Teniendo como telón de fondo los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebran en Corea del Sur, el régimen comunista de Pyongyang ha desarrollado otro - el diplomático - que ha descolocado a sus adversarios y que no ha caído nada bien en Washington, el cual trata por todos los medios de minimizar su impacto e insiste con sus demenciales planes belicistas. En efecto, mientras el pasado jueves en Pyeongchang (Corea del Sur) se hacían los últimos ensayos para la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, en Pyongyang (Corea del Norte) se llevaba a cabo un gran desfile militar. Misiles, tanques, artillería y miles de soldados desfilaron ante Kim Jong-un. Parece una contradicción con los gestos de distensión que, aparentemente, ha adoptado el dictador norcoreano. Como sabéis, Corea del Norte ha enviado una importante delegación a esos Juegos: 22 atletas, un grupo musical, 200 acompañantes y, muy significativo, entre esos acompañantes destacó Kim Yo-jong, la hermana de Kim Jong-un, algo considerado ‘histórico’ porque fue la primera vez que una integrante de la dinastía Kim haya pisado suelo surcoreano. Según explicó un portavoz del jefe de estado surcoreano, Kim Yo-jong, que llegó acompañada del resto de altos cargos norcoreanos incluido el presidente honorífico de ese país, Kim Yong-nam le entregó una carta personal de su hermano en la que "manifestó su voluntad de mejorar las relaciones entre Corea del Norte y Corea del Sur", y le decía que "está dispuesto a reunirse con él lo antes posible". El mandatario local coincidió con su punto de vista y acepto la invitación, lo cual marcaría un giro radical en la actual escalada de tensión que ha protagonizado la Península durante los últimos meses y resucitaría la memoria de la llamada Política del Amanecer, el período entre 1998 y 2008 cuando las dos coreas mantuvieron un acercamiento que desembocó en numerosos proyectos financieros comunes, participaciones deportivas conjuntas y dos cumbres presidenciales en Pyongyang. Consciente del entorno en el que se mueve, Moon si bien aceptó de inmediato el ofrecimiento, fue explícito al manifestar que cualquier cambio real en la crisis que afronta la Península requiere también la participación de Washington. "La reanudación del diálogo entre EEUU y Corea del Norte es también necesaria para el desarrollo de las relaciones entre el Norte y el Sur", explicó Moon a sus interlocutores norcoreanos. El jefe de estado sureño coincidió los enviados de Kim Jong-un el viernes, durante la gala nocturna de la apertura de los Juegos, donde compartieron estrado y Moon estrecho la mano de Kim Yo-jong, dando lugar a una fotografía que se convirtió en motivo viral en Corea del Sur en un reflejo de la expectación que está generando la aproximación de los dos países. La invitación de Kim Jong-un forma parte de la transformación acelerada que está sufriendo la geopolítica de la Península bajo el impulso de la llamada "diplomacia olímpica" que ha propiciado los Juegos. Sin embargo, el esfuerzo y los malabarismos diplomáticos que está realizando Moon no han encontrado eco alguno hasta el momento en la delegación estadounidense que comanda el vicepresidente Mike Pence, que permanece aferrado a su retórica habitual, rechazando mantener contacto alguno con la delegación norcoreana. La patética imagen de Pence a metros de Kim Yo-Jong y Kim Yong-nam en la tarima presidencial durante los actos de Pyeongchang, incapaces todos ellos de entrecruzar ni siquiera una mirada, constituye toda una alegoría al encono que les separaba pese a la proximidad física. El vicepresidente de EEUU declaró que cualquier hipotética conversación con Pyongyang tiene una condición previa: que Corea del Norte renuncie a su arsenal nuclear, una condición que el régimen de Kim Jong-un nunca aceptará. "La desnuclearización tiene que ser un punto de partida, no el final. Tienen que adoptar pasos concretos. Sólo en ese momento podría considerar la comunidad internacional unas (posibles) negociaciones y realizar cambios al sistema de sanciones", adujo. "No nos equivoquemos, EEUU tiene una opción militar viable para hacer frente a la amenaza nuclear de Corea del Norte", añadió en una entrevista con una cadena norteamericana, demostrando con ello que sus planes de agresión de Washington contra Pyongyang continúan en marcha, al margen de los resultados que se pueda sacar de la visita de la hermana del dictador norcoreano. Frente a esta postura extrema, Moon recibió el apoyo en su ofensiva diplomática del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Gutierres, que aprovechando la recepción que ofreció Moon a los dignatarios invitados el viernes, conversó con Kim Yong-nam para instarle a dialogar sobre la "desnuclearización" de la Península. La posición estadounidense ya ha comenzado a propiciar las primeras críticas veladas de comentaristas locales y hasta una indirecta del portavoz del Comité Olímpico Internacional, Mark Adams, que se refirió al explícito gesto de Pence, quien se negó a levantarse de su asiento el viernes al paso de la comitiva unificada coreana, mientras la mayoría de los dirigentes internacionales presentes en el mismo lugar aclamaban al grupo. "La política continuará. Yo dejo a los políticos que hablen de política, pero la inauguración (de Pyeongchang) fue un momento muy simbólico. Fue un momento histórico que ningún político – en referencia a Pence – podrá estropear", opinó Adams. La ceremonia de apertura fue acogida con entusiasmo por la mayoría de televisiones y periódicos surcoreanos, donde se repetían los grandes titulares del tipo "Una ventana de paz se abre en las Olimpiadas" del Seoul Shinmun o "El fuego de la paz brilla en los Juegos Olímpicos", parafraseando al matutino Kookmin. Hasta los propios medios de propaganda norcoreanos, que normalmente tardan días en informar sobre la actualidad o simplemente la ignoran, se apresuraron a destacar con absoluta preeminencia el evento -era la portada en el diario Rodong Sinmun- y el "cálido saludo" entre Kim Yong-nam y Moon durante la ceremonia de apertura, en palabras de la agencia KCNA. Sin embargo, el sureño 'Korea Times' reconocía en su editorial que "una mejora temporal en las relaciones intercoreana no significa que la grave situación de seguridad en la Península vaya a resolverse en un corto plazo". El desafío que enfrenta Moon no se centra sólo en las desavenencias con EEUU, Japón o las posibles exigencias de su vecino norteño. La sociedad surcoreana se encuentra también dividida sobre la conveniencia de todos estos gestos dirigidos al Norte, según revelan las encuestas. La última, realizada por encargo de la televisión TBS, indicaba que un 40,5% de los consultados apoyaban el desfile de las dos naciones bajo la bandera unificada en la apertura de los Juegos Olímpicos, mientras que un 49,4 se oponían. Todo un reflejo de la significativa disminución de adeptos que ha sufrido la causa de la unidad intercoreana desde hace años en la sociedad local, especialmente entre los sectores más jóvenes, quienes lo ven como algo del pasado, ajeno a sus intereses. Por el contrario, a los militares surcoreanos les brillan los ojos cuando se habla de una reunificación, ya que tendrían la posibilidad de hacerse con el arsenal nuclear norcoreano y es que contrario a los deseos de Washington, quieren quedárselo con ellos ya que con una Corea unificada y con semejante arsenal, se convertiría en una potencia nuclear que tendría la vista puesta, no en China - como se cree - sino en Japón, su viejo y odiado enemigo, de quienes actualmente son ‘aliados’ de palabra por presión de los EE.UU. Pero con la desaparición de la cuestión norcoreana, volvería la tradicional animosidad entre ambos países y es que hay viejas cuentas pendientes que saldar con los japoneses, quienes invadieron Corea en 1910 y los esclavizaron hasta el final de la II Guerra Mundial. El trato cruel e inhumano que sufrieron a manos de ellos, especialmente de sus mujeres de toda edad y condición - que fueron obligadas a prostituirse para el ejército imperial japonés - es algo que no se olvida y es una herida abierta hasta el día de hoy. Entretanto, para tratarle de quitarle importancia al asunto, Washington ha reiterado su condena al régimen de Pyongyang, agregando que revelará pronto las “sanciones más duras” jamás adoptadas contra Corea del Norte, ya anunciadas el miércoles pasado por Mike Pence durante su visita de tres días a Japón, el cual tuvo lugar en un momento en que Washington busca reforzar lazos con sus aliados en la región y mantener la presión sobre el régimen de Pyongyang a pesar de la reciente ‘distensión’ en la península de Corea. “Todas las opciones están sobre la mesa y Estados Unidos ha desplegado algunos de sus recursos militares más avanzados en Japón y la región en general para proteger nuestro territorio y a nuestros aliados, y seguiremos haciéndolo”, agregó Pence en dicha ocasión. A ello podemos agregar las estridentes declaraciones del judío Henry Kissinger (ex Secretario de Estado de Richard Nixon) quien a sus 94 años no pierde su fogosidad bélica y promovió un 'tentador' primer golpe nuclear contra Corea del Norte, durante una reunión con el Comité de Servicios Armados del Senado. Kissinger consideró que el golpe preventivo "es poderoso y su argumento es racional (sic)" y arguyó que Pyongyang constituye "la más inmediata amenaza a la seguridad global", argucia que no es compartida por Rusia y China, las otras dos superpotencias que comparten fronteras con Corea del Norte, cuando el territorio de EE.UU., sin contar Hawai, se encuentra a 10.358 kilómetros de distancia "al alcance de sus misiles" aseveró. Como sabéis, Corea del Norte está dentro del club de países poseedores de armas nucleares y ha dejado en claro que no tiene ningún reparo en usarlas a la menor amenaza proveniente de los EE.UU., como un ataque ‘preventivo’ que Washington esta acostumbrado a hacer en países que sabe que no poseen los medios para responderles de la misma manera, pero Pyongyang es diferente porque si lo tiene. El pasado indica que todas las políticas de acercamiento con el régimen fracasaron de una u otra forma y que éste siguió a paso firme en su ambicioso plan nuclear. Ante un escenario de amenaza nuclear constante y ensayos balísticos, Washington puede desencadenar una guerra de agresión que conllevaría un precio en vidas humanas y costos económicos incalculables. El riesgo de un holocausto nuclear se acrecienta en la medida en que tanto Corea del Norte se mantiene a flote como régimen díscolo en el uso de su arsenal nuclear y los EE.UU. pretendan seguir dictando su voluntad al mundo, cuando ese tiempo ya pasó. Para los analistas, la ‘diplomacia olímpica’ de Kim Jong-un no tendrá el efecto deseado y solo se trata de un preludio a la guerra devastadora que se avecina :(