Continuando con nuestra ruta del Báltico, toca ocuparnos en esta oportunidad de Riga, la capital de Letonia, caracterizada por peculiar arquitectura. Si bien las torres góticas que dominan el paisaje urbano pueden sugerir austeridad, es el extravagante art nouveau el que forma la carne y el espíritu de esta vibrante ciudad cosmopolita, la más grande de las tres capitales bálticas. En efecto, con más de dos décadas de libertad (y un estatus renovado como capital de Letonia ) en su haber, Riga está reclamando su título legítimo como la piedra angular cosmopolita del Báltico.Situada en la encrucijada de los grandes imperios que escribieron las páginas de la elaborada historia de Europa, Riga fue, durante siglos, un eje estratégico en la anexión de tierras importantes, hasta que quedó en la oscuridad cuando cayó el Telón de Acero tras la II Guerra Mundial. Hoy en día, ese ominoso pasado quedo atrás y la ciudad se muestra irreconocible: elegante, animada y rebosante de joyas arquitectónicas. Hagamos una lista de ellas ¿vale? 1. El Monumento a la Libertad; Donde antes se erigía una estatua del zar ruso Pedro el Grande, los letones decidieron levantar en 1935 (con donaciones privadas) un monumento para memorar a los soldados caídos durante la Guerra de Independencia de Letonia. El resultado fue el Monumento a la Libertad, un imponente pero a la vez elocuente obelisco de 42 metros de alto que mira de reojo al pasado pero que, sobre todo, representa una oda a la libertad y al futuro. Quizás la inscripción Tēvzemei un Brīvībai, localizada en uno de los costados del obelisco, lo resume todo: «por la patria y la libertad». Con el paso de los años sigue siendo un lugar muy simbólico para los letones y un recordatorio constante de las dificultades que ha sufrido esta pequeña república báltica para alcanzar la independencia. En la actualidad, los letones se afanan en que nunca falten las ofrendas florales, aquellas que durante más de 50 años de brutal ocupación soviética estuvieron prohibidas; 2. La Catedral de Riga; Algunos dirán que es de estilo gótico, otros que es románica y los más osados que la ven barroca. Todos ellos están en lo cierto y a la vez se equivocan al catalogarla: simplemente es única. Un templo de más de 700 años de antigüedad – fue completado en 1270 – da para mucho: incendios, restauraciones y diferentes funciones, desde un convento a una sala de conciertos. Su protagonismo en el centro de Riga es indiscutible. La pequeña plaza de Doma Laukums – de la Catedral – es un centro neurálgico para los turistas. La razón es clara: es absolutamente encantadora. De la catedral a los preciosos edificios Art Noveau o la Rīgas Birža (Casa Modernista), antigua bolsa y en la actualidad uno de los museos más prolíficos de Letonia; 3. El Castillo de Riga: Siempre ha estado al compás de todos los avatares históricos y políticos que ha vivido Letonia. Fue construido por la Orden de Livonia allá por el siglo XIV como fortaleza y para servir de residencia a su maestre, tres siglos más tarde fue conquistada por Suecia, y tras las dos guerras mundiales sirvió, luego de la primera como sede del Gobierno y de la segunda como residencia de la Presidencia de la República. Para visitarlo nada mejor que pasear por 11. novembra krastmala (Terraplén 11 de noviembre – en honor a una batalla de la Guerra de Independencia), un paseo al margen del río que permite admirar la inmensidad del Daugava y divisar, al otro lado, algunos de los edificios modernistas de la ciudad como la Torre Swedbank o la Biblioteca Nacional de Letonia; 4. La Catedral de la Natividad de Riga: En el país báltico con el mayor porcentaje de población rusa, su herencia se percibe de forma abrupta cuando llegamos hasta la Catedral de la Natividad, principal templo religioso de corte ortodoxo de Riga. Situada en la Esplanāde, comparte espacio con el Museo Nacional de Arte de Letonia y la Academia de las Artes. De estilo neobizantino, sigue el patrón historicista que se impuso a finales del siglo XIX en la mayor parte del Imperio Ruso y que ahora inunda las ciudades de Europa del Este. Coronado por dos cúpulas de color dorado, su interior no es desdeñable sino más bien una explosión de colores, imágenes y devoción de quienes la visitan; 5. La Casa de los Tres Hermanos: Los que tengan hermanos lo sabrán: ni podéis estar juntos ni separados. No sois iguales pero a la vez dos desconocidos dirían que sois familia. Tampoco tenéis la misma edad ni os gustan las mismas cosas pero, al fin y al cabo sois hermanos. Así se podría describir al Trīs brāļi, el peculiar monumento arquitectónico de Riga. Si me hubieses enseñado una foto de la Casa de los Tres Hermanos te habría dicho que estamos en Ámsterdam o una ciudad neerlandesa aleatoria. Pero por osadía toda ciudad tiene su monumento peculiar que inefablemente atrae a todo turista incluso sin que este se explique por qué. Y en Riga este ha sido el elegido. Cada uno de ellos representa un estilo y una época diferente. El blanco es el más antiguo (siglo XV) y tiene algunos detalles renacentistas, el número 19 (amarillo) está inspirado en el manierismo holandés mientras que el edificio localizado en el 21 es el más estrecho y, desde mi punto de vista, coqueto de todos; 6. La Casa de los Cabezas Negras y la Plaza del Ayuntamiento: El punto final de nuestra visita es la Plaza del Ayuntamiento, la joya de la corona y el principal centro neurálgico de la ciudad. El protagonismo sin lugar a dudas se lo lleva la Casa de los Cabezas Negras, un precioso pero a la desconcertante edificio que tuvo que ser reconstruido tras la Segunda Guerra Mundial. En el centro de la Rātslaukums se encuentra la Estatua de Rolando, símbolo de la libertad, la soberanía y la independencia letona. No es la estatua original de 1886 sino una copia. La auténtica, como la libertad, sigue bien custodiada: al final, es demasiado importante como para perderla. Duramente bombardeada por los rusos durante la Segunda Guerra Mundial, no es de extrañar que en la Plaza del Ayuntamiento convivan algunos edificios reconstruidos con otros levantados en los últimos 30 años como el Museo de la Ocupación de Letonia o el Ayuntamiento de Riga. Se trata de una ciudad fantástica ideal para callejear y podéis llegar a pie a todos los lugares de interés que os recomendamos. Es más, no solo podéis sino que debéis: pasead por Riga, visitad cada rincón, quedaos de brazos cruzados viendo sus edificios modernistas y, sobre todo, disfrutadla como se debe. Ahora nos toca dirigirnos a Vilnius, la capital de Lituania. Y allí vamos...