NAGORNO KARABAJ: Una guerra perpetúa en los confines de Europa
Los enfrentamientos armados en la frontera entre Azerbaiyán y Armenia desde el pasado 12 de julio por el control del enclave de Nagorno Karabaj, han vuelto poner en el foco el conflicto más antiguo del Cáucaso, en estado latente desde la firma de una tregua hace más de 25 años. Se trata de una región situada en la parte occidental de Azerbaiyán, habitada casi íntegramente por armenios y de religión cristiana, muy diferentes a los azerí, que son musulmanes. Los conflictos por esta región son de antigua data: fue un territorio en disputa ya en 1918, cuando, tras la caída del Imperio Ruso y fracasado el breve intento de construir una república federal transcaucásica, se formaron los estados actuales de Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Es preciso aclarar que tanto Georgia como Armenia fueron reinos independientes durante siglos, hasta que fueron anexados por los zares. En 1921, la invasión bolchevique suspendió la lucha por las fronteras y adjudicó Nagorno Karabaj a Azerbaiyán, pese a las protestas armenias. Además creó un territorio azerbaiyano al este de Armenia, la franja de Najicheván, aislada del resto de la república. Nagorno Karabaj fue declarado una región (oblast) autónoma dentro de Azerbaiyán, pero su población armenia se quejó de la falta de enseñanza del armenio en los colegios y de la creciente hostilidad de los ocupantes musulmanes. En 1988, tres años antes del derrocamiento de la dictadura comunista y el colapso de la Unión Soviética, empezaron las revueltas armadas en Nagorno Karabaj, con tiroteos, ataques a trenes y formación de milicias armenias. Moscú envió tropas para imponer una frágil calma. Ante la sospecha de que Armenia intentara restituir a su territorio también la franja de Najicheván, Turquía agrupó tropas en la frontera y amenazó con entrar en la disputa. Ankara se convirtió así en un aliado diplomático de Azerbaiyán, por una parte motivada por compartir la misma lengua y religión, por otra por su histórica enemistad con Armenia, pero no intervino en la guerra de Nagorno Karabaj, para no provocar a los rusos. En 1991, tras la desaparición de la URSS, Armenia y Azerbaiyán se convirtieron en Estados independientes y al año siguiente, las autoridades locales de Nagorno Karabaj declararon su propia república, el cual no ha sido reconocido por ningún país. Como consecuencia de esa decisión, la guerra se recrudeció. Pese a que Azerbaiyán tenía más armamento, las milicias de Nagorno Karabaj, apoyadas por el ejército armenio, lograron liberar la mayor parte de la antigua zona autónoma y expulsaron de ella a los azeríes. Además, las milicias armenias conquistaron las áreas colindantes, teóricamente no en disputa, que separaban Nagorno Karabaj de Armenia, estableciendo su dominio sobre un territorio mucho mayor y más fácil de defender. Aunque el gobierno de Armenia asegura oficialmente que Nagorno Karabaj es una república independiente, no dominada por Erevan, los lazos entre la región secesionista y el Estado armenio son extremamente densos y en la práctica, Nagorno Karabaj funciona como parte de Armenia. Si bien Erevan - al igual que el resto del mundo - no lo ha reconocido oficialmente como Estado independiente, la considera suya ya que formo parte de sus territorios ancestrales, al igual que las amplias zonas ocupadas actualmente por Turquía, donde como sabéis, los armenios han sido victimas de un genocidio sistemático por parte de Ankara. Por cierto, los primeros tres presidentes armenios elegidos desde la independencia estaban vinculados a Nagorno Karabaj: Levon Ter-Petrossian (1991-1998) fue miembro del Comité de Karabaj a finales de los ochenta, que preparó la secesión de la región, Robert Kocharian (1998-2008), nacido en Stepanakert, figuró como presidente de Alto Karabaj de 1994 a 1998, y su sucesor Serzh Sargsyan, también nacido en Stepanakert, organizó las milicias de Nagorno Karabaj a inicios de los noventa. Desde inicios del siglo XXI han tenido lugar varias negociaciones entre las autoridades azerbaiyanas y armenias, pero sin resultado alguno. Baku no esta dispuesto a ofrecer una amplia autonomía al enclave, y exige por el contrario que Armenia se retire de las zonas colindantes. Para Erevan en cambio, sólo la independencia es una salida válida a la crisis. Aunque el conflicto a lo largo de los años pareciera haber estado en calma, en la frontera se suceden ocasionales tiroteos entre fuerzas azerbaiyanas y armenias que continúan hasta el día de hoy. Azerbaiyán, una potencia petrolera cuyo gasto militar supera todo el presupuesto de Armenia, ha aumentado recientemente sus fuerzas armadas y ha amenazado con invadir Nagorno Karabaj. “Tales amenazas no deben pasar a los hechos ya que son inaceptables por el Kremlin”, señalo el analista especializado en el Cáucaso, Alexánder Sytin, Armenia pertenece a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, una alianza político militar liderada por Moscú, además de acoger una base rusa en su territorio. Como era de esperar, Turquía ha expresado su apoyo al gobierno azerí. “El incidente no es una violación o conflicto fronterizo, sino un ataque deliberado directamente contra Azerbaiyán”, afirmó el dictador turco, Recep Tayyip Erdogan, “Armenia caerá en el agujero que está cavando para otros”, añadió el genocida durante una reunión de su gabinete, según cita el diario Hürriyet. Por su parte, Rusia está tratando de activar la vía diplomática para que la escalada no vaya a más. En ese sentido, el ministro de Exteriores ruso Serguéi Lavrov, conversó con sus homólogos armenio y azerbaiyano para pedir un alto el fuego inmediato. “Estamos profundamente preocupados por los enfrentamientos y hacemos un llamado a la moderación a ambos países” indico. El conflicto preocupa a la comunidad internacional no solo por la inestabilidad para en el sur del Cáucaso, una región que sirve como corredor para los gasoductos y oleoductos que transportan gas para varios mercados y también desde el punto de vista de la acción de las potencias regionales con gran influencia en la zona e intereses contrapuestos. En efecto, Moscú y Ankara mantienen una alianza incómoda por su apoyo a partes enfrentadas en Siria, y ahora también en Libia, por lo que la apertura de otro escenario de conflicto solo perjudicara aun más sus relaciones ya que beneficiara a la OTAN, que siempre esta al acecho intentando romper esa tensa amistad entre turcos y rusos, que va en contra de sus intereses, con mayor razón tras el rotundo fracaso de su aventura en Ucrania, un avispero del cual no sabe como salir. Para nadie es un secreto además que el destino de Nagorno Karabaj sigue siendo el mayor obstáculo en las relaciones entre Turquía y Armenia, por lo que de agudizarse el conflicto, podría degenerar en una guerra abierta de graves consecuencias no solo para la región. A ello se suma las amenazas del gobierno azerí de atacar con misiles las instalaciones nucleares armenias, si el país vecino continué apoyando al enclave. Por la magnitud y peligrosidad que ello representaría no solo para la región, es necesario que Azerbaiyán debe ser neutralizado antes de que escape de todo control :(