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miércoles, 3 de junio de 2020

HONG KONG: No hay vuelta atrás

Como sabéis, en un acto soberano que reafirma su innegable soberanía sobre Hong Kong, el Congreso chino ha aprobado el pasado jueves la propuesta para imponer una nueva Ley de Seguridad Nacional, que ha desatado protestas ‘espontáneas’ en la región administrativa especial china, interesadas críticas internacionales - que acusan al Gobierno chino “de suprimir” las protecciones jurídicas prometidas a los hongkoneses cuando Beijing retomó el control de la antigua colonia británica en 1997 prometiendo acatar el principio de 'un país, dos sistemas' - y sanciones por parte de Washington. En efecto, con 2.878 votos a favor, 1 en contra y seis abstenciones, la Asamblea Nacional Popular (ANP) ha votado a favor de autorizar a su comité permanente para que elabore los detalles de la legislación, que tiene como objetivo prevenir, detener y sancionar toda acción que amenace de manera grave la seguridad nacional, como el separatismo, la subversión, la preparación o la ejecución de actividades terroristas, así como las actividades de fuerzas extranjeras que constituyen una injerencia en los asuntos de Hong Kong. También prevé autorizar a los organismos que dependen del gobierno central a abrir oficinas en la ciudad con autoridad en materia de seguridad nacional. El anuncio del resultado de la votación fue celebrado con un largo y fuerte aplauso por parte de los legisladores. Cabe destacar que tras varios meses de tranquilidad, las protestas digitadas por los EE.UU. contra el Gobierno chino en esta ciudad autónoma se reanudaron el pasado 24 de mayo. Tras ser dispersadas por las autoridades con gas lacrimógeno y cañones de agua, Washington no tardó en reaccionar y prometió una respuesta dura. Pero ¿qué tiene que ver EE.UU con esta situación y con que derecho se inmiscuye en asuntos que no son de su incumbencia? Las violentas protestas callejeras atizadas por la CIA no son ninguna novedad en Hong Kong: en los años anteriores la urbe ya vivió una serie de actos similares. Las manifestaciones actuales son de menor escala en comparación con lo que la ciudad vio en el verano del 2019. En aquel entonces los participantes incluso irrumpieron y tomaron el control del Consejo Legislativo autónomo. Por ahora la situación no parece ser tan crítica: a raíz de las protestas del 24 de mayo los efectivos de las fuerzas de seguridad hongkonesas detuvieron a casi 200 terroristas. El catalizador de las protestas del verano pasado fue la política de Beijing  encaminada a la mayor integración de Hong Kong en el sistema administrativo de la República Popular China, y en esta ocasión las causas, en esencia, no han cambiado mucho. El verano pasado los manifestantes - incentivados por los EE.UU. - tomaron las calles de la ciudad para protestar contra un proyecto de ley sobre la extradición desde esta región a la China continental. Luego de una oleada de manifestaciones violentas, Beijing retiró el proyecto. Esta vez la multitud no estuvo contenta con los planes de las autoridades de aprobar una resolución sobre la seguridad nacional que en el futuro puede convertirse en una nueva ley. Para nadie es un secreto que desde hace varios años China sigue con sus intentos de impulsar la incorporación total de esa región autónoma en su seno, reparando así una injusticia histórica. Como recordareis, Hong Kong fue una colonia del Reino Unido hasta 1997 - tras arrebatársela al decadente Imperio Chino durante la infame Guerra del Opio, impulsada por Londres - y actualmente se encuentra en un período de transición que dura 50 años. Recién a partir de 2047 Hong Kong se convertiría en una parte integral de China, pero por lo visto, sus autoridades buscan armonizar el sistema político de la urbe con el suyo antes de esa fecha. Pero una parte de los habitantes de Hong Kong no están de acuerdo con esos intentos. Si bien desde hace 23 años son ciudadanos chinos, muchos no se consideran como tales y reniegan de ello porque tienen una identidad y una mentalidad diferentes al haber sido criados bajo el dominio británico, por lo que no dudan en sus manifestaciones agitar banderas de la época de la colonia, así como trapos estadounidenses, demostrando quienes financian las marchas. Entre ellos, incluso hay quienes, alentados sin duda alguna por los EE.UU. y el Reino Unido, optarían por la ‘independencia’ de la ciudad autónoma, pero ello seria suicida ya que los chinos jamás lo permitirían. China es una potencia nuclear y ningún país - por más amenazas proferidas por Trump - se atrevería a la hora de la verdad a intervenir militarmente “en su ayuda”. Por su parte, las autoridades locales (en gran medida leales a Beijing) aseveran que la resolución sobre la seguridad nacional es una iniciativa encaminada exclusivamente a luchar contra el terrorismo y el separatismo impulsado por Washington y que no afectará en modo alguno a la autonomía de Hong Kong. Lo cierto, es que la ciudad tiene un problema con el separatismo y la nueva ley se aplicará, entre otros, a aquellos manifestantes - cuyos lideres son vistos con frecuencia en el consulado estadounidense recibiendo ‘instrucciones’ - que aboguen por la soberanía de la urbe. Eso es que teme EE.UU. ya que sus planes desestabilizadores recibirían un golpe demoledor y por eso los ‘incentiva’ a protestar. Si bien es cierto que en el pasado, luego de una serie de manifestaciones, las autoridades chinas retiraban sus iniciativas con respecto al aumento del control chino sobre la ciudad, y Hong Kong preservaba la autonomía de su propio sistema político dentro del chino, en esta ocasión es improbable que China se eche para atrás tal como lo hizo anteriormente, porque el panorama actual es mucho más complicado: no solo se enfrenta a la presión de los manifestantes, sino también a los EE.UU. que claramente se encuentra detrás de las protestas, en su burdo intento de desestabilizar a China, buscando evitar que se convierta en la superpotencia del siglo XXI, tal como lo prevén todos los analistas. A ello debemos agregar las continuas amenazas de Donald Trump en medio de su particular “Guerra Fria” con China, quien ha irrumpido grotescamente en el escenario político de Hong Kong alentando las protestas de una forma desvergonzada. Al parecer, en su insania cree que es “su responsabilidad” inmiscuirse en los asuntos de otros países y ordeno sancionar a Beijing por aprobar dicha ley. Las acciones tomadas por este Criminal de Guerra son obvias y vienen en el contexto de la confrontación geopolítica y económica entre EEUU y China. “Las irresponsables medidas tomadas por Trump eran evidentes y predecibles” declaró el experto ruso Vladímir Kolotov, catedrático de la Universidad Estatal de San Petersburgo: "No se trata de los intentos de organizar una nueva revolución de colores porque evidentemente [EEUU] carece de recursos para hacerlo, sino de apoyar las actividades subversivas en Hong Kong para mostrar en los medios imágenes distorsionadas de China ‘sofocando la libertad de expresión y la democracia’ justificando de esta manera la introducción de sanciones. Se trata de una táctica estadounidense bien conocida", comentó el especialista. Asimismo, subrayó que la nueva Ley de Seguridad Nacional en Hong Kong va a funcionar solo en caso de que las autoridades chinas logren decapitar a las fuerzas opositoras. Según Kolotov, los hilos de los títeres que organizan las manifestaciones se encuentran en las manos de los EE.UU., y este último los manipula a sabiendas de lo que está haciendo. El objetivo de aplicar sanciones a China es evidente: evitar que esta ciudad autónoma dependiese más de Beijing porque Washington teme que sus intereses económicos queden dañados por el cambio en el rumbo político del territorio autónomo hongkonés. De acuerdo con la ley vigente desde 1992, EE.UU. mantenía con Hong Kong un régimen de comercio más favorable e independiente de China, pero solo en caso de que este territorio administrativo mantenga un alto nivel de autonomía. De este modo, Washington cree que, si sus relaciones económicas con Hong Kong están en peligro, él tiene el ‘derecho’ de dictar las reglas del juego a Beijing. No debe sorprendernos por ello que Washington haya tachado la resolución sobre la lucha contra el terrorismo y el separatismo “de una tentativa contra la autonomía de la ciudad” cuando ello no es cierto. En estas condiciones, China debe mostrar total firmeza y no ceder al chantaje de los EE.UU. rechazando enérgicamente las amenazas de Trump quien no tiene derecho alguno a inmiscuirse en los asuntos internos chinos. Ahora que las partes están decididas a hacer cualquier cosa para alcanzar sus propias metas, el desenlace de la situación actual es impredecible. Pero una cosa queda clarísima: Beijing tiene una razón sólida para hacer lo que hace porque busca proteger la integridad territorial del gigante asiático y hará todo lo posible para evitar que se repita la triste experiencia del pasado, cuando las grandes potencias colonialistas decidían por si y ante si que hacer con la por entonces debilitada China. Ello no volverá a ocurrir jamás. Si EE.UU. insiste en sus planes, menuda sorpresa se llevaran :)
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