Para nadie es un secreto la mutua animadversión y antipatía que se tienen Francisco I y su antecesor Benedicto XVI, quienes representan dos corrientes totalmente opuestas dentro de la anquilosada estructura del Vaticano. El último punto de fricción fue el nuevo libro de Joseph Ratzinger (publicado junto al cardenal Robert Sarah, ligado a las ideas ultraconservadoras de Marcel Lefebvre) donde presiona a Jorge Bergoglio para abandonar la absurda idea de ordenar a hombres casados, defendiendo además radicalmente el celibato. Esto en reacción a la controvertida propuesta aprobada en el pasado Sínodo de la Amazonia para ciertos lugares del mundo y de manera extraordinaria. La decisión del Papa emérito de romper el silencio sobre asuntos católicos claves ha suscitado serias dudas sobre la convivencia de dos pontífices - considerados por su antagonismo como los lobos del Vaticano - que aparentan buenas maneras ante cámaras, pero fuera de ellas no se pueden ni ver. Cuando en el 2013 Benedicto XVI se convirtió en el primer pontífice que renunciaba al trono en casi 600 años, prometió vivir "escondido del mundo" en un antiguo convento dentro de los jardines del Vaticano. Aunque inicialmente cumplió su promesa de llevar a cabo una vida de contemplación silenciosa e investigación académica, ha intervenido en algunos temas delicados como el abuso sexual por parte de curas y la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres casados. La contribución de Benedicto XVI en un libro de defensa del celibato fue interpretada como un intento estratégico de presionar a su sucesor, Francisco I, al apoyar abiertamente la causa de los sectores ultraconservadores enemigos del pontífice argentino, quienes a sotto voce lo califican de hereje. Según los expertos, el problema es que no se han elaborado reglas precisas sobre el papel del pontífice que renuncia. "Hubo indicios sobre los posibles problemas desde el principio", cuando Benedicto XVI abdico pero decidió seguir residiendo en el Vaticano, comentó Richard Gaillardetz, profesor de teología católica del Boston College, al National Catholic Reporter. "La publicación de puntos de vista sobre temas controvertidos, cuando proviene de una persona que insiste en merecer el título de 'Papa' (aunque emérito), se viste con los atuendos papales y reside en el Vaticano, es un problema profundo", asegura Gaillardetz. A su turno, el historiador Francesco Margiotta Broglio, jefe de la comisión para la libertad religiosa de Italia y conocido partidario de Bergoglio, considera, según escribió en L´Osservatore Romano, que "Ratzinger no debería escribir ni hablar sobre ningún tema en particular ya que se presta a controversias dada sus posiciones antagónicas respecto a su sucesor. Si continúa yendo contra el papa reinante, podría convertirse en un antipapa”. Seis hombres renunciaron al trono hasta el siglo XV, cuando Gregorio XII (1406-1415) renunció para ayudar a poner fin al Cisma de Occidente y recibió un título completamente diferente: obispo de Oporto, alejándose para siempre de la Santa Sede. Otro ejemplo es el de Celestino V, un antiguo religioso ermitaño, quien tras su abdicación abandonó drásticamente sus insignias papales y retornó a su cueva (sintiéndose amenazado por quien podría convertirse en un papa rival, su sucesor Bonifacio VIII, el cual lo puso bajo arresto domiciliario). De otro lado, la edad y la fragilidad física de Benedicto XVI, de 92 años, con una salud delicada y dificultades para hablar y escribir, ha llevado a algunos observadores de los asuntos del Vaticano a preguntarse si efectivamente es el verdadero autor de las reflexiones publicadas, o si alguien le puso esas palabras en la boca. "Es probable que algunos prelados opuestos a Francisco I hayan tratado de ocultar un complot bajo el manto del Papa emérito", comentó Massimo Faggioli, profesor de teología de la Universidad de Villanova. Como recordareis, Benedicto XVI confesó cuando renunció “que no tenía las fuerzas, ni mentales ni físicas, para reinar” pero siguió con sus actividades cotidianas tras su voluntario retiro, lo que ha levantado suspicacias acerca de su verdadero estado de salud. "Las intervenciones de Benedicto XVI en el último año han generado dudas, dada su aparente enfermedad y avanzada edad. Algunas personas piensan que podría ser manipulado por aquellos que quieren desacreditar al actual Papa, incluso si el propio Benedicto no lo desea", considero Gaillardetz. “En el mejor de los casos, Ratzinger ha sido instrumentalizado por personas cercanas a él, entre quienes se cuenta, entre otros, el arzobispo alemán Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia de la Santa Sede y secretario personal del papa emérito”, añade Christoph Strack, experto en temas eclesiásticos. “En el peor de los casos, el nonagenario expapa impulsa conscientemente una corriente contra su sucesor. Cada pocas semanas salen a la luz declaraciones en las que se escucha un claro ‘Todavía estoy aquí’. Ya solo le faltaría twittear”. El cardenal alemán conservador Walter Brandmüller, nonagenario como Benedicto, abogó en el 2016 por una definición más clara de un papa renunciado, lo que incluiría el abandono formal del nombre y la renuncia a la vestimenta e insignias papales. “El Papa podría hacer modificaciones en la ley actual, motu proprio, o crear una comisión para establecer normas para los papas que se retiraron del cargo, pero no encuentro ninguna opción muy probable”, escribió Gaillardetz. “Sospecho que Francisco detestaría arrojar a Benedicto una luz negativa de cualquier manera, como cualquier curso de acción seguramente lo haría. Sea como sea, está claro que el modelo de un expapa ha fallado” anota Strack. Para Faggioli es necesario establecer qué se debe hacer con un Papa emérito, incapacitado y con séquito. Varios expertos estiman que el tema se ha convertido en una prioridad, que hay que determinar el papel y las funciones del Papa jubilado. Inclusive sugieren que se cambie la ley canónica o se nombre una comisión para establecer nuevas reglas. No se excluye que los pontífices que se retiran tengan que renunciar a las insignias papales y a vivir fuera del Vaticano, algo que por cierto, Ratzinger no esta dispuesto a hacer, lo que coloca en una posición incomoda a Bergoglio. Otras fuentes consultadas que tratan con Benedicto XVI, aseguran por el contrario que conserva la lucidez suficiente para no ser manipulado en un asunto de este tipo. “Desde el punto de vista de sus capacidades, no hay ninguna duda de que sabe lo que se ha publicado y esta de acuerdo con ello. Está lúcido y sale a pasear a diario por los jardines vaticanos. No es comparable a los últimos meses de Juan Pablo II que estaba imposibilitado siquiera de caminar”, señala alguien con acceso a Ratzinger que se remite a un contacto de hace 15 días. Es la segunda vez, de hecho, que un texto de Benedicto XVI cuestiona la acción de este pontificado. La última fue en abril del año pasado, cuando el Papa emérito cuestionó la persecución llevada a cabo recientemente de algunos sacerdotes acusados de pederastia, como recuerda la historiadora y experta en la Iglesia Lucetta Scaraffia. “Cuando Benedicto publicó aquellas páginas no se lo dijo a nadie y aparecieron en un periódico bávaro. Recordaba sus instrucciones sobre los abusos y parecía criticar una acción menos equilibrada y ponderada de Francisco I. ¿Por qué ahora? Ordenar hombres esposados es cancelar el celibato de los sacerdotes. Creo que lo que molesta más a Benedicto XVI es que el Papa retuerza puntos claros de la tradición haciendo excepciones en lugar de discutirlos abiertamente y con profundidad” asevero. El Vaticano, sorprendido con la publicación, salió al paso a través de Andrea Tornielli, su director editorial. El veterano periodista aseguró que el libro es una contribución “en obediencia filial al Papa”. Pero, además, entró en el fondo de la cuestión recordando que el propio Benedicto XVI también admitió excepciones al permitir a los sacerdotes anglicanos casados formar parte de la Iglesia católica. Muchos ahora piensan que, además de obviar de manera insólita ese precedente, el texto de Ratzinger y Sarah es una ofensa hacia todos ellos, a quienes el cardenal guineano califica de “sacerdotes de segunda” por el hecho de estar casados. Un punto de aparente no retorno que corre el riesgo de profundizar las diferencias entre los dos papas. La dualidad que quedó patente a lo largo de las últimas semanas obligó al cardenal Gerhard Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a aclarar públicamente que no supone ninguna "confusión" en el magisterio el hecho de que convivan dos pontífices en el Vaticano y dejó claro que el único Papa es Francisco I: “Ninguna confusión. No tenemos dos papas, existe uno solo. Se le dice Papa emérito por cortesía, pero en realidad Benedicto XVI es obispo emérito”, señaló al diario romano Il Corriere della Sera. Müller, que se ocupa de coordinar toda la obra de Teología del Papa alemán, afirmó, además, que no es “extraño” que el Papa emérito dé sus opiniones sobre temáticas que afectan a la Iglesia a pesar de que partidarios de Bergoglio lo vean como “una injerencia”. “El Papa tiene el primado de la unidad de todos los obispos. También los eméritos participan en el magisterio de la Iglesia y juntos tienen la responsabilidad de ser dispensario de la fe. No hay nada de extraño”, aclaró el cardenal. A no dudarlo que esta guerra se hará mas encarnizada, ya que desde su retiro, Benedicto XVI aglutina a los sectores ultraconservadores que buscan rescatar a la Iglesia Católica de la herejía en que ha caído por culpa de su sucesor. Mientras en un acto de sublime hipocresía, cada vez que aparecen juntos en publico todo es sonrisas, pero si las miradas mataran... :)