Icono de la vida en este planeta, el panda gigante es una de las especies más amenazadas. La destrucción de su hábitat natural, la caza furtiva, la endogamia, el avance de la agricultura y la presión demográfica humana han reducido su población en estado salvaje a menos de 2.000 ejemplares, por lo que se encuentra al límite de su supervivencia. En efecto, Si bien son conocidos desde hace cuatro milenios por los chinos - debido a su temperamento huidizo y a que las áreas donde habita se constriñen en zonas montañosas remotas e inaccesibles entre 2.500 y 3.500 metros de altitud, aparte de que no hibernan, como lo hacen otros osos - sabemos pocos detalles de su vida en libertad. En efecto, se trata de uno de animales más raros del mundo, que solamente se encuentra en China. Exceptuando el matiz negro de las cuatro extremidades, las orejas y el contorno de los ojos, su cuerpo es enteramente blanco. Como quiera que sea, su naturaleza juguetona y esa imagen candorosa reproducida hasta el infinito en los muñecos de peluche, lo han convertido en uno de los animales más entrañables y populares del orbe. Pero si a tales rasgos se añade el de la escasez de su población, es fácil comprender por qué Sir Peter Scott, fundador en 1961 del World Wildlife Fund (WWF), el Fondo Mundial para la Naturaleza, y primero de sus presidentes, lo escogió como emblema de dicha organización. Desde entonces el panda gigante representa un fuerte y reconocido símbolo de conservación que traspasa todas las barreras idiomáticas. Claro que, como tal símbolo, lo es, ante todo, de su país de origen. En la actualidad, según se estima, moran en China unos 1.600 de estos animales en libertad y 200 más en cautividad. Por desgracia para ellos, su especie, amenazada por la pérdida de su hábitat, la caza furtiva y la endogamia, corre innegable peligro de desaparición. Evitar semejante contingencia se ha convertido para el coloso asiático en un asunto de estado, traducido en la adopción de medidas estatutarias. Todo panda gigante, incluyendo sus células reproductivas, es, por ley, propiedad de este país, habite donde habite. Su gobierno, tras la prohibición de exportar ejemplares a finales del siglo pasado, excluyó de los gestos protocolarios de amistad internacional el de regalarlos a los zoológicos extranjeros. Los que hoy en día se hallan fuera de sus fronteras lo están exclusivamente a título de préstamo. Resta decir que en China matar a un oso panda o vender sus pieles (cotizadas en miles de dólares) se castiga con cadena perpetua, incluso con la pena capital. Pero el paso decisivo a efectos de proteger lo que hoy se considera un tesoro natural nacional incuestionable fue el establecimiento, en 1987, del Centro de Investigación y Reproducción del Panda en Chengdu, la capital de Sichuan. Precisamente por esta provincia y por las contiguas de Gansu y Shaanxi, en la China central, se extienden las seis cordilleras en cuyas masas forestales medra el panda salvaje, que muy pocas personas tienen la oportunidad de contemplar alguna vez en su estado natural. Un escollo que el citado centro contribuyó a minimizar, como parte de sus funciones y objetivos, abriendo sus puertas al público en 1995. Líderes políticos, dirigentes de altos organismos y personalidades célebres, así como cientos de miles de turistas de todas las procedencias, las han atravesado ya para familiarizarse con los simpáticos osos. Inicialmente contaba sólo con 6 de ellos rescatados de las agrestes alturas. Algo más de dos lustros después, en 2007, acogía ya 110 crías y 60 adultos. En su hábitat natural, los pandas viven alrededor de 20 años, que, en caso de cautiverio, pueden alargarse a 35 como mucho. El Centro de Chengdu, único de su tipo en el mundo situado en un área metropolitana, se define como una corporación especializada en la investigación y conservación ex situ de animales raros y en riesgo de extinción, de los que el panda gigante es el paradigma por antonomasia. Premiado por las Naciones Unidas como la mejor institución planetaria para la protección del medio ambiente, cuenta con equipos de expertos en disciplinas tales como Genética Animal, Reproducción y Cría, Medicina Veterinaria y Ecología. De todas ellas, la que marca la pauta de las actividades del Centro es la biología de la reproducción para la vida silvestre amenazada. Al respecto, el doctor Fei Lisong, uno de sus especialistas, en relación a los pandas gigantes, comenta: “Estos animales presentan atrofia sexual y otras patologías conexas, que obran en contra de la continuidad de la especie. Además, su apareamiento en cautividad origina endoximia, degeneración genética que acaece entre miembros del mismo linaje cohabitando en número exiguo y en espacios confinados y que se manifiesta mediante alteraciones o malformaciones. No resulta fácil conseguir el nacimiento de una cría normal, algo que sólo ocurre de modo esporádico. Únicamente cuando la población que manejamos haya llegado a los niveles deseados, el Centro orientará sus esfuerzos a que los pandas gigantes se adapten a su medio natural, de modo que sean liberados y puedan repoblar los bosques montanos de donde son originarios”. Aunque estrictamente protegidos, los pandas gigantes continúan estando en peligro. Y de frustrarse la expectativa final apuntada por el doctor Fei Lisong, esta especie, la más popular y más fotografiada entre todas las que afrontan la amenaza de desaparición, quizá esté destinada a sobrevivir sólo en el logotipo de WWF :(