En los últimos días, el ejército israelí ha aumentado su presión sobre los combatientes del movimiento islamista Hezbollah en el sur del Líbano. Asimismo, los ministros israelíes también hablan cada vez más abiertamente sobre la posibilidad de una ofensiva a mayor escala en el norte, por lo que los analistas se preguntan ¿Las FDI podrían combatir en ambos frentes a la vez? Esto fue visto inicialmente por Israel como el peor escenario desde el inicio de la guerra contra Hamás en Gaza el 7 de octubre. En efecto, la apertura de un segundo frente en la frontera libanesa contra Hezbollah, un movimiento político-militar islamista proiraní, en un comienzo fue temida tanto por Israel como por EE.UU., su principal aliado. Incluso Washington envió dos portaaviones frente a las costas del Líbano para intentar intimidar a Hezbollah. Sin embargo, la retórica parece haber evolucionado en Tel Aviv y el agresor sionista se muestra cada vez más activo en el norte. Al respecto, el ministro de Defensa israelí, de extrema derecha, Yoav Gallant, aseguró que Israel está dispuesto a “utilizar todos los medios necesarios para empujar a Hezbollah más lejos de la frontera”. Incluso Benny Gantz , líder de la oposición que se unió al gobierno durante la guerra contra Hamás, coincidió con los halcones de derecha al asegurar que Israel "podría hacer retroceder" el movimiento proiraní. Paralelamente a este discurso más bélico que antes, el ejército israelí ha intensificado sus ataques. De este modo, el pasado 20 de diciembre atacó un “centro de mando” de Hezbollah en el sur del Líbano. "No es la primera vez, pero no es el tipo de objetivo al que Israel está acostumbrado a apuntar", aseguro Omri Brinner, analista israelí y especialista en geopolítica de Oriente Medio a nivel internacional, del Equipo para el Estudio de Seguridad de Verona (ITSS), una organización internacional de expertos en cuestiones de seguridad internacional. A su vez, Hezbollah también lanza proyectiles a lo largo de la frontera casi a diario. La “situación actual es realmente tensa, con el número de víctimas en ambos lados –aunque sea mayor para Hezbollah– que no hace más que aumentar” resume Filippo Dionigi, especialista du Hezbollah de la universidad de Bristol, en Inglaterra. “Si no hubiera una guerra en curso en el sur, los actuales intercambios de disparos en la frontera libanesa ya habrían llevado a un conflicto abierto entre Israel y Hezbollah”, añade Brinner. “Por el momento, ambos bandos muestran cierta moderación para iniciar una mayor escalada", confirma Dionigi. En este contexto, las recientes declaraciones de funcionarios israelíes y el fuego de las FDI son motivo de gran preocupación para Washington. “Si Israel aún no ha llevado a cabo un ataque terrestre contra posiciones de Hezbollah en el Líbano es debido a la intensa presión ejercida por el aliado estadounidense”, asegura Clive Jones, director del Instituto de Estudios Islámicos y de Oriente Medio de la Universidad de Durham. La mayoría de los expertos coinciden en que “la decisión de transformar esta situación en una guerra abierta depende principalmente de Israel”, dijo a Le Monde Randa Slim, directora de gestión de conflictos del Instituto de Oriente Medio en Washington. En la misma línea, Filippo Dionigi detalla: "Las grandes potencias internacionales que tienen intereses en la región - EE.UU., Francia, la Unión Europea - no quieren el estallido de una crisis regional, Hezbollah corre grandes riesgos en términos de pérdidas y de imagen en el Líbano si arrastra al país a una guerra". En cuanto a Irán, potencia tutelar de Hezbollah, “prefiere librar una guerra de desgaste contra Israel”, añade el experto de la Universidad de Bristol. “Por su parte, el Estado judío ha revisado sus prioridades de seguridad, también en el norte, desde el ataque de Hamás el 7 de octubre”, subraya Omri Brinner. Israel decidió "desplazar a unos 200.000 colonos judíos que se encontraban cerca de la frontera libanesa por el riesgo de encontrarse dentro del alcance de fuego de Hezbollah ", subraya Clive Jones. Las autoridades israelíes dicen que estos individuos no pueden regresar a sus hogares hasta que Hezbollah dé marcha atrás. "Por tanto, a los ojos de Israel sólo hay dos opciones: o una retirada negociada o, en su defecto, una retirada impuesta por la fuerza", resume Ahron Bregman, politólogo y especialista en el conflicto palestino-israelí del King's College de Londres. Para este experto, la diplomacia todavía tiene algo de tiempo para dar una solución. "Los israelíes afirman, por ejemplo, de que Hezbollah nunca se retiró al norte del río Litani (a 30 kilómetros de la frontera israelí), de conformidad con la Resolución 1701 de las Naciones Unidas ", subraya Clive Jones. De hecho, la ONU nunca ha conseguido que Hezbollah respete este texto adoptado en el 2006 que aparentemente garantizaría el fin de las hostilidades entre Israel y el movimiento islamista proiraní. Otra solución, favorecida por EE.UU., sería la creación de una zona de amortiguación en la frontera entre Líbano e Israel, lo que “obligaría a Hezbollah a retirarse varios kilómetros”, señala Filippo Dionigi. El hecho es que estos combatientes proiraníes tendrán dificultades para aceptar cualquier retirada. "Ya han hecho saber que no se moverán mientras continúe la guerra en Gaza. Y como ya han perdido un centenar de combatientes desde el 7 de octubre, no se retirarán sin obtener una compensación", asegura Dionigi. “No estoy seguro de que el gobierno israelí esté dispuesto a la más mínima concesión. Lo que hay que entender es que el ejército israelí está ahora convencido de que una nueva guerra contra Hezbollah, y también contra Irán, es inevitable. Tal vez no mañana o la próxima semana, pero sí pronto. Y mientras estamos en eso, es mejor atacar rápidamente en lugar de correr el riesgo de esperar y acabar con su implacable enemigo que, según ellos, pronto se convertirá inevitablemente en una potencia nuclear", explica Brinner. Si fuera necesario, el Estado judío preferiría una guerra en dos frentes en lugar de tener que enfrentarse a un enemigo respaldado por una potencia nuclear. “Pero una guerra así sería catastrófica para todos. Hezbollah, con sus más de 150.000 misiles, tiene la capacidad de infligir enormes daños a Israel, y la entidad sionista puede causar daños terribles a Beirut y a las infraestructuras libanesas", resume Ahron Bregman. Por no hablar del coste humano… y por tanto político para Israel. “¿Están los israelíes dispuestos a aceptar muchas más muertes, especialmente entre los reservistas, dado que la mayoría de las tropas regulares ya están comprometidas en Gaza?” pregunta Clive Jones. Por eso el escenario más probable es que Israel y Hezbollah dejen la puerta abierta a las negociaciones durante el mayor tiempo posible. Más aún para el Estado judío, que quiere demostrar a su aliado estadounidense que una posible guerra abierta sólo se produciría como último recurso. Pero mientras tanto, los dos adversarios continuarán "su guerra de baja intensidad de bombardeos y ataques aéreos", asegura Ahron Bregman. Y cuanto más dura, "más aumenta el riesgo de que uno de los dos campos cruce la línea roja del otro... por accidente", subraya Filippo Dionigi. “La escalada sería, por ejemplo, inevitable si Israel matara a un funcionario de Hezbollah en uno de sus ataques actuales contra objetivos como centros de mando. Ello significaría la guerra” puntualizó (El reciente asesinato de un general iraní en Siria como consecuencia de un ataque israelí va por ese camino)