Los ataques directos contra la población están presentes en la práctica totalidad de las guerras civiles, convertidas en escenarios idóneos para los atentados terroristas indiscriminados y la limpieza étnica.
Tradicionalmente, estas agresiones se han justificado por la contribución de la población al esfuerzo bélico y por la utilización que los movimientos insurgentes hacen de los civiles para confundirse entre ellos y sobrevivir a su costa. Sin embargo, hoy el agresor busca principalmente condicionar la opinión de los ciudadanos para que ejerzan una presión insuperable sobre sus dirigentes políticos. Dicho de otro modo, en los conflictos armados actuales los civiles siguen siendo un objetivo preferente, más por su capacidad de influencia política que por su apoyo efectivo a las operaciones. Así lo entendieron los terroristas albaneses cuando emprendieron una limpieza étnica generalizada en Kosovo contra los serbios - que la consideran su tierra ancestral y parte integral de Serbia - y así lo entiende en la actualidad ISIS
(aquel grupo terrorista creado y financiado tanto por los EE.UU. como las corruptas petromonarquias del Golfo Pérsico, y que fueron entrenados en Turquía y Jordania por agentes de la CIA y el Mossad israelí, para desestabilizar Siria e Irak mediante el terror contra la población civil y Washington pueda de esa manera conseguir sus demenciales fines). En efecto, esta banda de despiadados asesinos aplican una estrategia de victimización de civiles consistente en atacar a la población no combatiente mediante acciones planificadas sistemáticamente y sostenidas en el tiempo para conseguir objetivos políticos. Se trata, por lo tanto, de una decisión política que nada tiene que ver con los llamados daños colaterales o con ataques descoordinados y aleatorios realizados por fuerzas descontroladas.
En este sentido, la victimización no es un impulso irracional, sino una decisión adoptada con la finalidad de conquistar y controlar un territorio mediante la violencia indiscriminada que convierte a los adversarios de ISIS en individuos a los que se debe castigar con la muerte mas atroz que uno se puede imaginar. La violencia en este caso tiene su origen en el desprecio, el resentimiento y la venganza, de ahí que la acompañen con sofisticadas formas de sufrimiento. En realidad se trata de un problema de identidad, puesto que la victimización es mucho más aceptable cuando se identifica al enemigo con una sociedad impía y cruel, demonizada por sus diferencias culturales y religiosas. Por eso ISIS necesita crear un modelo social de identidades antagónicas e incompatibles, distorsionando la realidad cuanto sea necesario.
Por otra parte, la descomposición instalada en Oriente Próximo ha contagiado entre la sociedad musulmana la añoranza por remotos tiempos de esplendor. En su versión más radical, los islamistas interpretan que su actual deterioro es consecuencia del dominio ejercido por el mundo occidental, cristiano, rico y avanzado, pero también decadente y degenerado. Este razonamiento alimenta la pretensión de instaurar relaciones de poder, estructuras políticas y sistemas jurídicos propios del pasado y, en última instancia, fundamenta el absoluto desprecio de ISIS por el derecho internacional humanitario. La última condición es el supuesto beneficio estratégico que permitiría a estos criminales alcanzar sus objetivos políticos a un coste asumible.
Una de las ventajas estratégicas consiste en doblegar la voluntad de la población mediante el terror, tanto en el territorio ocupado, para evitar cualquier atisbo de contestación social, como en el exterior, para anular el apoyo popular a sus enemigos y lograr la autocensura de los medios de comunicación. La otra ventaja estratégica deriva del temor a enfrentarse a quienes no dudan en mutilar, esclavizar o asesinar. Un ejército atenazado por el miedo pierde así su capacidad de combate y se convierte en un objetivo asequible, tal como se pudo comprobar en Mosul y Ramada que cayeron sin combatir. Con estas conquistas aparentemente sencillas en muchos de los casos, ISIS quiere mostrar su pretendida superioridad sobre los infieles y sobre quienes no defienden sus postulados con su misma vehemencia. Sin embargo, para que el temor surja efecto en la población es imprescindible difundir las acciones violentas de la forma más descarnada posible, actividad en la que estos terroristas se han aplicado concienzudamente. En definitiva, la estrategia de ISIS prevé el dominio de un área geográfica (el Califato) y la posterior expansión territorial. En estas circunstancias, sus dirigentes consideran que el control interno pasa por el exterminio de los grupos sociales contrarios. ISIS pretende, además, crear un estado de ánimo de derrota por el miedo, de anulación de la oposición interna, de neutralización de la capacidad de combate de las fuerzas enemigas y, muy importante, de captación internacional de extremistas. Piensan que los líderes occidentales son muy vulnerables a la opinión pública y que esta “debilidad”, bien explotada, les permitirá ganar su guerra. Por lo tanto, no pretenden sólo castigar a los infieles; buscan principalmente acortar la duración del conflicto y facilitar el control del territorio, reduciendo sus costes económicos y humanos, lo que en último término les ayuda a superar hipotéticos inhibidores morales - si es que los tienen - para matar y torturar civiles.
Por lo tanto, el terror implantado por ISIS se asienta en dos lógicas: la lógica del castigo, para acabar con el apoyo de la población al esfuerzo bélico, y la lógica del miedo, para minar la capacidad de combate del enemigo. Sin embargo, el castigo y el miedo no suelen producir los efectos buscados. De hecho, y obviando importantes consideraciones éticas, la victimización de los civiles se acabará revelando como una torpeza estratégica más de Abubaker al Bagdadi - aquel conocido agente del Mossad que esta al frente del grupo terrorista - porque la violencia gratuita, más que inefectiva, es contraproducente, fortalece la capacidad de resistencia de la población y desactiva cualquier opción de alianza exterior. De esta manera, ISIS seguirá creciendo y fortaleciendo en tanto continué el apoyo de sus financistas, sea de Washington y de las petromonarquias del golfo, pero cuando deje de ser útil para sus intereses, serán estigmatizados y perseguidos, por lo que no debería extrañarnos si el monstruo al sentirse traicionado, cambie de objetivos y apunte al corazón de sus amos. Al fin y al cabo, no seria la primera vez en la historia que ello suceda :)
Syria: Isis Advance on Aleppo Aided by Assad... por wochit