Como no podía ser de otra manera ¿porque ya nada de lo que haga los EE.UU. nos extraña? Washington dentro de su campaña de ‘rodear’ a China - tal como lo hace en Europa con Rusia - pretende agudizar las tensiones existentes de aquel país con la India, con el objetivo nada disimulado de poner en práctica sus planes de agresión contra el gigante asiático. Lo grave del asunto es que ambos países son potencias nucleares y podrían hacer uso en esta ocasión de sus arsenales en caso de un conflicto. Como sabéis, soldados chinos e indios mantienen desde finales de junio un cara a cara en la meseta de Doklam (Donglang, para Pekín), una pequeña área tibetana disputada por China y el Reino de Bhután, que es un estrecho aliado de la India. Pekín insiste en que Nueva Delhi retire a los guardias fronterizos que envió a la meseta de Doklam en junio pasado para bloquear la construcción de una carretera que, según la India, haría peligrar la seguridad del llamado corredor de Siliguri, una estrecha franja de tierra que conecta Sikkim y otros siete estados indios del noreste con el resto del territorio nacional. Altos cargos de China exigieron a lo largo de las últimas semanas que la India ponga fin a la "intrusión militar", como condición previa para debatir temas fronterizos, y advirtieron que el país está resuelto a proteger su soberanía e integridad territorial “usando todos los medios para ello”. Desde esa fecha, unidades militares de ambas naciones mantienen un arriesgado pulso en la zona, separadas por sólo algunos cientos de metros. Según medios indios, Ajit Doval ha propuesto a su contraparte una posible retirada de los militares indios si China acepta por su parte modificar el recorrido de la citada ruta, lo cual ha sido inmediatamente rechazado por Pekín ya que lo considera parte de su territorio. La controversia ha recuperado en los dos países el espectro de la breve pero sangrienta refriega militar que libraron a finales de 1962, que se originó por un motivo muy similar y en la misma región montañosa. Pekín y Nueva Delhi comparten casi 3.500 kilómetros de frontera con amplias zonas cuya delimitación continúa en el limbo desde el siglo XIX. Con la memoria de aquel conflicto todavía muy presente, el ministro de Defensa indio Arun Jaitley insistió que su país es ahora "muy diferente al de 1962" respondiendo así a un portavoz chino que había indicado que Nueva Delhi debía haber aprendido "la lección histórica" de aquella contienda, que perdió y en la que murieron miles de soldados. La ampliación de la travesía china se realizaba en la meseta de Doklam, un espacio donde confluyen los territorios de China, Bhután e India. Nueva Delhi considera esa región un área estratégica por su proximidad al Corredor de Siliguri, que une su región más oriental al resto de la nación. Para Pekín por el contrario, el despliegue de los soldados indios ha supuesto una amenaza directa a sus intereses en la región."Es la primera vez que tropas indias se enfrentan a China en el territorio de un tercer país", escribió hace días el ex ministro de Asuntos Exteriores indio, Shyam Saran, en referencia al complejo papel al que se ha visto relegado al pequeño reino montañoso de Bhután, atrapado en el desafío bilateral. Por su parte, el diario nacionalista chino Global Times - reflejo de las posturas más conservadoras del gobierno de Pekín - aseguraba en su editorial que India pretende "rebajar" el tono de la disputa al percatarse de que el ejército de Pekín "se está preparando para una confrontación militar que India no podrá resistir: "Si India no retira sus tropas, China le obligará a hacerlo. Es mejor que lo haga antes de que China pierda la paciencia", advertía el periódico en un tono bélico inconfundible. Pekín ha reforzado su presencia militar en las estribaciones montañosas y un portavoz del ministerio de Defensa, el coronel Wu Qian, advirtió hace pocas jornadas que su ejército "ha adoptado medidas de emergencia para responder en la zona y seguirá intensificando su despliegue". Días antes las fuerzas armadas chinas realizaron unas explícitas maniobras con fuego real en el Tibet, cerca de la linde con India. Un periodista que ha visitado la región montañosa del lado indio informó también de una amplia movilización de tropas y material bélico en esa zona. "Se están instalando nuevos refugios, el terreno está siendo minado para evitar un ataque preventivo chino, se han construido nidos de ametralladoras en puntos estratégicos y los soldados están realizando simulacros de combate al menos dos veces al día", escribió hace días Subir Bhaumik, un experto indio al que se permitió visitar el área bajo control de las fuerzas armadas de su país. "(Los chinos) Están intentando mostrar a Bhután quien manda en el Himalaya. Por eso tenemos que ser capaces de ‘defender’ su integridad territorial", le explicó a modo de excusa al propio Bhaumik, un algo cargo de la Agencia de Inteligencia de Defensa del mismo país, el general Gaganjit Singh, agregando “que lo harían incluso sin la venia ni aprobación del propio reino de Bhután” demostrando con sus palabras que para los indios, se trata de un país vasallo donde ellos pueden imponer su voluntad. La controversia se ha convertido ya en una confrontación dialéctica mayor en las redes sociales de ambas naciones especialmente tras la aparición de la última edición del semanario ‘India Today’, que mostraba un mapa de China sin los territorios de Tibet y Taiwán, que Pekín reclama como propios."La situación es muy peligrosa. No creo que China tenga muchas opciones si las fuerzas de India permanecen donde están ahora. Xi Jinping tendrá que demostrar al pueblo chino que cumple lo que dice y ello significa la guerra", advirtió Huan Jing, un experto en relaciones sino-indias de la Universidad Nacional de Singapur. La presente crisis se suma a las diferencias que están acumulando desde hace meses los dos poderosos competidores, que ya cruzaron varias acusaciones el pasado mes de abril cuando Nueva Delhi apadrinó una visita al área limítrofe con Tibet del controvertido Dalai Lama (conocido agente al servicio de los EE.UU.) pese a las protestas de Pekín. Al respecto, Hu Zhiyong, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghái, dijo que China podría lanzar en los próximos días una operación contra los militares indios desplegadas en la meseta tibetana de Doklam, cerca de Sikkim: “China no va a tolerar en ningún caso la incursión de las tropas indias en su territorio durante mucho tiempo. Si la India se niega a retirarse, China puede lanzar una operación militar dentro del plazo de dos semanas" aseveró. A juicio de Hu Zhiyong, la operación tendría como objetivo de expulsar a los militares indios desplegados en la zona o eliminarlos en caso de que se resistan a abandonar el lugar. Por su parte, el experto militar ruso Vasili Kashin, en una entrevista a Sputnik, comentó las posibles secuelas del agravamiento del conflicto. La crisis en la frontera chino-bhutanesa va acompañada con la confrontación entre el Ejército chino y las tropas indias, que fungen como ‘garantes’ de la seguridad de Bhután. El experto indica que el conflicto entre las dos partes llega en un momento muy malo desde el punto de vista de Pekín, enfrentada con los EE.UU. tanto por sus disputas por el control del Mar Meridional como por la tensa situación que se vive en la península coreana, ambas consideradas por los chinos como su área de influencia ‘exclusiva’. Teniendo en consideración estos antecedentes, sería absurdo suponer que fueron los propios chinos quienes provocaron esta tirantez. Es posible que consideraran que las obras de construcción en el área disputada estaban dentro de los límites de lo normal. Los indios, a su vez, ‘incentivados’ sin duda alguna por Washington, quieren ver las acciones chinas ‘como agresivas u ofensivas’. Nueva Delhi parece estar cada vez más preocupada por la creciente influencia china sobre los países de Asia del Sur. Aquí cabe recordar que en el caso de Bhután, la India tiene relaciones especiales con este país himalayo: los indios ‘garantizan’ su seguridad y se ocupan de sus relaciones exteriores. A lo largo de los últimos años, Bhután ha estado aumentando su independencia en sus lazos con los países extranjeros, lo que inquietó a Nueva Delhi. Sin embargo, el área de la competencia entre China y la India se ha extendido a otros países también: el gobierno chino ha aumentado la cooperación económica y técnico-militar con Bangladesh y Sri Lanka, enemigos acérrimos de la India. "El aumento de la competencia entre los dos países no coincide con los intereses de ninguno de ellos. Al incrementar su influencia en Asia del Sur, China no puede permitirse apartar a la India y de esta manera alentarla a estrechar lazos con Estados Unidos en el ámbito de defensa", enfatizó Kashin. Según el entrevistado, si el agravamiento de las relaciones pasa el punto de no retorno, China será capaz de debilitar las posiciones estratégicas de la India gracias a su Ejército potente, industria militar y el control sobre el Tíbet. En caso de que China emplace tropas extra en la frontera con la India en el Tíbet, en particular las unidades de las tropas de misiles, esto requerirá acciones de respuesta por parte de Nueva Delhi, que probablemente constituirán una carga económica considerable para los indios. E incluso esas medidas apenas podrán garantizar la seguridad del país. En dicha situación, tanto la India como China necesitan esforzarse para encontrar un punto de convergencia y salir de esta crisis, ya que esta pelea dañará tanto a la economía de China como a la de la India."Con el paso del tiempo todo esto puede acabar en un conflicto armado", concluyó Kashin. Además de la continua pelea fronteriza, hay otros asuntos que también están provocando divisiones entre ambos países. Los lazos cercanos que mantiene China con Pakistán, el viejo rival de India, con quien está desarrollando enormes proyectos de infraestructura, también ha sido una fuente de tensiones. Otro asunto "espinoso" es el Tíbet y todo lo vinculado a esta región histórica que volvió a ser parte de China en 1951, de la cual se había proclamado ‘independiente’ en 1912 aprovechando el caos y el desgobierno que se origino con la caída del Imperio de la dinastía Qing y que ahora es gobernada por Pekín como una región autónoma. Su autoproclamado ‘líder espiritual tibetano’, el Dalai lama - quien ha vivido en el exilio en la India desde 1959 - huyó de Lhasa luego de un fallido levantamiento organizado por los EE.UU. contra el régimen chino. Desde entonces, el Dalai Lama es rechazado por Pekín, que lo considera con justa razón como un títere de Washington y una amenaza para la estabilidad de la región. ¿Quién gana con un conflicto entre los dos gigantes del Asia? Obviamente EE.UU., los cuales sueñan con crear un enfrentamiento armado en la zona para ‘justificar’ su intervención en ‘defensa’ de la India. Para ello, ha estrechado sus vínculos militares con Nueva Delhi, participando en maniobras navales conjuntas junto con el Japón en la bahía de Bengala, las cuales han sido calificándolas “como un mensaje de advertencia a China” según indico The New York Times. Esta interpretación es un intento de tensar las relaciones entre Nueva Delhi y Pekín, opinó el experto militar Alexéi Leónkov, quien agregó que de esta manera solo busca echar más leña a un fuego que arde desde hace tiempo entre la India y China con respecto a la presencia en el mar del Sur de China. Estas maniobras navales, bautizadas como Malabar 2017, que se realizan en la bahía de Bengala, se vienen celebrando desde el año 1992. Originalmente, solo las armadas india y estadounidense participaban en estos simulacros, pero Japón se sumó a los ejercicios desde julio del 2014, todo ello como parte de un plan diseñado por Washington para ‘rodear’ a China, al cual considera un peligroso ‘enemigo’. Esta posición se ha intensificado mas aún cuando Pekín anuncio que estrechará sus vínculos con Moscú, para defenderse ‘mutuamente’ frente a cualquier agresión proveniente de ‘países hostiles’ en referencia directa a Washington y sus aliados de la OTAN. Un ejemplo de esa cooperación se dio hace poco en Koenigsberg (un enclave ruso en el Mar Báltico) donde por primera vez en la historia, la armada china participo junto con la rusa en unas maniobras navales que han llenado de preocupación a la Alianza Atlántica, por lo que no es una ‘coincidencia’ que los EE.UU. ‘aliente’ a la India para crearle problemas a los chinos y evitar que su alianza con los rusos se consolide. Menuda sorpresa se van a llevar si se atreven a ello (Al momento de escribir esta nota, la situación ha degenerado peligrosamente en la península coreana, por las amenazas proferidas de Donald Trump de responder “con fuego y una furia como el mundo nunca ha visto” a las provocaciones norcoreanas de querer atacar con misiles nucleares a los EE.UU. Vaya uno a saber en que acabara esto) :)