Una nueva amenaza de guerra resuena en Europa, esta vez proveniente de los Balcanes, donde el peudoparlamento de Kosovo aprobó la creación de un ejército propio, en un gesto que ha provocado la ira de Serbia, la condena de Rusia y el aplauso de los EE.UU., que considera que esta decisión es un paso "histórico" para ahondar en la soberanía de este fallido enclave de la OTAN en Serbia, que a 20 años de su ‘independencia’ se ha convertido en un paraíso de la mafia y santuario del terrorismo internacional. En efecto, con los votos de 105 de los 120 diputados, se aprobó la transformación de la Fuerza de Seguridad de Kosovo (FSK) en un ejército regular. Ausentes del pleno, los 11 diputados de la minoría serbia boicotearon la votación. La condena de Belgrado fue contundente, a una semana de su advertencia de una intervención militar por su parte si la legislación era aprobada. "Es la amenaza más directa a la paz y estabilidad en la región", reaccionó Belgrado al señalar al ejército kosovar como un grupo terrorista que ocupa su territorio ancestral. Si bien es cierto que en un primer momento la OTAN y la UE mostraron hipócritamente su ‘disgusto’ y condenaron la decisión adoptada por Kosovo, la realidad del asunto es que todo forma parte de un libreto previamente preparado por Washington y que en el fondo apoyan firmemente la medida, ya que ellos fueron quienes crearon al monstruo. Es mas, cualquier acción serbia contra los kosovares conduciría a una confrontación directa con la OTAN, que mantiene en la zona un contingente multinacional de 4.000 soldados integrados en la llamada KFOR. La lectura que Belgrado hace de la decisión de Kosovo es que tiene como objetivo el cambio por la fuerza de las fronteras serbias, ya que el ejército kosovar puede ser utilizado contra la minoría serbia en Kosovo. "Serbia está orientada hacia la paz, el futuro y el desarrollo. Confiamos en una solución política, razonable y de compromiso para los problemas heredados del pasado", declaró un portavoz serbio."No permitiremos que los serbios en Kosovo sean pisoteados ni expulsados", añadió. Como sabéis, el conflicto de Kosovo es un asunto que todavía hoy no se ha resuelto por completo. Las tensiones étnicas, religiosas y políticas entre los pueblos serbio y albanés se remontan a tiempos ancestrales y parecen no dejar espacio para una reconciliación, a lo que hay que agregar la injerencia de la OTAN en la región, en su plan de aislar a Serbia (estrecha aliada de Rusia) buscando por todos los medios que la situación sea insostenible. Para entender cómo ha llegado este conflicto hasta tal punto, es necesario adentrarse en los acontecimientos que lo precedieron. La llanura de Kosovo (o 'tierra de los mirlos', en serbio) ha sido habitada por el pueblo serbio desde los tiempos de la Alta Edad Media. Hacia el siglo XIII, este territorio se convirtió en el corazón del principado de Rascia, el centro cultural y espiritual de la Iglesia Ortodoxa Serbia, que albergaba en sus tierras el Patriarcado y decenas de monasterios. Pero a finales del siglo XIV, la expansión del Imperio otomano llegó hasta estas latitudes, alterando el curso de la historia. Luego de la Batalla de Kosovo en 1389 - hecho que dejó una gran huella en el legado histórico, folklore e identidad nacional de los serbios - el pueblo eslavo fue paulatinamente desplazado de Kosovo y otras tierras del sur de Serbia. En su lugar, los turcos dieron el derecho de asentarse a sus nuevos súbditos: los albaneses, la mayoría de los cuales, por aquel entonces, se habían convertido al Islam. No fue hasta el siglo XIX cuando, tras una serie de insurrecciones y la ayuda militar del Imperio ruso, el Principado de Serbia pudo recuperar primero su autonomía y luego su independencia de manos del decadente Imperio otomano, considerado ‘el enfermo de Europa’. Así, el Tratado de Londres de 1913 concluía con varios ajustes territoriales, tras los cuales los territorios de Kosovo y Metojia eran devueltos definitivamente a Serbia y Montenegro, respectivamente, alcanzando así su reclamo histórico. Este hecho derivó en un antagonismo entre el pueblo serbio, que considera con toda razón al territorio de Kosovo como la cuna de su nación, y los descendientes de los colonos albaneses, que ahora constituían la mayoría de su población. Durante todo el siglo XX y principios del XXI, ese antagonismo tendría múltiples repercusiones, con limpiezas étnicas, desplazamientos masivos y conflictos bélicos entre ambas partes. El estallido de la Primera Guerra Mundial generó una oportunidad para los albaneses kosovares de separarse del Reino de Serbia. Algunos de sus líderes se aliaron a la coalición formada por los imperios alemán, austrohúngaro y otomano. Entre 1914 y 1915, obligaron a retirarse a las fuerzas serbias que, sin embargo, recuperaron sus territorios tras la victoria en la guerra en 1918. Hacia 1921, grupos albanokosovares solicitaron ante la Sociedad de Naciones (Precursora de la ONU) su adhesión con Albania, lo que les fue denegado. En tanto, cientos de miles de albaneses huyeron del país, e incluso el nuevo Gobierno yugoslavo estableció conversaciones con Turquía para la deportación de 240.000 albanokosovares. Esta situación volvió a cambiar en el marco de la Segunda Guerra Mundial, cuando el III Reich ocupo el entonces reino de Yugoslavia, del cual Serbia formaba parte. En particular, gran parte de Kosovo le fue entregada a Albania, que por aquel entonces formaba parte de Italia. Tras el fin de la guerra en Europa, la Yugoslavia ahora comunista, retomaba el control sobre lo que sería el área de Kosovo y Metojia. Es así como el dictador Tito - un feroz asesino que se ensaño con las tropas italianas y sus familias en Trieste en 1945 - decreto la autonomía de Kosovo y la aumentó durante los años 70. La constitución de 1974 daría origen a la provincia autónoma socialista de Kosovo, con un Gobierno local en manos de la comunidad albanokosovar. Además, uno de sus miembros integró el Consejo federal. La muerte del genocida en 1980 dio paso a crecientes tensiones étnicas por toda Yugoslavia - que entro en franca descomposición - y especialmente, en Kosovo. Los albanokosovares realizaron campañas de protesta para lograr su secesión de Serbia, mientras los serbios demandaban la creciente discriminación, la violencia étnica y reclamaban igualdad de derechos políticos en Kosovo. Durante toda la década de los 80 aumentaron los sentimientos nacionalistas en ambos bandos. La escalada culminó en el revocamiento de la autonomía por parte del Gobierno central de Serbia en 1989, seguido por una ilegal declaración de independencia de Kosovo en 1991, ‘auspiciada’ por los EE.UU. y la OTAN dentro de sus planes de descuartizar a Yugoslavia. Hacia esa época, se produjeron diversos enfrentamientos entre el Ejército yugoslavo y los terroristas del autodenominado Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) armados y financiados por Washington. Pero no fue hasta 1998 cuando estos enfrentamientos despertaron el interés de la comunidad occidental, quienes para evitar la derrota de sus ‘protegidos’, decidieron intervenir militarmente. Es así como entre el 24 de marzo y el 10 de junio de 1999, las fuerzas de la OTAN realizaron continuos bombardeos contra objetivos yugoslavos - especialmente sobre Belgrado - con el pretexto de evitar ‘las limpiezas étnicas’. Más tarde, varias figuras reconocerían que las cifras de víctimas fueron manipuladas con el objetivo de ‘justificar’ y acelerar la intervención. Diferentes trabajos de investigación sostienen que la Guerra de Kosovo formó parte de una campaña orquestada por los EE.UU. con el objetivo de acelerar la desintegración de Yugoslavia y establecer su control sobre la región. Con el fin de dar paso a una solución ‘pacífica’ al conflicto, el 10 de junio de 1999 el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 1244, adoptada más tarde tanto por Yugoslavia como por la OTAN. En el marco de lo establecido en el documento, el territorio de Kosovo se mantuvo dentro de las fronteras de Serbia, aunque administrado de forma provisional por una misión especial de la ONU (MINUK). La seguridad de la región y la supervisión del alto el fuego recayeron en la fuerza internacional KFOR (del inglés 'Kosovo Force'). Pese a esto, en el territorio bajo su control han tenido lugar múltiples actos de venganza. El más relevante sucedió en marzo del 2004, cuando grupos albaneses realizaron en Kosovo redadas contra la población serbia, quemando 800 hogares y 36 iglesias. Dieciséis civiles fueron asesinados por la multitud y cerca de 4.000 personas se vieron obligadas a abandonar sus viviendas. La revista alemana Der Spiegel publicó entonces un artículo titulado 'Los conejos del Campo de Kosovo', en el que quedaba acreditado que las fuerzas ‘pacificadoras’ del país germano no hicieron nada para prevenir el saqueo del monasterio de los Santos Arcángeles, construido en 1352, por parte de los albaneses. En diciembre del 2007, la Unión Europea decidió enviar una misión estabilizadora (EULEX) a la región de Kosovo, con la finalidad de traspasar la misión de la ONU en Kosovo a manos europeas. Esta misión fue considerada ilegal por las autoridades de Serbia y Rusia, ya que entra en contradicción con el programa encomendado por la Resolución 1244. A pesar de las misiones internacionales de seguridad, la desestabilización de la región ha creado en Kosovo un santuario para el crimen organizado, según advertía Miroljub Labus, vice primer ministro del Gobierno federal yugoslavo a principios de la década del 2000. Así, varios informes de Transparency International apuntan a las mafias albanesas y sus representantes en Kosovo como el mayor foco de tráfico de drogas, cigarros, vehículos robados y personas en Europa. Según estimaciones, más de la mitad de la heroína que se vende hoy día en el Viejo Continente es de origen albanés. En el 2008, un informe del Servicio de Inteligencia alemán (BND) apuntaba que los cabecillas de los grupos terroristas albanokosovares, Hashim Thaci, Ramush Haradin y Xhavit Haliti, tenían una importante participación en el crimen organizado. En particular, se les acusaba de dirigir una red criminal en todo Kosovo en la década de los 90, cuando llegaron a ordenar el asesinato de 11 de sus contrincantes. Más tarde, sus líderes se pondrían al mando del proceso separatista en Kosovo, con la ‘protección’ estadounidense. En el 2010, The Guardian citaba una investigación contratada por el Consejo de Europa: “Thaci [entonces primer ministro del Gobierno autoproclamado de Kosovo] y otros miembros del grupo de Drenica [facción del UCK, el Ejército de Liberación de Kosovo, del que Thaci era líder político] son nombrados como 'actores clave' en informes de inteligencia sobre las estructuras del crimen organizado de tipo mafioso en Kosovo. He examinado estos diversos y voluminosos informes con consternación y una sensación de indignación por el apoyo que nuestros gobiernos proporcionan a estos criminales", compartía el autor del informe y experto en derechos humanos Dick Marty. De acuerdo con la investigación, la relación de Thaci con el crimen organizado comenzó cuando el grupo que él lideraba se convirtió en la facción dominante del UCK. Su supremacía les permitió entonces tomar el control de la mayoría de las empresas criminales ilícitas en las que los kosovares estaban implicados en la frontera con Albania. Los testimonios apuntan a que los líderes del grupo de Drenica tuvieron la mayor responsabilidad en lo que les sucedió a los presos serbios. Algunos de estos prisioneros fueron transferidos a una prisión provisional al norte de Tirana, donde fueron asesinados con el fin de conseguir sus riñones y venderlos en el mercado negro de órganos, según The Guardian. "Cuando los cirujanos de trasplantes confirmaban que estaban listos para operar, los prisioneros eran sacados de la 'casa segura' de uno en uno, ejecutados sumariamente por un pistolero del UCK y sus cuerpos transportados rápidamente a la clínica". La grave acusación se corresponde con la insinuación que hizo la fiscal para crímenes de guerra en la Haya, Carla del Ponte, quien afirmó que el Ejército de Liberación de Kosovo habría traficado con prisioneros serbios, a quienes se les quitaron órganos en Albania. El 17 de febrero del 2008, el pseudoparlamento de Kosovo, fuera de todo proceso legal establecido por Naciones Unidas, proclamó “su independencia” bajo el nombre de República de Kosovo, el cual como era de esperar, fue rápidamente aceptado por países como EE.UU., Reino Unido, Canadá, Francia, Japón o Alemania, quienes ‘coincidentemente’ armaron a los grupos terroristas que ahora se creían ‘dueños’ del enclave de la OTAN en Serbia, el cual por su parte, sigue considerando a Kosovo como una provincia autónoma de su territorio. Pese a no ser reconocido como un país de pleno derecho por la ONU, hoy en día Kosovo actúa como un ‘Estado independiente’. Mantiene relaciones con varios países el mundo, se rige por su propio sistema de leyes e incluso utiliza el euro de facto como moneda de uso. La autoproclamada ‘república’ integra hoy diversas organizaciones internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial o la FIFA. No obstante, otras organizaciones, como la UNESCO, han rechazado su solicitud de ingreso. “La gravísima crisis en la que se encuentra actualmente Kosovo - en manos de grupos mafiosos enfrentados ferozmente entre si - ha obligado a su ‘parlamento’ a desviar la atención pública, aprobando la creación de su propio ejército, el cual no es mas que la continuación de esa organización terrorista, el llamado Ejército de Liberación de Kosovo, que realizo la limpieza étnica de la población serbia con el apoyo de Occidente y que actualmente se dedica a la venta de drogas, armas y órganos de sus victimas serbias” afirmo el embajador serbio en Rusia, Slavenko Terzic. "Se trata de un golpe muy serio y muy peligroso a la estabilidad y la seguridad no solo de Serbia, sino toda la región de los Balcanes, por lo que abrigo la esperanza de que el Consejo de Seguridad de la ONU, y la comunidad internacional reaccionen de manera responsable e imparcial ante esta grave amenaza” expresó. No cabe duda que estamos ante un juego peligroso de los EE.UU. ya que los terroristas kosovares no se habrían atrevido a dar ese paso sin su consentimiento. No hay que olvidar que Washington posee en el lugar la base militar de Camp Bondsteel - la más grande del mundo creada desde cero desde la guerra de Vietnam fuera de territorio estadounidense - y desea conservarla al precio que fuera necesario ¿Hasta donde son capaces de llegar? :(