SIRIA: Cuatro años de lucha contra el terror impuesto por los EE.UU.
Esta semana se ha cumplido cuatro años del inicio de una sangrienta guerra civil en Siria como parte de una estrategia norteamericana para derrocar a regimenes hostiles a su política en la región y reemplazarlos por gobernantes serviles a sus intereses, para lo cual organizo en el 2010 la denominada “primavera árabe”, una serie de revueltas de sectores “democráticos” tratando de imitar a las llamadas revoluciones de colores que derribaron a las dictaduras comunistas de Europa Oriental y su posterior “adhesión” a la OTAN. Deseoso de repetir ese “experimento”, Washington tenia la esperanza de hacerse con el control total de países musulmanes del norte de África y Medio Oriente e imponer su modelo de “democracia” pero resulto un fracaso total, ya que la caída de esos regimenes autoritarios dio paso al extremismo islámico en países como Libia, Afganistán e Irak, que se han vuelto ingobernables y divididos en bandos irreconciliables que se hacen la guerra entre ellos, convertidos a su vez en santuarios del terrorismo internacional, constituyéndose en una permanente fuente de inestabilidad en la zona, mientras que en Egipto, la caída de un tirano como Mubarak dio paso a otro asesino como Al Sissi y todo sigue igual. En lo que respecta a Siria, se puede decir que su tragedia comenzó el 15 de marzo de 2011, cuando en plena efervescencia de la “primavera árabe' cientos de personas salieron “espontáneamente” a la calles en contra del régimen del presidente Bashar al Asad, para exigir “democracia y libertad”, como si alguna vez la hubiesen conocido. Estas manifestaciones azuzadas por agentes de la CIA pronto se extendieron por todo el país. Como era de esperar el gobierno respondió con firmeza ante esta intentona criminal, pero las protestas siguieron creciendo, y muchos ilusos creyeron entonces que el “cambio” parecía posible - tal vez en forma violenta como sucedió en Libia o quizás más o menos 'pacífica' como en Túnez o Egipto - pero que era inevitable. Cuatro años después, sin embargo, la guerra civil que estalló tras aquellas primeras protestas continúa, Al Asad sigue firme en el poder, pero el nivel de destrucción del país hace ya tiempo que rebasó los límites de lo imaginable. La compleja realidad étnica, social y religiosa de Siria, los intereses y apoyos internacionales, y la entrada en el tablero de ISIS (aquel grupo terrorista creado y financiado por los EE.UU. y entrenado en campos de Turquía y Jordania para desatar el terror y “justificar” así la injerencia estadounidense) entre otros factores, han estancado un conflicto cuyas cifras es difícil no calificar de escalofriantes: más de 210.000 muertos, casi cuatro millones de refugiados, cerca del 80% de la población viviendo en la pobreza. El país está arrasado desde todos los puntos de vista (humano, económico y cultural), las violaciones de los derechos humanos por parte de los terroristas de ISIS son continuas, el frágil tejido social que el régimen había preservado unido durante décadas está hecho trizas, y las perspectivas de que la pesadilla acabe pronto son, siendo optimistas, escasas. De momento, el principal ganador en el conflicto no es otro que el presidente sirio ya que la expansión de ISIS en Siria e Irak ha alterado por completo la balanza. Para los países occidentales y muchos países árabes que antes exigían su renuncia inmediata, el “enemigo” número uno ya no es Al Asad, sino la barbarie fundamentalista de ISIS - liderado por Ali Bakr al-Baghdadi, un conocido agente del Mossad - cuyas atrocidades no parecen tener fin. Y en este contexto, Al Asad, está en primera línea de combate contra estos criminales y se ha convertido en una pieza clave para su derrota. Nadie lo reconoce abiertamente, pero, tanto en Estados Unidos como en Europa, cada vez son más las señales que indican una aceptación de facto de la permanencia de Al Asad en la presidencia, para mantener la unidad del país y no terminar despedazado como Libia e Irak. La propia oposición en el exilio ya no condiciona el diálogo a la renuncia del dirigente sirio, aunque aún confía en que el presidente acabe abandonando el poder. En la UE, la hasta ahora posición casi unánime en contra de Al Asad empieza a diluirse, ya que lo ven como el único que puede aplastar a la amenaza que representa ISIS. "Al margen de Francia, Gran Bretaña y Dinamarca, que aún rechazan cualquier papel de Al Asad en el futuro de Siria, muchos países europeos piensan que después de cuatro años, esta posición resulta ya insostenible", afirmó un diplomático alemán. Incluso EE.UU. ha dejado en claro que Al Asad siga en el poder: “Para nosotros el presidente sirio ha perdido toda legitimidad, pero no tenemos otra prioridad más importante que desestabilizar y derrotar a ISIS" afirmó el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, Como sabéis, el apoyo de Occidente a los autócratas de la región, moneda común hasta el estallido de la “primavera árabe”, se ha alimentado siempre de dos grandes excusas: garantizar el suministro de petróleo y frenar a los islamistas. La segunda excusa vuelve a imponerse en Siria, y Al Asad es percibido ahora como el gran ganador. Muchos analistas consideran que la situación actual en Siria podría haberse evitado si la comunidad internacional hubiese intervenido desde un principio en favor de la "oposición moderada" del denominado “Ejercito Libre Sirio” (grupos de mercenarios armados por Washington tal como lo reconoció la misma Hillary Clinton) que sembró el terror en los primeros meses del conflicto. Pero el oportuno apoyo de países como Rusia, China e Irán al régimen de Al Asad, así como la eficacia mostrada en el campo de batalla por el ejercito sirio, acabo con esa amenaza, exterminándolos literalmente. De otro lado las bravuconadas del Criminal de Guerra Barack Hussein Obama de invadir el país quedaron en nada, tras la firme oposición del presidente ruso Vladimir Putin a esa posibilidad, dejando a Washington en el mas completo ridículo y obligándolo a retirar sus fuerzas cuando ya estaban en posiciones de combate, listos para masacrar a la indefensa población civil, tal como ocurrió en Irak. Tras quedar desbaratado sus infames planes de agresión, EE.UU. anuncio la conformación de una “Coalición Internacional” para bombardear desde el aire las posiciones de ISIS en Siria e Irak, pero la realidad indica que dichas operaciones han resultado en un fiasco. La lucha contra el terror continúa y cada día queda más claro que los muertos para erradicar a ISIS no los pone Estados Unidos y sus aliados. Cifras dadas a conocer con relación a Siria dan a conocer la magnitud del daño ocasionado a este país. Desde que estalló el conflicto armado, según un informe de la ONU que contó con la colaboración de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA, sus siglas en inglés) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) la población siria ha tenido 220 mil muertos desde que se iniciaron las agresión en marzo del año 2011, con 840 mil heridos. Cuatro millones de refugiados en países vecinos. 6 millones de desplazados dentro del país. El informe alerta, igualmente, sobre la disminución de la esperanza de vida en la sociedad siria, la que se ha reducido de 75,9 años en 2010 a unos 55,7 a finales de 2014, el equivalente a una bajada de algo más de dos décadas. El estudio resalta, de igual manera, que la economía siria ha perdido en estos cuatro años más de 2026 millones de dólares, a través de la fuga de capitales, la destrucción masiva y una reducción del Producto Interno Bruto (PIB) de casi $120 millones. Cifras que sólo son una muestra del enorme daño que la injerencia de grandes potencias en la vida de las sociedades de Oriente Medio han ocasionado y donde los grupos terroristas como ISIS, han servido de punta de lanza para una intervención con objetivos mayores deseados por Washington: fragmentar esa zona del planeta y apoderarse de sus riquezas energéticas y establecer una hegemonía donde Estados Unidos y sus aliados sean los que dicten las políticas regionales, cercando a Irán e influyendo sobre las zonas de influencia rusa en el Cáucaso y Asia Central. Sin embargo, últimos acontecimientos dan cuenta que Irán junto con los ejércitos de Irak y Siria, son los que realmente están propinando duros golpes a esa organización terrorista ya que los combaten en tierra, haciéndoles retroceder a sus posiciones iniciales. Es por ese motivo que hay que ser desconfiados de las intenciones de Washington, que no “combate” a ISIS como pregona, ya que se trata de una creación suya, anunciándoles de antemano los lugares a ser “bombardeados” por la coalición para que se mantengan a salvo. Los necesita para poner en práctica sus viejos sueños de apoderarse de una región rica en petróleo al precio que fuera necesario con la mira puesta en Irán, su verdadero objetivo, incluso si ello conlleva a desatar la Tercera Guerra Mundial, que para muchos ya se ha iniciado. No es de extrañar por ello el doble juego que pretenden en Siria: “atacar” a ISIS por un lado y a su vez rearmar al moribundo “Ejército Libre Sirio”, entrenando a unos 15.000 mercenarios en los próximos tres años, “para que actúen como fuerza bélica prooccidental capaz de nivelar el conflicto” según confesó Kerry sin rubor alguno. Se trata de un proyecto que a estas alturas no parece que pueda producir otro resultado que la prolongación de la guerra. Una guerra cruel e inhumana impuesta contra Siria por parte de los enemigos de la Paz :(