Como cada año, la noche del 5 al 6 de enero, Sus Majestades los Reyes de Oriente - Melchor, Gaspar y Baltasar - reparten desde sus lujosas carrozas regalos a los niños buenos. Pero, ¿De quienes se trataba? ¿De dónde provenían? ¿Eran solo tres o había muchos más? ¿Existieron en realidad? ¿Qué significan sus famosos presentes ‘oro, incienso y mirra’? Como sabéis, los tres Reyes Magos son un símbolo de la Navidad y la cultura infantil, ya que según la tradición este trío de personajes visita los hogares de los niños que han sido buenos para obsequiarles regalos. Esta entrañable festividad tiene su origen en la Biblia: en la tradición cristiana, los Reyes Magos eran los nobles peregrinos procedentes ‘de Oriente’ que siguieron una estrella guía milagrosa hasta Belén, donde rindieron homenaje al Niño Jesús como rey de los judíos (Mateo 2: 1- 12). En el evangelio se describe a los Reyes Magos como hombres sabios que siguieron el rastro de una enigmática estrella, aunque no está claro si la Estrella de Belén se refiere a un fenómeno astronómico real, o es simplemente una figura literaria. Algunos historiadores y científicos han argumentado que el nacimiento de Jesús pudo coincidir con algún evento, como una conjunción planetaria, como la acontecida en diciembre de 2020 entre Júpiter y Saturno. Otros han apuntado incluso que pudo coincidir con el paso del cometa Halley. Pero asociar estos acontecimientos al nacimiento de Jesús es problemático, no solo porque la propia fecha de su nacimiento es incierta (puede variar en un margen de seis años), sino también porque estos eventos son relativamente frecuentes a lo largo de los siglos. Tradicionalmente, se representa a los Reyes Magos con aspecto de monarcas al estilo persa, pero no hay nada en las escrituras sagradas que los identifique como miembros de la realeza, sino tan solo sabios, tal vez nobles. Otras leyendas, en cambio, los identifican como hombres entregados al estudio de la astronomía. En cualquier caso, se relata en el evangelio según Mateo que su búsqueda llamó la atención del infame rey Herodes - un títere idumeo colocado en el trono por los romanos y por ello odiado por los judíos - que ya tenía conocimiento del hecho a través de sacerdotes y escribas, pero que extrajo de los Magos la fecha exacta en que apareció la estrella que anunciaba el nacimiento como confirmación de la profecía bíblica. Luego hipócritamente los envió a ver al niño Jesús, pidiéndoles que revelaran a su regreso su ubicación exacta “para ir también a adorarle”. Es así como, desconociendo sus criminales intenciones, los Magos continuaron hasta Belén guiados por la estrella, donde encontraron y adoraron a Jesús, ofreciéndole regalos (incienso, oro y mirra). El oro se relaciona con el poder; el incienso, utilizado habitualmente como ofrenda a los dioses, serviría para reconocer el lado divino de Jesús. Por último, la mirra se trata de un producto de color ambarino rojizo que se obtiene de la resina del Commiphora myrrha, un árbol que crece en el noreste de África y Arabia, que exuda esta sustancia de forma natural. La mirra, por su parte, no parece tener un significado concreto. Si bien tenían la intención de regresar a Jerusalén para comunicarle la noticia a Herodes, un ángel les advirtió en sueños que no lo hicieran, retornando por otro camino a casa y desapareciendo así de la historia. Desde entonces, la tradición milenaria de estos tres personajes perdura hasta el día de hoy. Resulta curioso que los conocidos como ‘Reyes Magos’ inicialmente no eran considerados así. En la Biblia solo se les describe como ‘magos’ (del griego magós, que también significa ‘hombre sabio’), y en ningún momento se les describe como ‘reyes’. No obstante, las tradiciones posteriores embellecieron la narrativa. Fue en el siglo III cuando se comenzó a considerarles como reyes, probablemente interpretando la profecía del Salmo 72:11 (“Caigan todos los reyes ante él”). Sus supuestas reliquias fueron trasladadas de Constantinopla posiblemente a finales del siglo V, posteriormente a Milán durante el saqueo de la ciudad por los cruzados y de allí a la Catedral de Colonia (Alemania) en el siglo XII, donde actualmente se encuentran. En cuanto a sus nombres, aproximadamente en el siglo VIII, estos aparecen en una crónica conocida como Excerpta latina barbari donde son llamados Bithisarea, Melichior y Gathaspa. Se los conoce más comúnmente como Balthasar, Melchor y Gaspar. Según la tradición de la Iglesia occidental, Balthasar a menudo se representa como un rey de Arabia o Etiopía; Melchor, como un rey de Persia; y Gaspar, como un rey de Babilonia. La tradición teológica cristiana siempre ha enfatizado que los gentiles vinieron a adorar a Jesús, un evento celebrado en la Iglesia oriental en Navidad debido a que utilizan el calendario juliano - que tiene un retraso de varios días con relación al calendario gregoriano que usamos nosotros, por lo que en Occidente se celebra en la Epifanía (6 de enero). Si bien la tradición oriental afirma que el número de magos es 12, la tradición occidental establece su número en tres, probablemente basado en los tres regalos de "oro, incienso y mirra" (Mateo 2:11) presentados al niño Jesús. Fue en el siglo V, cuando el papa León I estableció oficialmente su número en tres para toda la cristiandad. Como podéis imaginar, la adoración de los Reyes Magos al niño Jesús, se convirtió en uno de los temas más populares en el arte cristiano. En la Edad Media, la Adoración de los Magos a menudo se asociaba con otros dos acontecimientos importantes de la vida de Jesús: su bautismo, durante el cual la voz de Dios declaró públicamente que Jesús era su hijo, y las bodas de Caná, en las que reveló su identidad divina cambiando el agua en vino. Los tres eventos, comúnmente celebrados en un mismo día festivo, se representaban con frecuencia juntos en las esculturas monumentales que decoraban las iglesias de la época. Han pasado varios siglos y el encuentro con el Niño Jesús es recordado con alegría por los cristianos, quienes celebramos jubilosos ese magno acontecimiento… ¡Feliz Día de Reyes! :)