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miércoles, 22 de enero de 2020

LIBIA: La apoteosis de la barbarie

A nueve años de la intervención militar dirigida por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para derrocar al coronel Muammar al-Gaddafi , Libia sigue atrapada en una espiral de violencia que involucra a grupos terroristas, grupos étnicos sectarios e interferencias externas que han llevado al país al caos mas absoluto. Como recordareis, el 20 de octubre de 2011, en medio de una serie de protestas simultáneamente organizadas y financiadas por los EE.UU. en el Medio Oriente y el norte de África - denominada eufemísticamente como “la Primavera Árabe” con el objetivo de derrocar a los regimenes hostiles a Washington y reemplazarlos por gobiernos títeres y colaboracionistas - un levantamiento armado sumió al país en una sangrienta guerra civil, en la cual el líder libio fue finalmente capturado y brutalmente asesinado, tras ser bombardeada su caravana por la OTAN, dejándolo inerme e indefenso a manos de los terroristas, demostrando con ello que trabajaban en conjunto para deshacerse de Gaddafi posibilitando que los EE.UU. se apoderaran de las inmensas reservas de petróleo en Libia, tal como hicieron en Irak. Siendo en ese entonces uno de los países más prósperos del continente africano -gracias a sus vastos campos petroleros - tras la caída de Gaddafi, se volvió en el mas miserable e ingobernable, quedando además dividido entre gobiernos rivales en el este y el oeste, a lo cual debemos añadir los múltiples grupos armados que compiten ferozmente entre si para mantener sus cuotas de poder, intentando controlar los territorios que tienen en sus manos, para expoliar su riqueza. Gaddafi gobernó con mano de hierro durante 42 años tras derrocar a una corrupta monarquía sumisa a Occidente, lo que llevó a Libia a un avance significativo en todos los sentidos que fueron reconocidos y admirados por muchas naciones africanas y árabes en ese momento. A pesar de su controvertido gobierno, llegó a representar una figura importante que no dudo en enfrentarse a los EE. UU. y sus políticas llevadas a cabo desde Washington en el Medio Oriente. Es por esta razón, su vida y trágica muerte se convirtieron en eventos fundamentales en Libia y la clave para comprender la situación actual. Luego de haber sido parte del Imperio Otomano, tras su derrota en 1918, las potencias vencedoras se repartieron sus despojos, entregando Libia a Italia, pero luego de la Segunda Guerra Mundial, fue cedida a Francia y el Reino Unido, y ambos países la vincularon administrativamente con sus colonias en Argelia y Túnez. Sin embargo, el Reino Unido favoreció el surgimiento de una monarquía controlada por Arabia Saudita y respaldada por la ONU, la dinastía Senussi, que gobernó el país desde su "independencia" en 1951 bajo la monarquía del rey Idris I, que mantuvo a Libia en el oscurantismo total mientras promoviendo los intereses económicos y militares británicos. Cuando se descubrieron las reservas de petróleo en 1959, la explotación de la riqueza no se tradujo en beneficios para la gente, sino exclusivamente para su bolsillo. Según el analista político Thierry Meyssan, durante la monarquía, la nación estaba sumida en el atraso en la educación, la salud, la vivienda, la seguridad social, entre otros. Las bajas tasas de alfabetización fueron impactantes, ya que solo 250,000 habitantes de los cuatro millones podían leer y escribir. Pero fue en 1969 que la dinastía Senussi fue derrocada por un grupo de oficiales liderados por el coronel Gaddafi quien abolió la monarquía y eliminó a las fuerzas extranjeras dominantes del país. Desde que tomó el poder, el petróleo ha sido el principal recurso en manos del líder de la recién proclamada República Árabe Libia. El triunfo de la revolución de 1969 marcó un cambio de paradigma, moviendo al nuevo gobierno a utilizar sus ingresos petroleros para impulsar las medidas redistributivas entre la población, generando un nuevo modelo de desarrollo económico y social para el país. Según los analistas, entre las medidas de "soberanía económica" que impulsaron las políticas de Gaddafi estaban la nacionalización de varias compañías petroleras occidentales como British Petroleum (BP) y la creación de la National Oil Corporation (NOC), que caracterizó la configuración de un nuevo modelo, ajeno al humillante subyugamiento hacia los británicos practicado por la monarquía. Es así como a lo largo del gobierno de Gaddafi, se lanzaron ambiciosos programas sociales en las áreas de educación, salud, vivienda, obras públicas y subsidios para electricidad y alimentos básicos. Estas políticas llevaron a una mejora sustancial en las condiciones de vida de los libios, de ser uno de los países más pobres de África en 1969 a ser el más rico y envidiado en el 2011. De hecho, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2010) consideró a Libia como un país de alto desarrollo en el Medio Oriente y África del Norte. Este estado traducido significó una tasa de alfabetización de 88.4 por ciento y una esperanza de vida de 74.5 años, entre varios otros indicadores positivos. A nivel nacional, Gaddafi pudo enfrentar dos dilemas centrales característicos de la sociedad libia, por un lado, la dificultad de ejercer control sobre las tribus y, por otro, la fragmentación de la sociedad en tribus diversas y, a veces, opuestas. Gaddafi tenía la capacidad de mantener unidos estos territorios con poca conexión entre sí. Se estima que existen alrededor de 140 tribus en el territorio libio, cada una con diferentes tradiciones y orígenes. A nivel internacional, entretanto, se debe destacar el panarabismo con la confrontación abierta a los EE.UU. debido a la tenaz oposición que Gaddafi ejerció sobre la influencia de este país, alcanzando lazos más estrechos con otros países árabes para llevar a cabo políticas comunes de rechazo de las políticas de Washington, tanto en el Medio Oriente como en el África. El líder libio trabajó para fortalecer los lazos con países vecinos como Egipto, Marruecos, Siria, Túnez, Chad, entre otros, así como para mantener relaciones cercanas con países como Francia y Rusia. Gaddafi también aprovecho el poder económico del cual disponía, para cultivar una extensa red de contactos en diversos países, logrando una influencia incómoda para Europa y los EE. UU. Cabe destacar que en el momento de su asesinato, Libia tenía el mayor PIB per cápita y la más elevada esperanza de vida en el continente africano, donde menos personas vivían por debajo del umbral de pobreza que en Holanda. Pero como lo bueno no podía durar y dado que los EE.UU. lo tenia en la mira desde hace tiempo, decidieron deshacerse de el al precio que fuera necesario, sin imaginar que al hacerlo, abrirían la Caja de Pandora y terminaría por convertir a Libia en un ‘santuario’ del terrorismo a las puertas de Europa, desde cuyas costas miles de indeseables intentan en pateras cruzar el Mediterráneo para llegar al continente, para desatar el terror en “tierras de los cruzados”. Tal como detallamos líneas arriba, se organizaron una serie de revueltas ‘espontáneas’ que comenzaron en Túnez en diciembre del 2010, llegando al mes siguiente a la vecina Libia, aunque de manera diferente, ya que las manifestaciones masivas y populares que caracterizaron a Túnez, Argelia y Egipto no se replicaron, por lo que se recurrió a grupos mercenarios especialmente en Benghazi, donde se centró el movimiento anti-Gaddafi, en el cual predominaron los grupos creados por la CIA como ISIS y Al Qaeda. Este ‘levantamiento’ fue suficiente para que el Consejo de Seguridad de la ONU y la OTAN intervinieran hipócritamente en Libia y lanzaran una campaña de bombardeos entre marzo y octubre del 2011 que tuvo un impacto decisivo en caída y muerte de Gaddafi. Según Meyssan, la interferencia de la OTAN en los asuntos internos de Libia y el derrocamiento de Gaddafi no fueron el resultado de un conflicto entre libios sino una estrategia de desestabilización regional a largo plazo para todo el grupo de Medio Oriente. No debe extrañarnos por ello que a nueve años de su muerte, los residentes de la capital del país asolado por el caos han llegado a extrañar al líder de toda la vida a medida que se ha intensificado la guerra, esta vez con la intervención de Turquía. "Odio decirlo, pero nuestra vida fue mejor bajo el régimen anterior", dijo Fayza al-Naas, un farmacéutico de 42 años a la AFP, refiriéndose a la regla de Gaddafi. Un sentimiento compartido por muchos libios, incluidos aquellos que se opusieron a él en algún momento. La Libia económica y socialmente estable bajo Gaddafi versus un país fragmentado de hoy, sin un gobierno, devastado por ataques, bombardeos y continuos enfrentamientos, es el resultado de la invasión de la OTAN en el 2011. Una conclusión que muchos lamentan haber apoyado a casi una década de haber sucedido, ya que la tragedia de Libia dista mucho de haber acabado. Nuevos e indeseables actores a quien nadie ha invitado - como el dictador turco Recep Tayyip Erdogan - hacen su aparición espectral en escena, tratando de ponerse de lado de una de las partes enfrentadas en esta guerra sin fin (Por cierto, este domingo se aprobó en Berlín un acuerdo de cese al fuego entre ambas partes así como un embargo de armas para intentar acabar con el conflicto, pero dado los intereses contrapuestos entre los países que los apoyan - ya que todos quieren hacerse con el control de las reservas de gas natural en alta mar - muchos dudan que tenga éxito) :(
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