota, solo me queda agregar que se cumplió la amenaza y Mursi fue derrocado por el ejercito quienes –según afirman- “dirigirán la transición hasta la realización de nuevas elecciones” un eufemismo para decir que se quedaran en el poder el tiempo que sea necesario) :(